Nietzsche: Los Sentidos, el Cuerpo y la Crítica a la Metafísica
Noción 1: Los sentidos y el cuerpo
Casi desde su génesis, los filósofos nos han dicho que los sentidos nos engañan. Así lo podemos apreciar desde Parménides y Platón: la sensibilidad nos relaciona con la apariencia, con la pluralidad, con el devenir, con el mundo sensible e irreal; la razón nos comunica, en cambio, con lo inteligible, con la auténtica realidad inmutable. Por eso, para superar este engaño, la filosofía rechaza el cambio y la historia. El autor ironiza sobre esta idea con el término “egipticismo”. La tesis más importante de este párrafo es: “Lo que es no deviene; lo que deviene no es”. Con ella quiere resumir casi toda la historia de la filosofía. Pero él no está de acuerdo con esa tesis. Nietzsche es un vitalista que reivindica la sensibilidad y la vida.
La cultura occidental ha reprimido la sensibilidad y la vida en aras de un trasmundo suprasensible. Sin embargo, Nietzsche critica esta cultura de tipo metafísico que postula que lo verdadero es lo inteligible y eterno. Para él no existe un “mundo verdadero”, sino que simplemente, no existe la verdad. Este mundo inteligible surge de negar lo sensible, la vida, el devenir. La verdad para él es una interpretación, siempre condicionada por nuestro contexto, por nuestros conceptos, incluso por nuestro lenguaje. Si tuviéramos otro lenguaje, tal vez tendríamos otro mundo. No hay hechos sino interpretaciones.
Pero la cultura occidental, al superar la metafísica, al reparar en el vacío de lo inteligible, pierde la referencia del sentido, de la verdad, del ser. Es el tema de la “muerte de Dios” y del “Nihilismo”. Nuestra situación es la del último hombre, el “decadente”, que se niega a aceptar la muerte de Dios, de la verdad, del sentido, y se refugia en otros equivalentes funcionales: el progreso, el dinero, la ciencia, etc. La superación de este impasse vendrá de la mano del “Superhombre”, el que dice sí a la vida, el que afirma valientemente el devenir con todo lo que acarrea. Este “Superhombre” es el que quiere el “Eterno retorno”, su pensamiento abismal. No es que todo vaya a retornar de nuevo, como en la concepción cíclica del tiempo de los griegos. Si todo retorna en el mismo orden, lo que sucede es que el devenir es lo necesario, lo eterno; que el instante no es sólo un medio para un final de la historia. Amemos el instante, la vida, nuestro pasado; pues si el mundo tuviera alguna meta, en un tiempo infinito ya se habría realizado. Las fuerzas finitas están condenadas a repetir las jugadas. Esta tesis no puede ser metafísica, pues Nietzsche se prohíbe tal discurso. Sin embargo, tiene un sentido normativo; estriba en un cambio de actitud: querer el momento y nuestra vida como si se tuviera que repetir infinitas veces.
La Razón como Falseadora de los Sentidos
Para Nietzsche la razón es la causa de que nosotros falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando la procreación, el perecer o el cambio, los sentidos no mienten. La razón nos fuerza a asignar unidad, identidad, duración, sustancia, causa, ser, a lo que nos muestran los sentidos.
Estos conceptos, las categorías de la razón no podían provenir de la experiencia como pretendía el empirismo, pues los sentidos muestran pluralidad y cambio, y lo que esos conceptos expresan es semejanza, unidad, eternidad. La conclusión fue que “nosotros tenemos que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto, nosotros tenemos que haber sido divinos. ¡Pues poseemos la razón!”. Como consecuencia se valora el mundo del espíritu y se rechaza el cuerpo. Descartes degradó al cuerpo al nivel de un objeto mecánico más del mundo material.
El Desprecio del Cuerpo y la Falsedad del Alma
“En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: el alma quería el cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra”.
No existe un sujeto pensante situado más allá del cuerpo, no existe el alma o el espíritu. El cuerpo nos integra en la realidad y posibilita el conocimiento del mundo y de nosotros mismos. El cuerpo es manifestación de la voluntad de poder y es lo que unifica la pluralidad de fuerzas que hay en nosotros.
La Reivindicación del Cuerpo y la Vida
Todo el que permanezca fiel a los sentidos pertenece a la clase social más baja, es “pueblo”. En la separación de las clases sociales que hace Platón, el filósofo, que se rige por la razón, representa la clase superior mientras que la mayoría, los inferiores, son aquellos que permanecen ligados a lo sensible y a la parte apetitiva del alma, la parte inmoral y pecaminosa.
Nietzsche es el filósofo que más lejos ha llevado la reivindicación de la vida y el cuerpo, que va asociada con “la muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento”.
“¡Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales! Son envenenadores, lo sepan o no. Son despreciadores de la vida, son moribundos y están, ellos también, envenenados, la tierra está cansada de ellos: ¡ojalá desaparezcan!”.