Contexto Histórico
La vida de Nietzsche (segunda mitad del siglo XIX) se enmarca en un período convulso marcado por la segunda industrialización, el auge del capitalismo, avances científicos y el choque de ideologías como el liberalismo, el tradicionalismo, el socialismo y el anarquismo. Este período presenció guerras, revoluciones y el declive de los ideales de la Ilustración, de los cuales Nietzsche fue un crítico prominente.
El Tema Central: La Transformación del Espíritu
Nietzsche propone tres transformaciones para superar las limitaciones impuestas por la tradición platónico-cristiana en el hombre occidental y restaurar su creatividad original, similar a la de un niño y del superhombre.
Las Tres Transformaciones
- El Camello: Representa al creyente que se somete a una entidad superior (Dios o la Verdad racional), negándose a sí mismo. Tanto el cristianismo como el platonismo, según Nietzsche, promueven esta figura al situar lo valioso fuera del individuo, instándolo a la obediencia y la auto-negación.
- El León: Simboliza la rebelión contra las cargas impuestas, un paso necesario pero insuficiente, ya que carece de la capacidad de construir nuevos valores.
- El Niño: Representa al superhombre, inocente, libre de culpa y pecado, que explora el mundo con asombro y crea sus propias reglas, como un artista. El niño, y por ende el superhombre, se caracteriza por el olvido, ajeno al rencor que Nietzsche asocia con el creyente.
Nietzsche y la Inversión del Pensamiento Platónico
Nietzsche busca conciliar el cambio, inherente al mundo sensible, con la eternidad, invirtiendo en gran medida el pensamiento platónico.
El Vitalismo Nietzscheano y la Crítica a Schopenhauer
Inicialmente influenciado por Schopenhauer, Nietzsche retoma sus antítesis pero invierte su valoración. Utiliza las figuras de Dionisio y Apolo para simbolizar lo que Schopenhauer define como voluntad y representación, respectivamente.
- Dionisio: Representa la fuerza creadora, coincidente con la voluntad schopenhaueriana, pero con una connotación afirmativa, celebrando la vida, las pasiones y la música.
- Apolo: Simboliza la razón, la claridad y lo delimitado, similar a la representación de Schopenhauer.
El mundo, para Nietzsche, surge del conflicto entre estos dos impulsos.
La Concepción Trágica del Mundo
Nietzsche argumenta que esta visión trágica, con Apolo y Dionisio como polos, predominaba en la Grecia antigua antes de Sócrates, a quien considera el corruptor de la razón. Esta concepción asume la vida como una lucha constante de contrarios, cuya supresión equivaldría a la supresión de la vida misma.
Nietzsche contrasta esta visión con el racionalismo y el positivismo, que buscan eliminar la contradicción, y con la dialéctica hegeliana y marxista, que, aunque reconocen la contradicción como motor, buscan su resolución final en una síntesis. A diferencia de Schopenhauer, que condena la vida por su carácter conflictivo, Nietzsche la acepta con alegría, lo que define su filosofía como un “optimismo trágico”.