Nietzsche: Sentidos, Cuerpo y Decadencia de Occidente

Nietzsche: Una Crítica Radical

Los Sentidos y el Cuerpo: Más Allá del Engaño

Nietzsche critica la visión de los filósofos precedentes, quienes consideraban la sensibilidad como engañosa y corrompida. Para eliminar este engaño, se debía rechazar el cambio y la historia, una característica que Nietzsche identifica como la «falta de sentido histórico» o «egipticismo» de estos pensadores. Como él mismo afirmaba: «Lo que es no deviene, lo que deviene no es«.

Para Nietzsche, la razón es la responsable de nuestra percepción de los sentidos como falsos. La procreación, el perecer y el cambio, evidenciados por los sentidos, no son engañosos. Las categorías de la razón no provienen de la experiencia (como plantea el empirismo), ya que los sentidos muestran pluralidad y cambio. Hemos sobrevalorado lo trascendental, rechazando el cuerpo. Sin embargo, para Nietzsche, no existe un sujeto o alma situados más allá del cuerpo. El cuerpo nos integra en la realidad, posibilitando el conocimiento del mundo y de nosotros mismos. Es la manifestación de la voluntad de poder y unifica la pluralidad de fuerzas en nuestro interior.

La Crítica de Nietzsche a los Filósofos

Nietzsche veía en la cultura griega dos fuerzas estéticas antagónicas pero interdependientes: lo apolíneo (medida, orden, luz, individualización) y lo dionisiaco (fuerza vital, ruptura de barreras, ausencia de limitaciones).

En «Crepúsculo de los ídolos«, denuncia el desequilibrio dionisiaco-apolíneo como causa de la decadencia del hombre y la cultura occidental, debido a la exaltación de lo apolíneo y la relegación de lo dionisiaco. Consideraba a Platón y Sócrates como los grandes corruptores de la filosofía, por introducir la dialéctica y la racionalidad como únicas vías hacia la virtud, rechazando el instinto dionisiaco y privilegiando el espíritu apolíneo.

Inventaron conceptos como «Ideas» o «Verdad», que deformaron los instintos y crearon al hombre «bueno y justo», desvinculándolo de sus pasiones. Sócrates representa una época de perversión en la historia de los valores, favoreciendo el espíritu de decadencia, el odio y el miedo a la vida. Platón, al defender el desarrollo de la dialéctica para aproximarse al mundo de las Ideas, rechazaba el mundo sensible, el cual, según Nietzsche, es el auténtico.

El mundo inteligible se convirtió en el mundo verdadero, accesible solo al sabio y virtuoso. Nietzsche recupera el pensamiento de Heráclito, quien consideraba el ser inmutable como una ficción y lo cambiante como real.

Cristianismo, Moral y Nihilismo

Para Nietzsche, el cristianismo es la base de la decadencia humana. El platonismo provocó una inversión de los valores morales griegos. En la antigüedad, «bueno» se refería a lo noble, al hombre superior. El cristianismo, en cambio, predicó una moral de esclavos, presentando «contravalores». Era la religión de los resentidos, que obligaba a renunciar a los placeres y a aceptar el sufrimiento.

Nietzsche aboga por una moral natural (la de los niños), basada en el placer y el poder: «Es bueno todo lo que nos produce placer y es bueno lo que agranda nuestra voluntad de poder«. Critica el lenguaje, considerándolo un sistema de metáforas arbitrarias que deforman la realidad. La «verdad» es un conjunto de metáforas y generalizaciones. Los conceptos y las palabras son «máscaras» que matan la realidad.

El hombre buscó el sentido en valores morales que remitían a un ser estático, trascendental, para escapar del temor a la vida. Al descubrir la ausencia de sentido y finalidad, la moral del mundo culminó en el nihilismo pasivo (renuncia a la existencia, sentimiento de pérdida y odio a la vida). Nietzsche anuncia la muerte de Dios, la pérdida de valores y la ausencia de sentido en la vida. Su muerte implica reconocer la falsedad de los valores tradicionales. La cultura occidental sustituyó a Dios por la razón o la ciencia, matándolo entre todos.

Nietzsche propone el nihilismo activo: la carencia de valores impulsa a crear otros nuevos. La superación del nihilismo se logra mediante la voluntad de poder, rechazando la moral de esclavos, preparando la llegada del superhombre.

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