Nietzsche vs. Platón y Ortega vs. Descartes: Dos Confrontaciones Filosóficas Fundamentales

Nietzsche vs. Platón: La Crítica a la Metafísica y la Moral

El pensamiento de Nietzsche se encuentra en diálogo constante con las filosofías clásicas, especialmente con el platonismo, al cual confronta profundamente. Platón postulaba la existencia de un mundo inteligible, verdadero y eterno, compuesto por ideas absolutas e inmateriales, del cual el mundo sensible que percibimos sería solo una copia imperfecta. Nietzsche considera esta postura como una forma de desprecio hacia la vida, un resentimiento que niega el valor del mundo sensible y la experiencia humana.

Para Nietzsche, la filosofía platónica es una invención basada en la premisa absurda de que los sentidos nos engañan, una idea que contradice el sentido común y que sustenta una moral devaluadora de la vida. Esta moral, además de ser única y absoluta, postula una verdad trascendente que choca con el escepticismo y relativismo nietzscheanos. Considero que la crítica de Nietzsche a la cultura occidental, en este sentido, está plenamente justificada.

La filosofía metafísica clásica se ha caracterizado por su oposición al sentido común, al mundo entendido como cambio, devenir y multiplicidad. Nietzsche critica acertadamente esta tendencia y propone una ruptura con la moral tradicional, abogando por una nueva moral que esté al servicio de la vida. Esta idea, aunque potencialmente inviable, caótica y cruel en la práctica, supone un soplo de aire fresco que exalta la libertad y la personalidad.

La Muerte de Dios y el Nihilismo

La filosofía de Nietzsche posee una gran actualidad. La ruptura con la tradición metafísica, la “muerte de Dios”, es un fenómeno que estamos experimentando. El nihilismo parece evidente en un contexto de expansión del ateísmo y la creación de nuevos valores vitales. El capitalismo, con su opresión del débil por el fuerte, el destape sexual como expresión de instintos reprimidos, o los movimientos vanguardistas como símbolo de la transmutación de valores, son ejemplos de ello. Sin embargo, fenómenos como las sectas sugieren que el nihilismo podría ser más reactivo-pasivo que activo, revelando la posible imposibilidad de prescindir de Dios y la cultura metafísica tradicional, dada la naturaleza humana.

Ortega vs. Descartes: Perspectivismo y Razón Vital

Ontología: La Realidad Perspectivista

En cuanto a la ontología, Descartes afirmaba que la única existencia cierta es la percibida por la razón. Lo real, por tanto, es lo racional y matematizable, una realidad idéntica para todos los sujetos racionales que apliquen correctamente el método. Ortega y Gasset, en cambio, considera esta realidad como ultravital y extrahistórica, ajena al cambio y al movimiento.

Para Ortega, la realidad no es objetiva sino perspectivista. “La perspectiva es uno de los componentes de la realidad, lejos de ser su deformación, es su organización”. La realidad se manifiesta en tantas perspectivas como sujetos existen, por lo que nunca podrá ser conocida en su totalidad. Solo un sujeto que aglutinara todas las perspectivas (Dios) podría lograrlo, pero esta hipótesis es contradictoria, ya que todo “yo” conoce desde su punto de vista, determinado por su circunstancia.

Epistemología: El Conocimiento desde la Vida

Para Descartes, el conocimiento verdadero es aquel que la razón percibe con claridad y distinción, independientemente del lugar o momento histórico. Esta razón, según Ortega, sería ultravital y extrahistórica, ya que ni la vida del individuo ni su contexto histórico deberían influir en su capacidad de conocer lo real (objetivo).

La doctrina del punto de vista, por el contrario, sostiene que el conocimiento siempre se produce desde una vida, desde unas condiciones corporales, socioculturales e históricas concretas. La circunstancia de cada sujeto determina la parte de realidad a la que tiene acceso, por lo que ningún sujeto ni época histórica podrán alcanzar un conocimiento absoluto y definitivo (crítica al racionalismo). Esto no implica que la parte de verdad alcanzada no sea válida (crítica al relativismo). Desde su vida, el hombre accede a realidades objetivas, pero estas no son ultravitales ni extrahistóricas, ya que solo son accesibles desde una vida, desde una historia. La verdad, por tanto, no es producto de una sustancia pensante (como en el racionalismo), sino de una razón encarnada en la vida, una razón vital.

Antropología: El Hombre como Razón Vital

Descartes propone un dualismo racionalista: lo único indudable es la existencia del yo pensante, una sustancia definida por el pensamiento. Lo corporal es un añadido accidental y secundario, por lo que los hombres de todas las épocas son esencialmente iguales. Las diferencias culturales e históricas no afectan a la esencia humana, que reside en su capacidad de pensar. La actividad que conduce a la verdad, para Descartes, no es vital.

Ortega, en cambio, afirma que lo que define al hombre es su vivir. La vida no es una cosa o sustancia definible. El hombre no tiene naturaleza, tiene historia (crítica al racionalismo). Es un ser que se está haciendo a sí mismo continuamente, desde la libertad que le ofrece su circunstancia. Cualquier definición del ser humano que olvide su carácter vital es una abstracción. Sin embargo, el hombre no puede prescindir de la cultura: necesita conocer la verdad, actuar bien y contemplar la belleza. Ortega define al hombre como “devorador de verdades”: se alimenta de verdades porque necesita saber a qué atenerse. Sin verdad no hay hombre, pero esa verdad es accesible y útil desde y para un hombre que es razón vital.

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