El Pensamiento de Nietzsche: Apolo y Dionisos
La Metáfora de lo Apolíneo y lo Dionisíaco
Para expresar su intuición de lo real, Nietzsche recurre a la metáfora de lo apolíneo y lo dionisíaco. El mundo sería el producto de la tensión entre dos fuerzas contradictorias de la naturaleza.
- Lo apolíneo representa la razón, el orden, la armonía y la belleza.
- Lo dionisíaco representa la pasión, el instinto, el caos y la embriaguez.
La unidad y tensión entre lo dionisíaco y lo apolíneo es vista por Nietzsche como tragedia. Pero, hay que señalar que esta visión trágica no es pesimista, es real, es lo que hay, y como tal hay que aceptarla. Estas fuerzas naturales carecen de responsabilidad moral, pues crean su obra sin ninguna intencionalidad, sin presupuestos previos, ya sean morales o racionales; simplemente crean y destruyen el mundo, como un niño que juega a construir y destruir castillos de arena. El único sentido que puede tener un mundo así concebido, en constante devenir sin finalidad y sin Dios.
Crítica a la Cultura Occidental
Nietzsche denuncia el fin del equilibrio dionisíaco – apolíneo por culpa de unos factores que producirán la decadencia del hombre y de la cultura occidental al ensalzar el instinto apolíneo y relegar el espíritu dionisiaco como algo antinatural. La crítica de Nietzsche a la cultura occidental culminará con la proclama de su famosa frase: “Dios ha muerto”, que le sumirá momentáneamente en el nihilismo (negación de todos los valores). Posteriormente, Nietzsche superará el nihilismo apoyándose para ello en una serie de intuiciones sorprendentes: el superhombre, la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo.
Crítica a los Valores Morales: El Cristianismo
Para Nietzsche, el único mundo que existe es el “mundo aparente” de las cosas temporales y cambiantes que nos muestran los sentidos. El Dios cristiano sería el punto culminante de esta forma de pensar, lo que lleva al hombre a crear «otro mundo» y a Dios, es, según Nietzsche, el instinto de conservación frente al devenir. En contraposición a esa moral, Nietzsche propondrá la que él llama «moral de los señores». Estos errores filosóficos que remiten a seres inmutables y eternos (y en última instancia a un “trasmundo” y a Dios) proceden, según Nietzsche, del tradicional protagonismo de la razón frente a los sentidos a la hora de interpretar la realidad. Y es que, la razón, al pensar la realidad mediante conceptos universales y necesarios, y, por tanto estáticos, nos lleva a creer que la realidad es también estática, y no cambiante, como la perciben los sentidos.
Crítica del Lenguaje y del Concepto de Verdad
En última instancia, los errores filosóficos procederían de nuestro lenguaje, pues los conceptos, según Nietzsche, se derivan de las palabras: las palabras se transforman en conceptos cuando abandonan las referencias individuales para referirse a lo común a varias cosas. Ahora bien, es evidente, según Nietzsche, que los conceptos así entendidos no remiten a entes reales. Por ejemplo, no es posible pensar en “la hoja”, sino en una hoja con una forma y un color determinado. Pero, incluso siendo conscientes de que el error se produce en el lenguaje conceptual, no podemos evitar que se produzca, pues, según Nietzsche, ese lenguaje condiciona absolutamente nuestra manera de pensar, de sentir y de vivir. Según Nietzsche, la vía de aproximación al conocimiento de esta realidad en constante devenir no es la de la razón, sino la de la intuición. Nietzsche rechaza la razón como modo superior de conocimiento y afirma la posibilidad de un conocimiento intuitivo y directo de la realidad. El lenguaje con el que mejor se expresan las intuiciones de lo real no sería el lenguaje conceptual, sino el lenguaje metafórico. Si la realidad cambiante ofrece múltiples perspectivas que no pueden ser aprehendidas por entidades mentales de significado fijo, como los conceptos o los números, sino que sólo podemos expresar mediante metáforas, y las metáforas admiten múltiples interpretaciones, entonces todo conocimiento será relativo y no habrá una verdad “en sí”; una verdad fija y universal, sino múltiples verdades. Tampoco habrá un sentido “en sí”; el mundo no tiene un sentido único y fundamental, sino múltiples sentidos.
El Nihilismo y la Transmutación de los Valores
Según Nietzsche el hombre ha buscado el sentido en unos valores morales que remitían a un ser estático y que le permitían escapar del vacío de su existencia y del temor a la vida. Se ha creído que todo el devenir, el proceso global de la existencia se remitía a un todo superior a nosotros mismos. Sin embargo, el hombre se da cuenta que estos valores morales con los que hemos pretendido darle sentido al mundo son falsos. De este modo se inicia el denominado por Nietzsche como nihilismo pasivo, el cual se caracteriza porque el hombre renuncia a esos valores que se le habían implantado y se caracteriza por una ausencia de valores. Además, crea un sentimiento de odio hacia la vida porque se siente engañado.
Cuando el hombre pierde todos los valores, Nietzsche anuncia la muerte de Dios lo que significa reconocer la falsedad de los valores que afirmaban amor al prójimo. Frente a este nihilismo pasivo, Nietzsche propone el nihilismo activo. El hombre al tener una carencia de valores necesita crear otros. Hay que oponerse a este nihilismo pasivo que se deja llevar por la nada y afirmar el sí hacia todos aquellos valores que fortalecen y que tienen sentido para uno mismo. Esta superación del nihilismo se debe realizar desde la voluntad de poder, la voluntad que tiene uno mismo para rechazar la moral de los esclavos y prepara la llegada del superhombre. Para abandonar el nihilismo el hombre debe llevar a cabo una transmutación de los valores: volver a considerar que la vida es el valor supremo, ya no se trata de creer en el bien, sino de ver las cosas como buenas o malas dependiendo del lugar, el tiempo y el hombre que las valora. Así, la filosofía nietzscheana sustituye el inmovilismo del mundo de las ideas por un devenir que sitúa el azar como causa de todas las cosas. Ahora, el hombre fuerte, valiente, es el generador de los valores. Quienes consigan realizar esta labor formarán parte de una nueva clase de hombre: los superhombres.
Relación de la Filosofía Nietzscheana con Otras Posiciones Filosóficas
Desde el Punto de Vista de la Realidad (Ontología)
Ortega y Gasset, acepta el perspectivismo de Nietzsche despojándolo de su relativismo e irracionalismo. La perspectiva es el principio organizador de la realidad, por lo que esta ofrece a cada sujeto una vertiente o parte de sí misma. La vida es considerada para ambos como la esencia de la realidad.
Desde el Punto de Vista del Conocimiento (Epistemología)
Ortega propone una concepción perspectivista. Es cierto que cada sujeto conoce desde su punto de vista, desde una razón inscrita en su circunstancia (razón vital). Sin embargo, esa circunstancia no le imposibilita acceder a la verdad. Lo que conoce es verdadero, aunque no toda la verdad. Por tanto, la realidad completa nunca será conocida porque presenta tantas perspectivas cuantos seres humanos. Para Ortega, la razón es una facultad humana indispensable ya que es necesaria para analizar las circunstancias que a cada uno nos rodea, para dar sentido a nuestra vida y para plantearnos nuestro proyecto vital. De ahí que más que considerar a Ortega vitalista se le considera raciovitalista.
Desde el Punto de Vista del Ser Humano (Antropología)
Ortega critica este vitalismo: el ser humano no puede prescindir de la cultura: de querer conocer la verdad, actuar bien y contemplar lo bello. Ortega define al hombre como un devorador de las verdades: se alimenta de verdades porque necesita saber a qué atenerse. Sin verdad no hay hombre, pero esa verdad sólo es accesible y útil desde y para un ser humano que es razón vital (raciovitalismo).