Nietzsche: Vitalismo Irracional y la Superación del Nihilismo

Nietzsche: El Vitalismo Irracional y la Superación del Nihilismo

Friedrich Nietzsche desarrolló un pensamiento de extrema originalidad que critica muchas de las aportaciones de la metafísica occidental. Su filosofía es una inversión de la que Platón había desarrollado en los inicios de la filosofía. Si Platón afirmaba la división entre el mundo sensible y el mundo inteligible, Nietzsche condenará esta división como la más nefasta para la vitalidad de la cultura occidental.

La Vida como Realidad Fundamental

La característica fundamental de la realidad es la vida, «pura vida». La vida no puede definirse, ya que escapa a los conceptos. En definitiva, es lo que se pide y no lo que se piensa. Por eso, la vida se manifiesta como instinto espontáneo, lucha permanente y cambio continuo.

Crítica a la Metafísica y al Cristianismo

Nietzsche califica de «metafísica» a toda postura que divide el mundo en mundo sensible y mundo inteligible, poniendo el bien, el ser y la verdad del lado de este último. Así entendida, la metafísica es un invento de Platón vulgarizado por el cristianismo. La metafísica surge como consecuencia de una moral de «esclavos», es decir, una moral guiada por el resentimiento frente a la vida, frente al mundo sensible y sus imperfecciones, propia de individuos «débiles», incapaces de asumir el carácter trágico de la existencia.

El Nihilismo y la «Muerte de Dios»

La desvalorización del mundo sensible llevada a cabo por Platón y el cristianismo conduce al nihilismo, que consiste en un planteamiento antinatural que niega a la vida sus instintos y sentimientos, que son sustituidos por unos valores trascendentes (que están fuera del mundo) y, por tanto, ajenos a la vida. Esto genera en el ser humano un desprecio por la existencia. En definitiva, la negación de la voluntad.

Según Nietzsche, el nihilismo debe ser asumido y superado.

Esto lo simboliza Nietzsche con la expresión «Dios ha muerto«. Con el término «Dios», se refiere a toda forma de realidad suprasensible, tanto el Dios cristiano como el mundo de las ideas platónico o el alma cartesiana. Con la expresión «ha muerto», da un paso más allá del simple ateísmo para considerar a Dios como un valor que ha regido durante los dos últimos milenios y que finalmente se ha desvanecido. Esto significa el fin de las barreras morales y de las prohibiciones. El ser humano descubre que Dios era una creación humana. Tras la muerte de Dios, el ser humano puede crear nuevos valores que potencien la vida en vez de anularla.

La Voluntad de Poder y el Eterno Retorno

En su intento de superar el nihilismo y la metafísica, Nietzsche expresa su interpretación de la realidad por medio de metáforas como la voluntad de poder y el eterno retorno de lo mismo.

  • La voluntad de poder expresa la esencia misma de la vida. La vida es voluntad permanente de crear nuevas formas.
  • La realidad va surgiendo en un proceso de lucha y tensión, de creación y destrucción. En el ser humano, la voluntad de poder se identifica con el instinto, que es el factor fundamental de la vida. En cuanto al mundo, la voluntad de poder consiste en el juego de fuerzas cósmicas que se repite eternamente creando la realidad.
  • Para Nietzsche, el mundo es eterno, no tiene ni principio ni fin temporal. No tiene principio porque no hay un creador y no tiene fin porque, de tenerlo, en toda la eternidad transcurrida ya se hubiera alcanzado. Sin embargo, el mundo es finito, por lo que llegará un momento en el que todas las combinaciones posibles ya se habrán dado y volverán a repetirse, y no solo una vez, sino infinitas veces. De este modo, Nietzsche afirma que no hay más mundo que este, negando así el mundo trascendental platónico y el «otro mundo» cristiano.

Esto significa que cada instante de nuestra vida es eterno, tiene un valor infinito (cada segundo) y, por lo tanto, no hay nada que pueda considerarse de un valor superior y a lo cual debamos subordinarlo. Se debe hacer de cada instante un momento de plenitud vital, sin resignación ni aplazamientos. Para ello es necesaria una voluntad especial, la voluntad del superhombre.

El Superhombre

Lo que Nietzsche entiende por superhombre no es una evolución biológica, sino moral. El superhombre no se atiene más que a su voluntad de poder y crea sus propios valores, más allá de todo bien y todo mal. La auténtica decisión humana es absolutamente libre y es nuestro instinto o voluntad de poder la que determina la moral. Bueno será todo lo que favorezca y acreciente la vida. Malo, la moral establecida, la moral del rebaño. Como el artista y el niño, el superhombre es un creador de nuevos valores y posee una visión estética y amoral de la vida.

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