1.1. La Voluntad de Poder
Nietzsche afirma que solo ama profundamente la vida en su libro «Así habló Zaratustra». Para él, la vida es algo misterioso que no se puede definir con palabras. Sugiere que podemos entenderla observando la naturaleza, las personas y la cultura como símbolos o signos que nos dan pistas sobre su significado. Utiliza un método llamado genealogía para investigar cómo se originan y desarrollan estos fenómenos.
En la naturaleza, la vida se muestra como un instinto natural que lucha constantemente con otras fuerzas en un proceso de cambio constante entre la vida y la muerte.
Lo trágico es siempre una afirmación que se manifiesta como alegría de vivir. Esto es lo que Nietzsche llama voluntad de poder, que es la fuerza creadora íntima de cada viviente.
La Afirmación de la Vida
En la tragedia griega, se celebra la vida tal como es, sin juicios ni rechazos. Sófocles y Esquilo destacan en este arte trágico, mientras que Eurípides representa su declive. Los antiguos griegos, especialmente los presocráticos, abrazaron la vida en toda su complejidad, expresándola a través del arte y la filosofía.
La Negación de la Vida
La tragedia griega celebra la vida, pero luego surgen signos de decadencia, comenzando con el socratismo. Sócrates, visto como un modelo de honestidad, es criticado por Nietzsche por introducir la razón fría, negando aspectos vitales como el instinto y la espontaneidad. Esta negación continúa con Platón, quien propone un mundo de ideas como verdadero, relegando el mundo sensible. Estos pensadores, fundamentales en la cultura occidental, según Nietzsche, iniciaron una decadencia que el cristianismo extendió. Ahora, la oposición no es entre Apolo y Dionisos, sino entre Cristo y Dionisos.
1.2. El Conocimiento y la Verdad
Nietzsche argumenta que la intuición es la forma básica de entender el mundo, pero el lenguaje crea metáforas que distorsionan esta intuición. Las palabras son aceptadas socialmente como verdaderas cuando coinciden con estas metáforas, y falsas cuando no lo hacen. Las palabras se convierten en conceptos para comunicarnos, pero estos conceptos simplifican la realidad al eliminar las diferencias individuales. Esto lleva a una comprensión del mundo basada en conceptos en lugar de intuiciones, lo que Nietzsche critica como una inversión de la realidad.
Los conceptos que creamos distorsionan la realidad, especialmente cuando son abstractos. Esto ha llevado a la aceptación de ideas como «yo», «mundo», «Dios» como verdades absolutas, pero en realidad son solo interpretaciones humanas. No hay una verdad objetiva; todo conocimiento es relativo y depende de nuestras perspectivas. La búsqueda de la verdad es más una búsqueda de poder sobre las cosas que un verdadero entendimiento. Nietzsche critica a la filosofía y la ciencia por aferrarse a conceptos abstractos y desacreditar los sentidos. Argumenta que la verdad no es demostrable científicamente, es más una cuestión moral, pero ¿por qué buscarla si tanto la verdad como la falsedad pueden ser herramientas para vivir plenamente?
1.3. Genealogía de la Moral
Nietzsche critica fuertemente la moral tradicional, especialmente la cristiana, a la que ve como una negación de la vida. Utiliza un método genealógico para rastrear el origen de los conceptos de «bueno» y «malo». Descubre que, en diferentes lenguas europeas, «bueno» significa noble, poderoso, mientras que «malo» se asocia con lo despreciable, débil. Estos significados surgieron de la relación entre conquistadores y conquistados en la historia europea, creando dos tipos de moral: la de los señores y la de los esclavos.
Los señores se ven a sí mismos como creadores de sus valores y encuentran felicidad en el poder y la plenitud, mientras que los esclavos valoran cualidades como la compasión y la humildad para sobrellevar su existencia.
El Nihilismo
Nietzsche critica la moral tradicional, mostrando cómo la moral de los débiles ha prevalecido sobre la de los fuertes. Esta inversión moral, llamada la «rebelión de los esclavos», se ve reflejada en el judaísmo y el cristianismo, donde los valores aristocráticos fueron cambiados por los de los débiles. El cristianismo propagó esta inversión moral y promovió el sentimiento de culpa a través del sacrificio y la abnegación. Esto llevó al nihilismo, una visión que considera que la vida carece de valores auténticos, especialmente después de la «muerte de Dios», un concepto que simboliza el declive de las creencias religiosas y morales tradicionales en la sociedad occidental. Esta muerte de Dios abre la puerta a la posibilidad de crear nuevos valores, aunque enfrenta desafíos y consecuencias impredecibles.
La Superación del Nihilismo
Nietzsche propone superar el nihilismo creando nuevos valores que den sentido a la vida. Esta tarea implica reflexionar sobre el origen de los valores pasados y diseñar nuevos valores que promuevan un tipo de humano diferente, el «superhombre». En «Así habló Zaratustra», Nietzsche presenta a Zaratustra como portavoz de la muerte de Dios y del surgimiento del superhombre. Este no es un individuo único, sino un nuevo tipo de humano más allá de lo conocido hasta ahora. La voluntad de poder, la fuerza creativa, dará lugar al superhombre, que establecerá nuevos valores y sentido a la vida. Zaratustra describe al superhombre como el «sentido de la tierra», pero sobre todo lo compara con un niño. En las «tres transformaciones del espíritu», equipara al niño con el superhombre. El niño actúa por instinto, sin miedo, sin preocuparse por las consecuencias o prejuicios morales. Su vida es un juego, lleno de emoción y sin preocupaciones. Así es como será el superhombre.
El Eterno Retorno
La voluntad de poder busca superar al ser humano hacia el superhombre, creador de valores para la vida. Sin embargo, todo sucumbe al tiempo. Para vencerlo, se requiere eternizar el momento presente, donde pasado y futuro se encuentran. Este instante simboliza la síntesis del tiempo. Nietzsche ve en el eterno retorno la máxima afirmación de la vida, aceptando que toda la existencia se repita infinitamente. Aunque el tiempo devora, también devuelve: la vida mata a la muerte y sobrevive.
COMPARACIÓN PLATÓN-NIETZSCHE
Platón y Nietzsche han sido dos de los filósofos más importantes de occidente, marcando el pensamiento del mismo. Pese a que el pensamiento de estos es opuesto, sus filosofías poseen elementos comunes, como el hecho de que ambas tienen un marcado enfoque moral y entienden que el pensamiento tiene una función liberadora del ser humano tanto a nivel social como político. No obstante, las diferencias en ambos pensadores son claras y las localizamos a nivel ontológico, ético, epistemológico y antropológico.
En el Plano Ontológico
La realidad platónica se basa en la existencia de dos mundos: el sensible y el inteligible. El primero está formado por los objetos físicos, se conoce por los sentidos, es cambiante y aparente y la verdad que obtenemos es subjetiva. En cambio, el segundo es el verdadero, en él habitan las ideas, se conoce por la razón y su verdad es objetiva. Nietzsche critica esta dualidad porque entiende que Platón al situar el valor de la realidad fuera de este mundo lo está despreciando. Para el alemán solo hay una realidad y es la que vivimos y la única forma de acceder a ella es mediante los sentidos.
En el Plano Epistemológico
El ateniense muestra nuevamente la dualidad al entender que hay dos modos de conocer que se corresponden con las dos realidades: los sentidos y la razón. Siendo el segundo el verdadero. El ateniense nos indica que con el perfeccionamiento de la razón podremos pasar de la doxa a la episteme. En Nietzsche, por el contrario, son los sentidos los que nos muestran la verdad. Por lo que cada persona, dependiendo de su perspectiva, llegará a unas conclusiones u a otras. Así, podemos ver que en Nietzsche no hay una afirmación de verdad absoluta como lo había en Sócrates, con su intelectualismo moral, o en Platón, con su “Idea de Bien”, sino muchas verdades.
En el Plano Antropológico
Platón vuelve a plantearnos un dualismo, con claras reminiscencias pitagóricas, al entender que somos cuerpo y alma. Dice que dicha unión es accidental, pues alma y cuerpo pertenecen a planos distintos de la realidad; el cuerpo al ser mortal e imperfecto pertenece al sensible y el alma inmortal al inteligible. El alemán, en cambio
, concibe al ser humano como un ser único cuya realidad es absolutamente material y, por tanto, pertenece únicamente a este mundo. Además, entiende que conceptos como: alma, pecado, inmortalidad, Dios… son creaciones falsas propias de aquellos que temen a la vida y sienten recelo de esta y crean una moral falsa arrastrando con ella valores tan importantes como: la justicia, el bien y la felicidad. Ideales que para el alemán son terrenales y que deben ser valorados y alcanzados de un modo terrenal, por lo que a nivel ético también muestran discrepancias ambos pensadores.
COMPARACIÓN DESCARTES-NIETZSCHE Descartes y Nietzsche han sido dos de los filósofos más importantes de occidente, marcando el pensamiento del mismo. El primero inaugura la Modernidad y el segundo la clausura, al suponer el inicio de la posmodernidad. Las diferencias entre ambos pensadores son claras y las localizamos principalmente a nivel ontológico, antropológico y epistemológico.
En el plano ontológico la realidad cartesiana, con marcado acento cristiano, parte de la existencia de dos mundos: el terrenal y el celestial. Nietzsche critica esta dualidad, porque entiende que el cristianismo al situar el valor de la realidad fuera de este mundo, lo está despreciando. Para el alemán solo hay una realidad y es en la que vivimos y la única forma de acceder a ella es mediante los sentidos.
Para Descartes la realidad misma y su pensamiento se sustentan sobre cuestiones metafísicas como la existencia de Dios y las “ideas innatas”. Para el alemán, estos conceptos junto a otros como: alma, pecado, inmortalidad, etc. Son falsos y lo único que hacen es negar la existencia y valor de este mundo. De ahí que uno de los pilares de su pensamiento sea la “transvaloración de valores”. Esto es, crear una moral nueva y fuerte de corte terrenal para abandonar la moral débil, propia del cristianismo, que ha envenenado nuestra vida desde hace más de dos mil años. Moral que, entre otros, ha seguido Descartes. Por lo que a nivel ético también hay grandes diferencias entre ambos pensadores.
En el plano antropológico sucede algo similar, el francés mantiene la idea de la existencia de dos sustancias en el ser humano a las que denomina res cogitans y res extensa (alma y cuerpo). Identifica al ser humano con el alma, ya que esta posee la razón, que es la facultad que nos permite conocer lo real. Y el cuerpo lo concibe como una mera máquina cuya función principal es mantener la vida. Para el francés, ambos elementos se unen por la glándula pineal. El alemán, en cambio, concibe al ser humano como un ser único cuya realidad es absolutamente material y, por tanto, perteneciente a este mundo. No existe la separación alma-cuerpo, porque lo único que hay es el cuerpo y el alma no existe, como ya hemos visto anteriormente.
A nivel epistemológico para Descartes existe un método inspirado en las matemáticas que nos conduce a la verdad y que guiado por la razón, nos proporcionará el conocimiento riguroso de la realidad. Descartes entendía que, si todas las personas aplicaban dicho método a la realidad, todos llegarían a las mismas conclusiones, por lo que existe una verdad absoluta (esta idea la encontramos en otros pensadores como Sócrates, con su intelectualismo moral, o Platón, con su “Idea de Bien”). Para Nietzsche, en cambio, no hay una afirmación de verdad absoluta, pues entendía que la mejor forma de conocer no es la razón, sino los sentidos, ya que nos muestran la realidad tal y cual es: múltiple y cambiante. Además, Nietzsche entiende que, si el conocimiento depende de los sentidos, las conclusiones a las que lleguemos todas las personas serán distintas y no habrá una verdad única, sino muchas. Otra prueba de lo cambiante de la realidad y lo absurdo de intentar conceptuarla.
Así, otra diferencia la encontramos en el uso del lenguaje, mientras Descartes lo ve como una herramienta al servicio de la razón y cuida su buen uso. Nietzsche ve dicho uso del lenguaje como un enmascarador de la realidad que momifica la vida y niega la verdad de los sentidos. Es por ello por lo que propone un uso libre de este con la poesía y la metáfora, pues es la mejor forma de entender la realidad cambiante que nos rodea