Noción: la causa eficiente primera La noción «causa eficiente primera» hace referencia a la conclusión de la segunda vía tomista para demostrar la existencia de Dios, a saber, la existencia de una primera causa incausada de todos los seres.. La segunda vía parte de que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Todo tiene su causa porque nada puede ser causa de sí mismo. Sin embargo no se puede llevar hasta el infinito hacia atrás la serie de causas, por lo que hay que admitir la existencia de una primera causa incausada, que es Dios. En este argumento Sto. Tomás se apoya en la causa eficiente siguiendo la teoría aristotélica de las cuatro causas. Todos los seres que existen son como son por su causa formal, los caracteres de su esencia, por su causa material, la materia en que se imprime la forma, por su causa eficiente, el agente que une la forma a la materia, y por su causa final, el fin al que la cosa está destinada. En la segunda premisa establece el principio general de que todo es efecto de una causa. La causa eficiente es distinta del efecto o ser producido y además inferior a él. Esto hace que se observe en la realidad una sucesión de causas eficientes que se ordenan en el tiempo. Sto. Tomás admite en la tercera premisa que no existe una serie infinita hacia atrás de causas eficientes, porque entonces no podríamos explicar el último efecto que vemos producido. Por tanto, concluye que hay que admitir la existencia de una Primera Causa Incausada, que es Dios. Dios es forma pura, en él que esencia y existencia son lo mismo. Dios es causa del mundo como Dios creador que lo ha producido de la nada. El es el único “ser por sí mismo” y todo lo demás es “por él”.
Noción: ser necesario La noción «ser necesario» remite a la conclusión de la tercera vía en la que se acepta que tiene que existir un ser necesario que sea causa de la existencia de los demás y que es Dios. La tercera vía parte de la contingencia de todos los seres. Todo ser contingente tiene una razón de su existencia. No podemos extender la contingencia a la totalidad del ser, porque entonces no existiría nada y sí que existe. Por tanto hay que admitir la existencia de un Ser absolutamente necesario, que es Dios. La primera premisa constata que las cosas son contingentes, esto es, que existen de hecho pero podrían no haber existido. La segunda establece que todo ser contingente necesita de otro para existir. Santo Tomás distingue entre “ser en sí”, las sustancias (niño), y “ser en otro”, las cualidades de las sustancias (alto). Pero las sustancias o seres-en-sí no existen “por sí” mismas, sino que necesitan de otro, de una causa que las produzca (padres), que a su vez necesitan de una causa anterior, y así sucesivamente. En la tercera premisa se hace ver que no es posible llevar al infinito esta cadena, por tanto, como el mundo existe, tenemos que concluir que es preciso afirmar la existencia de un Ser Necesario, que es Dios. Este Ser Necesario existe y no puede no existir, es el ser “por sí” mismo, es causa eficiente de todo lo que existe. Es el Dios cristiano, Creador del mundo, que permite nos comprender por qué en un momento el mundo empezó a existir y confiar en que gracias a su Providencia se va a mantener en el ser.
Noción: el ser perfectísimo La noción «Ser Perfectísimo» hace referencia a la conclusión de la cuarta vía tomista para demostrar la existencia de Dios, que postula la existencia de un ser absoluto modélico del que participan todas las cosas. La cuarta vía parte de la observación de que hay diversos grados de todas las perfecciones que se aproximan más o menos a la perfección absoluta. Los seres contingentes no poseen su ser por sí mismos ni tampoco sus perfecciones. La causa última de la perfección debe ser perfecta por sí misma y por eso hay un Ser Absolutamente Perfecto que existe en sí y es causa del ser y la existencia de todo lo real. En el mundo encontramos una jerarquía de valores en las cosas. Para poder valorar algo como bueno, noble o verdadero tomamos de referencia lo que es absolutamente bueno, noble o verdadero, que se convierte en causa (formal) de aquello que lo es solo relativamente. Por tanto debe existir un “ser perfectísimo”, causa suprema, absoluta y ejemplar de todas las perfecciones que en mayor o menor grado encontramos en este mundo. Este Ser Perfecto es Dios. En esta vía tomista late la filosofía platónica, según la cual las cosas reales obtienen su ser (esencia) en virtud de su participación en las ideas perfectas que son su modelo y en último término de su participación en la idea de Bien. Santo Tomás va más allá de estas resonancias platónicas y concluye que el Dios creador es causa de la esencia y de la existencia de las cosas creadas.
Noción: la inteligencia ordenadora La noción «Inteligencia ordenadora» remite a la conclusión de la quinta vía en la que se acepta que tiene que existir un autor inteligente que dirija todas las cosas naturales hacia su fin. La quinta vía tomista parte de la finalidad del mundo. Observamos en el mundo que los seres operan por un fin, pero muchos seres carecen de inteligencia para propónérselo, por lo que hay que admitir la existencia de una Inteligencia ordenadora del mundo. Se observa que el mundo no es un caos sino un cosmos en el que reina el orden. Hay muchos seres naturales que no tienen inteligencia pero obran por su fin. Si esto es así, es porque una inteligencia los conduce. Observamos que todo lo natural tiene un empeño constante por perfeccionarse, para ser como debe ser y llegar a ser tal como lleva inscrito en su forma o esencia. Es precisamente en el diseño de esta finalidad donde encontramos a Dios como “inteligencia ordenadora” de toda la naturaleza. Dios es el Autor inteligente, la causa final o fin último de la naturaleza, que actúa como modelo porque es “infinita perfección”.