Época Antigua
Platón
Metafísica y Teoría del Conocimiento
Platón, en su teoría de las Ideas, establece una metafísica dualista que distingue entre el mundo sensible y el mundo inteligible. Utiliza los términos ‘idea’ y ‘eidos’ para referirse a las esencias trascendentes que componen el mundo inteligible. Platón defiende que las esencias son eternas, perfectas e inmutables, mientras que las cosas del mundo sensible están sujetas al cambio y la imperfección.
La relación entre las Ideas y las cosas se explica mediante la teoría de la participación. Platón sugiere que las cosas participan de las Ideas, actuando como modelos eternos e inmutables. Esta participación impulsa a las cosas a imitar y aspirar a las Ideas correspondientes, aunque solo logren hacerlo de manera parcial e imperfecta. Según Platón, las Ideas son más importantes y anteriores a las cosas, lo que eleva al mundo inteligible por encima del mundo sensible en autenticidad y verdad.
Las Ideas, organizadas jerárquicamente, varían en importancia. Platón destaca Ideas como la Bondad, la Belleza y la Justicia, ubicando en la cúspide de la pirámide la Idea de Bien, la más importante. En su explicación del cosmos en el diálogo ‘Timeo’, Platón presenta el mito del Demiurgo. Este relato alegórico describe cómo una divinidad, el Demiurgo, modela la materia caótica para materializar las Ideas, dando origen al mundo. El mito simboliza la teoría de la participación, destacando la brecha entre las Ideas perfectas e imperecederas y las copias materiales imperfectas y cambiantes.
Antropología
Platón, en su concepción dualista, aborda no solo la realidad y el conocimiento, sino también la antropología. Postula que el ser humano se compone de dos elementos contrastantes: el cuerpo, material e imperfecto, vinculado al mundo sensible; y el alma, inmaterial y noble, conectada a la razón y al mundo de las Ideas. Considera que el alma, aunque lejos de ser perfecta, guarda similitud con el mundo de las Ideas y está ligada a la razón. Desarrolla la idea de que el cuerpo actúa como una prisión para el alma, donde las pasiones y deseos corporales pueden apartarnos de la verdadera sabiduría, abogando así por cultivar la parte racional del alma.
Platón defiende la inmortalidad del alma al observar la diferencia entre el cuerpo, sujeto a descomposición y muerte, y el alma, simple e inmaterial, que persiste eternamente. Utiliza argumentos como la reminiscencia y la simplicidad para respaldar esta noción. Introduce la teoría de la reencarnación, sosteniendo que el alma, tras la muerte, puede unirse a nuevos cuerpos, proporcionando oportunidades para su mejora y purificación en cada ciclo reencarnatorio.
Además, Platón desarrolla una teoría tripartita del alma, identificando las partes racional, irascible y apetitiva, cada una asociada con funciones específicas. Según esta teoría, el tipo de persona que somos depende de la parte del alma que predomine en nosotros. Aquellos en los que destaca la parte racional buscan el aprendizaje y valoran la racionalidad, mientras que aquellos dominados por el alma irascible se caracterizan por el arrojo y se preocupan por el honor. Por último, aquellos influenciados por el alma apetitiva se dejan llevar por deseos materiales.
Aristóteles
Metafísica
Aristóteles, en su perspectiva realista, rechaza la noción platónica de un mundo de Ideas separado de la realidad tangible. Según él, el conocimiento se fundamenta en la información sensorial del mundo que nos rodea, el único que realmente existe. Aristóteles distingue entre el conocimiento particular, referente a individuos concretos, y el universal, más valioso y útil, que se centra en lo general. La abstracción inductiva es crucial para alcanzar este conocimiento universal, según Aristóteles, y se lleva a cabo mediante facultades como la imaginación, la memoria y el entendimiento.
En el proceso de abstracción, la mente compara imágenes de individuos particulares, prescindiendo de rasgos secundarios para captar la esencia universal compartida. Aristóteles ejemplifica este proceso mediante la comparación de amigos con características individuales para llegar a la esencia común de la humanidad. Además, destaca que el conocimiento debe adaptarse a las particularidades de cada campo de estudio, proponiendo distintos métodos para diferentes áreas. Este enfoque aristotélico influyó significativamente en la Edad Media, donde se aplicaron diversos métodos según sus indicaciones, hasta que Descartes desafió este enfoque con la búsqueda de un método único para todas las ramas del conocimiento.
Antropología
Aristóteles resalta la exclusividad humana al enfocarse en nuestra capacidad de emplear el lenguaje, definiéndonos como ‘animales con logos’. Esta habilidad, según Aristóteles, no solo nos distingue, sino que también nos otorga una dimensión moral al permitirnos discernir lo bueno y lo justo, creando así cimientos para la convivencia social.
La teoría hilemórfica de Aristóteles postula que un individuo humano es una entidad única compuesta por materia (cuerpo) y forma (alma), cuya unión es inseparable, sugiriendo que el alma humana está intrínsecamente vinculada a la configuración del cuerpo y actúa como el principio organizador que da forma a nuestras actividades vitales e intelectuales. Aristóteles distingue tres funciones del alma: la vegetativa, que engloba procesos como la nutrición, el crecimiento y la reproducción; la sensitiva, que permite a ciertos seres vivos percibir y relacionarse con su entorno; y la racional, exclusiva del ser humano, posibilitando el habla y el razonamiento. Aunque todos los seres vivos poseen un alma, sus funciones varían. Desde esta perspectiva, Aristóteles sugiere que, al morir un ser vivo, su alma desaparece al cesar el funcionamiento del organismo, considerando el alma como un principio vital íntimamente ligado a la actividad del ser vivo.
Teoría del Conocimiento (Gnoseología, Epistemología)
Aristóteles, en su perspectiva realista, rechaza la noción platónica de un mundo de Ideas separado de la realidad tangible. Según él, la base del conocimiento reside en la información sensorial del mundo que nos rodea, el único que realmente existe. Aristóteles distingue entre el conocimiento particular, referente a individuos concretos, y el universal, más valioso y útil, que se centra en lo general. La abstracción inductiva es crucial para alcanzar este conocimiento universal, según Aristóteles, y se lleva a cabo mediante facultades como la imaginación, la memoria y el entendimiento.
En el proceso de abstracción, la mente compara imágenes de individuos particulares, prescindiendo de rasgos secundarios para captar la esencia universal compartida. Aristóteles ejemplifica este proceso mediante la comparación de amigos con características individuales para llegar a la esencia común de la humanidad. Además, destaca que el conocimiento debe adaptarse a las particularidades de cada campo de estudio, proponiendo distintos métodos para diferentes áreas. Este enfoque aristotélico influyó significativamente en la Edad Media, donde se aplicaron diversos métodos según sus indicaciones, hasta que Descartes desafió este enfoque con la búsqueda de un método único para todas las ramas del conocimiento.
Época Moderna
San Agustín
Razón y Fe
San Agustín de Hipona, reconocido padre de la Iglesia católica, enfrentó herejías y es considerado uno de los máximos representantes del pensamiento cristiano junto a Santo Tomás. Conocido como el ‘Doctor de la Gracia’, sus obras destacadas incluyen ‘Confesiones’ y ‘La ciudad de Dios’. En la visión de San Agustín, fe y razón son sendos caminos que convergen en un mismo destino. Si no concuerdan, según él, es la razón la que yerra, sometiendo así el pensamiento filosófico a la religión.
Según San Agustín, la fe es esencial para comprender el cristianismo y la revelación, pero por sí sola no es suficiente. La razón se vuelve necesaria para penetrar verdaderamente en el misterio, estableciendo así una interdependencia entre ambas. Aunque distintas, deben apoyarse mutuamente, buscando un equilibrio. La fe, sin embargo, siempre prevalece sobre la razón, ya que proviene directamente de Dios.
San Agustín abogaba por la idea de ‘cree para comprender’ y ‘comprende para creer’, indicando que la fe y la razón deben interactuar para profundizar en la comprensión de la fe, utilizando la razón para demostrar su veracidad.
Gnoseología
En busca de la Verdad
Agustín, profundamente preocupado por el problema de la verdad, se enfrentó al escepticismo, considerando a Dios como la verdad fundamental. Argumentó en contra del escepticismo al señalar su insostenibilidad, ya que quienes afirman que la verdad no se puede conocer están incurriendo en una contradicción al sostener que esta afirmación es verdadera.
Agustín también destacó que, incluso la persona más dubitativa, tiene al menos la certeza de su propia existencia. Al rechazar el escepticismo, Agustín abogó por buscar la verdad con esfuerzo, fundamentando esta búsqueda en certezas como la existencia y la capacidad de comprensión.
El Conocimiento Sensible y Racional
Agustín distingue entre el conocimiento sensible, que se centra en el mundo material, y el conocimiento racional, dividido en inferior (científico) y superior (sabiduría de esencias eternas). Rechaza el escepticismo y propone la teoría de la iluminación: los humanos pueden conocer verdades eternas porque Dios ha colocado las esencias en su interior. La verdad, según Agustín, se encuentra en el conocimiento racional superior, obtenido mediante un esfuerzo introspectivo y la iluminación divina. Este proceso contrasta con la reminiscencia platónica, ya que Agustín, siendo cristiano, rechaza la reencarnación. La teoría agustiniana destaca que, al buscar la verdad, debemos dirigirnos hacia nuestro interior y depender de la iluminación divina debido a las limitaciones humanas. En resumen, para Agustín, la verdadera sabiduría se alcanza cuando Dios ilumina el interior humano.
El Conocimiento de Dios
Agustín postula que el conocimiento más elevado es el de Dios, alcanzable a través de la fe y la filosofía. Considera inseparables la razón y la fe, siendo la fe la guía de verdades y la razón su herramienta de comprensión. Destaca la prioridad de la fe sobre la razón, afirmando que es necesario creer para entender. Agustín no presenta pruebas sistemáticas de la existencia de Dios, pero ofrece argumentos como la existencia de esencias universales creadas por Dios y la belleza y orden del cosmos como evidencia de un creador. También señala el consenso humano como sólida prueba de la existencia divina. En resumen, para Agustín, la fe precede a la razón en la comprensión de Dios.
Ética y Política
Ética (Antropología)
Agustín aborda el dualismo antropológico, destacando el cuerpo como instrumento y el alma como la parte espiritual orientada a la salvación. Rechaza la reencarnación y defiende la creación individual del alma por Dios. Relaciona las tres facultades del alma con la Trinidad, estableciendo paralelos entre memoria-Dios Padre, entendimiento-Hijo y voluntad-Espíritu Santo. Agustín utiliza el concepto de ‘caridad’ (agape) para describir el amor que lleva a acercarse a Dios, siendo un amor pleno y desinteresado. La ética agustiniana se centra en el amor a Dios y la unión con Él, pero la inclinación al pecado dificulta la salvación, requiriendo la ayuda divina. Aborda la teoría del pecado original oponiéndose al pelagianismo y considerando la necesidad de la redención. Se centra en el libre albedrío, destacando su papel en la elección entre el bien y el mal, pero plantea preguntas filosóficas sobre la responsabilidad divina en el mal. Aborda el problema del mal distinguiendo entre mal físico y moral, eximiendo a Dios de la responsabilidad del mal moral. En resumen, Agustín explora cuestiones éticas, teológicas y filosóficas, enfocándose en la relación entre Dios, el alma y el libre albedrío, así como en la problemática del mal.
Política
En ‘La ciudad de Dios,’ Agustín presenta una filosofía de la historia, interpretando los eventos como parte del plan providente de Dios. Distingue entre la ciudad celeste (Jerusalén), representando la unión con Dios, y la ciudad terrenal (Babilonia), símbolo del pecado y la separación de Dios. La historia, según Agustín, refleja la lucha entre estas dos ciudades. Ofrece una visión escatológica, prediciendo el triunfo final de la ciudad celeste sobre la terrenal al final de los tiempos, aportando esperanza en medio de eventos trágicos como las invasiones bárbaras y la caída del Imperio romano.
Agustín no usa esta distinción para simbolizar Iglesia y Estado, aunque considera ambas como necesarias para el orden social y la salvación. Sin embargo, insiste en que el Estado solo puede ser justo si se basa en el cristianismo. Su lucha contra el donatismo demuestra su preocupación por la relación entre Iglesia y Estado, argumentando que los sacramentos son válidos independientemente de la pureza del administrador y defendiendo la cooperación entre ambos para el bien común. Aunque en la Edad Media se utilizó ‘La ciudad de Dios’ para justificar la supremacía de la Iglesia sobre el Estado, Agustín enfatiza su interdependencia y cooperación.
Metafísica
El Ejemplarismo
Inspirándose al mismo tiempo en el ‘Timeo’ platónico y en su fe cristiana, Agustín elaboró una teoría metafísica que se conoce como ejemplarismo. La interpretación agustiniana considera que las esencias eternas e inmutables tienen existencia real, pero estas no ocupan ningún mundo de las Ideas, sino que se encuentran en el pensamiento de Dios. Estas esencias son modelos ejemplares de todo lo que existe, ya que la realidad sensible no es más que la materialización de estos arquetipos realizada por Dios en la creación del universo.
Con el acto de creación, Dios dispone todo lo que existe en el mundo, así como todo lo que ha de existir en el futuro. Agustín recurre a una idea de procedencia estoica para explicar esta cuestión. Según afirma Agustín, en la creación Dios produjo las razones seminales de todo el cosmos, que son como las semillas de las que, a su debido tiempo, surgirá toda la realidad. En su momento oportuno, cada una de estas razones seminales se desarrollará para dar lugar a la realidad que le corresponda producir.
La metafísica agustiniana se basa en al teoría del ejemplarismo, según al cual Dios creó todo cuanto existe tomando como modelo las esencias
perfectas y eternas que residen en su pensamiento.
SANTO TOMÁSRazón Y Fe Los filósofos escolásticos se sumergieron en la intrincada relación entre razón y fe, enfrentándose a dilemas cuando la filosofía y la religión divergían. Agustín de Hipona postulaba una conexión inherente entre razón y fe, mientras que Tertuliano defendía la supremacía de la fe aun frente a aparentes absurdos filosóficos. Tomás de Aquino, por su parte, concilió la dualidad reconocida de razón y fe, asignándoles ámbitos válidos y diferentes. La teología natural, según Tomás, abarca verdades religiosas accesibles tanto por la razón como por la fe, destacando preámbulos de la fe, como la existencia de Dios.Las cinco vías de Tomás de Aquino constituyen un esfuerzo sistemático para fundamentar racionalmente la existencia divina. La primera, basada en el movimiento, postula un primer motor inmóvil (Dios). La segunda, centrada en la causalidad, argumenta a favor de una primera causa incausada (Dios). La tercera, sobre la contingencia, llega a un primer ser necesario (Dios). La cuarta, relacionada con los grados de perfección, identifica un ser absolutamente perfecto (Dios). La quinta, vía teleológica, sostiene que el orden del universo implica un ser inteligente (Dios). Estas vías ofrecen argumentos detallados y racionales para afirmar la existencia de Dios, integrando tanto la razón como la fe en la obra de Tomás de Aquino, quien abogó por la complementariedad de ambas facultades para alcanzar la comprensión más completa de la realidad.
Antropología
En la filosofía tomista, el ser humano se considera un compuesto especial de esencia y existencia, así como de materia y forma. Tomás de Aquino, influenciado por Aristóteles, sostiene que cada persona es una sustancia única, aunque con la distinción de cuerpo y alma. La esencia humana comprende materia (cuerpo) y forma (alma), y a diferencia de la visión aristotélica, Tomás defiende que el alma no es mortal. Además de ser el principio de movimiento, vida e inteligencia, el alma tiene una dimensión espiritual, según Tomás. Considera que Aristóteles se equivocó al afirmar que el alma humana desaparece con la muerte, sosteniendo que el alma individual es imperecedera y aspira a la salvación eterna.En la gnoseología tomista, inspirada en Aristóteles, se destaca que la realidad consiste en individuos particulares del mundo sensible. El conocimiento valioso implica pasar de lo particular a lo universal mediante el proceso de abstracción. Este proceso inicia con los sentidos para percibir la realidad, y otras facultades como la imaginación y la memoria intervienen en la elaboración y retención de representaciones mentales. El entendimiento compara estas representaciones, permitiendo así alcanzar el conocimiento de lo general. En resumen, la filosofía tomista aborda la naturaleza del ser humano y la adquisición del conocimiento, destacando la importancia del alma y el proceso de abstracción en la comprensión de la realidad.Ética Y Política
En la concepción filosófica de Santo Tomás de Aquino, la ética y la política están intrínsecamente vinculadas, guiadas por una profunda comprensión de la naturaleza humana y su relación con lo divino. Para Santo Tomás, el hombre se destaca como la única criatura dotada de entendimiento, facultad que le permite conocer sus propias tendencias y actuar conforme a su libre albedrío para alcanzar su fin último: la felicidad.
A diferencia de otras criaturas cuyas acciones están determinadas por la Ley Eterna, que es la razón de la sabiduría divina, el hombre tiene la capacidad de elección. La vía del ordenamiento a un fin muestra que es la Ley Eterna de Dios la que guía a cada ser hacia su propósito específico. La conducta humana, por lo tanto, se rige por la Ley Natural, un reflejo de la Ley Eterna deducida de las tendencias naturales del hombre, que le insta a buscar el bien y evitar el mal, en otras palabras, el pecado.Santo Tomás sostiene que el hombre debe buscar el bien en tres dimensiones: como sustancia, tendiendo a conservar su existencia; como animal, tendiendo a procrear; y como ser racional, buscando la verdad y viviendo en sociedad. En la búsqueda del bien, el hombre debe cultivar virtudes cardinales como la justicia, templanza, fortaleza y prudencia, ya que, a pesar de lograr la felicidad temporal al hacer el bien, su libre albedrío le permite también realizar acciones perjudiciales.Para alcanzar la beatitud eterna, Santo Tomás introduce las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Estas virtudes elevan al hombre hacia su fin último, trascendiendo la esfera terrenal y conectándolo con lo divino.Además de la Ley Natural, Santo Tomás reconoce la existencia de la Ley humana o positiva, establecida por una comunidad. Sin embargo, esta ley debe derivar su legitimidad de la Ley Natural para ser justa y válida. En cuanto a la organización política, Santo Tomás aboga por la monarquía como la forma más idónea de gobierno. Considera que la monarquía garantiza el orden y la unidad del Estado, siendo la más cercana al gobierno divino. No obstante, Santo Tomás también advierte que el Estado, por sí mismo, no puede guiar a los hombres hacia su fin último sobrenatural, tarea que corresponde al gobierno espiritual de la Iglesia.