Contexto
Todo el siglo XIX puede caracterizarse como el siglo de las revoluciones y la desaparición progresiva del antiguo régimen. Aparece el proletariado, cuyas condiciones de vida y trabajo son tremendamente injustas, lo que va a crear una nueva fuente de conflictividad social entre la clase social burguesa y la proletaria. Así surgen los movimientos obreros. A nivel histórico, el siglo XIX es el siglo de los nacionalismos y de las expansiones coloniales. Algo que va a influir en Nietzsche es el cambio de concepción científica de la realidad. Ahora, en el siglo XIX, se desarrollan ciencias como la química y la biología, se publica la teoría de Darwin y se hacen descubrimientos como la transformación de la energía, la célula… Todo ello lleva a considerar la materia como algo dinámico.
Desde el punto de vista cultural, el movimiento más destacado es el romanticismo. Se exaltan las pasiones, la vida y se estiman otras fuentes de acceso a lo real como el sentimiento. Por otro lado, el romanticismo exaltó las tradiciones, las diferencias, en general las expresiones creativas del espíritu. La novela deja huella en Nietzsche por la búsqueda de libertad y de un arte puro, despreciando las convenciones sociales burguesas.
Filosóficamente, todo el siglo XIX estará marcado por el pensamiento de Hegel. Por su concepción dialéctica de la realidad, había señalado el universo como un devenir de fuerzas antagónicas que luchan para afirmarse. El universo es dinámico y está lleno de tensiones y antagonismos (toda tesis (afirmación) tiene su antítesis (negación)). Nietzsche se opone radicalmente a Hegel porque éste había primado la totalidad y lo universal por encima de cualquier realidad individual. Nietzsche reacciona contra el idealismo y el universalismo. La obra de Nietzsche está impregnada de ingredientes del romanticismo.
Nietzsche va a ser ante todo un crítico de la Ilustración, como todos los autores románticos. Por otro lado, también se opone al positivismo. Según el positivismo, la ciencia es el máximo desarrollo del espíritu humano, por lo que gracias a ella progresaremos hacia un mundo completamente racional. Parte de la fe en la razón y en la ciencia, parte de los mismos valores que el platonismo y el cristianismo, ya que creen en una única verdad, negando la libertad creativa individual de cada uno. Nietzsche denuncia los elementos alienantes de la sociedad capitalista y la religión.
El filósofo que más influye en él es Schopenhauer, para el que el universo está regido por una fuerza ciega. La conciencia del absurdo de la existencia nos lleva a querer renunciar a la propia existencia. Nietzsche reacciona contra este pesimismo con un vitalismo desbordado que afirma la propia individualidad a través del arte y el goce de los sentidos.
La crítica a la filosofía y a la ciencia como discursos contrarios a la vida
Nietzsche no cree que el concepto racional sea la mejor manera de atrapar lo real, pues el ser es cambio y devenir. El error socrático consiste en convertir la verdad en aquello que se ajuste a las reglas lógico-racionales y es considerar falso lo que las contradiga. Por eso Nietzsche identifica con un modo de tiranía y fanatismo a la razón y el ideal de racionalidad. El discurso racional se propone a sí mismo como único y verdadero, y niega todo posible discurso alternativo. Y con ello ejerce una intolerancia injustificable.
Lo real es un conjunto de fuerzas desiguales, cualitativamente distintas entre sí, que dominan y son dominadas, en una lucha incesante en la que nunca alcanzan el equilibrio. La ciencia moderna ha tratado de ignorar el componente cualitativo y desigual de estas fuerzas, buscando su reducción a fantasmagorías matemáticas. La ciencia es heredera de Platón.
La teoría de los dos mundos de Platón es, según Nietzsche, la más perfecta manifestación de la mentira de la razón. Platón, incapaz de dar cuenta de la totalidad de lo real, se inventa una realidad, proclamándola como la única verdadera. Frente a esto, Nietzsche dice que los sentidos no mienten en absoluto; si lo sensible es apariencia, todo lo que existe es apariencia. Y no por ello hay que inventarse otro mundo. El mundo aparente es el único y el mundo real o verdadero es solo mentira. En la realidad de dos universos (real-aparente), Nietzsche descubre la radical negación de la vida y el devenir de la cultura occidental, que está en sus mismos orígenes. Dice Nietzsche que los filósofos son dogmáticos: se dedican a buscar por encima del mundo para inventarse otra realidad.
Apolo y Dionisos: El arte como salvación
Si el ser es sólo una ficción vacía, todo intento de reducirlo a un único discurso no es otra cosa que autoengaño. La vida y el mundo son algo carente de sentido y completamente incomprensibles, porque carecen de tal sentido y significado. Es en este sentido en el que Nietzsche mantiene que sólo a través del arte podemos encontrar la única justificación posible para la vida y el mundo. Cualquier discurso es una metáfora, por eso debemos vivir con espíritu artístico, ya que debemos construir nuestra propia simulación.
Para que esta justificación sea posible, la creación artística debe aspirar a integrar las dos potencias artísticas (apolíneo y dionisiaco) sin que ninguno de los dos ahogue la naturaleza del otro. Con estos dos conceptos, Nietzsche simboliza dos tendencias humanas: Dionisos simboliza la locura, la desmesura, la embriaguez y el instinto; Apolo es el dios de la razón, el orden, la armonía y la belleza. La conciencia de la falta de sentido de la realidad requiere de las formas apolíneas para crear un sentido propio. Nietzsche denuncia que la cultura occidental ha quedado reducida a lo apolíneo.
La crítica a la moral y al cristianismo: La decadencia de Occidente
La crítica al cristianismo de Nietzsche se basa en que es una religión que se ha dedicado a negar la vida, con su negación sistemática de los sentidos y los instintos. El cristianismo introduce el concepto de pecado, que es un crimen contra la vida, ya que el cristianismo considera pecado todos los valores y placeres vitales.
La moral occidental es una moral de esclavos porque hace del ser humano un esclavo de unos valores que se ha encontrado dados. Nietzsche contrapone una moral de señores, una moral noble, una moral que exalta la vida e impone sus propios valores, es decir, una moral creativa. Ésta es una moral auténtica, porque es activa y no debe sumisión a nada ni a nadie.
El poder como prueba de validez: La voluntad de poder
La vida es un juego de voluntades contrapuestas que se mueven en el ámbito del azar y lo imprevisible, pero no voluntades para querer, sino de poder. Según Nietzsche, el universo es un juego de fuerzas que luchan entre ellas para llevar hasta el límite su poder e imponerse a las demás. Estas fuerzas están en incesante movimiento. La voluntad de poder no es querer tener poder, sino que es desarrollar al máximo el poder que ya se tiene. La voluntad de poder es el impulso continuo de expansión que rige, según Nietzsche, todo el universo.
A nivel físico, la voluntad de poder se manifiesta en el caótico movimiento que nunca se equilibra. A nivel biológico, la vida es pura lucha en la que se exhibe la propia vitalidad, fuerza, belleza… A nivel humano hay dos formas:
- Voluntad de poder reactiva: es el poder de los débiles, la impotencia. Se manifiesta como resentimiento y odio hacia la vida.
- Voluntad de poder activa: el sujeto se afirma a sí mismo sin culpas, se expresa sin miedo. Crea sus propios valores y vive de acuerdo con ellos.
Por tanto, los valores y los discursos válidos son aquellos que favorecen la vida. El cristianismo y la moral dominante son discursos negadores de la vida, porque van contra los sentidos.
El nihilismo
Existen dos formas de nihilismo que dependen de las dos formas de voluntad de poder existentes:
- Nihilismo pasivo: es una consecuencia natural de nuestra tradición moral, que ha generado valores contrarios a la vida, por lo que se ha ido quedando vacía. La muerte de Dios deja al ser humano desorientado, perdido. El nihilismo pasivo es un síntoma de la decadencia.
- Nihilismo activo: es la destrucción de los valores mentirosos de la cultura occidental. Todo lo que sostenía el orden de las cosas se manifiesta como falso, ya que la vida es inocente, está más allá del bien y del mal. Los valores son resultado de nuestra valoración, son creación nuestra.