Nietzsche y Descartes: Dos Visiones Filosóficas

Nietzsche y su Obra «El Crepúsculo de los Ídolos»

Este texto pertenece a la obra El crepúsculo de los ídolos, subtitulada: Cómo se filosofa con el martillo. Fue escrita por Nietzsche a finales del siglo XIX. El título de la obra es una ironía contra Wagner: El crepúsculo de los ídolos frente a El crepúsculo de los dioses. Respecto al término «ídolo», Nietzsche lo usó para designar lo que hasta ahora ha sido considerado verdad. Ir respecto a la filosofía con el martillo significa tanto diagnóstico como terapia. Los contenidos de esta obra fueron redactados como parte de la obra que Nietzsche no llegó a publicar: La voluntad de poder. El texto pertenece al tercer apartado de la obra, en el que Nietzsche ataca la razón por negar el devenir y la experiencia sensitiva. El primer apartado está compuesto por aforismos. El segundo es una monografía sobre Sócrates. En el cuarto hace una breve historia de la filosofía desde Platón hasta Zaratustra. En los apartados quinto, sexto y séptimo cuestiona la moral. En los apartados octavo, noveno y décimo cambia el estilo y sustituye el tono teórico por otro más personal. El libro acaba con un último apartado en el que conmina a afrontar la dureza de la creatividad.

Nietzsche emplea en la obra diferentes registros estilísticos, y es que para Nietzsche el mensaje filosófico no es sólo lo que se dice, sino también cómo se dice. El aforismo es un texto fragmentario que quiere evitar enredarse en los criterios de la verdad de los textos sistemáticos.

Periodos de su Obra

Para su crítica de la razón recurre en gran medida a la voluntad pesimista de Schopenhauer y al ideal romántico de Wagner. Wagner y Nietzsche pensaban que su época era una situación de crisis debido a que sólo se perseguían fines utilitarios, y en Wagner veía Nietzsche a alguien que se revelaba contra ello, alguien con quien el arte volvía a su origen. Nietzsche escribió su primera obra bajo la influencia de Schopenhauer. Schopenhauer también aporta a Nietzsche otras ideas: la superioridad del arte sobre el conocimiento, la desconfianza respecto a las ideas de progreso y la idea de que el individuo es ilusorio.

Durante su segundo período rompe con Wagner, pues piensa que carece de sentido aferrarse conscientemente a algo ilusorio y pretender ponerlo como base de la cultura. Para criticar la metafísica se vuelve hacia el positivismo de la Ilustración, pero sin caer en el culto al progreso. En definitiva, en este periodo arte y ciencia son pensados como complementarios. Y durante su tercer periodo hace más dura su crítica a la cultura y desarrolla sus ideas más originales. Expone sus temas de pensamiento: muerte de Dios, voluntad de poder, eterno retorno, superhombre. Nietzsche tenía la intención de escribir una obra sistemática de estos temas, pero la dejó sin terminar.

Sobre los Autores

Nietzsche llama a la cultura occidental platonismo y cristianismo, pero también señala entre Platón y el cristianismo diferencias históricas: Platón separó el conocimiento de la experiencia sensitiva. Entendió el conocimiento como origen de la moral. La filosofía cristiana es heredera de Platón, el bien de Platón se ha convertido en Dios, y ya no es que alcanzando el Bien podamos ser mejores moralmente.

Nietzsche es uno de los autores que con más fuerza ha expresado la crisis de la razón; respecto a esta crisis se ha establecido una fuerte relación entre Nietzsche, Marx y Freud. Se les ha denominado pensadores de la sospecha. Marx considera toda verdad como ideológica, dependiente de un determinado modelo productivo, y Freud plantea que lo determinante de la conducta humana es lo inconsciente y lo no consciente.

Nietzsche ha influido en la cultura del siglo XX. Destacaría su influencia en Foucault. Es de destacar la interpretación que Heidegger hace de Nietzsche. Para Heidegger, el superhombre y el eterno retorno son expresión del pensar y actuar propio de la técnica moderna; la técnica actual sería el desarrollo de los saberes que se asientan sobre la metafísica del sujeto.


Descartes y su Obra «Discurso del Método»

Este texto pertenece a la obra Discurso del método, escrita por Descartes en el siglo XVII.

En ella propone un nuevo fundamento de la razón para que la nueva ciencia, que se estaba desarrollando en base al conocimiento matemático, triunfara.

Esta obra está escrita como autobiografía intelectual, en ella expone su pensamiento haciendo también referencias a su pasado y a sus proyectos de futuro.

La obra apareció escrita en francés, Descartes rompía con la tradición que consideraba el latín como lengua culta. Iniciaba una nueva época en la que se valoraría a las lenguas vernáculas como medios adecuados para la filosofía. También apareció de esta obra más tarde una edición en latín. En cuanto al resto de sus obras, unas aparecieron en latín y otras en francés.

En el capítulo al que pertenece el texto (IV), Descartes se plantea la posibilidad de un nuevo fundamento metafísico del conocimiento, hallándolo en el cogito, y a partir de él demuestra la existencia de Dios.

Otras Partes de la Obra

  • Parte I: Hace un balance del saber aprendido a lo largo de su educación, critica la filosofía escolástica de su tiempo y defiende la necesidad de un nuevo método de conocimiento.
  • Parte II: Establece el nuevo método, basado en determinadas reglas.
  • Parte III: Establece una moral provisional.
  • Parte V: Trata cuestiones de física y también del funcionamiento del cuerpo. Mantiene una estricta separación entre el ser humano y los animales.
  • Parte VI: Justifica y defiende la necesidad de conocer la naturaleza y habla de las condiciones necesarias para dedicarse a la investigación.

Además, la obra se publicó con tres apéndices, que son tres ejemplos de aplicación de su método a investigaciones específicas. Uno es sobre óptica, otro sobre meteoros y otro sobre geometría.

El discurso del método lleva a cabo una fundamentación de lo matemático. Ya lo había planteado en su primera obra conocida, esta obra fundamental quedó sin terminar y se publicó cincuenta años después de su muerte.

También nos habla Descartes en el Discurso del método de una obra que no se atrevió a publicar. El motivo: en ella defendía la teoría de Copérnico de que la Tierra se mueve, pero se enteró de que Galileo Galilei había sido condenado por la Iglesia por apoyar esta idea.

En todas las obras de Descartes hallamos su preocupación por las ciencias, también en su obra Meditaciones metafísicas: en una parte de esta obra Descartes utiliza el estilo de los geómetras para mostrar su investigación filosófica. Al igual que en el Discurso del método, recurre a Dios como garantía última, vinculándose así con la filosofía medieval. En la obra Meditaciones metafísicas desarrollará ese vínculo utilizando más terminología y temas de la tradición.

Atacado por algunos sectores eclesiásticos, Descartes se defendió y pasó a incluir en esta obra las objeciones recibidas de algunos personajes importantes que la leyeron previamente, así como sus propias respuestas a tales objeciones.

Ahora bien, aunque Descartes recurre en muchas de sus obras a la tradición, siempre inscribe sus temas dentro de la originalidad de su propio pensamiento.

Aportaciones Científicas y Teoría Física

Entre otras muchas aportaciones en diversos campos de las ciencias, Descartes también fue elaborando en sus obras su propia teoría física, la cual es mecanicista: concibe la naturaleza como una máquina cuyos movimientos son resultados automáticos de otros movimientos. Al no existir vacío, el movimiento se transmite necesariamente de un cuerpo a otro por contacto. Así, Descartes explicó que el movimiento de los planetas se debía a torbellinos alrededor del Sol y las estrellas. Descartes explicó el movimiento con tres leyes:

  1. Ley de inercia
  2. Ley de la dirección del movimiento
  3. Ley de la conservación del movimiento

Pero Descartes, al reducir los cuerpos a extensión, rechazó los conceptos de fuerza y energía, pues los consideraba cualidades ocultas. Sin embargo, la ciencia posterior destacaría que cuerpos geométricamente idénticos, si tienen masas diferentes, no se comportan de la misma manera cuando interactúan. La física de Descartes fue pronto sustituida por la de Newton.

Racionalismo

Descartes inaugura una corriente filosófica conocida como racionalismo.

El racionalismo se caracteriza por dos afirmaciones fundamentales:

  • Nuestro conocimiento acerca de la realidad puede ser construido deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes.
  • El ámbito de la razón es necesario y se corresponde exactamente con el ámbito de la realidad.
  • Tales ideas y principios evidentes son innatos al entendimiento; este los posee en sí mismo al margen de toda experiencia sensible.

Spinoza es otro importante autor racionalista. Defiende un monismo panteísta como solución al problema de la comunicación de las sustancias:

  • Existe una sustancia única: Dios o naturaleza.
  • Se ha denominado panteísmo, pues concibe a la naturaleza misma con Dios.
  • Esta sustancia posee infinitos atributos, de los cuales solo conocemos dos: el pensamiento y la extensión. Como ambos son atributos de una única sustancia, no surge el problema de cómo explicar su relación.

El racionalismo se da en la misma época que el empirismo, el cual defiende, por el contrario, que todo conocimiento tiene su origen y sus límites en la experiencia. Según Hume, el propio yo no es más que un «haz de percepciones».

La Ciencia Moderna

En los siglos XVI y XVII se configura el paradigma de la ciencia moderna estudiando el problema del movimiento.

Pues bien, la ciencia moderna se constituye por su exigencia matemática, la cual hace que sea «física-matemática». Por ello:

  • Parte de axiomas.
  • No admite la existencia de fuerzas ocultas.
  • Transforma la experiencia en experimento.

Así pues:

  • El saber por excelencia no es ya la teología, sino la matemática.
  • El fundamento de verdad ya no es la autoridad de la tradición ni de la Revelación, sino el propio sujeto pensante.
  • La verdad ya no es adecuación, sino certeza.

Y fue Descartes el primero en establecer esto atendiendo a su fundamento metafísico.

Bacon y Galileo

Pues bien, además de Descartes, los otros autores de su época que más tuvieron en cuenta la importancia del método fueron F. Bacon y G. Galilei.

Respecto a Bacon, destacó la observación de la naturaleza. En su concepción del método lo central es la inducción. Aunque ya Aristóteles había tenido en cuenta la inducción y la comparación de datos.

Ahora bien, aunque Bacon insistió en defender el poder de la ciencia, desconoció la importancia que las matemáticas tenían en la nueva ciencia.

Galileo, por el contrario, sí destacó el papel de los esquemas matemáticos a los que han de ser sometidos los fenómenos naturales.

Defendió un método al que llamó «resolutivo-comparativo» que constaría de tres pasos:

  • «Análisis» de aspectos cuantificables.
  • «Composición» de una hipótesis que exprese matemáticamente relaciones entre elementos analizados. De esta hipótesis se deducen consecuencias.
  • «Verificación» de dichas consecuencias en la realidad mediante experimentos.

Aunque Galileo a menudo se contentaba con realizar «experimentos mentales», puede ser considerado como uno de los fundadores del método experimental.

Contexto Histórico y Conclusión

En los siglos XV y XVI se da una ruptura de la unidad religiosa, de la unidad política y de la unidad cultural.

Descartes contribuyó a esa ruptura con su crítica de la cultura anterior y la actitud de duda que problematiza todo saber, así como por su búsqueda de un nuevo principio que nos diera certeza, y que halló en el cogito: «pienso, luego soy».

En esta época de ruptura, la represión del pensamiento y de la libre expresión fue enorme: Pico della Mirandola fue perseguido por proyectar la libre discusión de temas de actualidad en la época, y G. Bruno quemado en la hoguera por no aceptar tesis oficiales de la Iglesia.

Según Heidegger, al poner Descartes al sujeto como fundamento de la realidad, lo está poniendo también como objeto de representación. Con ello inaugura la Época Moderna, la cual se caracteriza por pensar la realidad como «imágenes del mundo». Y así, la certeza es ante todo exigencia de seguridad.

Al contrario que Descartes, Heidegger entiende al hombre como Dasein, como aquello en donde se da el desocultamiento-ocultamiento de la temporalidad.

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