Moral y Ética: Conceptos Fundamentales y Origen en la Filosofía Griega

Moral y Ética: Definiciones y Diferencias

La moral es el conjunto de costumbres (acciones, normas, creencias, etc.) consideradas buenas o malas por un pueblo o un individuo. Lo moral hace referencia a la conducta humana: a la que se espera de todo ser humano por ser humano. La moral existe desde que hay hombres, pues cualquier grupo humano ha tenido su propio código de comportamiento. En nuestra sociedad, consideramos buenas costumbres morales no insultar a nuestros padres, no golpear a las mujeres, respetar los bienes públicos, etc.

La ética es el estudio filosófico del comportamiento humano. Por eso, se puede considerar que es la ciencia que fundamenta la moral porque investiga racionalmente sobre lo que nos hace buenos o malos, sobre lo que construye nuestra vida o la destruye. Por eso, con frecuencia la ética es llamada filosofía moral.

Hemos de considerar que el ser humano no nace con una conducta prefijada, o sea, tiene libertad para actuar de un modo o de otro. De ahí que pueda malograr o planificar su vida individual y colectiva. La diferencia entre moral y ética se puede ver también atendiendo a la historia. Hemos dicho que la moral existe desde que hay hombres; por el contrario, la ética tiene un inicio histórico concreto: Sócrates (filósofo griego, 399 a.C.), pues con él comienza la investigación filosófica sobre las cuestiones morales.

El Nacimiento de la Ética

La ética nace en la Grecia del Siglo V a.C. El conocimiento de otras culturas y el cuestionamiento del orden establecido –incluido los dioses– por parte de los sofistas1 hizo nacer una importante corriente que hacía hincapié en el relativismo moral: cada comunidad tiene sus propias costumbres, muchas veces antagónicas. Este relativismo colectivo se amplía en relativismo individual: cada individuo obra según sus propias costumbres, pues él determina lo que es bueno o malo para él (subjetivismo).

Frente al movimiento sofista, Sócrates sostiene que hay que pensar qué es el bien y el mal para el ser humano al margen de las costumbres que tenga nuestra comunidad. Así pues, frente al estilo de vida tradicional –la vida guiada por los dioses– y frente al estilo sofista –la vida guiada por la costumbre o por la opinión–, surgió en Grecia una respuesta filosófica: la vida guiada por la razón. Así nació la ética.

La Ética Cívica: Ética y Política

Para caracterizar la ética, hemos hecho continuas referencias a la vida individual y colectiva. Se puede considerar que ambos aspectos son inseparables. Prácticamente no hay ninguna acción individual que no repercuta en la sociedad. Podríamos preguntarnos por qué no la llamamos ética social, ya que atiende a las dimensiones sociales del ser humano. El término cívico proviene del latín civis (ciudadano), o sea, del miembro de una comunidad política o sociedad en sentido pleno, y no sólo de cualquier sociedad, como puede ser una empresa.

Por eso, la cuestión del pago del justo salario al obrero es una cuestión de ética social, mientras que, si atendemos a todo tipo de relaciones dentro de la comunidad política, hablamos de ética cívica o ética del ciudadano o, incluso, simplemente política.

Sin embargo, se pueden diferenciar las acciones individuales de las colectivas. Por esto, en filosofía, cuando se traza un panorama general de sus partes, se distingue entre la filosofía teórica (metafísica, antropología…) y la filosofía práctica, que se divide en ética y en política; o sea, en la teoría de la acción moral individual y teoría de la acción moral colectiva.

Ahora bien, al igual que, para el comportamiento individual, hemos considerado que los conceptos de bien y mal se aplican a diversos ámbitos (biológico, técnico y moral), también en lo colectivo hay diversos ámbitos de aplicación de estos conceptos. En concreto, se pueden distinguir cinco tipos de normas:

  • Religiosas
  • Jurídicas
  • Sociales
  • Morales
  • Éticas

Bien y Valor

Se ve, pues, que hay cosas positivas y cosas negativas. La positividad en la ética la denominaron los griegos agathón y los latinos bonum; la negatividad kakón y malum, respectivamente. Podemos traducir correctamente esa dualidad como bueno / malo.

De este modo, lo bueno es lo que nos humaniza, nos lleva a la eudaimonía (al buen carácter), organiza correctamente la vida política…; en una palabra, hace bueno al individuo y a la sociedad. Toda la ética, hasta el primer tercio del S. XX, empleó los términos bueno y malo para designar la polaridad típica de la ética.

Sin embargo, con Max Scheler (1928, filosofía de los valores), hizo su aparición en ésta el término valor. El vocablo valor procede del latín valere, que significa tener salud, tener fuerza. Pasó a múltiples usos, entre los que nos interesa el siguiente: cualidad o conjunto de cualidades que hacen que apreciemos positivamente una cosa o persona.

A partir de ese momento, el término valor se emplea en ética como la palabra que designa todo lo bueno o positivo. De este modo, todo son valores: la democracia, la justicia, las leyes, ayudar a los demás. El problema que tiene tal término es su indefinición, su vaguedad y su subjetivismo. En suma, cuando se emplea la palabra valor, se está haciendo una valoración subjetiva, indicando las preferencias.

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