Los orígenes de la filosofía griega: El problema del cambio

1. La dificultad de Anaximandro con el arjé de Tales

Anaximandro observó que el arjé (aquello de lo que están hechas todas las cosas) no podía ser, a su vez, una cosa. El agua, sin dejar de ser agua, puede ser vapor, líquido o hielo, pero no puede ser tierra. Para poder ser todo, el arjé debía ser totalmente indeterminado desde el punto de vista cualitativo e infinito en cantidad, para no agotarse en los infinitos cambios.

2. El auge del fenómeno sofístico en Grecia

La proliferación de soluciones al problema del cambio (monistas, pluralistas, etc.), sin una respuesta definitiva y con algunas derivando en absurdos, propició el escepticismo. Algunos, abandonando la búsqueda de la verdad, utilizaron su razón como sofistas, profesionales que cobraban por sus lecciones, buscando convencer, independientemente de la verdad.

La postura escéptica es insostenible. Si los sofistas afirman que no hay verdad, esa afirmación misma sería una verdad. Si la dicen sin pretender que sea cierta, su contraria (sí hay verdad) sería cierta.

3. Pitágoras y el arjé numérico

Pitágoras, al observar las relaciones matemáticas en la naturaleza (armonía musical, geometría), buscó el arjé en un segundo grado de abstracción: los números. Así, se alejaba de la postura de los fisicistas (Tales, Anaxímenes), que afirmaban que el arjé era una cosa material.

4. Comentario al texto de Aristóteles

«De los primeros que filosofaron, la mayoría pensaron que los únicos principios…» Aristóteles, Metafísica, I,3 993b 6-20

Para estos primeros filósofos, la realidad era el arjé mismo. Las «cosas» eran apariencias, modos de organizarse el arjé. Veían la diferencia entre una jirafa y un pino, similar a la diferencia entre un pino y un abeto.

5. Características del Ser según Parménides

Parménides, coincidiendo con Heráclito en que las soluciones conciliadoras estaban agotadas, rechazó los sentidos y afirmó la vía de la razón. Concibió un ser único, sin partes, eterno e inmutable.

Sus demostraciones se basan en la reducción al absurdo. Para demostrar la unicidad del ser, supone que hay varios, implicando discontinuidad. Si la discontinuidad es, no habría discontinuidad, pues separaría ser del ser con ser. Si la discontinuidad no es, no podría separar, pues separar con nada es no separar. Por tanto, solo hay un ser.

6. La perspectiva pluralista sobre el arjé

Los pluralistas (Anaxágoras, Demócrito, Empédocles) consideraban que un único elemento no podía formar todas las cosas. Propusieron «varios» elementos (tierra, agua, fuego, aire; homeomerías; átomos). Las cosas surgirían por agregación y composición de estos elementos.

7. El arjé según Anaxímenes

Para Anaxímenes, el arjé es el aire. Las cosas se forman por condensación y rarefacción del aire.

8. Heráclito de Éfeso

Heráclito, nacido en Éfeso (posiblemente Mileto) a mediados del siglo VI a.C., se destacó por su peculiar visión del mundo, que le valió el apodo de «el oscuro».

Radicalizando la postura ante el problema del cambio, afirmó que todo cambia (Panta Rei). Su idea de que «no podemos bañarnos dos veces en el mismo río» ilustra esta concepción.

Aunque algunos atribuyen el fuego como arjé para Heráclito, esto no se ajusta a su visión. El concepto de arjé no sería el elemento del que están hechas las cosas, sino el «motor del cambio». El fuego, como algo intangible que cambia constantemente y provoca cambios, ejemplifica esta idea.

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