Bases de la Conducta Moral: Libertad y Sociabilidad
El Comportamiento Humano frente al Comportamiento Animal
El animal actúa siguiendo sus instintos, los cuales están fijados genéticamente; son fruto de la evolución. Por ello, el animal está perfectamente adaptado al medio en el que vive. Los estímulos que le afectan desencadenan en el animal un comportamiento determinado del que apenas se puede separar. Es por esto que los animales de la misma especie tienen un comportamiento semejante en todas las latitudes.
El ser humano está en una situación distinta: no está ajustado a ningún medio en concreto. Más bien, gracias a su inteligencia y, concretamente, a su capacidad técnica, el ser humano adapta el medio a sus necesidades, por ejemplo, tendiendo puentes, eliminando montañas, haciendo casas, etc. Esto es posible porque los estímulos que le afectan no desencadenan en él un comportamiento determinado y único, sino que le sitúan ante distintas posibilidades de acción entre las que, forzosamente, tiene que elegir (el ser humano está “condenado a ser libre” decía Sartre, un importante filósofo existencialista).
La Libertad
La libertad consiste en tener que elegir a cada instante: seguir leyendo o ir a la cocina a por un yogur; esforzarme en concentrarme en mi lectura o dejar vagar mi mente… Pero la libertad no es omnipotencia: ser libre no significa que puedo hacer lo que me apetezca. Como hemos visto, significa que tengo que elegir entre varias posibilidades. A veces son muchas, otras veces, muy pocas y, además, ninguna nos apetece. Pero, en cualquier caso, tenemos que elegir.
¿Por qué elegimos una cosa en vez de otra?
La respuesta obvia es: porque lo que elegimos nos parece lo más adecuado, lo mejor, preferible a otras opciones. Es decir, consideramos que es más valioso aquello que elegimos. Los valores morales guían nuestra conducta, nos indican lo más conveniente, lo mejor para nosotros en nuestras relaciones con los demás. Definen lo bueno y nos permiten descubrir la acción buena en las situaciones concretas que debemos resolver. Los valores son la base de las normas, pues estas últimas son pautas de acción que concretan los valores que las inspiran. Por ejemplo: el valor de la solidaridad inspira las normas que nos obligan a prestar auxilio a la persona que ha sufrido un accidente, a adaptar los espacios públicos a las necesidades de las personas discapacitadas, etc.
Sociabilidad
El ser humano es social por naturaleza: necesita de la sociedad para sobrevivir y para constituirse como humano; vive en una sociedad de la que recibe, entre otras cosas, un sistema de valores y de normas que, a menudo, acepta sin planteárselo. Dentro de una misma sociedad no todas las personas comparten los mismos valores y pautas de comportamiento, pero las diferencias entre los miembros de una misma sociedad no son nunca demasiado grandes. Esto se debe a que compartimos una misma cultura que nos proporciona cierta visión del mundo y de nosotros mismos.
Sin embargo, la moral es un hecho humano, no social: la existencia de la sociedad no justifica el hecho de que los seres humanos necesitemos orientar nuestra conducta según valores. Es la libertad, la necesidad de estar eligiendo constantemente, lo que crea esa necesidad.
El Proceso de Socialización
Es el proceso por el cual nos constituimos como personas y miembros competentes de la sociedad a la que pertenecemos. Este proceso dura toda la vida, pues la sociedad está en continua evolución y se nos hace necesario ir adaptándonos a los cambios. Sin embargo, la niñez es una etapa clave. Cuando somos niños tenemos una capacidad de aprender que no tendremos en etapas posteriores de la vida. Es en la niñez cuando aprendemos lo más básico, desde el lenguaje hasta las pautas de higiene o los gustos culinarios. Gracias al proceso de socialización adquirimos los valores y pautas de comportamiento. La familia, la escuela y el grupo de amigos son las instancias socializadoras fundamentales.
La Persona como Sujeto Moral
La etimología de la palabra “persona” es “per-sonare”. Hace referencia al resonar de la voz del actor a través de la máscara con la que cubría su rostro en el teatro griego. Es decir, indica que, tras lo que todos pueden ver, hay algo más: nuestra intimidad, el yo, lo que nos hace únicos y nos diferencia de los demás, el núcleo de nuestra libertad y nuestra capacidad de entender y comprender.
La persona es lo estable de los sujetos, lo que permanece a través del desarrollo y de los cambios y se nutre de las vivencias y recuerdos.
Desde el punto de vista social y político, la persona es sujeto de derechos y de obligaciones. Por eso es el sujeto de los derechos universales, los cuales concretan y realizan los valores universales descubiertos, analizados y difundidos por las teorías éticas y morales que han ido surgiendo a lo largo de la historia de la humanidad.
La Dignidad Humana
Porque somos seres libres y racionales las personas tenemos dignidad, mientras que las cosas tienen precio.
Negar la libertad nos deshumaniza y nos convierte en cosas intercambiables. Es lo que hacen los regímenes políticos tiránicos o dictatoriales: negar la humanidad de ciertos grupos de personas (esclavos, judíos, etc.).
Pero también se niega la libertad impidiendo el desarrollo de los individuos, privándoles de cultura e información. Es lo que ocurre con los millones de niños que no tienen acceso a la educación y son explotados como mano de obra barata y dócil, por ejemplo.