Nihilismo: Una Exploración Profunda
De nihil nada. El nihilismo es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente. La idea nietzscheana del nihilismo es compleja:
Tipos de Nihilismo según Nietzsche
Nihilismo como decadencia vital
Toda la cultura occidental es nihilista, pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente: la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En Así habló Zaratustra, Nietzsche representa este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
Nihilismo activo
Es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención. La filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido, pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la transmutación de todos los valores). Este nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el sentido de la tierra, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre: el superhombre. En Así habló Zaratustra, representa esta figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad destructiva).
Nihilismo pasivo
El nihilista pasivo no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, el suicidio. Aquél que dijese que si Dios no existe todo está permitido, aquél que desesperase de la vida y se levantase en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, ese sería también nihilista. Es el último hombre de Así habló Zaratustra.
Valoración e Impacto Contemporáneo
La filosofía de Nietzsche es una filosofía del azar en la medida en que hace de la realidad la manifestación de un poder caótico e imprevisible que no se ciñe a ningún orden, lo cual niega cualquier concepción teleológica de la realidad. Esta postura pervive en todas las corrientes contemporáneas de pensamiento que afirman el carácter azaroso de la realidad.
La crítica de Nietzsche a la metafísica tradicional muestra que no hay razones para creer en la existencia de un fundamento absoluto de la realidad, con lo cual la misma noción de verdad se hace inconsistente. Estas y otras tesis de su pensamiento han influido en una corriente filosófica contemporánea denominada filosofía postmoderna, que ha dado lugar incluso a un cierto talante cultural en el que podemos llegar a reconocer algunos elementos de actualidad en relación con este tema:
- Los MCS, por ejemplo, se hacen eco de la crisis de la visión metafísica tradicional y se convierten en vehículo de una gran variedad de cosmovisiones.
- Los cambios continuos y el devenir de los acontecimientos nos anegan en un presente en el que no contamos con un claro marco de referencia que nos oriente.
- Vivimos en una cultura de la imagen, donde la apariencia, y no el ser, es lo decisivo. Buen ejemplo de ello es todo un conjunto de acciones que se engloban dentro de lo que hoy llamamos el culto al cuerpo.
- El lenguaje conceptual ha dejado paso al lenguaje icónico y narrativo.
- Parece que lo que hoy está de moda es sentir, no pensar.
La negación de un mundo objetivo, racional, bueno y que sea fundamento de la noción de verdad convierte en problemático el diálogo entendido como búsqueda de esa verdad; al mismo tiempo, la sensibilidad y la subjetividad ocupan el lugar de la razón -endiosada en otra época-, y la fuerza de los argumentos es desbancada por la fuerza, a secas, o la simple apelación a los sentimientos, convertidos por muchos en criterios de verdades particulares. El cuestionamiento de las entidades metafísicas también convierte en problemático aquello que antes tenía la capacidad de cohesionar y legitimar. Sirva como ejemplo el tan traído y llevado debate en torno al término nación.
En ese mismo sentido, los grandes valores y principios que organizaron épocas pasadas parecen estar vaciándose de sustancia, de manera que hoy se puede vivir sin grandes ideales ni objetivos trascendentes. El precio de esto es la configuración de individuos vulnerables, sin grandes convicciones y presos de un cierto nihilismo, que se vive, por otro lado, sin demasiada tragedia.