La Ruptura Nietzscheana con la Tradición Filosófica
Nietzsche rompe con la filosofía anterior al retomar la tesis de Heráclito sobre el devenir, llevándola a una radicalidad sin precedentes. Para Nietzsche, el «ser», en contraposición al devenir y a la supuesta «verdad», no solo es derrotado, sino que simplemente no es. Las cosas no son, sino que devienen. El verbo «ser», tan arraigado en nuestro lenguaje, se convierte en un artificio, una palabra sin correspondencia en la naturaleza, una falsedad.
El Ser como Ficción y la Ilusión de la Verdad
Nietzsche argumenta que el ser es una invención de los «filósofos-momia», quienes construyeron una realidad ficticia, ajena a este mundo, para analizar las cosas desde una perspectiva estática e inmutable. Esta «realidad» no existe; es una invención que niega el dinamismo inherente a la existencia. Las cosas devienen, cambian constantemente, presentando diferentes apariencias según el momento y la perspectiva. Como Heráclito señaló: «No puedes bañarte dos veces en el mismo río».
Al desmantelar la noción del ser, Nietzsche también desmantela la noción de verdad. Si las cosas no son, la verdad, que requiere la fijeza del ser, se desvanece. Con la verdad, desaparece también Dios, concebido como luz y verdad. La ausencia de Dios, para Nietzsche, implica la ausencia de una moral objetiva, una oportunidad para liberarse de las ataduras de la moral judeocristiana.
El Lenguaje como Cómplice del Engaño
El lenguaje, con su estructura orientada a la formulación de verdades absolutas, perpetúa la ilusión del ser. La dificultad de vivir sin usar el verbo «ser» evidencia cómo el lenguaje moldea nuestro pensamiento, limitando nuestra capacidad de comprender la realidad dinámica del devenir. Obras como 1984 de George Orwell ilustran el poder del lenguaje para controlar el pensamiento al eliminar palabras y, con ellas, la posibilidad de concebir ciertas ideas.
La Hermenéutica y la Reinterpretación de la Realidad
La búsqueda infructuosa de la verdad a lo largo de la historia de la filosofía refuerza la perspectiva de Nietzsche. La divergencia de resultados, según el filósofo que la busca, sugiere que no hay una verdad única, sino interpretaciones, hermenéuticas. Para Nietzsche, Sócrates, incapaz de aceptar la inexistencia de la realidad última, creó un mundo paralelo, imaginario, donde situó la «verdad» de las cosas.
El Nihilismo Activo y el Superhombre
Al negar la realidad objetiva, Nietzsche abre la puerta a la intuición como forma de aprehensión del mundo. Se autoproclama el último razonador, anticipando el advenimiento del superhombre, una nueva especie liberada de la moral tradicional y capaz de abrazar la vida natural. Este nihilismo activo, aunque complejo de explicar sin recurrir a la razón, se presenta como una posibilidad para el futuro de la humanidad.
Influencias en la Filosofía de Nietzsche
Nietzsche admiraba la Grecia antigua, especialmente en su juventud, reivindicando el espíritu dionisíaco frente al apolíneo. Rechazaba a Sócrates y Platón, considerándolos responsables de la decadencia de la cultura occidental, mientras que se identificaba con Heráclito y los sofistas por su énfasis en el devenir y el relativismo de la verdad.
En la era moderna, Nietzsche conecta con el empirismo de Hume, criticando la noción cartesiana del «yo», y con Kant, aunque rechaza su idealismo, coincidiendo en la imposibilidad de alcanzar la metafísica. En el siglo XIX, se acerca a Marx en su crítica a la religión, pero la influencia más notable es la de Schopenhauer, de quien toma la «voluntad de poder», aunque rechaza su pesimismo.
La Muerte de Dios y el Nihilismo
Introducción
Nietzsche consideraba el cristianismo una religión nihilista por evadir el sentido de la vida terrenal, creando una proyección espiritual donde la mortalidad y el sufrimiento se suprimen en lugar de trascenderse. La muerte de Dios, para Nietzsche, implica la negación de la responsabilidad divina, liberando al mundo de una moral trascendente. La pérdida de poder de los valores tradicionales, especialmente los cristianos, conduce al nihilismo pasivo.
Nihilismo
El nihilismo, según Nietzsche, es la consecuencia del cristianismo, la moral tradicional y el concepto de verdad filosófica. La caída de las ilusiones deja un vacío, el abismo de la nada. El nihilismo surge cuando la búsqueda de un sentido inexistente en el acontecer lleva a la desvalorización. La desilusión con respecto a valores morales como el amor, la armonía y la felicidad, contribuye al nihilismo. La inexistencia de una totalidad, una sistematización del acontecer, desmorona la creencia en un valor humano trascendente.
El nihilismo se manifiesta en tres momentos:
- Negación de los valores vigentes: duda y desorientación.
- Autoafirmación de la negación: reflexión de la razón.
- Punto de partida para una nueva valoración: intuición, voluntad de poder.
El hombre provoca la muerte de Dios, luego toma conciencia de ella y, finalmente, se descubre a sí mismo como responsable, encontrando en la voluntad de poder el valor supremo.
Moral Contranatural
La moral contranatural, propia de los débiles y resentidos, rechaza el cuerpo y las pasiones, afirmando un mundo superior que exige sacrificio en esta vida. Se opone a la moral natural de los fuertes, basada en la voluntad de poder y la valoración de la vida terrenal. Nace del resentimiento de los débiles hacia los fuertes, transformando sus defectos en virtudes. Cualquier moral que exija sacrificio en esta vida para una vida posterior es contranatural.
Moral Sana
Nietzsche no es amoral, sino inmoralista. Rechaza la moral tradicional, pero propone una alternativa basada en la fidelidad a la vida, el respeto a los instintos y la pasión. Critica la moral cristiana, considerándola una moral de resentimiento y abnegación que rechaza lo biológico y natural de la vida humana.