El materialismo histórico es la teoría de la historia propuesta por Marx. La idea germinal del materialismo histórico es que no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino que es su ser social el que determina su conciencia. O lo que es lo mismo, los hombres no tienen una conciencia, unas ideas políticas, una religión, una ideología y luego actúan y trabajan tratando de realizar en la historia dichas ideas, sino que sus condiciones materiales de existencia determinan, en última instancia, su manera de pensar. Todo lo que podemos llamar el nivel mental, cultural, político, religioso y filosófico del hombre depende de las relaciones de producción, es decir, de las condiciones materiales de la vida. Lo material determina, en última instancia, lo ideal. Lo infraestructural determina, en última instancia, lo superestructural, la “superestructura ideológica”, que incluye las ideas, las representaciones mentales y las creencias. En realidad, ocurre al contrario: son las relaciones que se establecen entre los hombres en la producción social de la vida las que les llevan a pensar y creer de cierta forma. Entonces surge lo que Marx denomina la superestructura ideológica.
La historia es un proceso dialéctico: opera a través de contradicciones y superaciones de dichas contradicciones. La idea de dialéctica es otra de las ideas que Marx tomará de Hegel. Mientras que para Hegel el proceso dialéctico de la historia es un proceso espiritual, para Marx el elemento ideal no es más que el elemento material transmutado en la conciencia de los hombres. Mediante la dialéctica es posible comprender por qué determinada configuración de cosas reales, determinada estructura social, lleva en sí su propia negación que la destruirá. Igual que en la época anterior, el desarrollo de la clase de los opresores necesariamente desarrollará la clase de los que acabarán con ella: el proletariado. De esto no son conscientes los capitalistas. Los proletarios del mundo se levantarán en armas y acabarán con la propiedad privada de los medios de producción que, al estar en manos de unos pocos capitalistas, les impide la realización y la felicidad al resto de los hombres. Marx, además, no describe este paso como uno más dentro del proceso histórico dialéctico, sino que lo describe como el último paso. Con la revolución proletaria termina la época de la historia humana. Esto es así porque con el comunismo desaparecen las clases sociales y, por tanto, la fuente del conflicto que mueve la historia. El comunismo supondrá el fin de las clases sociales y, por tanto, el fin de la dominación de una clase por parte de otra. El comunismo supone la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y, por tanto, el fin de la dominación de dicha clase social sobre la clase de los desposeídos, sobre la clase de los que sólo poseen su fuerza de trabajo. Pero Marx no cree que la llegada del comunismo sea algo que puede ocurrir de manera inmediata a través de una revolución brusca. No, la instauración del comunismo es un proceso largo y difícil. Marx distingue una primera fase, la «dictadura del proletariado», que consiste en la atribución de la propiedad de los medios de producción al Estado y, consecuentemente, en la conversión de todos los hombres en proletarios. Esta es la fase del socialismo. Posteriormente, en una segunda fase, se abolirá por completo la propiedad privada, la división del trabajo y el contraste entre trabajo manual y trabajo intelectual, convirtiéndose así el trabajo no sólo en un medio de vida, sino en la expresión de la vida de cada uno a través de la cual cada individuo se realiza. Socialismo es un movimiento político que recomienda el gobierno de la economía por parte del Estado y las instituciones públicas. El socialismo se opone a la propiedad privada de los medios de producción e insta a su colectivización o socialización. El socialismo es, además de un proyecto político, una alternativa a la «economía privada» o a la «economía de mercado». El comunismo es un movimiento político que persigue la abolición de la explotación del trabajo, la supresión de la lucha de clases y la liquidación del Estado y del Derecho como instrumento de dominación de la clase dominante. El comunismo conlleva la subordinación de la economía a decisiones y directrices de carácter político.