LA APARICIÓN DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO: LA SUSTITUCIÓN DEL «MITO» POR EL «LOGOS» La Filosofía surge en Grecia en el siglo VI antes de Cristo cuando comienzan a darse los primeros pasos de lo que se ha denominado «el paso del mito al logos». Antes de la aparición del saber filosófico los seres humanos habían intentado explicar las cosas a través de los mitos. Un mito es una narración protagonizada por seres sobrenaturales y extraordinarios (dioses, fundamentalmente) que explica la aparición de la realidad en su totalidad (el origen del universo), o bien alguno de los elementos que la integran (el origen de la especie humana, la configuración del firmamento estelar, etc.). La filosofía aparecíó como una «alternativa» a las explicaciones y respuestas que ofrecían los mitos. La alternativa consistíó en ofrecer un nuevo tipo de explicación llamado «logos» (término griego que significa “razón”) y que hoy nosotros denominamos «explicación racional». Se trata de «una nueva manera de explicar las cosas» ya que se prescinde de seres sobrenaturales para explicar lo que ocurre en la realidad y se recurre a principios y procesos estrictamente naturales. Además, las explicaciones ofrecidas se basan en las observaciones de la experiencia y en el respeto a las reglas del razonamiento lógico.
LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS Los filósofos presocráticos son los primeros filósofos de la cultura occidental. Fueron ellos quienes dieron el importante paso de sustituir las explicaciones mitológicas por explicaciones racionales. Se los ubica cronológicamente en el siglo VI antes de Cristo y se los denomina «presocráticos» para dejar constancia de que desarrollaron su actividad filosófica «antes que Sócrates», filósofo al que muchos estudiosos consideran el primer gran filósofo de la cultura occidental. La temática filosófica de la que se ocuparon es de tipo cosmológico ya que se interesaron por la composición y funcionamiento del universo.
LOS PRESOCRÁTICOS DEL ARCHÉ. Un rasgo común a casi todos los filósofos presocráticos es la pregunta acerca del origen y composición del universo. Los presocráticos intentaron encontrar «el elemento», «el ingrediente material» del que proceden y están hechas todas las cosas que componen el universo. A ese elemento o ingrediente material lo denominaron «arché». Los filósofos presocráticos que centraron su reflexión filosófica en la búsqueda del «arché» se dividen en dos grandes grupos: presocráticos monistas, y presocráticos pluralistas. • Presocráticos monistas. Consideran que el «arché» es un único ingrediente material. Monistas son Tales de Mileto («el agua») o AnaxíMenes de Mileto («el aire»). • Presocráticos pluralistas. Sostienen que el «arché» son varios ingredientes materiales. Pluralistas son presocráticos como Empédocles («cuatro elementos»: tierra, fuego, aire y agua) o Demócrito (infinidad de partículas materiales indivisibles e invisibles al ojo humano denominadas «átomos»). 2.2. PITÁGORAS DE SAMOS. Las aportaciones más importantes a la historia del pensamiento occidental de este filósofo y matemático griego son las siguientes:
● Concepción del universo como un «cosmos» cuya regularidad, belleza y armónía obedece a patrones matemáticos.
● Concepción «dualista» del ser humano (cuerpo y alma). El ser humano está compuesto de dos partes: el cuerpo y el alma. El cuerpo es la parte mortal y actúa como el envoltorio material del alma. El alma es inmortal y se puede reencarnar en otro cuerpo. Para evitar el ciclo de la reencarnación es necesario que el ser humano lleve a cabo un proceso de purificación vital consistente en el cumplimiento de una serie de normas. Esta concepción dualista del ser humano será asimilada por Platón y por la religión cristiana.
HERÁCLITO DE ÉFESO. Heráclito ha pasado a la historia de la filosofía como el filósofo que afirmó que «todo fluye», que «todo cambia y nada permanece». Comparando la realidad con la corriente de un río, Heráclito decía que «no se puede entrar dos veces en el mismo río, pues quienes se meten en él por segunda vez se sumergen en aguas distintas». Para Heráclito las cosas que componen la realidad están en cambio permanente, en un continuo devenir. Este continuo devenir se rige por una ley cósmica eterna y comprenderla racionalmente es el objeto de la Filosofía. 2.4. PARMÉNIDES DE ELEA. La principal aportación de Parménides a la historia del pensamiento occidental es la distinción que él hace entre los dos «caminos» que pueden seguir los seres humanos para conocer la realidad: el «camino de la opinión», y el «camino de la verdad». ● El «camino de la opinión» (doxa). Es el camino que sigue la mayoría de los seres humanos. Es el camino de aquellos que se aferran a los sentidos (vista, oído…) y afirman que la realidad es cómo ellos nos la muestran. Según Parménides, siguiendo este camino no podemos llegar a tener un conocimiento seguro y estable sobre las cosas ya que los sentidos nos muestran «un mundo de apariencias» continuamente cambiante. ● El «camino de la verdad» (aletheia). Es el camino que sigue el sabio. Es el camino que sigue aquél que va «más allá de los sentidos» y descubre mediante la razón cómo es la realidad «en realidad». El que sigue este camino es quien consigue prescindir de las apariencias que nos muestran los sentidos y llega a descubrir cómo es la realidad «verdaderamente». En la línea de la frase de la novela El principito «lo esencial es invisible a los ojos», para Parménides «lo esencial sólo es accesible a través de la razón», es decir, «la verdadera realidad» sólo se muestra a la razón.
EL GIRO ANTROPOLÓGICO DE LA FILOSOFÍA En el siglo V antes de Cristo se produce un cambio de rumbo en la actividad filosófica. Los primeros filósofos occidentales (los presocráticos) se interesaron por cuestiones de tipo cosmológico (la búsqueda del «arché»). Los filósofos griegos del siglo V antes de Cristo (los Sofistas y Sócrates) abandonan este tipo de cuestiones y ponen como centro de la reflexión filosófica al Ser Humano, y de ahí que se afirme que los Sofistas y Sócrates son los responsables de un «giro» en la reflexión filosófica. Este giro es denominado «giro antropológico» ya que el interés por «El Hombre» (“ser humano” = “antrophos” en griego) desplazó al interés por «El Universo» carácterístico de la filosofía anterior.
LOS SOFISTAS Los sofistas son filósofos griegos del siglo V antes de Cristo. Los más importantes fueron Protágoras, Gorgias y Antifonte. Fueron los primeros profesionales de la educación ya que cobraban dinero por impartir sus enseñanzas. Los sofistas enseñaban retórica y oratoria, es decir, las habilidades y técnicas para «hablar bien» en público. En aquella época se impone en muchas ciudades griegas la democracia como forma de gobierno, las decisiones políticas se aprueban en las asambleas y los ciudadanos tienen mucho interés en saber cómo hablar para convencer al resto y sacar adelante sus propuestas. Los sofistas aparecen para satisfacer esta demanda social. Además de su actividad docente como profesores de retórica, los sofistas desarrollaron una importante actividad filosófica. Sus aportaciones filosóficas más importantes son tres: el relativismo; el análisis de las leyes que regulan la vida de los seres humanos, y el convencionalismo social y político.
EL RELATIVISMO. Los Sofistas defendieron una teoría denominada «relativismo». El relativismo es una posición filosófica que niega la existencia de conocimientos verdaderos absolutamente válidos para todos los seres humanos, es decir, niega la existencia de una verdad objetiva y universal. Según los defensores del relativismo, el individuo está condicionado por circunstancias personales y subjetivas, históricas o culturales y este condicionamiento hace que tenga un punto de vista determinado sobre las cosas, punto de vista que no es más verdadero o falso que el de otro individuo. La filosofía relativista aparece muy bien expresada en la frase de Protágoras de Abdera, uno de los sofistas más importantes: «El hombre es la medida de todas las cosas.» También aparece resumida y condensada en esta frase del poeta español del Siglo XIX Ramón de Campoamor: «En este mundo traidor nada es verdad ni mentira; todo es según del color del cristal con que se mira.» ● EL ANÁLISIS DE LAS LEYES (PHYSIS Y NOMOS). Los sofistas analizaron las diferentes leyes que regulan las vidas de los hombres. Sostienen que los seres humanos están sometidos a dos tipos de leyes: las leyes naturales («physis»), y las leyes culturales («nomos»). ► Las leyes de la Naturaleza («physis»). Son las leyes que regulan el funcionamiento del universo y del ser humano como ser biológico. Las leyes que regulan las órbitas de los planetas o las leyes que siguen determinadas reacciones químicas son ejemplos de leyes de la Naturaleza. También son leyes de la naturaleza los impulsos básicos de la naturaleza humana como la satisfacción de las necesidades básicas (comida, bebida, seguridad…) y la búsqueda del placer. Las carácterísticas principales que definen a estas leyes son la inmutabilidad y la universalidad. Que las leyes naturales son «inmutables» significa que las leyes naturales forman parte del orden inalterable del universo y como tal no pueden ser modificadas ni cambiadas por el ser humano. La carácterística de «la universalidad» hace referencia al hecho de que tienen validez absoluta para todos los seres humanos, independientemente de en qué lugar o época vivan.
Las leyes de la Cultura («nomos»). Son las leyes y costumbres vigentes en una sociedad. La prohibición de fumar en bares, la regulación legal del aborto y de la eutanasia, las costumbres gastronómicas… Son leyes culturales. Las carácterísticas principales que definen a estas leyes son la convencionalidad y la particularidad. Las leyes de la cultura son «convencionales» ya que son una creación artificial, una invención humana, y como tal, pueden ser modificadas o sustituidas por otras. La carácterística de la particularidad hace referencia al hecho de que las leyes culturales solamente tienen validez para aquellos hombres que viven en una sociedad concreta. Por ejemplo, la prohibición de comer carne de vaca es válida para los hindúes pero no para los españoles.
EL CONVENCIONALISMO SOCIAL Y POLÍTICO. Los sofistas defienden una teoría denominada convencionalismo social y político. Esta teoría guarda una estrecha relación con la concepción que tienen de las leyes culturales («nomos»). Según esta teoría, la vida en sociedad, así como las instituciones y leyes que regulan la vida social, son el resultado de una especie de acuerdo, pacto o contrato entre los individuos, y por tanto, son algo artificial y convencional. Para los sofistas, no hay ninguna ley en la naturaleza que sea la base y el fundamento de las leyes que deben regular las sociedades humanas; la vida en sociedad se regula mediante pactos y acuerdos que desembocan en la promulgación de leyes. En definitiva, para los sofistas, es legal lo que, por acuerdo, se considera que debe permitirse, e ilegal aquello que, también mediante acuerdo, se considera que no debe permitirse. Esta teoría sofista acerca del origen de la vida en sociedad y de la naturaleza de las leyes políticas será retomada por los filósofos contractualistas de los siglos XVII y XVIII (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant…).
SÓCRATES Sócrates nacíó en Atenas hacia el año 470 antes de Cristo. Tuvo muchos discípulos, entre ellos Platón. En el año 399 antes de Cristo Sócrates fue sometido a un proceso judicial en el que tuvo que defenderse de graves acusaciones. La primera de estas acusaciones fue la de ser un corruptor de la juventud ateniense. La segunda acusación era la de no creer en los dioses. Llevado a cabo el juicio, el veredicto final fue la condena a muerte.
Sócrates no escribíó ninguna obra pero es posible una reconstrucción de sus aportaciones filosóficas. Las más importantes son la reflexión sobre problemas éticos, el diálogo mayéutico como método filosófico, y el intelectualismo moral.
● LA REFLEXIÓN SOBRE PROBLEMAS Éticos. Sócrates está considerado como el fundador de la Filosofía Moral (Ética) ya que toda su preocupación filosófica giró en torno a los valores morales que orientan la vida del hombre. A Sócrates lo que realmente excitó su «curiosidad filosófica» fue llegar a saber cómo debe ser vivida la vida para que pueda ser calificada como una vida buena y virtuosa. ● EL DIÁLOGO MAYÉUTICO COMO MÉTODO FILOSÓFICO. Sócrates se propuso como objetivo filosófico buscar las definiciones conceptuales de los valores que están presentes en la vida del hombre: la bondad, la justicia, la belleza… Esta búsqueda conceptual se realiza a través del método del «diálogo mayéutico» (del griego maieutiké = arte de las comadronas, profesionales de la enfermería que se dedican a ayudar a parir a las mujeres embarazadas) entre el maestro (el propio Sócrates) y su interlocutor o interlocutores. Este «diálogo» comienza cuando el maestro pregunta a su interlocutor qué es aquello que queremos saber (por ejemplo, qué es la Justicia) y a partir de la respuesta que el interlocutor da y las nuevas preguntas que suscita esa respuesta, de lo que se trata es de que el interlocutor vaya, poco a poco, alcanzando una definición más precisa y correcta de aquello que se pretendía definir. De la misma manera que una comadrona ayuda a dar a luz a las mujeres embarazadas sin tener ella los hijos, Sócrates, con sus preguntas, ayuda a su interlocutor a «parir definiciones». En el arte de las comadronas los cuerpos de las mujeres paren hijos; en el diálogo mayéutico de Sócrates son las mentes de sus interlocutores quienes paren definiciones. La idea básica del método socrático de enseñanza consiste en que el maestro no inculca («introduce») al alumno el conocimiento, pues rechaza que su mente sea un receptáculo vacío en el que se puedan introducir las distintas verdades. Para Sócrates es el discípulo quien extrae de sí mismo el conocimiento. Este método es muy distinto al de los sofistas: los sofistas daban discursos y a partir de ellos esperaban que los discípulos aprendiesen; Sócrates, mediante el diálogo y un trato más individualizado con el discípulo, le ayudaba a alcanzar por sí mismo el saber. ● EL INTELECTUALISMO MORAL. Es una teoría socrática relacionada con esta pregunta: «¿Qué se requiere para ser una buena persona y hacer el bien?». La tesis principal de esta teoría es para actuar bien en la vida y ser una buena persona es necesario conocer en qué consiste el bien, en qué consiste una conducta justa y buena. De la misma manera que no se puede ser un buen médico sin saber nada de medicina o un buen músico sin saber nada de música, un ciudadano no puede ser “buena gente” si no sabe qué es lo justo. Sócrates extrae dos consecuencias de esta tesis principal: ● De la misma manera que en el ejercicio de su profesión el médico que conoce su oficio espontáneamente hace bien su trabajo y cura a los enfermos, la persona que conoce qué es lo justo, “de forma automática” obrará con justicia. ● A la persona que actúa de manera injusta no hay que «condenarla» por haber actuado mal sino que hay que «educarla», ya que no hace el mal «a sabiendas» sino que hace el mal porque «ignora» lo que es la justicia. Desde este punto de vista, para Sócrates las cárceles no deberían ser «centros de reclusión y castigo de malvados» sino «centros de educación de ignorantes del bien».
Platón es uno de los pensadores más importantes de la Filosofía Antigua. Esta etapa de la historia del pensamiento occidental incluye todas las aportaciones filosóficas que ha habido entre el siglo VI antes de Cristo con la aparición del pensamiento filosófico hasta los primeros siglos de la era cristiana. Además de Platón, figuras sobresalientes de la Filosofía Antigua son los presocráticos, los sofistas, Sócrates, Aristóteles y las denominadas escuelas helenísticas. Platón escribíó numerosas obras. Estas obras se conocen con el nombre genérico de «Diálogos» debido a que en la mayoría de ellas diferentes personajes «dialogan» acerca de determinadas cuestiones filosóficas. El personaje principal en casi todos los diálogos es Sócrates, portavoz de las ideas filosóficas de Platón. De la lista de diálogos platónicos que se conservan (unos veinte aproximadamente) destacan los titulados Protágoras; Fedro, El Banquete, Fedón, Timeo, y, sobre todo, República, el más famoso de todos. Dentro de los diálogos platónicos hay determinadas narraciones que se suelen denominar «imágenes». Se trata de narraciones breves que tienen una función didáctica y pedagógica ya que con ellas Platón pretende explicar de una forma amena y clara sus teorías filosóficas. Entre estas narraciones didácticas destacan la imagen de la caverna (utilizada para explicar la teoría de las Ideas y la teoría de los grados del saber), la imagen del demiurgo, (explicación alegórica de la relación existente entre la realidad inteligible y la realidad sensible), la imagen del carro alado (para explicar la estructura tripartita del alma)…
EL CONTEXTO FILOSÓFICO DE PLATÓN En cuanto al contexto filosófico en el que se desarrolla el pensamiento platónico hay que señalar que algunos de los problemas filosóficos de los que se ocupó Platón habían sido ya tratados por otros filósofos. Los filósofos presocráticos habían reflexionado sobre el origen y esencia de la realidad (presocráticos monistas y pluralistas), sobre el conocimiento (Parménides), sobre la estructura del ser humano (Pitágoras)… Estos pensadores presocráticos no sólo plantearon algunos de los problemas filosóficos de los que se va a ocupar Platón, sino que algunas de sus respuestas teóricas van a ser tenidas en cuenta por él, bien para rechazarlas bien para asumirlas. Por ejemplo, Platón asumíó de Heráclito la tesis de que la realidad física está en un continuo cambio; la distinción que establece Parménides entre «los dos caminos del conocimiento» fue aceptada por Platón en su teoría de los grados del saber; la teoría antropológica dualista que defiende Platón es heredera de lo que dijo Pitágoras sobre el ser humano… Además de los filósofos presocráticos, otras referencias del contexto filosófico de Platón fueron los sofistas y Sócrates. Los sofistas fueron un grupo de pensadores griegos que desarrollaron su actividad intelectual en el siglo V antes de Cristo. Además de por ser los primeros profesionales de la educación (recordemos que cobraban por sus lecciones de oratoria), los sofistas son importantes por su teoría del relativismo. Platón no sólo criticó el modelo sofista de educación basado en el dominio de las técnicas de argumentación lingüística; también se opuso al relativismo sofista al defender la tesis de que hay verdades objetivas que pueden ser conocidas si hacemos el esfuerzo racional necesario y recibimos una formación intelectual adecuada. Sócrates fue el maestro de Platón y dejó en él una profunda «huella filosófica». Tanto el maestro como el alumno combatieron el relativismo sofista, tan de moda en la Atenas del siglo V antes de Cristo. De Sócrates también asumíó Platón el intelectualismo moral ( «para actuar bien es preciso previamente conocer en qué consiste el bien») y la crítica a la democracia como régimen político.
TEORÍA DE LAS IDEAS 2.1. TESIS PRINCIPAL DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS: EL DUALISMO ONTOLÓGICO «Teoría de las Ideas» es la expresión utilizada para hacer referencia a la metafísica platónica. La palabra «metafísica» es un término que se refiere a la rama de la Filosofía que se ocupa de la realidad, de lo existente (a esta rama filosófica también se la denomina «ontología»). La tesis principal de la teoría de las Ideas de Platón es la existencia en la realidad de un «dualismo ontológico». Según Platón, existen dos niveles de realidad o «mundos»: el «mundo sensible» o nivel de los objetos y seres vivos (Andrés, Elena, la mesa del alumno, la mesa del profesor, el castaño del jardín, el rostro bello de Jennifer Connelly…) y el «mundo suprasensible», «mundo inteligible» o nivel de las ideas (idea de Ser Humano, idea de Mesa, idea de Mueble, idea de Árbol, idea de Belleza…).
LOS «DOS MUNDOS»: CARACTERIZACIÓN Y RELACIÓN ENTRE ELLOS ➘ «EL MUNDO SENSIBLE». Platón denomina «sensible» a este nivel de realidad porque lo captamos a través de los sentidos (vista, tacto…). Este nivel de realidad se compone de objetos físicos y materiales: perros, tizas, mesas, árboles, obras de arte, rostros… Los rasgos carácterísticos principales que definen a estos objetos físicos son la temporalidad, el devenir, y la particularidad. • Temporalidad. Todo lo que hay en el nivel de realidad sensible tiene una existencia temporal. Esto significa que surge y desaparece, comienza a existir y deja de existir. El bolígrafo con el que escribimos es temporal porque ha comenzado a existir en un momento determinado y en otro momento dejará de existir. ● Devenir, cambio. Todo lo que hay en el nivel de realidad sensible está sometido a un cambio o devenir constante, es decir, está continuamente sufriendo algún tipo de modificación. El bolígrafo del ejemplo anterior está en continuo devenir ya que a medida que hacemos uso de él observamos ciertas modificaciones (baja el nivel de tinta). ● Particularidad. Todo lo que hay en el nivel de realidad sensible es particular ya que, aunque podamos encontrar diferentes objetos parecidos entre sí, cada objeto es único y singular. El bolígrafo del ejemplo anterior es un bolígrafo particular, singular. ➘ «EL MUNDO SUPRASENSIBLE O INTELIGIBLE». Platón lo denomina «mundo inteligible» porque su conocimiento tiene lugar a través de la facultad de la inteligencia (la razón). Este nivel de realidad se compone de unas entidades inmateriales a las que Platón denomina ideas o esencias (idea de Ser Humano, idea de Animal, idea de Justicia…). Las carácterísticas principales que definen a las ideas o esencias son: la eternidad, la inmutabilidad, y la universalidad. ● Eternidad. A diferencia de los objetos físicos que son temporales (surgen y desaparecen), las ideas o esencias son eternas. El bolígrafo concreto con el que tomamos notas en clase es temporal pero la idea «Bolígrafo» es eterna ya que existe desde siempre y para siempre. ● Inmutabilidad, permanencia. A diferencia de los objetos físicos que están sometidos a un cambio y devenir constante, las ideas o esencias son inmutables, no cambian. El bolígrafo concreto con el que escribimos sufre modificaciones en el transcurso del tiempo pero esto no ocurre con la idea «Bolígrafo» ya que permanece siempre idéntica a sí misma. ● Universalidad. A diferencia de los objetos físicos que son singulares y concretos, las Ideas o esencias son «universales». Esto significa que una Idea hace referencia a «todos» los objetos de una determinada clase y es la misma idea pata todos ellos. Por ejemplo, la idea «Bolígrafo» incluye cualquier bolígrafo, sea rojo o azul, de tinta o de gel, etc. Entre el mundo inteligible y el mundo sensible existe una relación que Platón denomina «relación de imitación» («mímesis»). Esta relación es similar a la relación que hay entre un «modelo» y sus «copias». Las ideas que forman el mundo inteligible son los modelos, y los objetos materiales del mundo sensible las copias que imitan esos modelos. A esta relación de imitación (mímesis) también la llama Platón «relación de participación» («methexis»): las cosas físicas y materiales son lo que son en cuanto que «participan» en mayor o menor grado de las ideas. Por ejemplo, una mujer bella es mujer en la medida en que «participa» de la idea de Ser Humano y es bella en cuanto que su rostro «participa» de la Idea de Belleza. Para explicar la relación de imitación–participación que hay entre las cosas físicas y las ideas Platón se sirvió de una imagen didáctica: «el mito del Demiurgo». Este mito aparece en uno de sus últimos diálogos titulado Timeo. La palabra «demiurgo» significa «artesano» y los griegos la empleaban para referirse a aquellos artesanos capaces de crear y producir algo a partir de una materia informe y caótica. Por ejemplo, el artesano metalúrgico es capaz de producir un puñal a partir de un trozo de hierro; algo parecido hace el artesano alfarero cuando crea una vasija a partir de una masa informe de arcilla. Platón utilizó la palabra «demiurgo» para referirse al «artífice del universo físico». El demiurgo no es «un creador» en el sentido tradicional (tradición judeocristiana) de la expresión, «el que crea el universo a partir de la nada». Es, más bien, el que «ordena» y «da forma» a una materia preexistente y caótica. Al igual que un alfarero no crea los componentes (tierra, agua) con que construirá sus obras, sino que únicamente los mezcla para formar el barro que utilizará para crear sus figuras, el demiurgo sólo utiliza los materiales que ya existen en el «caos material» para producir un «cosmos» con arreglo a las ideas preexistentes.
IDEA DE BIEN En el mundo inteligible hay una diversidad de ideas. Estas ideas están ordenadas jerárquicamente constituyendo una especie de sistema piramidal cuya cima está ocupada por una idea suprema: la idea de Bien. Esta idea suprema es la base y el fundamento de la existencia de las demás ideas: la existencia de las ideas depende de la existencia del Bien.
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO Y DE LA CIENCIA En este apartado vamos a tratar el pensamiento epistemológico de Platón. La expresión «Epistemología» (derivada del griego «episteme» y que se traduce por «ciencia») se utiliza para hacer referencia a aquella rama del pensamiento filosófico que se ocupa de «el conocimiento» como actividad que permite al ser humano comprender la realidad. También se la denomina «Gnoseología» (de «gnosis», que significa «conocimiento») y «Teoría del Conocimiento». De la epistemología platónica es importante destacar tres teorías: la teoría sobre los modos del conocer y del saber; la teoría de la reminiscencia, y la teoría sobre los tipos de ciencias.
LA TEORÍA PLATÓNICA SOBRE LOS MODOS DEL CONOCER Y DEL SABER Según Platón, puesto que hay dos niveles de realidad (sensible y suprasensible), y «conocer» consiste en «acceder a la realidad», hay dos tipos de conocimiento humano: un conocimiento sensible y un conocimiento inteligible. Además, en cada uno de los dos tipos de conocimiento pueden distinguirse modos y grados de conocimiento (dos en cada uno), con lo cual tenemos, en total, dos tipos de conocimiento diferenciados en cuatro modos de conocimiento. A) EL CONOCIMIENTO SENSIBLE U OPINIÓN («DOXA»). Se trata de un conocimiento superficial, descriptivo, poco fiable y cambiante que nos muestra lo que son las cosas aparentemente. Los órganos de conocimiento son los sentidos. La realidad a la que se accede a través de él es al nivel de realidad sensible y cambiante (las cosas físicas). Dentro del conocimiento sensible u opinión Platón diferencia entre dos modos y grados: «conjetura», y «creencia». Conjetura». En este grado de conocimiento el hombre concibe como «una cosa real» lo que representa una sombra, una imagen o un reflejo. Por ejemplo, un niño que considera como un objeto real una pelota reflejada en un espejo. Veremos cómo en la imagen de la caverna los prisioneros que confunden las sombras del fondo con cosas reales se encuentran en este grado del saber. ● «Creencia». Es un conocimiento descriptivo de las cosas físicas e incluye la capacidad para diferenciar las cosas físicas de sus sombras, imágenes o reflejos. El prisionero que es liberado y «descubre» que las sombras del fondo no son cosas sino sombras de cosas reales proyectadas por un fuego están en este grado de conocimiento. B) EL CONOCIMIENTO INTELIGIBLE O CIENCIA («EPISTEME»). Se trata de un conocimiento razonado y argumentado, fiable y seguro. El órgano de conocimiento es la razón. La razón se ocupa de «Ideas», de esencias eternas, inmutables y universales, y no de cosas temporales, cambiantes y particulares. En este tipo de conocimiento Platón distingue dos modos y de conocimiento: inteligencia discursiva, e inteligencia intuitiva. ● «Inteligencia discursiva» (o «inteligencia», simplemente). Es el conocimiento racional de las ideas matemáticas (idea de “Línea recta”, idea de “Triángulo”) y el fundamento de los razonamientos matemáticos, por ejemplo, la suma de los ángulos de un triángulo es igual a 180º. ● «Inteligencia intuitiva». Es el conocimiento racional de las ideas de objetos y valores (idea de Animal, idea de Belleza, Idea de Justicia…). En algún texto dice Platón que la palabra «ciencia» solamente debe aplicarse sólo a este modo de conocimiento intelectual. Este modo de conocimiento es el fundamento de los razonamientos dialécticos [filosóficos].
LA TESIS PRINCIPAL DE LA ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA Platón tiene una concepción «dualista» del ser humano (dualismo antropológico). Según esta concepción, el ser humano es un ser compuesto de dos partes sustancialmente distintas (en carácterísticas y funciones): el cuerpo y el alma. El «cuerpo» («soma») es la parte material y mortal del ser humano y funciona como una especie de cárcel y prisión del alma. El «alma» («psiqué») es la parte espiritual e inmortal del ser humano. 4.2. LAS “TRES ALMAS” Platón establece una división del alma humana en tres partes, aunque también es cierto que a veces habla de tres almas, en lugar de tres partes del alma. Cada una de estas partes (o almas) cumple una función específica en la vida del individuo: • ALMA RACIONAL O RAZÓN. Tiene como función principal el conocimiento de la verdad, conocimiento al que se llega cuando el alma racional es capaz de ascender al mundo inteligible y contemplar las ideas. También corresponde a la razón el control y dominio de las otras partes anímicas (irascible y concupiscible). • ALMA IRASCIBLE O ÁNIMO. Es una parte irracional del alma humana y está relacionada con las pasiones y las emociones (ira, odio, amor…). • ALMA CONCUPISCIBLE O APETITO. Es la otra parte irracional del alma humana y está relacionada con la satisfacción de los deseos materiales (comida, sexo, fama, poder…). Mediante esta división tripartita del alma humana, Platón pretende explicar dos aspectos de la psicología humana: la existencia de conflictos internos en el ser humano, y la existencia de diferentes tipos de ser humano. • La existencia de conflictos internos en el ser humano, es decir, la existencia de una «lucha interior» entre la razón, las pasiones y los deseos, lucha que hace del hombre un ser que vive en permanente conflicto interior. • La existencia de diferentes tipos de ser humano con rasgos psicológicos diferentes. Aunque hallamos en el alma de todos los seres humanos estas tres partes, en unos prevalece la parte racional («hombres de oro») sobre las otras dos; en otros domina la parte irascible («hombres de plata»), y en otros la parte concupiscible («hombres de bronce»). Como tendremos ocasión de ver, la asignación de cada individuo a una clase social (productores, militares, gobernantes) dentro de la ciudad, ha de basarse, según Platón, en la psicología particular del individuo (racional, emocional, concupiscible).
LA ÉTICA La Ética de Platón se centra en la cuestión de cómo debe obrar y actuar el ser humano en la esfera de su «vida privada» para lograr que sea una vida buena, justa y feliz. La tesis principal de la ética platónica sostiene que la clave para alcanzar una vida buena y justa radica en la posesión de una serie de disposiciones a las que Platón denomina «virtudes». Estas virtudes son tres, cada una de ellas asociada a una parte de nuestra alma: la sabiduría, la fortaleza, y la moderación. Cada una de estas virtudes constituye un vértice de «el Triángulo de la Vida Buena». • La sabiduría o prudencia es la virtud asociada a la parte racional del alma. El «individuo sabio y prudente» conoce cuál es la mejor manera de actuar en una situación determinada. • La fortaleza o valentía es la virtud asociada al alma irascible. El «individuo fuerte y valiente» es aquel que es capaz de controlar racionalmente las emociones y sentimientos para que no sean un elemento perturbador en su vida. • La moderación o templanza es la virtud relacionada con el alma concupiscible. El «individuo moderado» controla racionalmente la satisfacción de sus deseos y placeres y no se deja dominar y esclavizar por ellos. En Fedro, uno de sus diálogos más importantes, Platón utilizó la imagen de un carro arrastrado por dos caballos alados y conducido por un auriga para ejemplificar su concepción de la vida buena y feliz. Uno de los dos caballos es negro; el otro caballo es blanco. La tarea del auriga consiste en tener controlados ambos caballos para que el carro vaya en la dirección que él quiere y no en la dirección que impone el caballo dominante. En esta imagen el carro simboliza el alma humana; el caballo blanco simboliza el alma irascible (las pasiones, las emociones, los sentimientos); el caballo negro simboliza el alma concupiscible (los deseos y los placeres materiales); el auriga representa el alma racional (la razón, la inteligencia). La moraleja que se extrae de esta imagen es que la razón debe controlar las pasiones y los deseos, y que en ese control está la clave de una vida buena y feliz.
Aristóteles es uno de los pensadores más importantes de la Filosofía Antigua. Esta etapa de la historia del pensamiento occidental incluye todas las aportaciones filosóficas que ha habido entre el siglo VI antes de Cristo con la aparición del pensamiento filosófico hasta los primeros siglos de la era cristiana. Además de Aristóteles, figuras sobresalientes de la Filosofía Antigua son los presocráticos, los sofistas, Sócrates, Platón (el maestro de Aristóteles) y las denominadas escuelas helenísticas.
Las obras de Aristóteles se dividen en dos tipos: obras exotéricas, y obras esotéricas. ● Las obras exotéricas. Son las primeras obras de Aristóteles e iban dirigidas a un público amplio y poco especializado en cuestiones filosóficas. Se trata de obras de inspiración platónica tanto en su “forma” como en su “contenido”. En cuanto a la «forma» se sabe que estaban escritas en forma de «diálogo», siguiendo el género literario cultivado por el maestro. Por lo que se refiere a su «contenido», en estas obras Aristóteles manténía las tesis filosóficas del platonismo. Estas obras se han perdido (solamente quedan algunos fragmentos). ● Las obras esotéricas. Las obras esotéricas son las obras que contienen el pensamiento original de Aristóteles y fueron escritas no con la intención de ser publicadas sino para «uso interno» en el Liceo. Estas obras se conservan en su mayoría, y entre ellas destacan Metafísica, Física, Sobre el alma, Ética a Nicómaco, Política, Retórica, Poética, varias obras de biología sobre la anatomía y comportamiento de los animales… 1.2. EL CONTEXTO FILOSÓFICO DE ARISTÓTELES El contexto filosófico en el que se desarrolla el pensamiento aristotélico está marcado por la filosofía platónica. Aristóteles estuvo vinculado a la Academia de Platón durante veinte años. La filosofía aristotélica aceptó algunas afirmaciones filosóficas de la filosofía platónica pero «en lo esencial» son filosofías contrapuestas y divergentes. De hecho, a Aristóteles no se lo considera un continuador fiel de la filosofía platónica sino más bien «un crítico» que puso en cuestión las tesis principales de la filosofía platónica. Esta «divergencia filosófica» entre maestro y discípulo aparece reflejada artísticamente en la obra La Escuela de Atenas. En esta obra, el pintor renacentista Rafael retrató a los grandes filósofos de la Antigüedad haciendo especial hincapié en Platón y Aristóteles, a quienes situó debajo del arco central que preside el cuadro con sus manos apuntando en direcciones opuestas. Platón aparece con su mano apuntando «hacia arriba», mientras que Aristóteles lo hace con la mano «hacia abajo». Con ello quiso expresar el pintor italiano que, aunque ambos tratan de responder a cuestiones muy parecidas, las explicaciones y teorías filosóficas ofrecidas por maestro y discípulo son muy distintas.
METAFÍSICA Según Aristóteles, la Filosofía tiene dos «grandes partes»: la Filosofía teórica, y la Filosofía práctica. ● FILOSOFÍA TEÓRICA. Las reflexiones aristotélicas acerca de la estructura y funcionamiento de la realidad y acerca del proceso gnoseológico que permite al ser humano conocer y explicar la realidad, entran dentro del ámbito de la Filosofía Teórica. La Metafísica, la Física y la Teoría del Conocimiento son las ramas fundamentales de este «campo filosófico». ● FILOSOFÍA PRÁCTICA. Las reflexiones aristotélicas acerca de la felicidad humana y, también, acerca de la vida del hombre en sociedad y de cómo organizar la convivencia social, entran dentro del «campo» de la Filosofía Práctica. La Ética y la Filosofía Política son las ramas fundamentales de la Filosofía Práctica. 2.1. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA METAFÍSICA: «LOS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA REALIDAD» La METAFÍSICA o «filosofía primera» (como también la denomina Aristóteles) es un saber teórico general que no se ocupa de un tipo concreto y especial de seres (los seres naturales, los seres artificiales, las entidades matemáticas… seres concretos de los que se ocupan las diferentes ciencias particulares) sino que, con un enfoque de tratamiento más «universal», se ocupa de los fundamentos (principios básicos) de la totalidad de lo existente. Aristóteles escribíó 14 libros sobre estos «principios fundamentales de la realidad» que se conocen hoy día bajo el título de Metafísica. Los apartados más importantes de la metafísica aristotélica son cuatro: a) La estructura hilemórfica de la realidad b) La explicación del cambio en términos de «potencia» y «acto» c) La existencia de diferentes tipos de «cambio» d) La teoría aristotélica sobre las «causas» del cambio 2.2. LA ESTRUCTURA HILEMÓRFICA DE LA REALIDAD Según Aristóteles, la realidad se compone de cosas particulares a las que llama «sustancias». La mesa sobre la que escribo, el bolígrafo que tengo en mi mano, el sol que brilla en el cielo… son «sustancias». Todas las sustancias tienen una estructura hilemórfica ya que están compuestas de una cantidad de «materia» («hyle») y de una «forma» («morphé»). Estos dos componentes sólo son separables «en abstracto», es decir, «en el pensamiento»; en la realidad, «materia» y «forma» constituyen un conjunto inseparable (no existe «materia sin forma», ni existe la «forma sin materia»). • La «materia» es el componente físico de las sustancias. Por ejemplo, la madera es la materia de la mesa; una mezcla de agua y yeso es la materia de la que está hecha la tiza; un conglomerado de huesos, músculos y nervios es el componente físico del ser humano, etc. ● La «forma» es el conjunto de cualidades o carácterísticas de una sustancia que hacen que sea la sustancia que es. Aristóteles distingue entre dos tipos de forma: la forma esencial o esencia y las formas accidentales. ➘ La «forma esencial» o «esencia» es aquella cualidad o carácterística que permite incluir a una sustancia dentro de una clase o especie de cosas. Por ejemplo, «Sócrates» es una sustancia, y «la humanidad», es decir, la cualidad de ser humano, es la forma esencial o esencia pues es lo que hace que a Sócrates lo podamos incluir dentro una determinada clase o especie de cosas: los «seres humanos». La «forma esencial» o «esencia» de la que habla Aristóteles es equivalente a lo que son las Ideas o esencias en la filosofía platónica. Ahora bien, a diferencia de las Ideas platónicas, la forma esencial no es algo trascendental que exista en un «mundo separado» e independiente de las cosas físicas sino algo inmanente que «existe en las cosas mismas». En esto consiste básicamente la crítica que Aristóteles hace a la Teoría de las Ideas de Platón. Para Platón las Ideas o esencias (por ejemplo, la idea de Ser Humano o la idea de Belleza) son «reales» y existen separada e independientemente de las cosas físicas (las personas concretas o las cosas bellas); para Aristóteles, las Ideas o esencias son «reales» pero no existen separada e independientemente de las cosas sino que existen «en las cosas», «están en las cosas». Para Aristóteles, hablar de Ideas o esencias que existen separada e independientemente de los objetos, como hace su maestro Platón, es hacer «metáforas poéticas». ➘ Las formas accidentales o accidentes son aquellos rasgos o cualidades de la sustancia que hacen referencia a «carácterísticas no esenciales». Siguiendo con el ejemplo anterior, los individuos «Sócrates» y «Jantipa» son dos sustancias que comparten la forma esencial «ser humano» y, por eso, se las incluye dentro de la misma especie (la especie humana), pero tienen distintas formas accidentales (sexo, peso, estatura, etc.).
CONCEPCIÓN TELEOLÓGICA DE LA REALIDAD Aristóteles tiene una concepción «teleológica» de la realidad (palabra derivada del término griego «telos» que significa «finalidad», «propósito», «objetivo»). Según esta concepción, todo fenómeno o suceso que ocurre en la realidad responde a un objetivo, es decir, está orientado al logro de un fin o propósito. En el ámbito de las sustancias artificiales (aquellas sustancias que han sido creadas por el hombre) el «fin» es el propósito u objetivo que persigue el agente o causa eficiente que las produce. Por ejemplo, el fin de la vasija es lo que el alfarero ha pretendido con su fabricación: guardar aceite. En el ámbito de las sustancias naturales (por ejemplo una bellota que se transforma en una encina, o un huevo que, tras un proceso de incubación, se convierte en un polluelo), la finalidad del cambio viene determinada por «la naturaleza» (forma esencial) de la sustancia. El «fin» de los cambios que experimentan las sustancias naturales es la actualización de todas sus cualidades y capacidades potenciales, la realización de todas las carácterísticas o capacidades asociadas a la naturaleza o forma esencial de cada sustancia. Conseguida esta «actualización», la sustancia alcanza su plenitud y perfección, es decir, su autorrealización.
LA FÍSICA 3.1. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA FÍSICA: LA «REALIDAD NATURAL» La FÍSICA es el saber teórico que estudia «la Naturaleza» («physis»), es decir, «los seres naturales». Los seres naturales son seres móviles y cambiantes que poseen dentro de sí el fundamento y el principio espontáneo de su cambio. La Física o «ciencia de la naturaleza» trata de entender la estructura de las cosas naturales y de explicar sus cambios y modificaciones. Dentro del «territorio» de la Física Aristóteles incluye todos aquellos saberes que se ocupan de seres naturales: la biología, la cosmología… Sobre esta temática científica Aristóteles escribíó varias obras; la más importante de todas es la titulada, precisamente, Física.
LAS FASES DEL PROCESO COGNOSCITIVO HUMANO El proceso cognoscitivo mediante el cual el ser humano conoce y comprende la realidad es un proceso que se desarrolla en dos fases: la fase del conocimiento sensible, y la fase del conocimiento intelectual o racional. ● El conocimiento sensible. Es la percepción de las sustancias de la realidad a través de los sentidos (vista, tacto, oído, gusto y olfato). En esta fase, los sentidos reciben sensaciones de las diferentes cualidades (colores, formas, figuras, olores, sabores, etc.) de la sustancia o cosa percibida. ● El conocimiento intelectual o racional. Es «la comprensión» de la realidad percibida. Esta comprensión es posible gracias a un proceso de abstracción consistente en «extraer» (esto es precisamente la abstracción: “una operación de extracción”) de la imagen del objeto concreto percibido la «forma esencial y universal» que está presente en ese objeto y en todos los de su misma especie. Según Aristóteles, la razón humana tiene la capacidad de «separar» de una sustancia concreta e individual, por ejemplo, una flor concreta que tenemos delante de nuestros ojos y de nuestras narices, aquello que define a esa sustancia, es decir, su forma esencial y que es compartida con el resto de los individuos de la misma especie (el resto de las flores).
LA ÉTICA 5.1. LAS TESIS FUNDAMENTALES DE LA ÉTICA ARISTOTÉLICA Según Aristóteles, la Ética es un «saber práctico» (de «praxis» que significa «acción») que pretende aclarar cómo han de vivir los seres humanos para poder vivir bien y ser felices. Sobre esta temática filosófica trata una de las obras más importantes de Aristóteles, la titulada Ética a Nicómaco. Las tesis fundamentales de la ética aristotélica son: • A diferencia de los demás seres vivos, el hombre es un ser racional • El objetivo último de la vida del hombre es el logro de «la felicidad», y ésta tiene una estrecha relación con la naturaleza racional del ser humano. • El requisito imprescindible para conquistar la felicidad consiste en la adquisición de «virtudes». 5.2. EL SER HUMANO: UN SER RACIONAL La ética aristotélica tiene como fundamento una determinada concepción del ser humano, es decir, una determinada teoría antropológica. Aristóteles concibe al ser humano de una manera hilemórfica. El ser humano, como cualquier otra sustancia de la realidad, es un compuesto inseparable de «materia» y «forma». La «materia» es el cuerpo, y la «forma» el alma, entendida ésta como el fundamento de todas las capacidades humanas y de las actividades que puede realizar. El ser humano no es el único ser que tiene «alma»: todos los seres vivos (plantas, animales y seres humanos) tienen «alma» pues todos ellos tienen la capacidad de realizar por sí mismo determinadas actividades. Lo que diferencia a un ser humano de una planta o de un animal es el tipo de capacidades que tiene y el tipo de actividades que puede realizar. El ser humano es el ser vivo con el alma más compleja. Ello explica que el ser humano tenga capacidades y pueda realizar actividades que ningún otro ser vivo pueda ejecutar. Aristóteles analiza esta «complejidad anímica» del ser humano y la explica señalando que en el hombre encontramos tres almas, cada una de ellas relacionada con una serie de actividades: vegetativa, sensitiva y racional. ● Alma vegetativa. Comprende las actividades biológicas más básicas, como la nutrición, el crecimiento y la reproducción. Está presente también en las plantas y en los animales.
● Alma sensitiva. Comprende la actividad del conocimiento sensible (la percepción de la realidad por los sentidos); la actividad apetitiva (los deseos), y la actividad locomotriz. Está presente también en los animales pero no en las plantas (las plantas ni conocen, ni desean ni se mueven). ● Alma racional. Comprende la actividad pensante, actividad que posibilita una comprensión de la realidad. Solamente está presente en el ser humano. En definitiva, según Aristóteles, el hombre es una sustancia natural viviente que posee tres almas: vegetativa, sensitiva, y racional. Las dos primeras las comparte con las plantas y con los animales, y sólo la tercera (la racional) es exclusiva de él. Por tanto, la especificidad del hombre como ser vivo radica en la posesión de la facultad de la razón, facultad que le permite pensar, razonar, deliberar… LAS “TRES ALMAS” DEL SER HUMANO ALMA VEGETATIVA ALMA SENSITIVA ALMA RACIONAL Actividades Nutrición Crecimiento Reproducción Actividades Locomoción Sensación [conocimiento sensible] Deseos Actividades P Pensamiento conceptual y abstracto [`[conocimiento racional] Plantas, animales y seres humanos Animales y seres humanos Exclusiva de los seres humanos.
LA CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO COMO UN SER SOCIAL «POR NATURALEZA» Aristóteles sostiene que el hombre es un animal social y comunitario «por naturaleza». La expresión «por naturaleza» significa que hay una tendencia espontánea en la naturaleza humana a que la vida del hombre transcurra en el ámbito de la sociedad. Los argumentos que da Aristóteles para justificar su afirmación de que el hombre es un animal social «por naturaleza» son dos: ● La no autosuficiencia del individuo para la satisfacción de sus necesidades. Este argumento, heredado de Platón, sostiene que el individuo se une de «manera natural y espontánea» a otros individuos (originándose, de esta manera, la vida en sociedad) y coopera con ellos para satisfacer esas múltiples necesidades que por sí solo no puede satisfacer (vestido, comida, vivienda, protección…). ● La posesión de la facultad del lenguaje («la palabra»). Según Aristóteles, «la naturaleza no hace nada en vano». Si un determinado ser vivo está dotado «por naturaleza» de un determinado órgano o capacidad es porque ese órgano o capacidad desempeña un papel fundamental en el transcurso de la vida de ese ser. En opinión de Aristóteles, la naturaleza ha dotado a los seres humanos con la capacidad lingüística («la palabra» dice Aristóteles), facultad con la cual pueden comunicarse entre sí y dialogar y debatir acerca de «lo bueno y de lo malo», de «lo justo y de lo injusto». La posesión de esta facultad demuestra que el hombre es un ser que «por naturaleza» está destinado a vivir en sociedad pues sólo en sociedad tienen sentido los conceptos de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto…
La ESCOLÁSTICA es el periodo de la Filosofía Medieval que va desde el siglo IX hasta el Siglo XIV. La expresión «escolástica» (del latín «schola» que significa «escuela») se utiliza para denominar la peculiar forma de cultivar la filosofía en «las escuelas» que surgen alrededor de los monasterios y catedrales. La filosofía se convierte en una «esclava y sierva de la religión»: el objetivo de la reflexión filosófica no es buscar la verdad sino intentar «racionalizar las verdades religiosas» contenidas en los libros sagrados. Entre los filósofos escolásticos más destacados cabe citar a Anselmo de Canterbury, a Pedro Abelardo, y sobre todo, a Tomás de Aquino. La Escolástica entra en crisis en el Siglo XIV. El responsable de esta «crisis» fue Guillermo de Ockham. Guillermo de Ockham defendíó la autonomía de la filosofía respecto de la religión. Al defender esto eliminó la base sobre la que se sustentaba la filosofía medieval (relación de subordinación y servidumbre de la filosofía respecto de la religión) y puso las bases de una nueva concepción de la Filosofía en la que ésta comienza a «independizarse» de la religión.
LA RELACIÓN RAZÓN – FE Y LA POSIBILIDAD DE LA TEOLOGÍA COMO CIENCIA Uno de los problemas más debatidos en la filosofía medieval es el problema de la relación entre la razón y la fe: ¿debe haber una relación de colaboración o subordinación de una facultad a otra, o hay que defender la autonomía e independencia de cada una de ellas? ¿Es admisible la posibilidad de que razón y fe lleguen a verdades contradictorias? … Este problema es, también, el problema de la relación entre la filosofía y la religión (ya que la primera se fundamenta en la razón mientras que la segunda se basa en la fe) y el problema de la posibilidad de la Teología como ciencia (pues se trata de saber si es posible que la razón puede elaborar un «discurso racional y científico» acerca de asuntos sobrenaturales, como por ejemplo, la existencia y naturaleza de Dios, asuntos todos estos que forman parte del ámbito de la Teología, de la llamada «ciencia de Dios»).
LAS VERDADES DEL CONOCIMIENTO HUMANO Los filósofos medievales en general, y Tomás de Aquino en particular, consideran que el ser humano dispone de dos caminos para conocer la verdad: el camino de la razón, y el camino de la fe. Cada uno de estos «caminos» sigue procedimientos diferentes. ● La RAZÓN utiliza la argumentación, la demostración y la verificación mediante el testimonio de la experiencia como procedimientos metodológicos para llegar al conocimiento de la verdad. La facultad racional, utilizando los procedimientos mencionados, descubre la verdad de enunciados como, por ejemplo, “la suma de los ángulos de un triángulo es igual a 180 grados” o “el agua se congela a cero grados centígrados”. ● La FE consiste en la creencia firme en la verdad de determinados enunciados acerca de cuestiones sobrenaturales sin necesidad de demostración, argumentación y verificación. Por la fe, aceptamos como verdaderos enunciados como, por ejemplo, «el alma es inmortal» o «Dios existe». Según Tomás de Aquino, mediante la razón y la fe el ser humano es capaz de descubrir diferentes tipos de verdades: verdades naturales, artículos de fe, y preámbulos de fe. ● VERDADES NATURALES. Son aquellas verdades que el ser humano conoce haciendo uso exclusivamente de la razón. Las llama «naturales» porque se accede a ellas sólo a través de la «facultad natural» de la razón. Las verdades matemáticas (la suma de los ángulos de un triángulo es igual a ciento ochenta grados; 2 + 2 = 8:2) o científicas (el agua se congela a cero grados centígrados; lo material tiene extensión) son verdades de este tipo. ● ARTÍCULOS DE FE. Son verdades necesarias que sobrepasan el poder natural de la razón humana y que el ser humano conoce exclusivamente mediante la fe. La verdad del misterio de la Trinidad (Dios es uno y trino) o la verdad acerca de la creación del mundo por Dios a partir de la nada son verdades de este tipo. De este tipo de verdades se ocupa la Teología Revelada. ● PREÁMBULOS DE LA FE. Son verdades que pueden ser aceptadas mediante la fe pero que también son accesibles a la razón humana. Un ejemplo de estas verdades es el enunciado Dios existe. Según Tomás de Aquino, por fe podemos creer en la existencia de Dios pero, sin tener fe y haciendo uso de nuestra capacidad racional, también podemos descubrir la verdad de la existencia de Dios. Este tipo de verdades son las verdades de las que se ocupa la Teología Natural y Racional. En el ámbito de verdades de la Teología Natural y Racional (el ámbito de los preámbulos de la fe), debe existir una estrecha colaboración entre la razón y la fe: la razón puede ayudar a la fe ofreciendo una demostración de algunas de las verdades de la fe.
LA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE Dios
POSICIONES INTELECTUALES EN TORNO A LA EXISTENCIA DE Dios ➘ Teísmo. Dios existe y la razón lo puede demostrar. Tomás de Aquino es un pensador que defiende esta posición intelectual. ➘ Ateísmo. Dios no existe y la razón lo puede demostrar. Uno de los argumentos ateos más famosos es el argumento de la existencia del mal. ➘ Agnosticismo. La razón no puede demostrar ni la existencia ni la no existencia de Dios. ➘ Fideísmo. La existencia de Dios sólo puede ser admitida desde la fe.
Tomás de Aquino trata el tema de la demostración de la existencia de Dios en la primera parte de la obra Suma Teológica. El tratamiento de este tema lo hace en tres fases: 1ª Fase: Planteamiento de la «NECESIDAD» de una demostración de la existencia de Dios. 2ª Fase: Planteamiento de la «POSIBILIDAD» de una demostración de la existencia de Dios. 3ª Fase: «DEMOSTRACIÓN» de la existencia de Dios a través de cinco argumentos llamados “vías”.
LA «NECESIDAD» DE UNA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE Dios Tomás de Aquino se plantea la necesidad de una demostración de la existencia de Dios y llega a la conclusión de que tal demostración es necesaria. La razón de esta necesidad radica en el hecho de que «la existencia de Dios no es algo evidente y claro para los seres humanos». Según Tomás de Aquino cuando hacemos una afirmación («una proposición», dice él) sobre algo, puede ocurrir que esa afirmación no necesite ser demostrada porque lo que dice esa afirmación es algo «evidente». Por ejemplo, si decimos que “el cuadrado tiene cuatro lados” esta afirmación no necesita ser demostrada si sabemos lo que es un cuadrado porque el predicado «tener cuatro lados» es algo que ya está implícito en el sujeto «cuadrado». En cambio, si decimos que “el cuadrado es verde”, para saber si es verdadera se requiere una comprobación mediante la vista ya que en la noción de «cuadrado» no está implícito el que tenga que ser de un color determinado.
En el caso de la afirmación Dios existe nos encontramos con una proposición en la que del sujeto «Dios» se dice el predicado «existe». Esta afirmación no es evidente para los seres humanos ya que, dadas las limitaciones e imperfecciones de nuestra inteligencia, desconocemos la naturaleza y esencia de Dios (no sabemos con claridad y precisión qué es eso de «Dios») y por tanto no podemos ver de una forma evidente que tal ser existe. En consecuencia, si queremos saber si Dios existe es «necesaria» una demostración. 3.2. POSIBILIDAD DE UNA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE Dios Una vez que Tomás de Aquino reconoce que es necesaria una demostración de la existencia de Dios, a continuación se plantea si tal demostración es «posible». Para Tomás de Aquino una demostración es un proceso argumentativo en el que la razón, partiendo de la existencia de un hecho y utilizando como base de la argumentación la relación de causalidad entre hechos (relación de causa y efecto), concluye la existencia de otro hecho. Por ejemplo, un detective parte de unos hechos observables (un cadáver, unas pistas…) para concluir quién es el asesino y las circunstancias del asesinato. Según Tomás de Aquino, hay dos tipos de demostración: ● DEMOSTRACIÓN «PROPTER QUID» (demostración «a priori»). Es un tipo de demostración cuyo punto de partida es la existencia de algo que es «causa» y se demuestra la existencia de los «efectos» producidos por esa causa. Dicho de otra manera, en este tipo de demostración la razón parte del conocimiento de algo que es temporalmente primero y anterior (la causa) y concluye por deducción la existencia de algo que es posterior (el efecto producido). Por ejemplo, a partir de la existencia del fuego podemos demostrar sus efectos como la producción de humo o quemaduras en la piel. ● DEMOSTRACIÓN «QUIA» (demostración «a posteriori»). Es un tipo de demostración cuyo punto de partida es la existencia de algo que es efecto y se demuestra la existencia de la causa que ha producido ese efecto. Dicho de otra manera, en este tipo de demostración la razón parte del conocimiento de algo que es temporalmente posterior («el efecto») y concluye la existencia de algo que es anterior («la causa que lo ha producido»). Por ejemplo, un aumento del caudal del río que pasa por nuestra ciudad es el efecto del que partimos para remontarnos a su causa y demostrar la existencia de la causa que ha producido ese aumento del caudal: el deshielo de la nieve de la sierra.
De los dos tipos de demostración señalados, Tomás de Aquino considera que el tipo de demostración válido para demostrar la existencia de Dios es la demostración «quia» (a posteriori). Según Tomás de Aquino, la existencia de Dios es demostrable a partir de sus supuestos efectos.
LA DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE Dios. LAS VÍAS TOMISTAS Una vez reconocida la necesidad de realizar una demostración de la existencia de Dios y que es posible tal demostración partiendo de sus supuestos efectos (demostración «quia»), Tomás de Aquino expone los argumentos que demuestran la existencia de Dios. Estos argumentos demostrativos se llaman «vías». Cada uno de estos argumentos parte de un hecho de experiencia. Aplicando a este hecho de experiencia el principio de causalidad y la imposibilidad de una serie infinita de causas, en cada vía se llega a la conclusión de que Dios existe como explicación última del hecho de experiencia del que se parte. El tipo de demostración que está presente en estos cinco argumentos es la demostración «quia» (a posteriori) dado que en los cinco se parte de la existencia de un efecto y se demueestra la existencia de la «causa primera» que produce ese efecto. Las cinco vías tienen una misma estructura formal. Esta ESTRUCTURA FORMAL se compone de cuatro partes: ● Punto de partida. La constatación de UN HECHO DE EXPERIENCIA. Este hecho de experiencia es diferente en cada una de las cinco vías pero en todas el hecho del que se parte es un fenómeno observable en el universo. ● Aplicación al hecho de experiencia del PRINCIPIO DE CAUSALIDAD. La existencia del hecho de experiencia del que se parte requiere una explicación y esa explicación se obtiene al aplicar al hecho el principio de causalidad. Al aplicar el principio de causalidad se pretende mostrar que el hecho de experiencia del que se parte es un efecto producido por una causa. ● Imposibilidad de un proceso indefinido en la aplicación del principio de causalidad. Al aplicar el principio de causalidad se muestra que un efecto es producido por una causa. Ésta causa, a su vez, es un efecto producto de la intervención de otra causa, y así sucesivamente, de tal manera que vamos construyendo una serie o cadena de causas subordinadas unas a otras. Ahora bien, no se puede prolongar indefinidamente esta serie de causas subordinadas. Es preciso «detenerse» y afirmar la existencia de una causa inicial o causa primera de toda la serie de causas. ● Conclusión. Demostración de la existencia de una «CAUSA PRIMERA» e identificación de Dios con esa causa primera.
cinco vías tomistas son: ● Primera vía: la vía del movimiento ● Segunda vía: la vía de la causalidad eficiente ● Tercera vía: la vía de los seres contingentes ● Cuarta vía: la vía de los grados de perfección ● Quinta vía: la vía del orden y gobierno del universo 3.3.1. PRIMERA VÍA. LA VÍA DEL MOVIMIENTO ➘ Punto de partida. La constatación de un hecho de experiencia. Todo lo que existe en el universo se mueve [movimiento es el paso de la potencia al acto]. ➘ Aplicación al hecho de experiencia del principio de causalidad. Todo ser que se mueve (móvil) es movido por otro ser (motor); ese motor es a su vez móvil porque es movido por otro motor, y así sucesivamente. ➘ Imposibilidad de un proceso indefinido en la aplicación del principio de causalidad. No es posible prolongar indefinidamente la serie de móviles y motores. ➘ Conclusión. Existe un «Primer Motor Inmóvil» e identificación de Dios con él. 3.3.2. SEGUNDA VÍA. LA VÍA DE LA CAUSALIDAD EFICIENTE ➘ Punto de partida. La constatación de un hecho de experiencia. Cualquier cosa del universo tiene una causa eficiente de su existencia. Es decir, todo lo que existe, existe porque una causa lo ha producido. ➘ Aplicación al hecho de experiencia del principio de causalidad. Dado que es imposible que un ser sea causa eficiente de sí mismo, cualquier ser es efecto de una causa eficiente que existía anteriormente. Por ejemplo, yo existo porque mis padres, que existían antes que yo, me han engendrado (mis padres son la causa eficiente de mi existencia); mis padres, a su vez, tienen la causa eficiente de su existencia en sus padres, esto es, en mis abuelos, y así sucesivamente. ➘ Imposibilidad de un proceso indefinido en la aplicación del principio de causalidad. No es posible prolongar indefinidamente la serie de causas eficientes que se producen unas a otras. ➘ Conclusión. Existe una «Primera Causa Eficiente» e identificación de Dios con ella.
TERCERA VÍA. LA VÍA DE LOS SERES CONTINGENTES ➘ Punto de partida. La constatación de un hecho de experiencia. Todas las cosas que existen en el universo son seres contingentes. Un «ser contingente» es un ser que existe pero que puede no existir, es decir, tiene la posibilidad de existir (por eso existe) y la posibilidad de no existir (por eso, deja de existir). Como dice Tomás de Aquino, un ser contingente es un ser cuya esencia y naturaleza no implica la existencia. Por ejemplo, tú, queridísimo alumno, eres un ser contingente: existes pero tienes la posibilidad de «no existir» (de hecho, hace cincuenta años no existías pues todavía no habías nacido y dentro de doscientos años ya no existirás pues habrás muerto. Perdona que me ponga tan tremebundo, es para que lo entiendas mejor). ➘ Aplicación al hecho de experiencia del principio de causalidad. Un ser contingente tiene la causa de su existencia en otro ser contingente; éste, a su vez, existe porque otro ser contingente le dio la existencia, y así sucesivamente. ➘ Imposibilidad de un proceso indefinido en la aplicación del principio de causalidad. No es posible prolongar indefinidamente la serie de seres contingentes que se producen unos a otros. ➘ Conclusión. Existe un «Ser Necesario» e identificación de Dios con él. Un «ser necesario» es un ser que existe y que no puede no existir, por tanto, es un ser eterno, que «existe desde siempre y para siempre», o como dice Tomás de Aquino, un ser necesario es un ser cuya esencia y naturaleza implica la existencia. 3.3.4. CUARTA VÍA. LA VÍA DE LOS GRADOS DE PERFECCIÓN ➘ Punto de partida. La constatación de un hecho de experiencia. Existen diferentes «grados de perfección» en las cosas que hay en el universo. Tomás de Aquino emplea la palabra «perfecciones» para hacer referencia a las cualidades positivas que observamos en las cosas y en los conocimientos. «La belleza», «la bondad», «la inteligencia», «el poder», «la verdad»…Son «perfecciones» y aparecen en las cosas en diferentes grados o niveles (unas cosas son más bellas que otras, unas acciones son más buenas que otras, unas afirmaciones son más verdaderas que otras…). ➘ Imposibilidad de un proceso indefinido en los grados de perfección. No es posible prolongar indefinidamente los diferentes grados de perfección: es preciso admitir un máximo que es la causa de todos los grados existentes. ➘ Conclusión. Existe un «Ser Sumamente Perfecto» que posee todas las perfecciones en su grado más elevado (perfección absoluta).
QUINTA VÍA. LA VÍA DEL ORDEN Y GOBIERNO DEL MUNDO («ARGUMENTO DEL DISEÑO») ➘ Punto de partida. La constatación de un hecho de experiencia. Los seres naturales sin inteligencia (las plantas, los animales, los planetas…) actúan y se comportan de una forma regular y ordenada como si obraran con vistas a un fin pensado de antemano. ➘ Aplicación al hecho de experiencia del principio de causalidad. Esta actuación regular y ordenada tiene como causa explicativa la existencia de un ser inteligente que, mediante el establecimiento e imposición de leyes en la naturaleza, es el causante de esa manera ordenada y regulada de funcionar. ➘ Conclusión. Existe un «Supremo Ser Inteligente» que gobierna la naturaleza e identificación de Dios con ese Ser.
RENÉ Descartes. DATOS BIOGRÁFICOS PRINCIPALES Y OBRAS El filósofo y matemático René Descartes nacíó en La Haye, una pequeña ciudad cercana a París, en el año 1596. Estudió en el colegio jesuita de La Flèche, uno de los más famosos de Europa en aquellos tiempos. Este dato biográfico es importante porque de la educación recibida en dicho colegio hablará con detalle en la primera parte de su obra Discurso del Método.
Las obras filosóficas más importantes de Descartes son las siguientes: Reglas para la dirección del espíritu; Discurso del método; Meditaciones metafísicas, y Los Principios de la Filosofía.
CONTEXTO FILOSÓFICO DE RENÉ Descartes René Descartes está considerado como el iniciador e inaugurador de una nueva etapa en la Historia de la Filosofía Occidental: la etapa de la Filosofía Moderna. Esta nueva etapa filosófica comprende el pensamiento filosófico entre los siglos XV y XVIII, y entre los filósofos más representativos, además de Descartes, se encuentran pensadores como David Hume e Inmanuel Kant. La utilización del calificativo «moderna» para denominar a esta nueva etapa se basa en la idea de que la filosofía de Descartes «rompe» definitivamente con la filosofía «caduca y anticuada» de los siglos anteriores (los siglos medievales) y que se caracterizaba por ser una esclava y sierva de la religión. El monje franciscano del Siglo XIV Guillermo de Ockham («el último filósofo medieval») fue el primer pensador que se propuso separar la filosofía de la religión pero fueron los «filósofos modernos» (el primero de todos, Descartes) quienes, de una manera clara, hicieron realidad este proyecto «independentista». Descartes no es sólo es un «pensador moderno» por haber reivindicado la autonomía de la filosofía respecto de la religión sino también por asentar la Filosofía sobre bases completamente nuevas. El filósofo español José Ortega y Gasset sostiene que Descartes «revoluciónó» la Filosofía al poner como «punto de referencia» de la reflexión filosófica al sujeto consciente y pensante (subjetivismo). En opinión de Ortega, en toda la filosofía anterior a Descartes el punto de referencia del filosofar fue el mundo (objetivismo); a partir de Descartes, el punto de referencia va a ser el sujeto consciente (el yo). Además de estar considerado como «el inaugurador de la Filosofía Moderna», Descartes está calificado como «el fundador» del Racionalismo, corriente filosófica que se desarrolla a lo largo de los siglos XVII y XVIII y a la que pertenecen, además de Descartes, el filósofo holandés Baruch de Spinoza y el filósofo alemán G. F. Leibniz. Los «filósofos racionalistas» piensan que: a) La razón es la única fuente válida de conocimientos. Según los racionalistas, los únicos conocimientos ciertos y fiables son los que la razón es capaz de elaborar por sí misma. Al igual que la araña, que extrae de sí misma el material con el que teje la red para atrapar a sus presas, la razón es capaz de extraer de sí misma los conceptos y las ideas fundamentales para comprender la realidad; la experiencia, la información de los sentidos queda en un segundo plano ya que proporciona conocimientos confusos y poco fiables. B) La metodología filosófica ha de ser muy similar a la metodología matemática. Los filósofos racionalistas consideran que la Filosofía debe imitar la metodología deductiva empleada en matemáticas (elaboración de un sistema complejo de conocimientos «deducidos» a partir de unas afirmaciones simples e indiscutibles exclusivamente «racionales»).
MÉTODO CARTESIANO: LAS REGLAS DEL MÉTODO Y LA SUPERACIÓN DEL ESCEPTICISMO 2.1. EL PROGRAMA (PROYECTO) FILOSÓFICO DE RENÉ Descartes Descartes se propone como objetivo la fundamentación y elaboración de un sistema filosófico en el que estén unificados y sistematizados todos los saberes humanos y cuyas afirmaciones sobre la realidad sean ciertas e indiscutiblemente verdaderas. Descartes utiliza la metáfora del «árbol del conocimiento» para mostrar la unidad del conocimiento humano y los vínculos existentes entre todos los saberes. El sistema filosófico que Descartes quiere fundamentar y construir es como un árbol cuyas raíces son una serie de principios o verdades fundamentales cuyo estudio corresponde a la metafísica; el tronco del árbol es la Física (Filosofía Natural), y las ramas los demás saberes (Medicina, Ética, Psicología, etc.). Este sistema filosófico que Descartes pretende fundamentar debe construirse «desde la razón» como única fuente de conocimiento fiable (ni la fe ni la tradición filosófica, es decir, lo que han sostenido los filósofos anteriores, son fiables) y adoptando el procedimiento metodológico que se sigue en las matemáticas. Descartes quiere dotar a la Filosofía del mismo grado de rigor, precisión y certeza que se encuentra en las matemáticas. Para conseguirlo aplicará al saber filosófico una metodología muy similar a la que se sigue en las matemáticas pues está convencido de que esas cualidades de los razonamientos matemáticos (rigor, precisión, certeza, exactitud…) son el resultado de la aplicación de una metodología determinada. En su obra Discurso del método, concretamente en su primera parte, Descartes hace un balance de la educación que recibíó en La Fléche. Descartes reconoce que, a pesar de haber estudiado «en una de las más célebres escuelas de Europa», la conclusión a la que llegó es que no había aprendido nada seguro y que no hay ni un solo conocimiento que sea «firme» y «claro». En este repaso que hace por las diferentes asignaturas que estudió (Lenguas clásicas, Retórica, Teología, Medicina…) interesa especialmente lo que dice acerca de la Filosofía y las Matemáticas. De la Filosofía opina Descartes que en ella todo es discutible y objeto de disputa, y prueba de ello es la disparidad de opiniones existentes sobre cualquier asunto filosófico. Descartes aprecia de las Matemáticas la certeza y evidencia de sus razonamientos pero reconoce su escasa utilidad. Solo en las Matemáticas Descartes encontró claridad y certeza (nadie discute la verdad y certeza de los teoremas matemáticos, por ejemplo, el teorema de Pitágoras) y está convencido de que la clave del «éxito» de las Matemáticas radica en el método empleado en sus razonamientos (método deductivo). Dado que la «excelencia» de las Matemáticas radica en la metodología empleada, Descartes se plantea elaborar un método deductivo similar al de las Matemáticas para aplicarlo en el ámbito de la Filosofía y, así, conseguir que tenga el mismo grado de rigor y certeza que ellas.
LAS REGLAS DEL MÉTODO CARTESIANO El seguimiento de un método adecuado es la clave para que el ser humano, haciendo uso de su capacidad racional, pueda alcanzar la verdad. Dice Descartes que la razón (el «buen sentido» como la llama también Descartes) es la capacidad de distinguir entre la verdad y la falsedad y que esta capacidad está repartida de forma equitativa en todos los seres humanos (todos los seres humanos somos igualmente «racionales»). El hecho de que unos seres humanos «acierten» y tengan una noción muy clara de qué es verdadero y qué es falso, y otros, en cambio, «se equivoquen» y consideren como «verdadero» lo que es falso, y como «falso» lo que es verdadero se debe a la «metodología» que emplean al razonar. Es decir, alcanzar la verdad no es una cuestión de capacidad sino una cuestión de método. Según Descartes, a la Filosofía (un saber racional) le falta un método adecuado que le permita progresar y alcanzar conocimientos ciertos e indiscutibles. Convencido de que el progreso alcanzado en algunas ciencias como los Astronomía o la Física se debía a la aplicación del método matemático, Descartes quiere hacer lo mismo en la Filosofía: aplicar a la Filosofía el método de las matemáticas. En la segunda parte del Discurso del Método Descartes expone las cuatro reglas del método particular que él ha diseñado para guiar a la razón en la construcción de su sistema filosófico, y que en lo esencial imita el método que los matemáticos siguen en sus razonamientos. Esas reglas metodológicas son la regla de la evidencia, la regla del análisis, la regla de la síntesis, y la regla de la enumeración y de la revisión.
● REGLA DE LA EVIDENCIA. Esta primera regla establece que sólamente hay que admitir como verdadero y cierto aquello que es «evidente», es decir, aquello en lo que no cabe el más mínimo motivo para dudar de su verdad y certeza (lo evidente es lo obvio, lo incuestionable). El criterio de certeza que permite a nuestra mente distinguir lo evidente de lo que no es evidente es «la claridad» y «la distinción». Un pensamiento es «claro» cuando se presenta con tal nitidez en la mente que no hay ninguna posibilidad de desconfianza respecto a su verdad. Lo contrario de «la claridad» es «la oscuridad»: un pensamiento es «oscuro» cuando tenemos alguna base para dudar de su verdad. Por ejemplo, cuando pienso que el gato está en el salón porque está conmigo en el salón ese pensamiento es «claro»; en cambio, es un pensamiento «oscuro» si lo pienso estando yo en otra habitación de la casa y sin estar conmigo el gato; pienso que está en el salón porque oigo maullidos que parecen proceder de allí pero este pensamiento puede ser erróneo ya que esos maullidos pueden proceder de una documental sobre gatos que emite una cadena de televisión. Un pensamiento es «distinto» cuando se presenta en nuestra mente de una manera precisa y perfectamente diferenciada de otros pensamientos. Lo contrario de «la distinción» es «la confusión»: un pensamiento es «confuso» cuando se nos presenta «mezclado» con otros pensamientos y no sabemos con precisión la diferencia existente entre ellos. Por ejemplo, si miro por la ventana el último árbol del jardín, las ramas que tiene se me presentan de forma «confusa» ya que, dada la distancia, no soy capaz de ver con precisión cada una de ellas, las percibo mezcladas unas con otras. Si bajo a la calle, me acerco al árbol y veo cada rama con cuidado distinguiendo los límites y distancias que las separan del resto, entonces tengo un pensamiento «distinto» acerca de cada una de las ramas. ● REGLA DEL ANÁLISIS. Esta segunda regla metodológica establece que hay que dividir y descomponer los conocimientos complejos hasta llegar a los elementos más simples que los constituyen. Descartes señala que cualquier parcela del conocimiento humano (cualquier saber) debe fundamentarse en una serie de conceptos y principios simples. El conocimiento de esos «elementos simples» se realiza a través de la intuición. La intuición es una especie de «visión intelectual» gracias a la cual captamos inmediatamente y «de manera clara y distinta» conocimientos simples sin posibilidad de duda o error y, por tanto, de manera evidente. Por ejemplo, la intuición nos permite conocer de manera inmediata, «clara y distinta» que la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos, que A es igual a A, que el triángulo es una superficie cerrada por tres líneas, etc.
● REGLA DE LA SÍNTESIS. Esta tercera regla consiste en proceder con orden en nuestros pensamientos y razonamientos, pasando desde lo más simple y fácil de conocer hasta el conocimiento de lo más complejo y difícil. La «conducción ordenada» de nuestros razonamientos se realiza a través de una operación intelectual denominada deducción. La deducción puede ser definida como una especie de «movimiento discursivo» por el que la mente infiere («extrae») nuevos conocimientos a partir de los conocimientos ciertos que ya poseemos. Por ejemplo, a partir del conocimiento de lo que es un triángulo podemos ir elaborando deductivamente un saber más complejo en el que descubrimos que la suma de sus ángulos mide 180 grados, que si es un triángulo rectángulo la suma de los cuadrados de los catetos es igual al cuadrado de la hipotenusa, que el área de un triángulo se calcula multiplicando la longitud de la base por la altura y dividiendo el resultado entre dos… Etc. ● REGLA DE LA ENUMERACIÓN Y REVISIÓN. Esta cuarta regla establece que hay que revisar todo el proceso de análisis y síntesis para ver si se ha desarrollado correctamente, especialmente el proceso deductivo de obtención de lo más complejo a partir de lo más simple. Es fundamental para ello enumerar los pasos dados con tal de no omitir ninguno y saber en cada momento cómo ha tenido lugar el proceso deductivo. 2.3. LA DUDA METÓDICA Y LA SUPERACIÓN DEL ESCEPTICISMO La puesta en práctica del método cartesiano comienza con la aplicación de la primera regla, la regla de la evidencia, la cual establece que hemos de considerar como «falso» todo aquello en lo cual encontremos un motivo para dudar de su verdad. La aplicación de esta regla lleva a Descartes a dudar de la verdad de todos los conocimientos adquiridos para ver si, una vez hecho este examen dubitativo, hay algún conocimiento libre de toda duda, una «primera verdad» y adoptarla como «principio», «raíz», «cimiento» del sistema filosófico que quiere elaborar.
La duda cartesiana tiene las siguientes carácterísticas: ● La duda cartesiana es una DUDA METÓDICA. La duda cartesiana es «metódica» en cuanto que se trata de un procedimiento metodológico para alcanzar una «verdad indudable». En este sentido, se puede decir que la duda de Descartes es una duda «fingida» que se adopta como punto de partida para llegar a un resultado que sería el descubrimiento de conocimientos indudables. ● La duda cartesiana es una DUDA PROVISIONAL. La duda es un punto de partida que se adopta para intentar descubrir si hay algo indudable. En el momento en que se llegue al descubrimiento de alguna verdad indiscutible se abandona la duda como recurso metodológico. Por eso, la duda es algo provisional que se acepta durante una parte del proceso pero que se abandona en el momento en que la duda nos permita llegar a algo incuestionable. ● La duda cartesiana es una DUDA GENERAL. La duda cartesiana es «general» ya que pone en cuestión todos los conocimientos que tenemos, tanto los procedentes del sentido común y la experiencia sensible (por ejemplo, el sentido común y la experiencia sensible nos dice que es el Sol el que se mueve y no la Tierra), como los adquiridos mediante procedimientos más racionales y científicos.
LA MENTE PENSANTE Y SUS IDEAS Una vez que dispone de «un principio indiscutible» (el cogito: la existencia de la mente pensante), Descartes, apoyándose en ese principio, inicia el camino para elaborar su programa filosófico. Lo primero que va a hacer es intentar fundamentar sobre una base cierta y segura la Metafísica, rama de la Filosofía que se ocupa de ofrecer una concepción general acerca de la realidad existente. La aplicación de la duda metódica ha dado como resultado el hallazgo de una verdad indiscutible: la existencia de uno mismo como una mente pensante. Pues bien, el punto de partida que va a adoptar Descartes para la fundamentación de la Metafísica es hacer un análisis de la actividad pensante que lleva a cabo la mente. En opinión de Descartes, la actividad pensante consiste en «manejar ideas». Las ideas son «contenidos de la mente» que representan «algo» y pueden ser de tres tipos: ideas adventicias, ficticias e innatas. ● Ideas adventicias. Las ideas adventicias son representaciones mentales de cosas y de sus cualidades que existen «supuestamente» fuera de la mente pensante. El origen de estas ideas se encuentra en la experiencia, es decir, en la información que nos aportan los sentidos. Ejemplos de ideas adventicias son las ideas de hombre, caballo, mesa, silla, perro, tiza, calor, suavidad, rugosidad, color rojo, dureza…
● Ideas ficticias. Las ideas ficticias son aquellas ideas que construye e inventa arbitrariamente la mente a partir de las ideas adventicias. El origen de estas ideas es la imaginación. Por ejemplo, la idea de centauro es una idea ficticia inventada a partir de las ideas adventicias de hombre y de caballo. ● Ideas innatas. Las ideas innatas son ideas que ni provienen de los sentidos (experiencia) ni se han formado mediante la imaginación a partir de los datos de experiencia de los sentidos. Se trata de ideas que la mente, en su actividad pensante, elabora por sí misma. El origen de estas ideas es, pues, la razón. Estas ideas innatas que la razón es capaz de formar por sí misma constituyen la «base conceptual» para construir una «filosofía de la realidad» (es decir, una «metafísica»). Ejemplos de ideas innatas son la idea de sustancia, de atributo, de pensamiento, de extensión, de perfección…
LA METAFÍSICA DE Descartes: LA CONCEPCIÓN CARTESIANA DE LA REALIDAD Los conceptos fundamentales de la metafísica cartesiana son los conceptos de «sustancia», «atributo» y «modos». Descartes denomina «sustancia» a cada uno de los diferentes «sectores ontológicos» de la realidad, es decir, a cada uno de los distintos «tipos de realidad» que componen la totalidad de lo existente. Cada una de estas sustancias tiene un único rasgo que constituye su esencia y naturaleza y al que Descartes denomina «atributo». A las distintas formas bajo las que se presenta el atributo que define a cada sustancia Descartes las denomina «modos». Para Descartes hay tres sustancias, es decir, tres tipos de seres reales: la «sustancia pensante», la «sustancia material», y la «sustancia divina». A) SUSTANCIA PENSANTE (RES COGITANS): el «sector ontológico» de las «MENTES PENSANTES» O «ALMAS». Descartes descubríó de una manera directa la existencia de este tipo de sustancia tras aplicar la duda metódica. Como recordarás, la «duda metódica» llevó a Descartes al descubrimiento de una primera verdad cierta y segura: la existencia del propio yo como una «mente pensante» (pienso, luego existo). El atributo que constituye la esencia o naturaleza de esta sustancia es «el pensamiento», «la consciencia». Los modos bajo los que puede presentarse el atributo del pensamiento son varias acciones mentales: dudar, razonar, juzgar, sentir, imaginar, etc., es decir, todas aquellas actividades realizadas por la mente consciente. Del estudio de esta sustancia se ocupa una rama del saber: la Psicología.
B) SUSTANCIA MATERIAL (RES EXTENSA): el «sector ontológico» de las cosas materiales que componen «EL MUNDO». Descartes demuestra la existencia de esta sustancia tras demostrar la existencia de Dios y afirmar que la existencia de Dios garantiza y avala la existencia real y auténtica del mundo material externo a nuestra mente. El atributo que constituye la esencia o naturaleza de esta sustancia es «la extensión». Los modos bajo los que puede presentarse el atributo de la extensión son «la figura» (circular, triangular, etc.) y «el movimiento/reposo». Tanto la figura como el movimiento/reposo son las llamadas «cualidades primarias matematizables» de los objetos. Otras cualidades de las cosas materiales, como los colores o los sabores, son «cualidades secundarias» de las cosas y no son «propias» de las cosas sino cualidades con un importante componente de subjetividad. Del estudio de esta sustancia se ocupa la Física (Filosofía Natural). C) SUSTANCIA DIVINA (RES INFINITA): el «sector ontológico» de «Dios». El atributo que constituye la esencia o naturaleza de esta sustancia es «la perfección» en todos los aspectos (omnipotencia, omnisciencia, infinita bondad…). El atributo de la perfección no tiene modos pero en buena medida la omnipotencia, la omnisciencia, la suprema bondad, etc. Son las manifestaciones naturales de la perfección divina. Del estudio de esta sustancia se ocupa la Teología Racional. Con Descartes se puede volver a hablar de nuevo de una «Teología científica» ya que, desde la razón y a través de un discurso racional, tenemos conocimiento de la existencia de Dios y de su atributo esencial: la perfección. Descartes demuestra la existencia de Dios a partir de la idea innata de «perfección» que descubre la mente al ejercitar su actividad pensante y razonadora. Descartes emplea dos argumentos y los dos tienen como punto de partida la presencia en la mente humana de la idea de «perfección» (la idea de «el ser más perfecto»). A Descartes no le queda más remedio que tomar como punto de partida del proceso demostrativo la idea de «perfección»; él no puede partir de hechos que suceden en el mundo como hizo Tomás de Aquino en sus cinco vías ya que, cuando se plantea el problema de la demostración de la existencia de Dios, Descartes todavía no ha demostrado que exista «el mundo»; sólo sabe con certeza (con claridad y distinción) que él existe como una mente pensante (pienso, luego existo) y que entre las ideas que él encuentra en su mente pensante está la idea de «perfección».
David Hume nacíó en Edimburgo (Escocia) en 1711. Comenzó a estudiar la carrera de Derecho pero la abandonó para dedicarse a sus tres grandes pasiones intelectuales: la Literatura, la Historia y la Filosofía. Al abandonar sus estudios de Derecho viajó a Francia y visitó, entre otros lugares, el colegio de La Fléche donde Descartes había estudiado. Al volver a su país se preparó para ser profesor universitario pero fue rechazado por sus ideas religiosas (fue acusado de ateísmo y de negar la inmortalidad del alma).
Las obras filosóficas más importantes de Hume son, entre otras, las siguientes: Tratado de la Naturaleza Humana; Investigación sobre el entendimiento humano; Investigación sobre los principios de la moral y Diálogos sobre Religión Natural.
. EL CONTEXTO FILOSÓFICO DE Hume David Hume es uno de los filósofos más importantes de la Filosofía Moderna. Pertenece a la corriente filosófica denominada «Empirismo». Además de Hume, pertenecen también a esta corriente filósofos como Francis Bacón (1561 – 1626), John Locke (1632 – 1704) y George Berkeley (1685 – 1753). En la Filosofía Antigua se encuentran ya algunas tesis del Empirismo en el pensamiento de Aristóteles. En la Filosofía Medieval el pensador más próximo a las tesis empiristas fue el monje franciscano del Siglo XIV Guillermo de Ockham. Las tesis principales del Empirismo son las siguientes: a) La experiencia como fuente básica del conocimiento. Todo lo que el ser humano puede conocer proviene de la información que proporciona «la experiencia». Hay dos tipos de experiencia: experiencia externa y experiencia interna. La «experiencia externa» es la información proporcionada por los sentidos acerca de lo que hay en la realidad externa a la mente del sujeto: cosas físicas con sus cualidades sensibles (colores, formas, olores….). La «experiencia interna» es la información proporcionada por una reflexión introspectiva acerca de lo que el sujeto siente («experimenta») en su interior : emociones, sentimientos, pasiones… Al igual que la hormiga, que recolecta en el exterior el alimento que almacena en su hormiguero, la razón (“el entendimiento”, como les gusta a los empiristas denominar a la razón) “construye” el conocimiento a partir de los datos que recolecta mediante la experiencia. B) Negación de la existencia de ideas innatas en la mente. La mente humana es inicialmente un recipiente vacío de contenido, algo así como una «tabula rasa», un «papel en blanco» en el que no hay nada escrito. Es a través de la experiencia (externa e interna) como, poco a poco, la mente se va llenando de ideas. Por utilizar la metáfora que usa Locke, la mente, antes del contacto con la experiencia, es «una habitación sin amueblar»; es gracias a la experiencia como el propietario (el sujeto) de dicha habitación (la mente) va adquiriendo los muebles (las ideas). C) La experiencia como criterio para establecer los límites del conocimiento humano. Para los filósofos empiristas nada podemos saber con certeza acerca de temas relacionados con «realidades» de las que no tenemos experiencia directa. Los límites del conocimiento humano son los límites que establece la experiencia. Desde esta perspectiva, los empiristas sostienen que es imposible que la Metafísica (rama de la filosofía que se ocupa de «realidades» que están más allá del plano físico observable, como el alma o Dios) pueda ser un saber riguroso, preciso y verdadero como lo son las ciencias experimentales, por ejemplo, la Física.
LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE Hume Y LA CRÍTICA DEL PRINCIPIO DE CAUSALIDAD 2.1. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO El propósito filosófico principal de David Hume es elaborar una «ciencia filosófica del hombre » que tenga el mismo grado de exactitud y rigor que el que tienen las ciencias naturales, en concreto la física newtoniana. Esta «ciencia filosófica del hombre» incluye cuatro disciplinas o ramas (Teoría del Conocimiento, Ética, Filosofía Política, y Estética), cada una con su propio objeto de estudio. La Teoría del Conocimiento aspira a ofrecer una explicación del proceso mental mediante el cual el hombre conoce la realidad y esta explicación debe centrarse en dos cosas: cuáles son los elementos del conocimiento humano, y qué tipos de «juicios» es capaz de elaborar la mente humana. 2.1.1. LOS ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO: LAS «PERCEPCIONES» Según Hume, el conocimiento se compone de una serie de elementos mentales que Hume denomina «percepciones». Las percepciones son de dos clases: impresiones e ideas. El criterio utilizado por Hume para hacer esta distinción es el grado de fuerza, intensidad y vivacidad que las percepciones tienen en la mente. A) LAS IMPRESIONES. Las impresiones son percepciones vivas, fuertes e intensas. Su origen es la experiencia, tanto externa (sensaciones producidas por los sentidos) como interna (vivencias interiores como sentimientos, operaciones mentales). Todas las sensaciones, emociones y pasiones que experimentamos en el momento en que las “sentimos” son impresiones. Por ejemplo, la visión del “color rojo” cuando tengo delante una cosa roja o la emoción de “alegría” que uno experimenta en el momento en el que alguien nos da una buena noticia, son impresiones. B) LAS IDEAS. Las ideas son percepciones tenues o débiles. El grado de vivacidad, fuerza o intensidad en la mente es menor que el de las impresiones. Su origen son las impresiones. De hecho, las ideas son algo así como las imágenes debilitadas, copias o huellas que dejan las impresiones en nuestra mente. Las ideas son el material básico que utiliza nuestra mente cuando piensa y razona. 2.1.2. «EL PRINCIPIO DE LA COPIA» Y «EL PRINCIPIO DE “LA ASOCIACIÓN DE LAS IDEAS» En relación con las «percepciones» Hume enuncia dos principios: el «principio de la copia», y los «principios de la asociación de las ideas» El «PRINCIPIO DE LA COPIA» afirma que todas las ideas que hay en la mente son «copias» derivadas de las impresiones y que, por tanto, las impresiones son siempre anteriores (prioridad temporal) a las ideas. Este «principio de la copia» implica dos cosas: la negación la existencia en la mente de ideas innatas, y las impresiones como criterio para establecer la veracidad de una idea. ➘ La negación de la existencia en la mente de ideas innatas. Los filósofos racionalistas consideraban que en la mente hay ideas innatas. Se trata de ideas formadas directamente por la mente sin recurrir a ningún dato de experiencia. Según Hume, para que en la mente haya una determinada idea es preciso experimentar previamente la impresión correspondiente, y el origen de las impresiones es siempre la experiencia, sea externa o interna. Por tanto, no tiene sentido hablar de la existencia de ideas innatas en nuestra mente. Ahora bien, esto no significa que no haya nada innato en la mente humana pues ciertas impresiones referidas a pasiones (como, por ejemplo, el resentimiento) son tendencias naturales e innatas de la naturaleza humana. ➘ Las impresiones como criterio para establecer la veracidad de una idea. Para saber si una determinada idea que se encuentra en nuestra mente es «verdadera» basta con buscar y encontrar la impresión que la ha originado, es decir, la impresión de la que se deriva esa idea. Si la búsqueda tiene éxito y logramos encontrar la impresión de la que deriva estaremos ante una idea verdadera (clara y distinta, en terminología cartesiana); si no es así, estaremos ante una idea falsa («una ficción», dice Hume, una idea oscura y confusa que diría Descartes), y en este caso lo mejor que podemos hacer es «echarla de nuestra mente» porque lo único que nos puede producir es confusión y engaño. • EL «PRINCIPIO DE ASOCIACIÓN AUTOMÁTICA DE LAS IDEAS» establece que la mente tiende a asociar de una manera automática ciertas ideas, de tal manera que la presencia de una trae consigo («evoca», dice Hume) la aparición de otra u otras ideas. La imaginación puede combinar unas ideas con otras a su antojo, es decir, de un modo caprichoso y arbitrario, y producir ideas ficticias, ficciones y construcciones fantásticas. Por ejemplo, la mente puede combinar la idea «caballo» con la idea «hombre» e inventa así la idea ficticia «centauro». Ahora bien, en la mente también pueden combinarse las distintas ideas de un modo automático, espontáneo y natural como si entre las ideas asociadas existiera una especie de «lazo secreto» que hace que la mente las conecte y una entre sí. Esta asociación natural y espontánea de las ideas está regulada, según Hume, por tres principios: semejanza; proximidad espacial y temporal (contigüidad), y causalidad (relación causa – efecto). ➘ El principio de la SEMEJANZA. Esta ley nos dice que una idea se asocia de manera natural y espontánea con aquella idea con la que presenta un parecido o semejanza (de una manera muy parecida a como un retrato se asocia con la persona representada en él). La existencia de esta ley de la semejanza explica también el que pensemos que objetos semejantes tengan propiedades, carácterísticas o capacidades similares. Por ejemplo, es la semejanza la que nos lleva a pensar que “todos los hombres son mortales” o que “todos los metales se dilatan con el calor”. ➘ El principio de la PROXIMIDAD O CONTIGÜIDAD ESPACIO-TEMPORAL. Esta ley nos dice que la mente tiende a asociar de manera natural y espontánea lo próximo en el espacio y en el tiempo. Por ejemplo: asociamos la tienda Decathlon con el supermercado Leclercq por estar muy próximos uno del otro (contigüidad espacial); suena el timbre a determinada hora y lo asociamos con el recreo por la proximidad temporal entre un hecho y otro (contigüidad temporal); el final de una canción de un cd evoca el comienzo de la canción siguiente (contigüidad temporal)… ➘ El principio de la CAUSALIDAD O RELACIÓN CAUSA-EFECTO. Esta ley nos dice que tras la observación de la existencia de una proximidad espacial entre dos hechos, de su sucesión en el tiempo y de la reiterada repetición de esas relaciones entre ambos hechos, se crea en nuestra mente la predisposición a evocar la idea del segundo (al que consideramos hecho – efecto) si está presente la idea del primero (al que consideramos hecho – causa). Por ejemplo, la idea de ir al dentista se asocia de manera automática con la idea de sentir dolor; la idea de tiempo nublado con la idea de lluvia; la presencia de humo con la existencia del fuego que lo ha producido…
El principio de causalidad es uno de los principios fundamentales de la filosofía y ciencia tradicionales y puede enunciarse de la siguiente manera:
EL PRINCIPIO DE CAUSALIDAD Dados dos hechos, A y B, A es causa de B cuando dado A se produce necesariamente B. Esto supone que dado A, y antes de que se produzca B, la mente es capaz de predecir con seguridad y certeza que B se va a producir.
Según la concepción tradicional de este principio, existe una relación y conexión necesaria entre dos hechos: el hecho causa y el hecho efecto. Que la relación o conexión entre los hechos es «necesaria» quiere decir que la presencia de la causa provoca inevitablemente el efecto. Por ejemplo, decimos que si ponemos un cazo de agua al fuego el «efecto necesario e inevitable» es que el agua se calentará. Hume pone el ejemplo del juego del billar. Vemos una bola de billar en movimiento que se acerca a otra bola de billar que está en reposo y choca con ella, y vemos, a continuación, que la bola de billar que estaba estática se pone en movimiento. En este ejemplo, hay dos hechos: un hecho o suceso al que consideramos hecho causa (impacto de la bola de billar en movimiento con la bola de billar en reposo) y un hecho efecto (puesta en movimiento de la segunda bola de billar). Decimos, incluso, que entre esos dos hechos existe una conexión necesaria, de tal manera que si se da el hecho causa «necesariamente» tendrá lugar el hecho efecto.
LOS PRINCIPIOS DE LA MORAL: EL EMOTIVISMO MORAL La teoría ética elaborada por Hume para ofrecer una explicación del fundamento de los códigos morales que utilizamos los seres humanos para valorar las acciones humanas como «buenas» o «malas» se denomina «emotivismo moral» y aparece expuesta en una obra titulada Investigación sobre los principios de la moral.
Inmanuel Kant nacíó en la ciudad prusiana de Königsberg (la actual ciudad rusa de Kaliningrado) en el año 1724. A la edad de 16 años inició en su ciudad natal los estudios universitarios de Teología, Filosofía, Física y Matemáticas. Después de licenciarse y trabajar durante un tiempo como profesor particular y como bibliotecario fue nombrado profesor de Filosofía de la Universidad de Königsberg. Murió en su ciudad natal en el año 1804. Entre las obras más importantes de Kant se encuentran tres obras que incluyen en su título la palabra «crítica»: Crítica de la Razón Pura; Crítica de la Razón Práctica, y Crítica del juicio. Otras obras son las tituladas Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?; Idea de una historia universal con propósito cosmopolita, y La paz perpetua. Kant es el representante más famoso en la cultura alemana del movimiento cultural ilustrado. Kant no solamente defendíó los ideales propios de este movimiento sino que, además, contribuyó a aclarar qué es la ilustración en un breve ensayo titulado Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración? Y publicado en 1784. En este escrito, Kant define la «ilustración» como «la salida del hombre de su minoría de edad». Por «minoría de edad» entiende Kant la incapacidad del hombre para hacer uso de la propia razón y pensar por sí mismo. Dicho de otra manera, «ser menor de edad» es dejarse guiar por las indicaciones de «otros» y permanecer en un estado de inmadurez y servidumbre mental. Kant también señala las causas de que el hombre sea un «menor de edad» (la pereza y la cobardía) y propone como lema y divisa de la ilustración la expresión latina Sapere aude: ¡Atrévete a pensar por ti mismo!
LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA: LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO Y LA POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA 2.1. LA TEORÍA KANTIANA DEL CONOCIMIENTO: EL IDEALISMO TRASCENDENTAL Una de las obras más importantes de Kant se titula Crítica de la Razón Pura (1781). En ella Kant explica su «teoría del conocimiento», es decir, explica el proceso cognoscitivo humano: cómo conocemos la realidad y cuáles son los límites del conocimiento humano. La teoría kantiana del conocimiento asume algunas afirmaciones básicas del Racionalismo (Descartes) y algunas afirmaciones del Empirismo (Hume). El Racionalismo sosténía que la razón humana, partiendo de sí misma, concretamente de las ideas innatas, puede elaborar un sistema filosófico que ofrezca una explicación cierta y segura de la realidad. El Empirismo, en cambio, sosténía la tesis de que la razón humana, en la que no hay ideas innatas, sólo puede «trabajar» a partir del material que proporciona la experiencia. En opinión de Kant, los empiristas y los racionalistas tienen razón… Pero sólo en parte. Según Kant, los empiristas tenían razón al afirmar que no hay conocimiento posible sin datos de la experiencia, pero, según él, los racionalistas no estaban completamente equivocados ya que en el conocimiento no todo es experiencia: el sujeto que conoce aporta «algo» que forma parte de su «equipaje mental innato» y que condiciona nuestra manera de conocer la realidad. Teniendo en cuenta esto, para Kant el conocimiento es una síntesis de dos cosas: datos de experiencia, y elementos mentales innatos no procedentes de la experiencia y que son aportados por el sujeto.
Con esta teoría acerca del conocimiento humano, Kant llevó a cabo una especie de «revolución copernicana» en el ámbito de la Gnoseología (rama filosófica que explica cómo es el proceso del conocimiento de la realidad). El astrónomo polaco Nícolás Copérnico «revoluciónó» la Astronomía al sostener que la Tierra no es el centro del Universo sino un planeta más que giraba en torno al Sol y al que consideraba el centro del universo. De la misma manera que Copérnico «revoluciónó» la Astronomía al cambiar el centro del universo (quitando la Tierra y poniendo el Sol en su lugar), Kant «revoluciónó» la Gnoseología al poner como «centro del proceso del conocimiento» al sujeto cognoscente ya que su «configuración mental» es fundamental para explicar cómo conocemos y hasta dónde podemos conocer. La concepción kantiana del conocimiento se denomina «Idealismo Trascendental». «Idealismo» porque el conocimiento sólo es posible gracias a las «ideas» o estructuras mentales (espacio y tiempo, categorías) aportadas por el sujeto, y «trascendental» porque estas ideas o estructuras mentales son «trascendentales», es decir, «independientes de la experiencia» en el sentido de que no proceden de ella (no han sido aprendidas) sino que forman parte de la estructura mental innata del sujeto cognoscente. 2.2. LAS FACULTADES COGNOSCITIVAS HUMANAS El proceso cognoscitivo humano (el proceso mediante el cual ser humano conoce la realidad existente) es un proceso que se desarrolla en tres fases o etapas: Primera Fase. La fase de la RECEPCIÓN de información de la realidad Segunda fase. La fase de la COMPRENSIÓN de la información de la realidad Tercera fase. La fase de la UNIFICACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN de la información de la realidad En cada una de estas fases interviene una facultad cognoscitiva diferente: Sensibilidad (Fase Primera), Entendimiento (Fase Segunda), y Razón (Fase Tercera). En las tres facultades intervienen «elementos trascendentales o a priori» (innatos) aportados por el sujeto cognoscente. En la fase de la Sensibilidad (fase primera), los elementos trascendentales son «el espacio» y «el tiempo». En la fase del Entendimiento (fase segunda), los elementos trascendentales son «las categorías», y en la fase de la Razón (fase tercera), los elementos a priori son «las ideas trascendentales».
• LA FASE DE LA RECEPCIÓN DE INFORMACIÓN DE LA REALIDAD. LA SENSIBILIDAD: EL ESPACIO Y EL TIEMPO. La «Sensibilidad» es la facultad que interviene en la primera fase del proceso cognoscitivo. En esta primera fase, el sujeto «recibe» información empírica de la realidad (sensaciones). Esta información es estructurada mediante los elementos trascendentales (formas a priori) de «el espacio» y «el tiempo». Es decir, todo lo que experimentamos (vemos, oímos…) lo situamos en un lugar («espacio») y en un momento («tiempo») porque es la «manera de percibir» que tenemos los seres humanos. Es decir, es imposible representarnos alguna cosa si no la situamos en un lugar y un momento concretos. Kant denomina «fenómenos» a las sensaciones estructuradas y ordenadas espacial y temporalmente. • LA FASE DE LA COMPRENSIÓN DE LA INFORMACIÓN DE LA REALIDAD. El ENTENDIMIENTO: LAS CATEGORÍAS. El «Entendimiento» es una facultad que permite al ser humano «comprender» los fenómenos (información empírica ordenada espaciotemporalmente). Esta comprensión la realiza el entendimiento a través de «conceptos». Los conceptos dotan de sentido y significado a la multitud de sensaciones y por eso son imprescindibles para poder comprender la realidad. El resultado de la aplicación de conceptos a los datos fenoménicos es el «el juicio». Es decir, la comprensión de los fenómenos se manifiesta en la formación de juicios. Por ejemplo, «la pared es blanca» es un juicio que elabora el entendimiento cuando aplica conceptos (“pared”, “blanco”) a la información empírica y refleja la comprensión por parte del entendimiento de los datos observados (que la pared que tengo delante de mí es de color blanco). Según Kant, hay dos tipos de conceptos: conceptos empíricos, y conceptos puros o categorías. A) Conceptos empíricos. Provienen de la experiencia en el sentido de que están hechos de «materia empírica»: después de observar y comparar diversos objetos se extraen las carácterísticas comunes y así es como se forman estos conceptos. Los conceptos de “pared”, “árbol”, “ser humano”, “casa”, “mesa”… Son conceptos empíricos. Estos conceptos nos permiten comprender las sensaciones que tenemos. Por ejemplo, miramos por la ventana y tenemos unos datos de experiencia (color, forma, tamaño) referidos a un objeto y comprendemos esos datos mediante la aplicación del concepto “árbol”.
b) Categorías o conceptos puros. No provienen de la experiencia (por eso Kant los llama «puros», es decir, no contaminados de información empírica) sino que forman parte de la estructura mental del ser humano y hacen posibles los juicios en los que se materializa nuestra comprensión de la realidad. Las categorías son conceptos vacíos de contenido y necesitan el material que aporta la sensibilidad («fenómenos») para «llenarse». Estas categorías son doce y entre ellas se encuentran las de «sustancia» y «causa».
• LA FASE DE LA UNIFICACIÓN Y FUNDAMENTACIÓN DE LA INFORMACIÓN DE LA REALIDAD. La RAZÓN: LAS IDEAS TRASCENDENTALES. La «Razón» es la facultad mediante la que el ser humano intenta «unificar», «globalizar» una pluralidad de fenómenos bajo un mismo fundamento. Para Kant, «razonar» es buscar los fundamentos últimos de todo lo que experimentamos y hacerse preguntas acerca de esos fundamentos. Por ejemplo, remitir las diversas vivencias psíquicas que experimentamos en nuestra vida (emociones, pensamientos) a un mismo «yo» es un buen ejemplo de esta tarea unificadora y globalizadora ya que se busca un único fundamento para una diversidad de fenómenos psíquicos: ese fundamento es «el yo», un alma personal que tiene esas vivencias.
Según Kant, la Razón intenta unificar una pluralidad de fenómenos bajo un mismo fundamento o principio y para ello dispone de unos elementos a priori que forman parte del equipaje mental innato del ser humano. Esos elementos a priori son las llamadas «ideas trascendentales»: la idea trascendental de «Alma» («Yo»), la idea trascendental de «Mundo», y la idea trascendental de «Dios». A) Idea trascendental de «Alma» o «Yo». Bajo esta idea la razón unifica todos los fenómenos mentales subjetivos (vivencias, pensamientos, emociones, etc.). La unificación tiene lugar cuando todos esos fenómenos mentales subjetivos se presentan como experiencias de un «alma», de un yo único e idéntico que sería su fundamento. B) Idea trascendental de «Mundo». Bajo esta idea la razón unifica todos los fenómenos objetivos (existencia de cosas con unas determinadas cualidades, sucesión de hechos en la realidad, etc.). La unificación tiene lugar cuando todos esos fenómenos objetivos se presentan como cosas y sucesos que pertenecen a un mundo externo a la mente pensante. C) Idea trascendental de «Dios». Bajo esta idea la razón unifica todos los fenómenos, tantos los objetivos (referidos al mundo externo) como los subjetivos (referidos a la realidad anímica del yo) suponiendo que todos tienen como causa última un ser supremo (“Dios”).
CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA: LA ÉTICA FORMAL KANTIANA La obra en la que Kant expone su teoría ética se titula Crítica de la Razón Práctica, publicada en 1788. Según Kant, además de un «uso teórico» («razón pura») orientado al conocimiento y comprensión de la realidad, la razón tiene también un «uso práctico» («razón práctica») ya que le permite al ser humano saber cómo tiene que obrar para que sus acciones sean correctas desde el punto de vista ético.
LA ÉTICA FORMAL KANTIANA La teoría ética kantiana es bastante novedosa respecto a las teorías éticas tradicionales. El propio Kant consideraba que la ética que él propone es una ética muy distinta de la mayoría de teorías éticas que habían elaborado los filósofos anteriores a él. La ética kantiana es una ética formal y presenta las siguientes carácterísticas: ● Es una ÉTICA FORMAL. Esto significa que no encontramos en ella «contenido» (recomendaciones, consejos prácticos acerca de qué hay que hacer para ser feliz o conseguir una vida buena); SÓLO ENCONTRAMOS UNA «FORMULA FORMAL» ACERCA DE CÓMO DEBEMOS ACTUAR: «Obra de tal manera que…». ● Es una ÉTICA RACIONAL. Esto significa que la «fórmula general» que hay que aplicar es elaborada por la RAZÓN HUMANA (los sentimientos, los deseos, se quedan fuera del ámbito de la moral). Kant rechaza el emotivismo moral de Hume (la «brújula moral» son los sentimientos que despiertan en nosotros las acciones) y retoma el enfoque racionalista moral de los filósofos antiguos (la razón es la guía moral del ser humano).
● Es una ética que defiende la AUTONOMÍA DEL INDIVIDUO como legislador moral. Esto significa que el ser humano es capaz de extraer de sí mismo (de su razón) la «fórmula moral» que le permite saber cómo actuar. Los mandamientos morales (las normas morales) no proceden ni de Dios (Kant rechaza el teísmo moral, es decir, rechaza la tesis de que Dios nos dicta nuestras obligaciones morales) ni de la tradición (lo que han aconsejado hacer los sabios del pasado) ni de los gobernantes. Según Kant, los mandamientos morales proceden del propio sujeto ya que se basan en una «fórmula moral» que el individuo extrae de su propia razón. En este sentido, frente a la «heteronomía moral» propia de las religiones y de otras teorías éticas (las leyes morales son impuestas «desde fuera» por otras instancias que no son «yo mismo»: Dios, la sociedad, las tenencias naturales humanas como la búsqueda del placer…), la ética kantiana defiende la autonomía moral del ser humano: la ley moral emana del sujeto mismo, es el sujeto mismo quien se «autogobierna» moralmente. ● Es una ética CATEGÓRICA. Esto significa que las leyes o mandamientos morales (Kant los llama «imperativos») han de ser «categóricos», lo que significa que tienen una validez incondicional (en todo momento, lugar y circunstancia). Los «imperativos» son los mandatos morales que prescriben cómo debemos comportarnos. Kant establece una distinción entre dos tipos de imperativos: imperativos hipotéticos e imperativos categóricos. A) Imperativos hipotéticos. Son aquellos mandatos que prescriben y ordenan realizar una acción porque dicha acción se considera necesaria para conseguir algún propósito relacionado con nuestro deseo natural de bienestar y felicidad particular. Los imperativos hipotéticos tienen una validez condicional ya que el valor de la acción que prescriben y ordenan tiene «valor» en cuanto que nos acercan a un objetivo fijado de antemano. Un buen ejemplo de imperativo hipotético lo encontramos en este consejo dado por el filósofo griego Epicuro: «Si quieres ser feliz no debes participar en política». Otro ejemplo de imperativo hipotético sería el siguiente imperativo de la ética estoica: «Domina tus pasiones si quieres tener una vida tranquila». B) Imperativos categóricos. Son aquellos mandatos que prescriben y ordenan realizar una acción de forma incondicionada, es decir, son mandatos que ordenan hacer algo porque la razón descubre la bondad de esa acción, independientemente de lo que con ella se pueda conseguir o de las circunstancias en las que se encuentra el sujeto. Un ejemplo de imperativo categórico serían los mandatos «No debes robar»; «No debes matar»; «Hay que decir la verdad»… La base de la formulación de estos imperativos categóricos es una «fórmula general categórica» que la razón extrae de sí misma y que puede ser aplicada en cada circunstancia en la que el individuo se plantea cómo debe actuar. Esta «fórmula general categórica» tiene varias formulaciones pero destacan dos: ➘ La primera formulación: «Obra siempre de tal manera que puedas querer que la regla de tu acción sea ley universal válida para todos los hombres». Es decir, «Obra de tal manera que lo que quieras para ti lo quieras también para los demás seres humanos», o lo que viene a ser lo mismo, «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti». Lo importante de esta primera formulación es la exigencia de «universalidad» propia de una moral racional («si una acción no es correcta para todos los seres humanos no es correcta para nadie»). ➘ La segunda formulación: «Obra siempre de tal manera que trates a los demás seres humanos como fines en sí mismos y nunca como medios para conseguir algún fin”». Esta fórmula del imperativo categórico expresa con gran claridad «la dignidad del ser humano»: el ser humano nunca pude ser utilizado como un instrumento o medio para conseguir objetivos, por muy importantes y valiosos que nos parezcan. «Instrumentalizar al ser humano» es privarle de su dignidad como persona.
Karl Marx nacíó en Tréveris (Alemania) en 1818. Estudió la carrera de Derecho. Finalizados sus estudios universitarios empezó a trabajar en el año 1842 como redactor del periódico La Gaceta del Rhin. En este diario escribíó artículos en los cuales hacía una denuncia de la penosa situación social y laboral de los trabajadores asalariados. En 1843 se marcha a París y entra en contacto con corrientes de pensamiento socialistas, comunistas y anarquistas. En París conoce a quien sería su gran amigo, colaborador y coautor de algunas de sus obras, el filósofo y revolucionario alemán Friedrich Engels (1820 – 1895).Después de ser expulsado en repetidas ocasiones de diferentes ciudades (París, Bruselas), se traslada en 1850 a Londres donde se establece de manera definitiva, y donde muere en el año 1883. Entre las obras más importantes de Marx destacan los siguientes títulos: Manuscritos de Economía y Filosofía; La ideología alemana; Manifiesto Comunista, y El capital.
EL CONTEXTO HISTÓRICO Y FILOSÓFICO DE Karl Marx Karl Marx es una de las figuras claves de la historia europea del Siglo XIX. Su pensamiento está directamente relacionado con dos acontecimientos de tipo económico, político y social de gran importancia: la consolidación de la Revolución Industrial, y el desarrollo del Movimiento Obrero. ➘La consolidación de la Revolución Industrial. En el Siglo XIX se extiende por la Europa continental la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra a mediados del Siglo XVIII y que supuso una transformación profunda y radical en el proceso técnico de producción de los bienes de consumo: el sistema técnico de producción artesanal fue sustituido por el sistema técnico de producción fabril. Desde el punto de vista económico este cambio radical en la actividad productiva trajo consigo un aumento de la producción. Desde el punto de vista social, la consecuencia más importante fue la aparición de una clase social nueva, el proletariado, formada por los obreros asalariados que trabajan en las fábricas. ➘ El Movimiento Obrero. La lamentable situación laboral y las miserables condiciones de vida de los trabajadores asalariados fueron el detonante del surgimiento de organizaciones obreras, entre ellas los sindicatos. El objetivo principal de estas organizaciones fue defender los intereses de la clase trabajadora. Es necesario destacar que Karl Marx tuvo un papel destacado dentro de este Movimiento Obrero. Marx es el autor, junto con F. Engels, del Manifiesto Comunista (1848), el panfleto revolucionario más importante de todo el Movimiento Obrero del Siglo XIX. Además fue uno de los fundadores de la Primera Internacional Obrera (Londres, 1864), la primera gran organización que trató de unir a los trabajadores de los diferentes países. El contexto filosóficoen el que se desarrolla el pensamiento marxista está marcado por la influencia ejercida por el filósofo alemán G.W.F. Hegel (1770 – 1831). El pensamiento hegeliano dominó el ambiente intelectual alemán en el primer cuarto del Siglo XIX. Hegel pensaba que la dinámica de la realidad y de la historia de la humanidad demuestra la existencia de una «fuerza espiritual» que preside ambas (la realidad y la historia).Tras la muerte de Hegel, aparecieron dos tendencias filosóficas: la derecha y la izquierda hegeliana. La llamada «derecha hegeliana» la formaron pensadores que se declararon continuadores fieles del pensamiento hegeliano. La «izquierda hegeliana», en cambio, fue una corriente de pensamiento que cuestionaba y criticaba el idealismo hegeliano. Entre los miembros más destacados de la izquierda hegeliana se encuentra un filósofo con el que Marx va a sintonizar en muchas cosas: Ludwing Feuerbach. Tanto Marx como Feuerbach rechazan el idealismo hegeliano y defienden una concepción materialista del mundo y del hombre.
TEORÍA DE LA HISTORIA: EL MATERIALISMO HISTÓRICO La filosofía de Karl Marx es una «filosofía materialista». El «Materialismo» es una teoría filosófica que ha tenido diferentes versiones en la Historia del Pensamiento Occidental y que defiende como tesis principal el afirmar que en la realidad sólo existe «lo corpóreo» (la materia) y que lo que ocurre en la realidad puede explicarse sin necesidad de recurrir a ningún ser divino o espiritual. La «originalidad» de Marx como filósofo materialista radica en aplicar «los principios materialistas» no sólo a la naturaleza (el universo) sino también a la Historia de la Humanidad. Es así como Marx formula su teoría de «El Materialismo Histórico», teoría según la cual los cambios sociales, políticos e ideológicos que se producen a lo largo de la historia no se explican por la existencia de una «fuerza espiritual y divina» que los dirige (esto es lo que pensaría Hegel) sino que se explican a partir de los cambios que se dan en «la base material de la sociedad», es decir, a partir de los cambios que se dan en la manera como los seres humanos producen los bienes de consumo, o lo que es lo mismo, en la organización de la actividad económica.
tesis fundamentales del materialismo histórico de Marx son las siguientes: a) EL HOMBRE SE RELACIONA CON OTROS HOMBRES PARA «PRODUCIR» LOS BIENES QUE SATISFACEN SUS NECESIDADES. Para Marx, el Hombre es un ser vivo que tiene unas necesidades básicas materiales (comida, vestido, vivienda…) cuya satisfacción es imprescindible para poder sobrevivir. El hombre satisface estas necesidades desarrollando una «actividad práctica» consistente en transformar la realidad mediante «el trabajo» para «producir» los bienes necesarios. A esta acción mediante la que el ser humano, a través de su trabajo, transforma la realidad y obtiene los bienes que necesita para sobrevivir Marx la llama «praxis». En la actividad productiva («praxis») el individuo establece relaciones sociales con otros individuos. De ahí que Marx hable de «producción social de la vida»: el hombre se relaciona con otros hombres para producir aquellas cosas que permiten satisfacer sus necesidades vitales (comida, vivienda, vestido, etc.). B) LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD ES UNA SUCESIÓN PROGRESIVA DE ÉPOCAS A LAS QUE Marx LLAMA «SOCIEDADES», «FORMACIONES SOCIALES». Según Marx, la Historia de la Humanidad puede dividirse en etapas y épocas a las que él llama «sociedades», «formaciones sociales». Estas formaciones sociales son la «formación social asíática» (civilizaciones egipcia y mesopotámica), la «formación social antigua» (civilizaciones griega y romana), la «formación social feudal» (Edad Media), y la «formación social burguesa» (Edad Moderna y Contemporánea). Cuando entre en crisis la sociedad burguesa y acabe desapareciendo «vendrá» una nueva etapa: la «formación social comunista». La llegada de esta nueva sociedad comunista representa el punto y final de la sucesión progresiva de épocas. C) LA CarácterÍSTICA PRINCIPAL QUE DEFINE A CADA ÉPOCA HISTÓRICA ES EL «MODO DE PRODUCCIÓN DE LA VIDA MATERIAL». En opinión de Marx, lo que caracteriza y distingue a cada época histórica es la manera o forma peculiar de organización de la actividad productiva. A esta manera de organizar la actividad productiva es a lo que Marx llama «modo de producción de la vida material». Dentro de cualquier modo de producción de la vida material se pueden diferenciar dos elementos: las «fuerzas productivas humanas y materiales», y las «relaciones sociales de producción». ● Las «FUERZAS PRODUCTIVAS HUMANAS Y MATERIALES» son las personas que participan en la producción y distribución de los bienes (trabajadores directos, empresarios, intermediarios…), las actividades económicas desarrolladas (la agricultura, el comercio, la artesanía,…) y los medios de producción (materias primas, fuentes de energía, herramientas, máquinas, instalaciones…). ● Las «RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN» son las relaciones y vínculos laborales que se establecen entre los diferentes hombres que participan, de una u otra manera, en el proceso de producción, distribución y reparto de los bienes materiales producidos. La clave de cómo son las relaciones productivas en un modo de producción determinado se encuentra en cómo está organizada y reconocida jurídicamente la propiedad de los medios materiales de producción. Por eso dice Marx que las relaciones de producción son «RELACIONES DE PROPIEDAD». Dependiendo de quiénes son los propietarios de los medios de producción puede hablarse de «relaciones de explotación y de dominación» (si existe la propiedad privada de los medios de producción) o «relaciones sociales de colaboración recíproca» (si no existe propiedad privada de los medios de producción, en cuyo caso ningún sector de la sociedad vive de la explotación de otro).
En las «sociedades clasistas», es decir, en las sociedades divididas en clases sociales (la clase explotadora y la clase explotada), las relaciones de producción son relaciones de explotación y dominación. Estas relaciones son relaciones antagónicas entre clases sociales opuestas: la clase social dominante o explotadora (propietarios de los medios de producción), y la clase social dominada o explotada (productores que participan en el proceso de producción mediante su «fuerza de trabajo»). A este antagonismo social es a lo que Marx llamó «lucha de clases».
d) LA TRANSICIÓN DE UNA ÉPOCA HISTÓRICA A LA SIGUIENTE SE EXPLICA POR UN CAMBIO EN EL MODO DE PRODUCCIÓN. Según Marx, el fin de una época histórica y el comienzo de una nueva época tiene su explicación en el hecho de que el modo de producción vigente entra en crisis. Esta crisis se produce porque tiene lugar un desajuste (una «contradicción», dice Marx) entre los dos elementos componentes del modo de producción: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Este desajuste («las contradicciones de la vida material» en terminología de Marx) comienza a producirse cuando las relaciones de producción vigentes y las instituciones jurídicas (leyes) y políticas (gobiernos) que las legitiman son una traba y un obstáculo para el desarrollo de nuevas fuerzas productivas. Según Marx, las fuerzas productivas están continuamente desarrollándose dentro del sistema de relaciones de producción existente. Pero llega un momento en el que las relaciones de producción vigentes impiden, obstaculizan y limitan el desarrollo de las fuerzas productivas que se estaban creando. Esto desemboca en un periodo de «revolución social» que acabará por «dinamitar» y «hacer saltar por los aires» el modo de producción vigente sustituyéndolo por otro nuevo con unas relaciones de producción más acordes con el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas.
e) EL COMIENZO Y FIN DE LA HISTORIA: LA LLEGADA DE LA SOCIEDAD COMUNISTA. Para Marx, el devenir temporal de la Humanidad es una serie evolutiva de «épocas de progreso». «El punto y final» de esta serie evolutiva es la desaparición de la sociedad burguesa y del modo de producción capitalista y la llegada de la sociedad comunista con un modo de producción sin antagonismo social, sin clases sociales opuestas. Dentro de esta serie evolutiva y progresiva de épocas Marx hace una distinción entre dos grandes etapas: la etapa prehistórica (la «prehistoria», dice Marx), y la etapa histórica (la «historia»). ➘ La «prehistoria» de la humanidad es una sucesión de diferentes «épocas de progreso» caracterizadas cada una de ellas por un determinado modo de producción: el modo de producción asíático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Estos cuatro modos de producción son «formas antagónicas del proceso social de producción» en el sentido de que hay un antagonismo conflictivo entre clases sociales (señores y esclavos, nobles y siervos, burgueses y proletarios). La última de estas formas antagónicas es el modo de producción capitalista, concretamente las relaciones burguesas de producción entre burguésía y proletariado, y, por tanto, con él se cierra la «prehistoria» de la sociedad humana.
➘ El comienzo de «la historia» de la humanidad se producirá en el momento en que las propias «contradicciones» (desajustes, desequilibrios) del modo de producción burgués-capitalista traigan consigo una revolución social que desemboque en la desaparición de dicho modo de producción y en su sustitución por un nuevo modo de producción en el que el antagonismo entre clases sociales ya no existe; ese nuevo (y último) modo de producción es el modo de producción comunista.
TEORÍA DE LA SOCIEDAD: ESTRUCTURA ECONÓMICA Y SUPERESTRUCTURA Según Marx, en cualquier época histórica (la esclavista, la feudal, la burguesa…) se puede establecer una distinción entre dos elementos: la estructura económica o infraestructura, y la estructura jurídica, política e ideológica o superestructura. ➘ La ESTRUCTURA ECONÓMICA O INFRAESTRUCTURA es el modo de producción de la vida material vigente en una época o sociedad (la manera como está organizada la actividad productiva), concretamente las relaciones de producción vigentes. ➘ La SUPERESTRUCTURA incluye el conjunto de concepciones políticas, morales, jurídicas y filosóficas propias de una época. Dentro de este «conjunto superestructural» se distinguen dos «elementos»: el «elemento jurídico y político» (superestructura jurídica y política), y el «elemento ideológico» («formas de conciencia social» o superestructura ideológica). ● La superestructura jurídica y política. Se refiere a las leyes (el Derecho) y a las instituciones políticas vigentes en un momento dado. ● Las «formas de conciencia social» o superestructura ideológica y espiritual. Hace referencia a las ideas (filosóficas, artísticas), creencias religiosas y costumbres vigentes en una época o sociedad histórica determinada. Este conjunto de ideas y creencias que Marx denomina «ideología dominante» sirve para legitimar la situación vigente y «ocultar» (justificar) la explotación económica existente. En opinión de Marx, la clase dominante no sólo dispone de los medios de producción, sino también de los medios de creación, control y difusión de «la cultura», por lo que las ideas dominantes en una época histórica serán las ideas que la clase económica dominante quiera que dominen. Teniendo en cuenta esto, es lógico pensar que la «ideología triunfante» estará al servicio de los intereses de «los poderosos en términos económicos» y a reforzar su situación. Es decir, en toda época histórica «la cultura triunfante está al servicio del sistema económico vigente».
Marx piensa que entre la infraestructura y la superestructura de cada época existe una relación de «condicionamiento». Dicha relación consiste en que la estructura económica de la sociedad o infraestructura «condiciona» la superestructura y explica el tipo de leyes, instituciones políticas y formas de conciencia social que están vigentes en un momento dado. La existencia de esta relación de condicionamiento hace que la superestructura sea «un reflejo» de la organización económica vigente y explica el hecho de que, al producirse un cambio en la estructura económica y aparecer un nuevo modo de producción, se produzca un cambio, más o menos rápido, de toda la superestructura vigente y la aparición de una nueva superestructura jurídica, política e ideológica.
LA ALIENACIÓN SOCIAL. El trabajador se ve a sí mismo y ve a los demás hombres no como miembros pertenecientes a la especie humana sino como miembros pertenecientes a clases sociales antagónicas y opuestas. Esto significa que el trabajador se ve a sí mismo antes que como «ser humano» se ve como «un explotado laboralmente» y miembro de una clase social enfrentada a la clase social explotadora («los otros»). ➘LA ALIENACIÓN JURÍDICA Y POLÍTICA. El trabajador concibe las leyes y las instituciones políticas como «algo ajeno y extraño» que no representa los intereses generales de la sociedad sino sólo los intereses de la clase explotadora y dominante. Por ejemplo, el proletariado considera que las leyes que son aprobadas en los parlamentos «favorecen» a quienes tienen el poderío económico, es decir, a la burguésía. ➘ LA ALIENACIÓN RELIGIOSA. La alienación religiosa consiste en el hecho de «inventar la religión» como consuelo espiritual ante una situación de miseria e injusticia. Según Marx, la «miseria económica» que padecen los miembros de la clase social dominada y oprimida propicia la invención de «un mundo imaginario y celestial» que les sirve de consuelo espiritual. En este sentido, «la religión es el opio del pueblo» ya que es como un calmante, un narcótico, una droga que adormece a aquellas personas que sufren la miseria económica. Además, al «adormecer al pueblo» y consolarlo de sus pesares y sufrimientos, la religión disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la realidad socioeconómica y destruir la auténtica causa de esos sufrimientos: la explotación económica de unos hombres por otros. Es decir, «la promesa celestial de un más allá mejor» disminuye las ansias de transformación social y hace aceptables y soportables situaciones de injusticia social en «el más acá».
Friedrich W. Nietzsche nacíó en Röcken (Alemania) en 1844. Después de realizar sus estudios primarios y secundarios, ingresa en el año 1864 en la Universidad de Bonn para estudiar Teología y Filología Clásica, su verdadera pasión intelectual. Durante estos años trabó una profunda amistad con el músico Richard Wagner. Tras acabar sus estudios universitarios ingresa como profesor de Griego en la Universidad de Basilea (Suiza). En este puesto permanecíó diez años, concretamente hasta el año 1879, año en que debe abandonar su tarea profesional debido a una enfermedad que le ocasiona fuertes y continuos dolores de cabeza y de ojos. A partir de este momento, comienza para él una existencia de «paseante sin paradero fijo», alternando las alturas de los valles alpinos en verano con las zonas cálidas de Italia y Sur de Francia en invierno. Es, a pesar de la enfermedad, el periodo de mayor fecundidad intelectual y literaria. A partir del año 1889 se agudizan los síntomas de locura y comienza a decaer su actividad intelectual. Muere en Weimar (Alemania) en el año 1900. La lista de obras más importantes de Nietzsche incluye los siguientes títulos: El nacimiento de la tragedia; Sobre la verdad y mentira en sentido extramoral; Humano, demasiado humano; Aurora; La genealogía de la moral; Más allá del bien y del mal; El crepúsculo de los ídolos; El Anticristo; Ecce Homo, y Así habló Zaratustra.
El contexto filosófico (y científico) de la segunda mitad del Siglo XIX en el que se desarrolla el pensamiento de Nietzche está marcado, fundamentalmente, por tres acontecimientos: • El triunfo de la «mentalidad positivista». El «positivismo» es una corriente filosófica de «tinte empirista» que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, es decir, el conocimiento elaborado a partir de hechos reales verificados por la experiencia. El filósofo positivista más importarte del Siglo XIX es el pensador francés Augusto Comte (1798 – 1857). Nietzsche reacciónó frente al positivismo cuestionando el supuesto «objetivismo» de la ciencia. • La difusión de las ideas evolucionistas. El evolucionismo es una teoría científica que sostiene que las distintas especies de seres vivos, entre ellas la especie humana, surgen a partir de las modificaciones y cambios anatómicos graduales que experimentan seres vivos de otras especies precedentes. La formulación de la teoría evolucionista constituye la «gran revolución científica del Siglo XIX» ya que supuso un cambio radical en la concepción del origen de los seres vivos, y más concretamente, del ser humano. El científico evolucionista más importante del Siglo XIX fue Charles Darwin (1809 – 1882). Nietzsche también piensa sobre «la vida» y algunas de sus reflexiones recuerdan bastante a las afirmaciones hechas por los «naturalistas» (entre ellos Darwin): la vida es “instinto de supervivencia”, “fuerza creadora”, “superación”, etc. • La influencia del «pesimismo vital» de Arthur Schopenhauer. El filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788 – 1860), autor de la obra El mundo como voluntad y representación, ejercíó en Nietzsche una gran influencia. Fue la lectura de esta obra de Schopenhauer lo que despertó en Nietzsche su faceta de «filósofo». Según Schopenhauer, todo lo que acontece en el universo obedece a los impulsos de una fuerza ciega e irracional llamada «voluntad» y que en el caso del hombre se manifiesta a través de nuestra capacidad de «desear». El resultado es «un juego trágico» y una existencia humana que, como un péndulo, oscila entre la insatisfacción permanente y el aburrimiento. «Toda vida humana avanza fluyendo entre el deseo y la satisfacción del mismo. El deseo es, por su propia naturaleza, dolor; la satisfacción engendra rápidamente el hastío; conquistar algo empaña su atractivo; deseo y necesidad se restituyen bajo una nueva apariencia; de no ser así, sobrevienen la monotonía, el vacío, el aburrimiento», dice Schopenhauer.
CRÍTICA A LA CULTURA OCCIDENTAL Nietzsche lleva a cabo en varias de sus obras una crítica destructiva de la cultura occidental. Según él, la cultura occidental («la que arranca de Sócrates y de Platón») es una «cultura enferma». Esta faceta crítica del pensamiento nietzscheano fue denominada por él mismo «la filosofía del martillo» (por lo que tiene esta herramienta de utensilio destructivo). Nietzsche hace una crítica de los siguientes «ingredientes» de la cultura occidental: La metafísica de la filosofía occidental; La ciencia; La religión cristiana, y La moral tradicional basada fundamentalmente en los valores de la igualdad y de la solidaridad.
LA CRÍTICA NIETZSCHEANA DE LA METAFÍSICA OCCIDENTAL Nietzsche hace una crítica de la metafísica (teoría filosófica sobre la realidad) que ha triunfado en Occidente. En opinión de Nietzsche, los filósofos occidentales «desde Sócrates en adelante» que han hablado de la realidad han cometido «grandes y graves errores». En buena medida, estos «errores filosóficos» se deben a Platón y han sido consolidados y repetidos por la mayoría de los filósofos siguientes. Esta crítica aparece en varias obras nietzscheanas pero su virulencia y dureza se muestra con mayor claridad en la obra titulada El crepúsculo de los ídolos. Según Nietzsche, la metafísica platónica (y las posteriores versiones occidentales) ha establecido una distinción tanto en la realidad como en el conocimiento. Platón dividíó la realidad en «dos mundos» (el sensible y el inteligible o racional), cada uno de ellos compuestos de entidades diferentes en carácterísticas (“el mundo de los sentidos”, de cosas físicas singulares, temporales y cambiantes; “el mundo de la razón”, de ideas y esencias inmateriales, universales, eternas y permanentes) y consideró uno de esos mundos (el mundo de las Ideas racionales) como “el mundo verdadero” mientras que desprestigió e infravaloró el mundo, “para nosotros más cercano”, de las cosas cambiantes señalando que es un mundo imperfecto que imita y copia el mundo de las ideas racionales. Para Nietzsche, la realidad cambiante que nos muestran los sentidos queda hipotecada a una realidad permanente que «inventa» la razón y que «a los ojos de los filósofos occidentales» se muestra como la realidad verdadera cuando no es más que una «construcción racional». Esta crítica de Nietzsche a las tesis platónicas se hace extensiva a todos los filósofos posteriores de la cultura occidental pues, en su opinión, han asumido y consolidado «las mentiras de Platón».
CRÍTICA NIETZSCHEANA DE LA CIENCIA Nietzsche hace también una crítica de la ciencia, concretamente de dos de sus postulados fundamentales: la objetividad del conocimiento científico, y la existencia de leyes naturales que rigen el curso de los fenómenos del universo. • Crítica de “la objetividad” del conocimiento científico. Un conocimiento es objetivo cuando no está influenciado por intereses o motivaciones del sujeto, es decir, cuando describe las cosas sin añadirles nada que no les pertenezca realmente. La ciencia «presume» de que su conocimiento de la realidad es «objetivo». Nietzsche cuestiona esta «presunción» y defiende una teoría denominada «perspectivismo», cuya tesis principal es que todo conocimiento se logra siempre «desde un determinado punto de vista»: las carácterísticas del sujeto que conoce (psicológicas, sociales, físicas…) hacen que todo conocimiento se lleve a cabo «desde una determinada perspectiva personal». Todo conocimiento es una simple interpretación subjetiva ya que depende de la «perspectiva vital» en la que se encuentra el individuo. Un ejemplo que utiliza Nietzsche para cuestionar la objetividad del conocimiento humano lo encontramos en la obra Sobre verdad y mentira en sentido extramoral: decimos con pretensiones de objetividad que «la piedra es dura»; atribuimos a la piedra una propiedad, «la dureza», pero esa propiedad no es más que «la impresión» que produce en nosotros el contacto con ella; un ser humano con una fuerza descomunal no diría que la piedra es dura. • Crítica de la existencia de leyes naturales. La ciencia presupone la existencia de leyes naturales que rigen los fenómenos, por ejemplo, las leyes que regulan las órbitas planetarias del sistema solar. En opinión de Nietzsche, esas leyes naturales de las que hablan los científicos no son más “invenciones humanas” y añade que si creemos en las leyes naturales es porque «nos interesa» creerlo: «el orden» de la realidad (el funcionamiento de la realidad según leyes) es «una creencia»; nosotros creemos en ese orden para hacer más soportable la existencia, para sentirnos más cómodos ante una realidad hostil.
CRÍTICA NIETZSCHEANA DE LA RELIGIÓN CRISTIANA La crítica nietzscheana a la religión cristiana aparece en varias obras pero sobre todo en la titulada El Anticristo. Para Nietzsche, todas las religiones han nacido de los miedos y de las angustias de los hombres, o lo que es lo mismo, de «un sentimiento de debilidad e impotencia». Los fundadores de religiones (Buda, Cristo) y también los sacerdotes han explotado este sentimiento de debilidad e impotencia y han inventado la necesidad de «un Dios redentor y salvador» que libere al hombre de esa situación angustiosa. Nietzsche dirige sus ataques más furibundos hacia el cristianismo, pues la religión cristiana es uno de los ingredientes esenciales de la cultura occidental. Estos ataques son tan duros y virulentos que en El Anticristo se atreve a decir que «el cristianismo ha sido, y es aún hoy, la más grande desgracia cultural de la Humanidad». Nietzche critica, fundamentalmente, dos aspectos esenciales del cristianismo: la «metafísica cristiana» (la teoría cristiana sobre «las dos realidades»: la terrenal y la celestial), y la «moral cristiana» (los valores cristianos). ● Crítica de la «metafísica cristiana». Para Nietzsche, la concepción del mundo propia del cristianismo es la misma que la de Platón. El cristianismo presenta, al igual que la filosofía platónica, una división en la realidad: por un lado, un mundo verdadero, eterno, inmutable, el mundo del espíritu… («el mundo celestial»), y por otro, el mundo aparente, cambiante, imperfecto, el mundo de lo corporal… («el mundo terrenal»). En opinión de Nietzsche, el cristianismo traduce la filosofía platónica en términos comprensibles para todo el mundo (de ahí que afirme que «el cristianismo es platonismo para el pueblo»), y por esta razón, las críticas al platonismo valen también para el cristianismo. ● Crítica de la «moral cristiana». Según Nietzsche, con el cristianismo triunfa una moral que reivindica valores propios de lo que él llama «moral de los débiles»: la humildad, el sometimiento, la obediencia, la humildad, el sacrificio, la compasión… El cristianismo, según Nietzsche, ha supuesto el final del apogeo de los valores señoriales y aristocráticos del mundo antiguo (Grecia y Roma) y ha colocado en su lugar una moral con valores que destacan los valores propios de «los débiles y del rebaño», y le ha buscado a estos valores un origen y fundamento divino y trascendente presuponiendo que Dios ha sido quien ha establecido y difundido entre los hombres estos valores.
CRÍTICA NIETZSCHEANA DE LA MORAL TRADICIONAL La crítica nietzscheana de la moral tradicional aparece, fundamentalmente, en dos obras: Más allá del bien y del mal, y La genealogía de la moral. En estas obras Nietzsche pretende demostrar que el triunfo y consolidación de los valores propios de la moral tradicional occidental (los valores de la igualdad, la solidaridad, la humildad, la clemencia, la generosidad, etc.) y que determinan la calificación del comportamiento humano como “bueno” (si se ajusta a esos valores) o como “malo” (si no se ajusta a esos valores) representa el triunfo de «los valores de los débiles», y, en este sentido, representa «el triunfo de la mediocridad».
LA MORAL EN Nietzsche: LA TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES Y EL ANUNCIO DEL SUPERHOMBRE Uno de los apartados principales de la filosofía nietzscheana es el análisis de la moral. El método que va a seguir Nietzsche para llevar a cabo esta tarea es «el método genealógico». Este método consiste en rastrear el origen y evolución histórica del significado de los conceptos y términos morales básicos (“bueno”, “malo”). La aplicación de este método permite a Nietzsche conseguir dos cosas: ● «Desenmascarar» los valores morales y descubrir «los instintos básicos» que subyacen en ellos. Nietzsche señala que los valores morales no tienen una existencia objetiva, independiente de los seres humanos; los valores los crean las personas, son proyecciones subjetivas de las pasiones e intereses humanos, son valores «humanos, demasiado humanos». ● Descubrir que en la evolución de los valores morales ha tenido lugar una «transmutación de los valores morales» (una inversión en el significado de los conceptos morales). Nietzsche también señala que un nueva «transmutación moral» tendrá lugar y que ésta vendrá de la mano del «superhombre». 3.1. MORAL DE LOS SEÑORES Y MORAL DE LOS ESCLAVOS: LA PRIMERA TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES (“REBELIÓN DE LOS ESCLAVOS”) Nietzsche establece una distinción entre dos clases de moral, cada una caracterizada por la defensa de un determinado tipo de valores: «moral de los señores», y «moral de los esclavos».
• «MORAL DE LOS SEÑORES» O «MORAL ARISTOCRÁTICA». Los valores propios de esta moral son los valores que afirman «la vida» (valores vitales): la fuerza, el placer, la superación, el riesgo, el orgullo… Es una «moral jerárquica» ya que defiende el mantenimiento de «la diferencia y distancia» entre «unos» hombres (los señores, los superiores) y «los otros» (los débiles, los inferiores, los esclavos). • «MORAL DE LOS ESCLAVOS» O «MORAL DEL REBAÑO». También la llama «moral del hombre vulgar», «moral de los débiles», «moral del miedo». Los valores propios de esta moral son «la igualdad», «la benevolencia», «la solidaridad», «la compasión», «la fraternidad», «la obediencia», «la sumisión», «la humildad»… Es una «moral antijerárquica» ya que hace una defensa de «la nivelación y la igualdad» (dice Nietzsche que «sólo los mediocres defienden la igualdad»). Es, también, una «moral del miedo». Según Nietzsche, «el miedo» es el factor desencadenante de «la moral de los esclavos» pues ésta se funda en «el temor al peligro» y tiene como fin la conservación colectiva del rebaño. Por eso, para «los esclavos y los débiles» es «bueno» lo que garantiza la supervivencia del rebaño (la igualdad, la solidaridad, el altruismo…), y es «malo» aquello que es peligroso para la subsistencia y pervivencia del «rebaño». Como dice Nietzsche, «oculto bajo la defensa del amor al prójimo se esconde el temor y miedo al prójimo». Según Nietzsche, en los orígenes de la cultura occidental (Grecia y Roma) los valores triunfantes fueron los valores propios de la moral de «los señores». Sin embargo, en el transcurso del tiempo ha habido un continuo ascenso de los valores de «los esclavos». De hecho, la moral occidental, la moral triunfante y vigente en Europa, es la moral del rebaño, la moral de los esclavos, la moral de los débiles. La decadencia de los valores señoriales y el triunfo de los valores de los débiles se produjo con lo que Nietzsche llama «rebelión de los esclavos». Dicha «rebelión» consistíó en una inversión del significado de las palabras “bueno” y “malo” («transmutación de los valores»). Según Nietzsche, fueron «los judíos» los que iniciaron esta “rebelión de los esclavos”. Esta labor fue continuada por los cristianos. Esta «rebelión de los esclavos» es producto del odio, de la venganza, del resentimiento, del rencor de “los débiles” respecto de “los señores”. “El débil” trata, para su propia supervivencia, de vencer al “señor” y lo hace mediante una artimaña intelectual: asociar el significado de la palabra “bueno” con los valores que defiende (igualdad, solidaridad, humildad, compasión…) y el de la palabra “malo” con lo contrario a estos valores y que es, precisamente, lo que defiende “el señor”. Con el éxito de esta estrategia “los buenos” son “los miserables”, “los pobres”, “los que sufren”, “los enfermos…”, y “los malos” los que representan las cualidades contrarias. 3.2. EL ANUNCIO DEL SUPERHOMBRE: LA NUEVA TRANSMUTACIÓN DE LOS VALORES 3.2.1. LA PSICOLOGÍA DEL SUPERHOMBRE El término alemán “übermensch” utilizado por Nietszche ha sido traducido al castellano por «superhombre» pero sería más adecuado traducirlo por «ultrahombre» ya que la palabra “superhombre” tiene en nuestro idioma resonancias de poderes físicos extraordinarios o de superioridad racial que de ninguna manera encajan con lo que Nietzsche nos quiere decir cuando él utiliza ese término. Al utilizar esta palabra Nietzsche pretende designar a la humanidad que «está más allá» de la humanidad sometida a la tiranía de la religión y moral cristianas y de los ideales de cultura occidental. En este sentido, el superhombre” es el nuevo modelo de Hombre que supera y deja atrás un modelo y prototipo de Hombre coaccionado por los valores y las creencias filosóficas tradicionales. Como dice Nietzsche en Así habló Zaratustra, «el hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre: una cuerda sobre un abismo». O como dice en otro lugar de esta misma obra: «El Hombre es algo que debe ser superado […] ¿Qué es el mono para el hombre? ¿Una burla o una vergüenza dolorosa? Y justo eso es lo que el hombre debe ser para el superhombre: una irrisión o una vergüenza dolorosa».
METÁFORA DE LAS TRANSFORMACIONES DEL ESPÍRITU HUMANO Para explicar la llegada del superhombre, Nietzsche utilizó en su obra Así habló Zaratustra la metáfora de «Las Tres Transformaciones». Según esta metáfora, desde el Hombre hasta el Superhombre, «el espíritu humano» evoluciona en un proceso que tiene tres etapas, simbolizadas en «el Camello», «el León», y «el Niño». ● «EL CAMELLO». Ejemplo de obediencia ciega, sacrificio y humillación, el camello es el animal que, renunciando a su propia voluntad, soporta «grandes pesos y cargas y que se arrodilla delante de su amo». Este animal simboliza al «hombre tradicional» que soporta con resignación el peso enorme de la religión, de las verdades metafísicas y de una moral basada en el deber, y que se arrodilla e inclina ante Dios; simboliza al hombre que acepta la pesada carga del ¡TÚ DEBES!; simboliza al hombre que hace lo que le imponen. El paradigma o prototipo de Hombre – Camello es «el héroe», que es capaz de cargar con todo hasta la extenuación mientras «los creadores de cargas» le van aplastando poco a poco. ● «EL LEÓN». El león simboliza al hombre que se rebela contra el peso y la carga que se le impone con el fin de conquistar su libertad. Simboliza al hombre de «espíritu individualista y libre» que destruye y aniquila a Dios y a los valores morales tradicionales (“la pesada carga que soporta el camello”). Metafóricamente, el león mantiene una pelea, una lucha con el «gran dragón» (“el deber” que impone la moral tradicional cristiana) para conseguir una victoria que suponga el triunfo de la voluntad libre, de la voluntad sin coacciones. Como dice Nietzsche, “Tú debes” se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice «¡YO QUIERO!». Ahora bien, el león no es todavía capaz de crear sus propios valores. Para ello será preciso que se transforme en “niño”. ● «EL NIÑO». En la siguiente transformación el león tiene que convertirse en niño. El niño, cuyas cualidades son la inocencia, la falta de prejuicios y el tomarse todas las cosas como un juego, simboliza al hombre que, una vez liberado de la carga y el peso de la religión y de la moral tradicional, decide utilizar la libertad conquistada en la creación y establecimiento de nuevos valores que supongan «un nuevo comienzo». La libertad conquistada por el león se traduce en un «santo decir sí» a la vida. Es decir, el niño simboliza al “superhombre” en su faceta constructiva de «creador» de nuevos valores que sustituyan a los valores tradicionales.
José Ortega y Gasset, el filósofo español más representativo del Siglo XX, nacíó en Madrid en 1883. Su familia fue una familia burguesa vinculada con el periodismo. Esta estrecha vinculación de su familia con el periodismo motivó que Ortega mostrara un interés especial por la actividad periodística. No sólo fue un gran «articulista» de temas culturales y políticos sino que también impulsó algunas de las más grandes empresas periodísticas de la España del Siglo XX. Fue fundador en 1923 de una revista de contenido cultural llamada Revista de Occidente, y uno de los fundadores del periódico El Sol en el año 1916. Después de realizar estudios universitarios de Filosofía y Letras, se marcha a Alemania a continuar sus estudios de Filosofía. A su regreso a España obtiene una Cátedra de Filosofía en la Universidad de Madrid. Se opuso a la dictadura del general Primo de Rivera y defendíó la llegada de un régimen republicano. Con el fin de defender ese régimen político fundó, junto con otros intelectuales, la Agrupación al Servicio de la República. Al inicio de la Guerra Civil en Julio de 1936 Ortega se autoexilia y comienza para él una “etapa de vagabundeo” por distintos países: Francia, Holanda, Argentina, Portugal. En 1945 regresa definitivamente a España. Muere en Madrid en 1955. La producción literaria de Ortega y Gasset es «enorme» (en cantidad y calidad). Además de infinidad de artículos para periódicos y revistas, es autor, entre otras, de las siguientes obras: España Invertebrada; El Tema de Nuestro Tiempo, y La Rebelión de las Masas, su obra más famosa.
TEORÍAS FUNDAMENTALES DE LA FILOSOFÍA DE Ortega Y Gasset: EL PERSPECTIVISMO, EL RACIOVITALISMO Y LA RAZÓN HISTÓRICA 2.1. EL PERSPECTIVISMO El «Perspectivismo» es una teoría que demuestra la influencia de Nietzsche en la filosofía orteguiana. El perspectivismo establece que «todo conocimiento está anclado siempre en un punto de vista, en una situación, en una perspectiva, en un lugar vital concreto». El conocimiento absoluto y objetivo no existe, es ficticio, irreal. Dado que los elementos fundamentales de la vida humana son «el yo» y su «circunstancia vital», (“yo soy yo y mi circunstancia”) el ser humano sólo accede a la verdad desde la perspectiva o punto de vista en la que está situado en el mundo. Así pues, la perspectiva individual es la única manera de captar la realidad. De esta manera, nos encontramos con que una realidad que se ofrezca de modo idéntico a distintos «espectadores» es «un imposible». Por tanto, y en palabras de Ortega, «la única perspectiva falsa es la que pretende ser la única verdadera». Sería imposible que observadores ubicados en lugares diferentes tuvieran la misma imagen de El Escorial (ejemplo que pone Ortega); además, ninguna perspectiva es más verdadera que otra. No es más verdadero El Escorial visto desde tierras segovianas que El Escorial visto desde la Sierra de Guadarrama. La teoría orteguiana del Perspectivismo puede entenderse fácilmente si tenemos en cuenta este otro ejemplo. Imaginemos la siguiente situación. Diferentes personas se encuentran en un salón de actos asistiendo a una conferencia que imparte un filósofo acerca de la esencia de la realidad y acerca de la posibilidad de que podamos conocer esa realidad. En un momento concreto de la charla, el conferenciante coge una manzana y se la muestra a los asistentes. Las diferentes personas que están escuchando al conferenciante ven la manzana de diferente manera porque sus perspectivas y puntos de vista son distintos. Si alguien le preguntara al conferenciante cómo es la manzana “en realidad”, él contestaría teniendo en cuenta su propia perspectiva y punto de vista.
EL RACIOVITALISMO El «Raciovitalismo» es una teoría de Ortega con la que pretende establecer un nuevo fundamento para la Filosofía. Ese nuevo fundamento es «la vida», entendida esta como «la coexistencia de un yo con un mundo». Para entender con claridad qué es el raciovitalismo es preciso aclarar cuatro cosas: ➘ Qué es la Filosofía (según Ortega) ➘ Qué dos grandes tendencias han dominado la historia de la filosofía occidental (Realismo e Idealismo) ➘ Que tiene de original y novedosa la tendencia filosófica «raciovitalista» (la que propone Ortega) respecto a las tendencias filosóficas anteriores. ➘ Cuáles son los atributos que caracterizan ese nuevo fundamento filosófico que Ortega propone («la vida»)
CONCEPTO ORTEGUIANO DE «FILOSOFÍA». LA SUPERACIÓN DEL Realismo Y DEL IDEALISMO Y LA PROPUESTA DE UN NUEVO FUNDAMENTO PARA LA FILOSOFÍA La Filosofía es, para Ortega, un saber teórico que tiene como tarea ofrecer una concepción racional de «la totalidad de lo existente», es decir, del «Universo». Para hacer realidad ese empeño (ofrecer una concepción racional de la totalidad de lo existente), la Filosofía debe encontrar «un dato radical», «una realidad primordial», «una verdad radical» que sirva de «punto de apoyo» a la razón. A lo largo de la Historia de la Filosofía los filósofos han partido de diferentes «datos radicales». Según Ortega, en la Historia de la Filosofía ha habido dos tendencias filosóficas dominantes: el Realismo y el IDEALISMO. La diferencia entre una y otra radica en el «dato radical» del que han partido para elaborar su concepción de la realidad. • EL Realismo. El Realismo es la tendencia filosófica propia de los «filósofos antiguos» (griegos y medievales). Esta tendencia filosófica sostiene la tesis de que «las cosas son tal y como las percibimos y que existen independientemente de que el sujeto las perciba o piense». Se presupone que hay «un mundo» y que las cosas que lo componen se manifiestan a nuestra facultad de conocimiento tal y como son (objetivismo). Teniendo en cuenta esto, para el Realismo el dato radical es «la existencia incuestionable de las cosas». • EL IDEALISMO. El Idealismo es la tendencia filosófica propia de los «filósofos modernos» (Descartes, Hume, Kant…). La tendencia filosófica idealista sostiene la tesis de que aceptar la existencia de las cosas por sí mismas es problemático, discutible y cuestionable pues, tal y como afirmaba Descartes, puede tratarse de una ilusión o un engaño de nuestros sentidos, y defiende que «lo único incuestionable es la existencia del sujeto como mente pensante». Teniendo en cuenta esto, para los filósofos modernos idealistas, el dato radical del que parten es «la existencia incuestionable del sujeto pensante». Ortega se propone como tarea filosófica «hacer una crítica superadora del idealismo». A la «crítica superadora del Idealismo» es a lo que Ortega llama «el tema de nuestro tiempo». Según Ortega, el idealismo incurre en «un grave error»: reducir la realidad a representaciones mentales del sujeto (las ideas de la mente). En opinión de Ortega, “el sujeto” es sujeto en cuanto que existe “un objeto”, y “el objeto” existe en cuanto que hay “un sujeto” que lo piensa. Los «idealistas», según Ortega, entendieron el ser como «ser suficiente», es decir, como algo independiente que no necesita de ninguna otra cosa para existir, es decir, como algo que existe por sí mismo. Ortega critica esta concepción del ser y defiende lo que él llama el «ser indigente»: el yo para existir necesita de las cosas y las cosas para existir necesitan de un yo que las piense («ser es necesitar lo uno de lo otro»). Frente al Idealismo vigente en Europa, Ortega propone una nueva doctrina filosófica a la que llama “Raciovitalismo”. El raciovitalismo de Ortega propone como dato radical a partir del cual elaborar una concepción filosófica del Universo la «coexistencia íntima de un sujeto (un yo) con el mundo circundante». A esta coexistencia del yo con el mundo circundante” la denomina «VIDA».
ATRIBUTOS DE «LA VIDA» El «Raciovitalismo» establece qué conceptos son los que mejor expresan los atributos o carácterísticas de la «vida humana» en su peculiaridad. A esos conceptos o atributos Ortega los llama «CATEGORÍAS DE LA VIDA», «ATRIBUTOS DEL VIVIR». Son los siguientes: ● VIVIR ES «DARNOS CUENTA DE LO QUE HACEMOS Y DE LO QUE NOS PASA». “Vivir” es “enterarse”, “darse uno cuenta de lo que uno piensa, sueña o le conmueve”. En esto, “el sujeto viviente” se diferencia, por ejemplo, de la piedra. La piedra no se entera de que existe y por eso es “para sí misma absolutamente ciega”. ● VIVIR ES «ENCONTRARSE EN UN MUNDO». Según Ortega, el hombre jamás se encuentra “en soledad consigo mismo” sino siempre “EN COMUNICACIÓN Y CONTACTO ÍNTIMO CON UN MUNDO”. “El mundo” es algo que forma parte de nuestra vida como uno de sus ingredientes esenciales. A este “mundo” Ortega lo denomina también “CIRCUNSTANCIA”. De aquí procede la famosa frase de Ortega: «Yo soy yo y mi circunstancia». La palabra “circunstancia” o “mundo” hace referencia a toda esa realidad que rodea y afecta a la vida de cada hombre: el entorno físico, cultural, histórico, social en el que el sujeto está instalado, pero también nuestro cuerpo, nuestras habilidades, nuestras capacidades psicológicas. El “yo” y “el mundo o circunstancia” son como esas parejas de divinidades (“Dioscuros”: dioses conjuntos o gemelos) de la antigua Grecia y Roma que nacían, vivían y morían juntas, como el caso de Cástor y Pólux. Al igual que estos dioses, el mundo y el yo son inseparables, son dos caras de la misma moneda: “yo soy inseparable de mi mundo”, y “mi mundo es inseparable de mí”. ● LA VIDA ES ALGO «IMPREVISTO». Según Ortega, “vivir no es entrar por gusto en un sitito previamente elegido sino que es encontrarse de pronto y sin saber cómo, caído, sumergido, proyectado en un mundo”. Según él, no somos libres para venir a este mundo; nos encontramos con la vida sin haberla querido, sin saber cómo es ni por qué estamos en ella, nadie nos ha pedido permiso para vivir; es algo que no se ha buscado ni preparado ni previsto. Por eso, dice Ortega que “nuestra vida empieza por ser la perpetua sorpresa de existir sin nuestro permiso previo”. ● LA VIDA ES «UN PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER». Aunque la vida nos es dada, no nos es dada como “algo hecho” sino como “algo que tenemos que hacer e inventar”. En este sentido, cabe decir que la vida es “un problema que hay que resolver”, es decir, un quehacer, una tarea que hay que llevar a cabo. A diferencia del animal, cuya trayectoria vital está ya hecha de antemano pues está definida, prefigurada y prefijada por sus instintos; a diferencia de la bala cuya trayectoria está prefijada por la pólvora y la puntería, y a diferencia del astro cuya trayectoria celeste está marcada y determinada por las leyes del universo, el ser humano tiene que resolver el problema de definir su propia trayectoria vital. En este sentido, cabe decir que la vida es una «decisión personal». ● LA VIDA ES «DECIDIR Y ELEGIR LO QUE QUEREMOS SER». Según Ortega, a diferencia del resto de los seres vivos, el hombre no tiene una “naturaleza fija”. La “naturaleza fija y rígida” de los demás seres vivos está determinada por el programa biológico contenido en sus genes. Los seres humanos están programados para “ser libres”, es decir, para elegir entre las diferentes posibilidades que les ofrece su mundo o circunstancia particular. Parafraseando los versos del poeta español Antonio Machado, contemporánea de Ortega, «Caminante no hay camino, se hace camino al andar». Según Ortega, vivir es “decidir y elegir lo que queremos ser”. Este componente de “decisión” y “elección” presupone el que la libertad sea un ingrediente fundamental de nuestra vida. En definitiva, “tenemos que decidir lo que vamos a ser”. Este “tener que decidir lo que vamos a ser” hace que la vida sea paradójica pues el hombre es “un ser que consiste más que en lo que es, en lo que va a ser, por tanto, en lo que todavía no es”. Ahora bien, aunque es cierto que la vida es libertad, se trata de una libertad que contiene una dimensión de “fatalidad”, esto es, una dimensión de “forzosidad y necesidad”. Y ello por dos razones. En primer lugar, porque estamos forzados, “fatalmente determinados” a tener que elegir; no nos queda más remedio que ejercitar nuestra libertad para decidir lo que vamos a hacer con la vida que se nos da. Como dice también el filósofo francés del Siglo XX Jean Paúl Sartre, «el hombre está condenado a ser libre». En segundo lugar, porque el hombre tiene que inventar su propia vida a partir de un mundo o circunstancia que se le impone y que, por tanto, no ha elegido. Las posibilidades de mi vida están marcadas por mi circunstancia o “mundo”. Mi mundo me ofrece un “horizonte vital de posibilidades” entre las que forzosamente tengo que elegir. Cada cual se halla ante su “mundo particular” como el pianista ante el teclado: las teclas y las notas son las que son pero la melodía que el pianista puede obtener de esas teclas es algo inventado libremente por él. El que la melodía suene bien o mal depende de la partitura musical que él libremente ha elegido componer.
LA VIDA ES «FUTURICIÓN». Dado que nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a hacer con la vida que se nos da, una categoría o atributo esencial de la vida es “el futuro”. La vida es “futurición” pues “es lo que todavía no es”, dice Ortega. Esto hace que la vida sea algo paradójico pues la vida no es ni el pasado ni el presente sino “el futuro”, “lo que está por llegar pero que todavía no es”. Nuestra vida es siempre atender al futuro, apostar por un proyecto y actuar para realizarlo. Ortega distingue dos tipos de tiempo: el “tiempo cósmico” (que es sólo el presente puesto que ni el pasado ni el futuro “son”) y el “tiempo de la vida” (que es el futuro) ya que, aunque es cierto que nuestra vida está anclada en el presente, el “presente del viviente es un presente que apunta al futuro”.