1.- LA ÉTICA COMO DISCIPLINA FILOSÓFICA
En nuestra vida cotidiana hacemos continuamente valoraciones de la conducta de las personas, en las que calificamos las acciones de unos y de otros refiriéndonos a si nos parece que han actuado bien o mal. También es frecuente que pensemos en los motivos y repercusiones de nuestros actos.
Los filósofos de todos los tiempos se han preocupado por investigar en qué nos basamos para poder llevar a cabo los juicios morales. La ética es la disciplina que se ocupa de examinar a partir de qué criterio catalogamos unas acciones en un sentido o en otro.
Como afirmó Erich Fromm, <<en el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte>>. O lo que es lo mismo, desde su libertad el ser humano se hace a sí mismo: es constructor y construcción al mismo tiempo. Precisamente este carácter libre y abierto de la acción es lo que hace al ser humano responsable de sus actos.
Este carácter libre del actuar humano constituye también la base del carácter moral que posee en exclusividad. La libertad, es decir, la capacidad para decidir y elegir entre varias opciones posibilita que las acciones concretas que alguien lleva a cabo se ajusten o no a las costumbres y normas de su comunidad.
Tener una inteligencia consciente y una voluntad libre es lo que permite al ser humano preguntarse qué debe hacer, es decir, qué opción debe elegir la voluntad de entre todas las que le muestra su inteligencia. Por eso, entre una cobra que pica a una persona y una persona que envenena a otra, hay una diferencia radical. A la serpiente no le podemos reprochar nada, porque es solo la causa involuntaria de una muerte, pero la persona sí, porque ha sido un agente libre y consciente de lo que hacía.
La acción humana es una acción moral porque es la operación de un agente libre y consciente, con el objeto de producir un daño o un bien a uno mismo o a otros y a favor o en contra de un código moral.
1.1. Moral y ética
La palabra moral viene del latín mores, que significa ‘costumbre’. En este sentido, la moral es el aprendizaje y la adquisición de las buenas costumbres que le vienen bien al ser humano para vivir como un ser humano y que vienen transmitidas de generación en generación y avaladas por la experiencia.
Por su parte, la palabra ética proviene del griego ethos, que significas también ‘costumbre’, pero, además, ‘ carácter y modo de ser’. Esto explica que el término ética tenga en el lenguaje filosófico un sentido más interno y de reflexión que la palabra moral.
Podríamos definir la moral como el conjunto de normas que orientan nuestra actuación en situaciones concretas para que respetemos ciertos valores que consideramos adecuados. Por ejemplo, la norma moral <<no matarás>> tiene como objetivo orientarnos en situaciones concretas para que respetemos el valor de la vida.
Ahora bien, no nos limitamos a tener una moral y obedecer sus normas, sino que también reflexionamos sobre ellas y nos preguntamos su porqué. Esto es lo que hace la ética.
Esta reflexión es necesaria por dos razones:
- Porque no en todas las culturas y épocas existen los mismos códigos morales.
- Porque las normas morales están muy claras en la teoría, pero su aplicación en la práctica es más complicada, ya sea porque algunas normas van contra nuestros intereses, la presión social, la moda o la opinión dominante, o porque se requiere un gran esfuerzo para llevarlas a cabo.
Si la moral es el conjunto de normas que es necesario respetar, la ética es una reflexión teórica acerca de esas normas morales. La ética es la teoría, y la moral es su aplicación práctica.
2.- CARÁCTER, CONCIENCIA Y DESARROLLO MORAL
El ser humano posee, como hemos visto, una naturaleza moral.
Para entender su funcionamiento, vamos a distinguir dos términos:
Carácter y conciencia
El carácter condiciona nuestras acciones y la conciencia las juzga. En tercer lugar, describiremos el proceso que, según el psicólogo Lawrence Kohlberg, nos permite alcanzar la madurez moral.2.1. Carácter
Si estudiamos nuestra naturaleza moral comenzando por lo más elemental y llegando a lo más amplio, tendremos que mencionar la acción, el hábito y el carácter.
La acción es un acto concreto y aislado; el hábito es la repetición de acciones similares, y el carácter es el conjunto de hábitos.
La repetición de acciones crea un hábito y el conjunto de hábitos crea un carácter.
Así, nuestras acciones construyen nuestra forma de ser, nuestro carácter y, a su vez, un carácter ya consolidado acaba condicionando nuestras acciones, es decir, nos lleva a realizar unas acciones y no otras. Ejemplo: por mentir una vez no me convierto en mentiroso, pero si repito continuamente esa acción, acaba convirtiéndose en un hábito que me transforma en mentiroso y que me condiciona para volver a mentir.
2.2. Conciencia
La conciencia moral es el conocimiento que el ser humano tiene de la corrección o incorrección de sus actos de acuerdo con los valores morales asumidos.
La conciencia moral se percibe a veces como una voz interior que juzga nuestras acciones y las de los demás tomando nuestros valores como criterio. Mi conciencia es un tribunal inapelable porque es el último, pero no infalible, porque está expuesto al autoengaño, el egoísmo y la presión social.
2.3. El desarrollo moral
Nuestra naturaleza moral no es una realidad ya hecha, sino que se va haciendo a través del tiempo y de nuestros actos. El razonamiento moral del niño no es el mismo que el del adulto.
El proceso de maduración moral desde la infancia a la madurez ha sido estudiado, entre otros, por el psicólogo Lawrence Kohlberg (1927 -1987), quien establecíó tres niveles de dos estadios cada uno relacionados con la edad. Según Kohlberg, solo un 5% de los adultos alcanza el último estadio. Por tanto, la madurez física e intelectual no garantiza la madurez moral.
3. VALORES y NORMAS
Las normas morales nos orientan para respetar un valor. El valor es una propiedad o dignidad, una excelencia, que solo los seres humanos podemos apreciar en las cosas, las acciones y las actitudes y que hace más estimables a nuestros ojos unas que otras. Ejemplo: belleza de un paisaje, valentía de una hazaña,…
Los valores son estimados debido a nuestras aspiraciones y necesidades (físicas, sociales, personales, espirituales). Hay muchos tipos de valores (económicos, sociales,…), pero aquí nos interesan los valores morales.
El valor moral es una cualidad de la acción que nos hace aprobarla como buena y apropiada al ser humano. Es el origen de la norma moral y el criterio para juzgar unos actos como buenos y otros como malos.
3.1. Objetivismo y subjetivismo moral
Una vez que hemos visto el papel del valor como origen y criterio de las normas morales, surge la pregunta sobre el origen y la validez de los valores.
¿Tienen un origen objetivo y, por tanto, son universalmente válidos o bien tienen un origen subjetivo y, por tanto, no son universalmente válidos? Las dos posturas fundamentales ante esta disputa son:
Objetivismo y subjetivismo
Según el objetivismo, los valores son realidades objetivas, universales, permanentes. Son estimables por sí mismos, independientemente de que los humanos los apreciemos o no. Esta postura, llevada al extremo, puede conducir al dogmatismo, que considera que solo hay unos determinados valores verdaderos que nos conducen a rechazar los demás como falsos o malos.
Según el subjetivismo, los valores no existen independientemente de nosotros, los sujetos:
Somos nosotros los que determinamos qué es un valor y qué no
Los valores existen solo porque los seres humanos los consideramos como tales; por ello, pueden reflejar nuestras apreciaciones subjetivas, nuestros deseos, intereses y circunstancias. Cada cultura o época genera sus propios valores. Esta postura, llevada a su extremo, puede conducir al relativismo, que consiste en afirmar que cada cultura, cada época e incluso cada persona crea su propio código moral y que todos esos códigos son igualmente válidos.3.2. Bien y justicia: ética de máximos y ética de mínimos
Todos los valores morales, en la medida en que son buenos y nos convienen, pueden resumirse en uno solo: el bien.
Cuando nos referimos al bien de todos, hablamos de justicia.
La ética que se ocupa de orientar la vida del individuo hacia el bien podemos denominarla ética de máximos, porque su objetivo es alcanzar la felicidad y la plenitud del individuo. Sin embargo, la ética que busca la justicia se puede denominar ética de mínimos, porque su objetivo es encontrar unos valores y comportamientos mínimos respetados por todos que permitan una convivencia armónica.
ÉTICA DE MÁXIMOS Y ÉTICA DE MÍNIMOS | ||
---|---|---|
ÉTICA DE MÁXIMOS | ÉTICA DE MÍNIMOS | |
VALOR FUNDAMENTAL | EL BIEN, UNA VIDA BUENA | LA JUSTICIA, UNA SOCIEDAD JUSTA |
ÁMBITO | EL INDIVIDUO | LA SOCIEDAD |
OBJETIVO | ORIENTAR LA VIDA PERSONAL A LA FELICIDAD Y LA PLENITUD | REGULAR LA VIDA SOCIAL PARA QUE SEA ARMÓNICA |
NIVEL DE EXIGENCIA | LO QUE CADA PERSONA DECIDA | UN MÍNIMO EXIGIBLE A TODO SUJETO RACIONAL. |
JUSTIFICACIÓN | DESEO PERSONAL DE BIEN Y FELICIDAD | ASPIRACIÓN DE TODAS LAS CULTURAS |
CRITERIO | LO QUE ME DA PLENITUD | LO QUE ES RAZONABLE MEDIANTE EL CONSENSO |
VALORES PRINCIPALES | BIEN, VIRTUD, AMOR, SOSIEGO, BELLEZA, FRATERNIDAD,… | JUSTICIA, PAZ, IGUALDAD,LIBERTAD, RESPETO. |
4. PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS SOBRE EL BIEN
Todos buscamos el bien. Incluso el delincuente, cuando comete un delito, busca lo que considera un bien para él. Pero ¿en qué consiste el bien?
Veamos algunas respuestas que los filósofos han dado a esta pregunta desde el origen de la ética occidental en Grecia hasta la actualidad.
4.1. El origen occidental de la ética
La reflexión ética se inicia con los sofistas, denominación que procede del griego sophisté, sabio. Se trataba de un grupo de maestros de retórica, oratoria y dialéctica que ejercieron su actividad en los siglos V y IV a. C.
Un rasgo común a los sofistas fue el relativismo cultural y moral.
En sus múltiples viajes habían contemplado que, en ocasiones, lo que en una polis estaba bien considerado en otra estaba muy mal visto, de modo que identificaron la moral como una simple convencíón (es decir, como un acuerdo entre los miembros de una comunidad). Como consecuencia de ello, negaron las existencia de principios morales con validez universal, pues cada sociedad establecía sus convenciones morales según sus intereses económicos, políticos, culturales,… y estos eran distintos en diferentes lugares.
Entre los sofistas destacó la figura de Protágoras de Abdera, conocido sobre todo por su sentencia: <<El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son, en cuanto que no son>>, interpretada como expresión de un pensamiento relativista.
En oposición al relativismo moral y cultural de los sofistas encontramos al filósofo Sócrates, quien presenta la primera teoría ética que defiende la existencia de valores objetivos y universales (como el bien y la justicia)
. Sócrates mantuvo, consecuentemente, que el objetivo de la filosofía era la búsqueda, mediante el ejercicio de la razón, de las verdaderas definiciones de los conceptos éticos.
Según Sócrates, si una persona adquiere completa comprensión acerca del bien, ello tendrá como consecuencia que actúe bien. Así, el conocimiento del bien conlleva su práctica, pues uno descubre que hacer el bien es lo mejor tanto para sí mismo como para los demás. El que actúa mal lo hace por ignorancia o desconocimiento (Intelectualismo moral)
.
Empleaba un método de preguntas y respuestas que denominaba mayéÚtica en alusión al oficio de su madre (partera).
4.2. En busca de la felicidad
Las éticas que consideran la felicidad (eudaimonía, en griego), en el fin de la vida humana y el máximo bien al que se puede aspirar son eudemonistas. Ahora bien, decir, que el ser humano anhela la felicidad es no decir nada, pues cada uno entiende la felicidad a su modo.
4.2.1. La felicidad es prudencia
Aristóteles (siglo IV a. C.) fue uno de los primeros filósofos en defender el eudemonismo ética. Pero ¿qué entendía por felicidad? Todos los seres tienden por naturaleza a un fin. Como lo esencial es su capacidad racional, la máxima felicidad del ser humano residirá en la vida contemplativa, es decir, el ejercicio de la razón, en el conocimiento de la naturaleza y de Dios, y en la conducta moral prudente. A más sabiduría, más posibilidades de elección, siempre recurriendo a la mediación de la prudencia (phrónesis).
Para lograr la felicidad, el ser humano debe emplear dos facultades:
El entendimiento y la voluntad
Con el entendimiento encontramos la manera correcta de actuar y con la voluntad la ponemos en práctica. Esa manera correcta de actuar de acuerdo con nuestra naturaleza para alcanzar la felicidad es la virtud.Según Aristóteles, <<la virtud es un hábito o disposición a hacer el bien que se adquiere con la práctica>>.
La razón define la virtud como un término medio entre los vicios de los extremos. No se trata de una media aritmética entre cantidades, sino del ejercicio de la moderación, afinado por la experiencia.
Defecto | Punto medio | Exceso |
---|---|---|
Cobardía | Valentía | Temeridad |
Pasividad | Templanza | Incontinencia |
Avaricia | Liberalidad | Despilfarro |
4.2.2 La felicidad es placer
La palabra hedonismo proviene del griego hedoné, que significa “placer”. Se considera hedonista toda doctrina que identifica el placer con el bien y que concibe la felicidad en el marco de una vida placentera. Los cirenaicos formaron una escuela iniciada por un discípulo de Sócrates, Aristipo (435 a. C.). Según este filósofo, la finalidad de nuestra vida es el placer entendido en sentido positivo como goce sensorial.
También el epicureísmo identifica placer y felicidad. Sin embargo, a diferencia de los primeros, define el placer como mera ausencia de dolor y perturbaciones.
Esta serenidad y tranquilidad del alma (ataraxia) es el objetivo que debe perseguir todo ser humano y es la verdadera esencia de la felicidad. Pero ¿de qué modo es posible alcanzarla? Según Epicuro, mediante un cálculo exacto de placeres que tenga en cuenta que un placer hoy puede ser un dolor mañana y, en cambio, lo que hoy se presenta con dolor puede anunciar un próximo bien.
4.2.3. La felicidad reside en el bien común
El utilitarismo es una doctrina ética muy cercana al eudaimonismo y el hedonismo, puesto que vincula la felicidad al placer, pero surgíó mucho después, en la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX. Fue fundada por Jeremy Bentham (1748 – 1832) y desarrollada por John Stuart Mill (1806 – 1873).
La tesis central de esta corriente es el principio de utilidad, según el cual el acto moralmente correcto es aquel que proporciona mayor placer o felicidad al mayor número de personas. El placer es, por tanto, un bien común o bien general.
Bentham quiso fundar una ética científica a partir del cálculo cuantitativo de los placeres y dolores (según su grado de intensidad, duración, certidumbre,…). Creyó que con esta información se podría establecer una reforma social encaminada a lograr
la mayor felicidad posible para el mayor número posible de personas. Stuart Mill, sin embargo, entendíó que los placeres humanos también deben distinguirse por su cualidad, y habló de placeres inferiores y superiores, e identificó los segundos como aquellos que promueven el desarrollo moral e intelectual del ser humano.
4.3 En busca de la justicia
Las teorías que se conocen como éticas de la justicia son aquellas que hacen hincapié en la imparcialidad, al considerarse esta una condición indispensable de la misma.
4.3.1 La ética del deber
Kant (Siglo XVIII) revoluciónó la ética con su formalismo moral, que aspira a ser una ética verdaderamente universal. Mientras que la de Kant es una ética formal, las anteriores a él eran éticas materiales.
Para entender esto, hemos de abordar primero su distinción entre la materia y la forma de la ética. La materia de la ética es su contenido (preceptos, valores, fines,…); la forma es su función moral, su intención de guiar la conducta humana. La ética kantiana tiene solo forma y por eso aspira a ser universal:
No hay en ella contenido que pueda ser rechazado por alguna razón.
Ética material | Material Dicta normas con un contenido concreto. Nos dice qué hacer. | Teleológica Las acciones son correctas si conducen a un fin o bien supremo: felicidad, virtud, placer… | Heterónoma Es una autoridad externa al sujeto racional la que la impone: experiencia, Dios… |
---|---|---|---|
Ética formal | Formal Da criterios que indican qué forma y requisitos han de tener tales actos para ser justos. Nos dice n cómo han de ser nuestros actos. | Deontológica Las acciones son correctas si las realizo con buena voluntad, es decir, si mi móvil es el respeto al deber. | Autónoma Es el propio sujeto racional quien se impone a sí mismo la ley moral. |
Además, las éticas materiales emplean imperativos hipotéticos y la ética formal utiliza imperativos categóricos:
- Un imperativo hipotético es un mandato con un contenido concreto que tiene validez si nos conduce a un fin.
- Un imperativo categórico se cumple no para conseguir un fin, sino con buena voluntad, por mero respeto al deber, independientemente de si son buenas o no las consecuencias.
Kant ofrece tres formulaciones del imperativo categórico, de las cuales ofrecemos aquí dos:
- Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre como ley universal >>, es decir, será moral aquella norma que pueda convertirse en un deber universal.
- Obra de tal modo que trates a la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre con un fin y nunca meramente como un medio. >>
4.3.2 La ética del consenso
Retomando la idea socrática del diálogo racional para alcanzar la verdad y, a la vez, la idea kantiana según la cual solo tiene validez la norma que se pueda convertir en ley universal, el filósofo alemán Jürgen Habermas defendíó la ética discursiva o del diálogo. Habermas sostiene que una norma moral será buena cuando, como resultado del consenso y si coacción ni discriminaciones, alcanza el libre consentimiento de todos aquellos a los que tal norma concierne.
El diálogo debe tener, entre otros, los siguientes requisitos:
- Todos los afectados por una determinada norma deben participar en el diálogo.
- Todos deben tener las mismas oportunidades de argumentar su postura.
- No puede existir coacción de ningún tipo.
- No se ha de tener en cuenta solo el interés particular, sino el interés común.
4.3.3 El velo de la ignorancia
John Rawls (1921 – 2002), filósofo estadounidense, motivado por los mismos principios de imparcialidad y universalidad que hemos visto en las éticas de Kant y Habermas, en su obra Teoría de la justicia optó sin embargo por partir de un recurso enteramente artificial al que denominó la posición original.
Se trataba de plantear una situación hipotética en la que una serie de personas tendrían que establecer las normas de convivencia que iban a ordenar la sociedad de la que ellos también iban a formar parte, pero con la salvedad de que tenían que diseñar dichas normas sin conocer las carácterísticas de ninguno de sus miembros (etnia, sexo, religión…) ni el lugar que iban a ocupar ellas mismas en dicha sociedad.
Este desconocimiento recibe el nombre de velo de ignorancia, y pretende garantizar la imparcialidad de los legisladores. De este modo, la situación ideal de diálogo que hemos visto anteriormente queda aquí relevada por la posición original, que presume que si quienes tienen que hacer las leyes que van a gobernar la sociedad no supieran después qué clase social o trabajo les iba a tocar desempeñar a ellos, mirarían de que nadie en su modelo de sociedad saliera perjudicado, con lo que garantizaría que todo el mundo tuviera unos mínimos reconocidos y respetados.
De este modo, cabría esperar que se acordaran una serie de derechos básicos para todo el mundo, tales como la libertad de pensamiento, de expresión o de asociación, así como atención a los menos aventajados de la sociedad, lo cual contribuiría a definir una auténtica ética de la justicia.
Postura ante | Postura ante la | Postura ante la | Método | |
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SOFISTAS | Relativismo | Cobran por enseñar a quien pueda pagarlo. | Escepticismo: no hay verdad, sino solo opiniones. | Persuasión mediante |
SÓCRATES | Universalismo | Debe ser | Existe una | Diálogo mayéutico para hallar la verdad. |