Nietzsche: Tres Períodos Filosóficos
Primer Período: Influencia de Schopenhauer y Wagner
En su etapa inicial, Nietzsche se inspira en pensadores presocráticos como Heráclito, en Schopenhauer y en la música de Wagner. Su obra fundamental, El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música (1871), refleja esta influencia. De Schopenhauer adopta el concepto de la voluntad como esencia del ser, una fuerza irracional que impulsa el deseo constante e insatisfecho, fuente de dolor. El arte, en especial la tragedia griega, ofrece una liberación al sumergir el yo en la voluntad universal. Nietzsche distingue entre lo dionisíaco, la fuerza vital y oscura de la existencia, y lo apolíneo, la luz y la claridad. En este período, el artista trágico se erige como figura auténtica ante la vida, mientras que Sócrates se perfila como su antagonista.
Segundo Período: Ruptura y Crítica a la Metafísica
Este período marca una ruptura con el anterior. Nietzsche se distancia de Schopenhauer y Wagner, inspirándose en Voltaire y la Ilustración francesa. Adopta una postura crítica, analizando la metafísica, la religión y el arte desde una perspectiva psicológica. En Humano, demasiado humano (1878), Nietzsche denuncia los ideales de la cultura occidental, presentando al hombre libre como figura central.
Tercer Período: El Superhombre y la Transmutación de los Valores
En su etapa de madurez, Nietzsche alcanza su punto álgido con Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie (1883-1884). En esta obra, introduce el concepto del superhombre y critica la cultura occidental, incluyendo la religión, la filosofía y la moral tradicional. Su estilo se vuelve más agresivo, presentándose como un filósofo que cuestiona los valores establecidos y anuncia la llegada del superhombre.
La Crítica de Nietzsche: Moral y Metafísica
Nietzsche critica la filosofía dogmática, particularmente el platonismo, por instaurar el error del «espíritu puro y el bien en sí». Su crítica se centra en dos aspectos:
Crítica a la Moral
Nietzsche considera al cristianismo como la raíz de los males modernos, una moral «contranatural» que se opone a la vida y exalta la debilidad. Esta moral, fundamentada en el platonismo, desvaloriza el mundo terrenal en favor de un mundo próximo.
Crítica a la Metafísica Tradicional
Nietzsche cuestiona la ontología tradicional por su visión estática del ser y su dualismo entre mundo aparente y mundo verdadero. Argumenta que el único mundo existente es el mundo aparente, el mundo del devenir constante. También critica la razón y las categorías conceptuales por limitar la comprensión de la realidad como devenir. Para Nietzsche, el lenguaje filosófico, con sus conceptos fijos, impide el acceso a la vida.
El Nihilismo y la Muerte de Dios
Nietzsche diagnostica el nihilismo como la pérdida de sentido en la cultura occidental, simbolizada por la «muerte de Dios». Esta muerte no se refiere a la no-existencia de Dios, sino al fin del sistema metafísico que lo creó.
El Eterno Retorno y la Voluntad de Poder
Nietzsche recupera la idea del eterno retorno, la circularidad dinámica de los acontecimientos. Esta idea implica una concepción del ser como apertura y origen constante. La voluntad de poder, concepto central en su filosofía, afirma la vida en su multiplicidad y crea nuevos valores al seleccionar e interpretar las diferentes perspectivas de la realidad. La voluntad de poder es voluntad de apariencia e ilusión, pero más profunda que la voluntad de verdad, ya que reconoce el devenir como la realidad auténtica.
El Superhombre y la Transmutación de los Valores
En Así habló Zaratustra, Nietzsche introduce la figura del superhombre, un ideal escatológico que representa al hombre capaz de crear nuevos valores. Las tres metamorfosis del espíritu (camello, león y niño) simbolizan el proceso de liberación de los valores tradicionales y la creación de una nueva moral. El superhombre ama la libertad y afirma la vida en su devenir constante.