Definir en qué consiste la materia o lo material no es algo fácil. En una primera aproximación general, la materia es aquello de lo que están hechas las cosas que percibimos por los sentidos (aquello que vemos, oímos, tocamos, olemos o saboreamos). A pesar de la diversidad de cosas que podemos observar, decimos, por lo que nos han enseñado en la escuela, que la realidad está compuesta, “en el fondo”, por átomos y estos, a su vez, por partículas subatómicas, las mismas para todas las cosas, que, sin embargo, no resultan ya directamente accesibles a nuestros sentidos.
Desde la filosofía se ha entendido la materia, fundamentalmente, como sustrato de los cambios (algo puede llegar a ser numerosas cosas potencialmente), como elemento del que se componen las cosas y como aquello que se percibe por los sentidos.
Pero, ¿qué es ser materialista? De nuevo, no se trata, en absoluto, de una cuestión fácil ni exenta de polémica. Además, no hay un solo tipo de materialismo. Pero bueno, vamos a tratar de señalar algunas notas que pueden servir para definir una postura materialista. Un materialista es alguien que solo da crédito a los conocimientos probados que proporcionan las ciencias; para un materialista, lo único seguro y garantizado es aquello de lo que tenemos experiencia. Los seres humanos, para un materialista, son, tal vez, un animal más, al que la evolución ha dotado de un complejo y sofisticado instrumento llamado cerebro, responsable de todas nuestras ideas, creencias, sentimientos… Es una ilusión pensar que somos algún tipo de seres privilegiados, dotados de un alma inmortal independiente de nuestro cuerpo. Un materialista, en principio, no cree en la existencia de un ser superior, sea este como sea, que es la causa y la explicación de todo lo que nos rodea.
Bajo la etiqueta “metafísicas materialistas” englobamos a algunos heterogéneos pensadores que niegan la existencia de realidades de tipo espiritual o, al menos, conceden primacía a la realidad material.
Planteamientos materialistas
El atomismo clásico: Los atomistas griegos, Demócrito de Abdera (aprox. 460-370) y su maestro Leucipo, fueron precursores de la moderna teoría atómica, planteando que toda la realidad se reduce a átomos y vacío. El mundo consta de infinitas partículas indivisibles (por eso reciben el nombre de “átomos”), sólidas y llenas, inmutables. Todos los átomos son esencialmente iguales, y solo difieren en la figura, el tamaño y la posición. Todo lo que existe son combinaciones de átomos y vacío. Los cambios que observamos en la naturaleza son fruto de la reconfiguración de estos conglomerados de átomos, y dichos cambios son posibles gracias a la existencia de vacío (espacio entre átomo y átomo). Los átomos se mueven libre y espontáneamente. Por eso, el modelo físico atomista no necesita recurrir a dioses que expliquen lo real ni sus transformaciones. Materia, vacío y movimiento: eso es todo. Una explicación de este tipo se denominará más tarde mecanicismo.
Materialismo histórico: El materialismo de Karl Heinrich Marx (1818-1883) es bastante complejo y no consiste en la simple afirmación de que “todo es materia”. El materialismo de Marx parece tener una significación polémica y práctica: se opone tanto al idealismo de Hegel (pues Hegel parece haber convertido al hombre en puro espíritu, en lugar de considerarlo como un ser real, concreto y sensible), como al materialismo “clásico” (aquel que parece reducir la materia a leyes mecánicas). Para Marx el ser humano no es un ser contemplativo, sino un ser activo que transforma la Naturaleza. El mundo que nos rodea es un producto histórico, es el resultado de la transformación que las generaciones precedentes han realizado. El amigo y compañero de Marx, Friedrich Engels (1820-1895), definió el materialismo histórico como “la concepción de la historia universal que ve la causa final y la fuerza propulsora decisiva de todos los acontecimientos históricos importantes en el desarrollo económico de la sociedad, en las transformaciones del modo de producción y de cambio, en la consiguiente división de la sociedad en distintas clases y en las luchas de estas clases entre sí”.
Marx considera que la historia y todo proceso humano o natural tienen causas materiales. No es el espíritu, la conciencia o el pensamiento el que en su desarrollo conforma la realidad y la historia. En otras palabras: no es la ideología, las creencias, las teorías… las que determinan la forma de vida (la realidad material), sino que, al contrario, son las condiciones materiales de vida de un momento concreto (los medios de producción, las relaciones de producción) las que determinan la ideología imperante.