Nihilismo
El nihilismo es un estado de pesimismo y desorientación causado por la»muerte de Dio» y la desintegración de los valores tradicionales. La civilización occidental es nihilista porque ha descubierto que sus valores son falsos. El bien absoluto, la verdad, el mundo verdadero y el cielo cristiano pierden vigencia, lo que genera malestar. Las religiones monoteístas, el racionalismo, la Ilustración y el positivismo conducen inevitablemente a la»nad» (nihil, en latín). Este nihilismo pasivo dará paso a un nihilismo activo que destaca la capacidad de crear nuevos valores vitales y terrenales.
Nietzsche emplea el término nihilismo en dos sentidos:
- Negativo: Decadencia de los valores occidentales debido a la eliminación del fundamento de los valores morales.
- Positivo: Condición necesaria para el surgimiento del superhombre, que destruirá los valores de resentimiento y los sustituirá por otros basados en los instintos que favorecen la vida.
Dionisíaco
En su obra»El espíritu de la tragedi», Nietzsche reconoce la vida como un valor fundamental y critica la cultura occidental por rechazarla o temerla. La tragedia griega muestra dos principios:
- Dionisíaco: Valores de la vida, pasión, instintos naturales, armonía con la naturaleza.
- Apolíneo: Valores de la razón, equilibrio, belleza, armonía, perfección.
Lo dionisíaco y lo apolíneo son fuerzas en tensión que no se pueden separar en la existencia humana. Dionisio representa los valores de la vida, mientras que Apolo representa los valores de la razón.
Nietzsche considera que la Grecia presocrática equilibraba estos valores, pero con Sócrates y Platón comienza la decadencia y el predominio de lo apolíneo sobre lo dionisíaco. La cultura occidental rechaza los aspectos dionisíacos de la existencia humana.
Nietzsche defiende la actitud dionisíaca de aceptación de la vida y critica la actitud de renuncia a la vida iniciada por Sócrates y Platón.
Transmutación de los Valores
La transmutación de los valores es la propuesta nietzscheana de invertir los valores supremos tradicionales (socráticos y judeo-cristianos) por valores dionisíacos que afirman una vida»ascendent» basada en la pasión, la intensidad y el valor.
Sócrates y Platón, así como la religión cristiana, sustituyeron los valores nobles por valores mediocres de sumisión y cobardía creados por individuos resentidos. El miedo a la vida y a los valores terrenales llevó a una»moral de los esclavo».
Por lo tanto, hay que invertir los valores para recuperar una moral instintiva, natural y vital, es decir, para recuperar la»moral de los señore». La nueva moral se basará en la exaltación de las fuerzas primarias de la vida (instintos) y en estos instintos se debe basar la moral superior.
La transmutación de los valores no solo implica crear valores diferentes, sino cambiar la forma de valorar: ya no se valorará desde el resentimiento contra la vida, sino desde la voluntad de poder, es decir, desde los instintos que potencian la vida. Esta transmutación será llevada a cabo por el superhombre, producto de la evolución desde el hombre débil y racional hacia un ser humano fuerte, instintivo, con voluntad de poder, destructor y creador constante que acepta lo trágico de la vida.
Inocencia del Devenir
Con la expresión»inocencia del deveni», Nietzsche defiende el cambio y el movimiento frente a los intentos racionalistas y metafísicos de darle una connotación negativa. El»deveni» es intrínseco al mundo y a la vida. El cambio y la apariencia son lo único verdadero, y cualquier intento de buscarle un mundo superior e inmutable es disparatado.
Nietzsche afirma la sola existencia del mundo del devenir y de las apariencias, considerando que no existe más que este mundo, perpetuamente móvil y cambiante, sin que exista una realidad superior a esta. Aceptar el mundo tal cual es implica comprender la inocencia del devenir.
Frente a la contraposición de dos mundos (verdadero y aparente), Nietzsche, como Heráclito, afirma que la única realidad es el devenir. En el devenir todo fluye, cambia, nace y perece: es una realidad múltiple y contradictoria, pero esas características no lo desvirtúan.
Ser libre para Nietzsche consiste en querer la vida como es, en aceptar el dolor de vivir junto al placer de vivir, en instalarse con inocencia, no con resignación, en el devenir. A ese ser libre que vive instalado con inocencia del devenir Nietzsche lo llama superhombre.
Nietzsche-Heráclito
El problema del ser y el devenir comenzó con Parménides, quien proclamó que el ser es»uno, eterno e inmutabl». Heráclito, por el contrario, dirá que el mundo que nos rodea está en perpetuo devenir:»Todo cambia y nada permanec».
Nietzsche rechaza la posición de Parménides y apoya la de Heráclito por su defensa del cambio y el devenir, aunque reconoce que Heráclito desconfía de los sentidos porque muestran cierta»unidad y permanenci» en las cosas.
Nietzsche salva a Heráclito de la quema por defender la realidad del»mundo aparent», es decir, del devenir y del cambio constante, en contra de concepciones posteriores como la de Platón, que apelaban a supuestas esencias eternas e inmutables.
Nietzsche-Platón
Nietzsche rechaza el racionalismo socrático y el racionalismo en general. Para él, Sócrates es el asesino de la tragedia clásica griega, el primer gran pervertidor de la verdadera esencia del hombre superior.
Nietzsche rechaza la moral racional socrático-platónica, que considera antinatural y contraria a la vida, es decir, contraria a los instintos. Los valores morales deben ser aquellos que favorecen la vida.
Por otra parte, Nietzsche critica el dualismo platónico, es decir, la teoría de los dos mundos de Platón: un mundo sensible de apariencia y falsedad (mundo sensible) y un mundo inteligible real y superior (mundo de las ideas). Para Nietzsche, solo existe este mundo natural, el sensible o»aparent» de Platón es el único y auténtico, mientras que el otro, el mundo inteligible, es un invento.
Nietzsche-Kant
Nietzsche rechaza la distinción de Kant entre fenómeno y noúmeno o cosa en sí. Para Nietzsche, el único mundo verdadero es el mundo de las»apariencia», el mundo»aparent» de los sentidos, el mundo para mí, y no existe ninguna otra realidad más allá de esas apariencias.
Según Nietzsche, dividir el mundo en un mundo verdadero y en un mundo»aparent», como hicieron Platón, el cristianismo y Kant, es un síntoma de la vida decadente.
Nietzsche-Simone de Beauvoir
Nietzsche y Simone de Beauvoir son conocidos por sus aportaciones al existencialismo. Beauvoir acepta la crítica de Nietzsche a la metafísica occidental y al pensamiento moderno, pero añade que dicha crítica debe hacerse también porque se trata de un pensamiento patriarcal que ha oprimido a las mujeres.
Tanto Nietzsche como Beauvoir critican la moral tradicional, pero desde diferentes puntos de vista: Nietzsche lo hace desde una perspectiva nihilista, señalando que los valores tradicionales se corresponden con la «moral de los esclavos» y que van en contra la vida, mientras que Beauvoir lo hace desde una perspectiva feminista, señalando que las normas morales han sido creadas por y para hombres y que oprimen a las mujeres.
Comentario
El texto plantea una crítica aguda a la postura filosófica de Heráclito respecto a los sentidos y la percepción de la realidad. Mientras muchos filósofos rechazaban la validez de los sentidos debido a la diversidad y el cambio que observaban en el mundo, Heráclito va un paso más allá, desconfiando de ellos porque sugieren una aparente estabilidad y unidad en las cosas. Se sostiene que los sentidos no son inherentemente mentirosos, sino que es nuestra interpretación de ellos la que introduce la mentira al construir conceptos como la unidad y la duración. Se cuestiona la noción de que la razón sea la causante de falsear la percepción sensorial, y se plantea la paradoja de que el mundo aparente sea el único verdadero, mientras que el»mundo verdader» sea simplemente una construcción engañosa.