Maquiavelo: Virtud, Fortuna y el Arte de Gobernar

Maquiavelo: Un Nuevo Enfoque del Poder y el Estado

El maquiavelismo es el término con el que se designa la práctica política según la cual los medios quedan subordinados a los fines. La aportación principal de este autor es la contribución al análisis teórico del concepto moderno de Estado.

Un Nuevo Enfoque de la Política

Su experiencia personal le lleva a pensar que la preocupación fundamental de su pensamiento se centra en exponer cuál ha de ser el comportamiento del príncipe, es decir, cómo un gobernante ha de actuar para mantener el poder. Sus verdaderos intereses y aportaciones a la teoría política se anclan en la defensa de la libertad de los ciudadanos y en la correcta organización y conservación del Estado.

Los Ingredientes de la Política: Virtud y Fortuna

Su conocimiento de la historia y la experiencia personal, le reafirma en su convencimiento de que todas las sociedades están expuestas a un proceso de degeneración que debe tratar de evitarse.

Para él, las repúblicas son similares a organismos vivos que nacen, crecen, se expansionan y mueren. En este proceso interviene la virtú (la fuerza vital), que permite su funcionamiento y permanencia como sociedad organizada. Está presente en el organismo vivo o políticamente sano y, se debe tratar de mantenerla mediante una organización correcta de las garantías jurídicas y políticas que evite la intervención de la fortuna. Su finalidad es el ejercicio de la libertad y permitir la autonomía de todos los miembros de la República.

En caso de desorganización de la República y a fin de controlar o secundar los caminos de la fortuna (fuerza ciega a la que los hombres no pueden oponerse), la virtú obliga a tomar medidas extraordinarias que puedan llevar a evitar su quiebra o renovar la República.

El arte de la política consiste en conservar la virtú, el poder debe estar dirigido a conservar la sociedad.

Parte de una consideración negativa de la naturaleza humana, está el tener que elegir pero sin poder descartar el mal; los hombres son malos. Las pasiones dirigen su conducta, comportamiento inclinado hacia el egoísmo y los hombres se vuelven buenos por coacción, necesaria la ley. El fundamento correcto del Estado se debe basar en la ley y en las armas: para organizar la República y para resolver las contingencias.

Defiende también su buen sentido, afirma que el pueblo es más prudente que el Príncipe, y defiende el innato impulso de los hombres y de la sociedad por la búsqueda de la libertad.

La Lógica del Poder: El Príncipe

Las sociedades están sometidas a un proceso de degradación que exige periódicamente una nueva fundación. Considera que es más oportuna y eficaz la actuación de un solo hombre que el de un grupo que siempre podría manifestar intereses contrapuestos.

El Príncipe alcanza el poder por nueva fundación o por herencia y su primer deber es defender el Estado y conservarlo.

Para ello, debe tener en cuenta la naturaleza humana para poder cumplir con su deber e imponer el fin político deseado. Tendrá que utilizar la virtud como coraje y audacia para poder conservar el poder ya que, en caso contrario, se verá enfrentado a la fortuna, a la casualidad siempre presente a la que nunca podrá dominar plenamente. El Príncipe no puede detenerse para conseguir su objetivo: conservar el poder y construir el Estado.

Las características del buen gobernante:

Ha de conciliar los intereses contrapuestos del pueblo, la nobleza y el propio príncipe. Debe buscar la alianza de unos y otros cuando sea necesario: humanidad, sagacidad y fuerza de carácter.

El fin que justifica los medios no es otro que el buen gobierno de la República y la estabilidad del Estado.

Según él, el pueblo siempre juzga por las apariencias, el príncipe deberá adoptar medidas que favorezcan a la sociedad con el fin de mantener su imagen y conservar el poder, así se favorece el buen gobierno del Estado.

La Autonomía de lo Político

La aportación que hace a la filosofía política es el principio de realismo político, según el cual lo político tiene sus propias leyes y deja fuera de su dominio toda consideración de índole inmoral.

Supone la separación entre moral y política, abandonando la tradición que defendía que el Estado debe fundarse sobre criterios éticos. Para él, el único principio de moralidad y el lugar de su realización es la República.

La política es superior a la ética porque ésta trata sobre el bien individual y aquella sobre el bien común. Defiende que el ideal del Estado es la mejora de la conciencia moral de los ciudadanos, defiende el republicanismo civil.

La forma normal de la organización social y política debe ser la de ciudadanos libres ya que en todas partes los hombres tienden a vivir libres mientras que los príncipes tienden a oprimir.

En el momento de formación de las monarquías absolutas, defiende la democracia bajo la forma de república, como lugar de refugio de la libertad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *