La Metafísica de Descartes: Sujeto, Dios y Mundo
La Metafísica como Base del Conocimiento
Una vez que Descartes establece el método adecuado para todas las ciencias, comienza a aplicarlo para construir el árbol del conocimiento. Para ello, empieza por la metafísica: la base de todas las demás ciencias. El primer paso es buscar una verdad absolutamente evidente, de la que se pueda deducir todo lo demás. A partir de esa verdad, se construye un sistema deductivo de explicación de la realidad.
La Duda Metódica como Camino hacia la Verdad
Para fundamentar una nueva filosofía, Descartes considera que debemos basarnos en evidencias absolutas, en ideas claras y distintas. Para esto, elige el camino de la duda y se propone dudar de todo para ver si queda algo que resista a toda duda, un resto indudable y cierto. Esta duda es una duda metódica, es decir, no es que Descartes sea un escéptico y dude de todo, sino que se trata de un procedimiento que emplea para encontrar una verdad indudable. En primer lugar, es posible dudar de la información dada por nuestros sentidos, puesto que estos a veces nos engañan. En segundo lugar, también podemos dudar de nuestros razonamientos, ya que a veces nos equivocamos en razonamientos sencillos. En tercer lugar, es posible dudar incluso de la realidad que nos rodea, ¿cómo podemos estar seguros de que no estamos soñando? Descartes propone que imaginemos que hay una especie de genio o dios maligno que puede engañarnos y confundirnos incluso en las cosas que nos parecen más ciertas. El objetivo es alcanzar una primera verdad indudable.
El Descubrimiento del «Cogito»
Descartes descubre que en el interior de la duda aparece un resto indudable, algo que resiste a toda duda: «estoy dudando». Lo único que la duda no puede eliminar es el acto de dudar. Por lo tanto, si estoy dudando, puedo estar seguro de que existo. Esta primera verdad indudable, Descartes la formuló de la siguiente manera: «Pienso, luego existo«. Así, la primera verdad absolutamente incuestionable es el «cogito«. Aunque el mundo exterior sea una ficción, aunque fuese un sueño, aunque pueda dudar de que mi cuerpo existe realmente, lo que es seguro es que yo soy algo que está dudando: yo soy una «res cogitans«, una sustancia pensante. El «cogito» es una verdad que se capta directamente por la intuición: es una idea clara y distinta. Por eso será la primera verdad de la metafísica, el punto de partida de la filosofía, la primera sustancia de la que tenemos conocimiento. A esta sustancia también le llama alma. El descubrimiento del «cogito» por parte de Descartes tendrá una gran repercusión en la filosofía moderna, ya que lo novedoso de este enfoque es situar al sujeto en el centro.
Tipos de Ideas: Adventicias, Facticias e Innatas
A partir de esta verdad fundamental, Descartes comienza a deducir toda la metafísica. Si yo soy un sujeto que piensa, tengo ideas, que pueden ser de tres tipos:
- Las ideas adventicias vienen del mundo exterior, captadas por mis sentidos. De estas ideas es posible dudar.
- Las ideas facticias son las que mi mente elabora por sí misma: cosas que nuestra mente fabrica a partir de otras ideas. Estas ideas tampoco son fiables.
- Sin embargo, las ideas innatas son claras y distintas y pueden captarse mediante la intuición, como el «cogito»: la más evidente de las ideas innatas. Otra idea innata de gran importancia es la idea de Dios.
La Deducción de la Existencia de Dios
La idea de Dios no puede ser adventicia, ni facticia. Nosotros somos seres finitos e imperfectos, porque somos seres que dudamos. Por eso, no podemos producir por nosotros mismos la idea de infinito. Esta idea es innata y está en nuestro interior porque un ser infinito que ha de existir realmente la puso ahí: Dios. La idea de perfección, que está en nosotros de modo innato, es la pista que nos permite deducir que tiene que existir un ser más perfecto que nosotros, un ser del cual nosotros dependemos. Descartes también empleó el argumento de San Anselmo: si Dios es el ser más grande que podemos pensar, tiene que existir, puesto que si le faltara la existencia ya no sería el ser más grande. Así pues, Dios es una «res infinita» que es la segunda sustancia de la que tenemos conocimiento.
La Deducción de la Existencia del Mundo
Afirmar que somos algo que piensa no implica que nuestro cuerpo o las cosas del mundo sean reales. Entonces, para no acabar encerrados en un solipsismo, Descartes dirá que Dios es la garantía de que no estamos siendo enganados cuando creemos que el mundo físico es real. Si Dios es un ser perfecto que existe, tiene que ser necesariamente bueno y no puede engañarnos: no podemos vivir en una ficción, el mundo físico tiene que ser real. Por lo tanto, el mundo físico es una «res extensa«, la tercera sustancia de las que componen la realidad.
El Problema de la Relación Alma-Cuerpo en el Ser Humano
Descartes afirma que la realidad se compone de tres sustancias diferentes: el «cogito», Dios y el mundo físico. Esto conllevaba un problema: si el cuerpo pertenece a la «res extensa» (mundo físico) y el pensamiento a la «res cogitans«, resulta que el ser humano está compuesto por dos sustancias independientes que no tienen nada que ver entre sí (dualismo antropológico). Nuestro cuerpo obedece a las leyes de la naturaleza, mientras que nuestra conciencia pertenece a una dimensión espiritual. Descartes pensaba que en el cerebro tenía que haber una «glándula pineal» que sería el lugar de interacción entre el cuerpo y el pensamiento (alma). En los animales no se daba este problema porque para Descartes los animales no tienen alma, son solo mecanismos físicos.
Conclusión: El Legado de Descartes en la Filosofía Moderna
La filosofía de Descartes tuvo una gran repercusión en la Edad Moderna: otros racionalistas como Spinoza o Leibniz siguieron su camino defendiendo el poder de la razón para conocer la verdadera realidad, mientras que una nueva corriente, el empirismo, se opuso al racionalismo para defender que la verdadera realidad solo la podemos conocer mediante nuestros sentidos. Habría que esperar a la Ilustración para que Kant realizara una síntesis entre el racionalismo y el empirismo, dando una explicación completa de cómo se produce el conocimiento humano.