Modernidad vs. Contemporaneidad: Reproducción Mecánica y Digital en la Era de la Información

Modernidad y Contemporaneidad: Reproducción Mecánica vs. Digital (Según Groys)

La época contemporánea se preocupa por su contemporaneidad, por el aquí y ahora. A diferencia de la Edad Media que se ocupaba por la eternidad, el Renacimiento por el pasado y la modernidad por el futuro. El proceso de globalización y el desarrollo de las redes de información que nos informan de eventos que tienen lugar en cualquier parte del mundo en tiempo real conducen a la sincronización de diferentes historias locales. Y nuestra contemporaneidad es el efecto de esta sincronización, un efecto que nos genera, cada vez, una sensación de sorpresa.

La diferencia entre la época moderna y contemporánea se analiza desde el contraste entre dos modos de reproducción: mecánica y digital.

Según Walter Benjamin, el original es simplemente otro nombre para la presencia del presente, para algo que ocurre aquí y ahora. Así, analizar nuestros diferentes modos de reproducir el original significa analizar nuestros diferentes modos de experimentar la presencia, la contemporaneidad, el estar co-presentes con el flujo temporal, con el acontecimiento original del tiempo, y en fin, analizar las técnicas que usamos para producir esa co-presencia.

Reproducción Mecánica

Benjamin asume la posibilidad de una reproducción perfecta, una reproducción que vuelva imposible distinguir entre el original y la copia. Habla de la reproducción mecánica como la “reproducción más perfecta”.

La pregunta que surge es: ¿la extinción de la diferencia visual entre el original y la copia significa la extinción en sí de esta diferencia? Sabemos que Benjamin contesta esta pregunta con una negativa. La desaparición de cualquier distinción visual entre el original y la copia no elimina otra diferencia invisible: el original tiene aura y la copia no.

El aura es para Benjamin, la relación entre la obra de arte y su contexto externo. El original tiene un lugar particular, se inscribe en la historia como un objeto particular y único.

La copia es, en cambio, virtual, deslocalizada, ahistórica, desterritorializada. La copia carece de autenticidad porque está deslocalizada, no está inscripta en la historia.

Para Benjamin, la fotografía y el cine son las formas artísticas por excelencia: desde su origen están mecánicamente producidas y destinadas a una circulación topológicamente indeterminada. Según esta concepción, la época de la reproducción mecánica no puede producir ningún original, sólo puede borrar la originalidad de los originales que ha heredado de otras épocas.

El concepto benjaminiano de originalidad está obviamente enraizado en el concepto de naturaleza. Ser original significa, entonces, ser inimitable, irreproducible, natural; de hecho, en tanto a la naturaleza se supone inimitable e irreproducible por medios técnicos, insiste en la imposibilidad de reproducir su aura, su inscripción en el aquí y ahora.

Esta apelación a la naturaleza como fuente de resistencia contra la cultura masiva, comercial y moderna es característica de otros autores importantes del mismo período, por ejemplo, Clement Greenberg en “Vanguardia y Kitsch” y, más tarde, en el análisis de la “industria cultural” de Adorno. Greenberg define la vanguardia como mimética: si el arte clásico era la imitación de la naturaleza, entonces el arte de vanguardia es la imitación de la imitación. Adorno también cree que puede encontrar el origen del arte auténtico en la naturaleza dañada y en la nostalgia de una unidad armoniosa, verdadera y original, entre el hombre y la naturaleza, incluso si afirma al mismo tiempo, que tal unidad sólo puede ser ilusoria y que la nostalgia por ella es necesariamente engañosa.

Todas estas formulaciones no son tan diferentes de las que utiliza Martin Heidegger en su ensayo “El origen de la obra de arte”, donde define al arte como una techné que permite que la naturaleza oculta se manifieste, se presente a sí misma, y lo haga en su auto-ocultamiento original, en su forma originalmente dañada.

De acuerdo a los autores, la modernidad puede relacionarse con la originalidad, es decir, con la naturaleza, sólo de manera negativa, demostrando la pérdida de originalidad –de aura– de la armonía natural, del desocultamiento original de la naturaleza.

Para la vanguardia artística, ser original sólo significa ser históricamente nuevo. Quería romper por completo con la naturaleza en nombre del nuevo mundo industrial, y romper con la mímesis de la naturaleza en nombre de la invención de nuevas y antinaturales formas de arte y de vida. Es por eso que el principal procedimiento de la vanguardia fue la operación de reducción. La reducción abre el espacio para una reproducción más efectiva.

Dentro del paradigma de la modernidad, definido por la reproducción mecánica, la presencia del presente puede experimentarse solo en un momento: el momento revolucionario. Es por eso que la modernidad es una época de deseo permanente por la revolución, por ese momento revolucionario de pura presencia entre el pasado histórico y el futuro que se repite.

Reproducción Digital

A primera vista, la digitalización parece garantizar la reproducción precisa y literal de un texto o una imagen y de su circulación en las redes de información de manera más efectiva que cualquier otra técnica conocida. La imagen digital es un efecto de la visualización del archivo de la imagen, que es invisible, o de la información digital, invisible también. Una imagen digital no puede ser meramente exhibida o copiada sino que requiere siempre una puesta en escena o una performance. Pero este carácter performático de la reproducción digital implica que la identidad visual entre el original y la copia no puede garantizarse. Una imagen o un texto digital, aparecen siempre bajo una forma nueva, según los formatos y el software que un usuario particular utilice cuando provoca que la información digital aparezca en una pantalla. La visualización de la información digital es siempre un acto de interpretación del usuario de internet. Cada acto de visualización de la información digital mantiene una relación incierta con el original, podríamos incluso decir que cada visualización se convierte en un original. Esto significa que cada copia digital tiene su “aquí y ahora”, un aura de originalidad que una copia mecánica no posee. De manera que, debido a la digitalización, el vínculo entre el original y la copia ha cambiado de un modo radical, y este cambio puede describirse como un momento de quiebre entre la modernidad y la contemporaneidad.

Se puede hablar de un regreso a la naturaleza a través de la digitalización porque la operación de la reproducción se efectúa manualmente. Sostengo que la época digital no sólo produce un retorno a la naturaleza, sino un retorno a lo sobrenatural.

Al hacer una copia digital, hago una copia de mí mismo, y le ofrezco esta copia a un espectador invisible, oculto tras la superficie de una computadora personal. Esta es la diferencia fundamental entre la reproducción mecánica y la digital. La reproducción mecánica presuponía cierto control sobre su uso personal.

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