Metafísica de Aristóteles: Alma, Felicidad y las Cuatro Causas del Ser

Metafísica de Aristóteles

Naturaleza

Al principio de su Metafísica, Aristóteles establece la distinción entre ciencia y conocimiento empírico. Todos los hombres, nos dice, tienen deseo de saber; prueba de ello es el placer que nos causa recibir sensaciones mediante los sentidos. Sin embargo, el conocimiento racional es distinto del de la experiencia. La experiencia está basada en la memoria; es decir, varios recuerdos de una sensación forman una experiencia. Pero la ciencia tiene que ser la formulación de leyes universales que se apliquen a todos los casos particulares. La experiencia, por otra parte, nos dice lo que ocurre o lo que es, pero no nos dice el porqué, la causa, mientras que la ciencia sí. Por consiguiente, la ciencia es el conocimiento de las causas. Y si la filosofía es la primera de las ciencias, entonces la filosofía será el conocimiento de las causas primeras.

Aristóteles nos aclara que la filosofía es: “la ciencia de las causas primeras del ser en tanto que es, del ente en tanto que ente, y las cualidades que le corresponden como tal”. Es decir, al ser se le puede definir desde muchas perspectivas, y esto es lo que van a hacer las distintas disciplinas; por ejemplo, las matemáticas lo estudiarán desde el punto de vista de la cantidad. Pues bien, la filosofía tiene también su objeto propio de estudio, y es el más universal: estudia al ser en tanto que es. Esta ciencia no busca la utilidad, sino que busca saber por saber. El hombre que estudia esta disciplina quiere conocer por qué existen las cosas, qué las hace existir, por mera admiración y no como un medio para otra cosa. Es por eso la ciencia más libre, pues no es por otra cosa sino por sí misma. La filosofía es la ciencia del ente en tanto que ente, y lo que es lo mismo, la ciencia de la sustancia o de la usía, es contestar a las causas primeras del ser.

Alma

Hay que entender el alma dentro del concepto de sustancia (recuérdese que ésta era el compuesto de materia y forma); pues bien, alma es para Aristóteles la forma. Ésta, por tanto, es principio de vida, pues nada puede vivir sin ella, pero también, en el caso del hombre, es principio de conocimiento. También hay que relacionarlo con los conceptos de potencia y de acto. A este respecto, puesto que es el alma, la forma, la que hace que la materia indeterminada adquiera vida y pueda realizar unas funciones, alma será acto, mientras que la materia se corresponderá con la potencia. Consecuentemente, la materia indeterminada puede ser cualquier cosa. Es potencialmente cualquier sustancia; depende de la forma, del alma que la determina.

Resumiendo, y como definición: “El alma es el acto y la forma de un organismo material que en potencia posee vida”. La escisión que se producía en Platón entre cuerpo y alma en Aristóteles no se produce; cuerpo y alma, materia y forma se unen de una manera natural y esencial en la sustancia. De todo ello se deduce que, si lo realmente real es el compuesto, ninguno de los dos elementos puede existir por separado, pero aquí sobrevienen contradicciones, porque Aristóteles nos habla de una parte del alma, el intelecto o entendimiento activo, que, por ser acto puro, no muere jamás. Por otra parte, la inmortalidad del alma se puede justificar si se piensa que el alma es el acto y, desde su propia doctrina, lo que es acto no puede cambiar. Sea como fuere, en este punto la doctrina aristotélica se vuelve oscura y confusa.

Felicidad

Propiamente hablando, la sustancia es el ser natural: este hombre, este animal, esta planta. De otro modo, cuando yo pregunto “¿qué es esto?” (señalando a un hombre), la respuesta es: “esto es una sustancia”. Es decir, un compuesto inseparable (él dice hilemórfico) de materia y forma. Y tenemos que fijarnos en la expresión “inseparable”, con ella queremos decir que ni la materia ni la forma son nada por separado, pues para Aristóteles lo realmente real es el compuesto. Por la misma razón, la sustancia no puede existir sin la forma, y, por tanto, un hombre muerto no es ya un hombre, ya que no ejerce ninguna de las funciones que pueda realizar un hombre (pensar, comer, dormir…).

Causa

Propiamente, de forma solo se puede hablar en el caso de los seres naturales, y así es estructura interior y las funciones que realiza (comer, pensar, etc.). Por tanto, forma es, en primer lugar, lo que hace que la materia indeterminada pase a ser una sustancia; es decir, forma es lo que hace que este trozo de materia, ya determinado, sea, por ejemplo, un hombre en el caso de un hombre. Forma puede ser también principio de vida, pues es lo que hace que la materia la posea y, por tanto, se corresponde con alma. Ahora bien, ¿qué es lo que constituye esencialmente a un hombre? La respuesta es la forma; en el caso del hombre, la racionalidad, y por eso, en este caso, forma se identifica con esencia, y aquí se parecería a la idea platónica. Sin embargo, la esencia de Aristóteles es inseparable de la materia, no es nada sin ella. Es un principio inmanente al ser, no como la idea platónica, que era trascendente al ser. Por último, en este sentido, como veremos, la forma es principio de cambio y de movimiento, y es por ello naturaleza, pues es lo que explica el cambio y el movimiento en los procesos naturales.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, dos parecen ser, en principio, las causas del ser: la materia y la forma. Sin embargo, piensa Aristóteles, al preguntarnos por un ser, al preguntarnos por qué esto es un ser, nos estamos preguntando por las causas del ser, y la respuesta no estará dada hasta que contestemos a las siguientes preguntas:

  1. ¿De qué es? (causa material)
  2. ¿Cómo es? (causa formal)
  3. ¿Quién o qué lo hizo? (causa eficiente)
  4. ¿Con qué fin? ¿Para qué? (causa final)

Debemos resaltar que, aunque la materia y la forma son los principios del ser, Aristóteles concede primacía a la forma sobre la materia, pues es la que hace que la materia indeterminada sea una sustancia, la que informa a la materia, la que realmente hace que un ser natural sea ese y no otro.

Potencia-Acto

La sustancia no es algo inmóvil como lo era la idea platónica, sino que es algo dinámico, y la dinamicidad de la sustancia hay que entenderla a través de los conceptos de acto y de potencia, que a su vez dan cuenta del movimiento. Estos, a su vez, dentro de lo que se llama teleología, y que consiste en que Aristóteles piensa que cada ser tiende a alcanzar la perfección que le es propia, el fin que le es propio; dicho de otro modo, cada ser tiende a alcanzar la actualización de la forma. En este sentido, forma es naturaleza, pues es la que determina todos los cambios y transformaciones que se dan en el ser. Para entender bien el concepto de naturaleza hay que ver dos nuevos conceptos: potencia y acto.

POTENCIA: Decimos que algo está en potencia cuando puede llegar a ser pero no lo es todavía. Por ejemplo, una semilla de un pino no es un pino, pero puede llegar a serlo.

ACTO: Estar algo en acto es tener la realización de una potencia; la semilla del pino estará en acto de pino cuando sea árbol.

Por tanto, ¿qué es el cambio? Es el paso de la potencia al acto o, como también dice Aristóteles: “el paso del no ser relativo al ser en acto”.

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