El Origen del Poder Político
Sobre el origen y fundamento del poder político y del Estado podemos distinguir dos grandes grupos de teorías:
- Aquellas que lo cifran en la naturaleza humana (origen natural), tesis contractualistas de base natural.
- Las que lo fundamentan en un pacto o convención social (artificialidad del Estado), propias de las épocas moderna y contemporánea.
Contractualismo Natural
Las doctrinas que afirman el origen natural del poder político se remontan a la filosofía griega clásica, hasta los albores de la modernidad.
Aristóteles
Para Aristóteles, el hombre es un animal social por naturaleza. Por tanto, solo en sociedad, y en una sociedad organizada, puede vivir como es debido, de una manera virtuosa, recta y feliz. Se impone siempre la necesidad de idear un Estado, un cuerpo político de genuina naturaleza que cumpla con esa función. El Estado surge para atender las necesidades de los hombres. Su fin es, por tanto, utilitarista.
Santo Tomás de Aquino
Para Santo Tomás de Aquino, el Estado es una institución fundada en la naturaleza del hombre. Tiene también su fundamento en sus necesidades «naturales», pero además hay en el hombre una tendencia social, dirigida a la convivencia. Solo en clave social y virtuosa puede el hombre desarrollar plenamente sus potencialidades personales. Además, si la sociedad es natural al hombre, también lo es la autoridad y el gobierno. Dependen de la naturaleza racional humana. El Estado, pues, ni es consecuencia del pecado ni surge para huir del egoismo individual. Tiene, como en Aristóteles, una finalidad positiva, un fin y una esfera propias. Tan es así, que la política es la ciencia práctica más noble, pues su objeto es el más elevado: el bien común, que es superior al de los particulares.
Esta consideración, ¿implica la subordinación del individuo al Estado? No, porque:
- El fin último del hombre es de orden trascendente. El Estado está obligado a velar por la persona para que logre su perfección integral viviendo en sociedad: «El Estado es para el hombre y no el hombre para el Estado».
- Además, la idea del bien común incluye la proyección del bien común social al bien común trascendente.
La defensa del origen natural del poder ha sido objeto de atención a lo largo de toda la historia del pensamiento político occidental. Más allá de las variantes y matices defendidos por los diversos autores, existe una continuidad metodológica y de principios que no puede discutirse.
J. Maritain
En esta línea, un autor contemporáneo como J. Maritain afirmaba que el Estado es una institución de origen natural pues el hombre es un ser social por naturaleza. Y lo mismo cabe decir de la autoridad: depende de la naturaleza humana.
El pueblo, en cambio, es depositario de esta autoridad y la delega en los representantes libremente elegidos, que ejercen, así, el poder como «vicarios de la autoridad», no como soberanos. Maritain tiene un concepto instrumental del Estado.
De acuerdo con estos criterios, el mejor régimen político es el democrático: solo él es capaz de dar respuesta a la dignidad humana. Pero no una democracia puramente liberal, sino una democracia basada no en un concepto meramente formal de libertad sino en una verdadera libertad orientada en la dirección de una «carta moral democrática» a la que todos los ciudadanos prestan una «fe secular».
Conclusión del Contractualismo Natural
En conclusión, puede afirmarse que las teorías realistas sobre el derecho, el poder y el Estado sostienen en esencia:
- La existencia de una ley natural inserta en lo más íntimo del ser humano, que es universal e inmutable.
- La sociabilidad como una dimensión esencial del ser humano y que, por consiguiente, le constituye.
- El derecho y la organización estatal deben constatar el derecho natural como aquel que procede y deriva de la naturaleza y, específicamente, de la naturaleza humana.
- La no identificación de la ley con el derecho positivo.
- El derecho debe, por tanto, atender a los principios del orden social y a las circunstancias históricas concretas, evitando todo normativismo absolutista.
- El origen natural del poder político, si bien da a la condición del hombre, todo poder tendría un fundamento trascendente y encontraría su legitimidad en la justicia y la verdad de las cosas, de modo que no puede ejercerse legítimamente al margen de ellas.
- La necesidad de pactos entre los seres humanos es una consecuencia natural del propio modo de ser del hombre. Por ello mismo, todo convenio debe respetar el orden natural.
Contractualismo Convencional
Esta doctrina filosófica encuentra sus raíces en la modernidad y atribuye el origen del Estado y del poder político a un pacto, acuerdo o contrato expreso o tácito entre los miembros de una comunidad mediante el que cederían sus derechos al Estado para garantizar la paz y el orden social. Algunos autores relevantes son:
Thomas Hobbes y el Estado de Guerra de Todos contra Todos
Según Hobbes, toda la ciencia política procede de dos postulados fundamentales:
- Todos los hombres poseen una avidez natural por la que cada uno pretende gozar exclusivamente de los bienes comunes. Frente a Aristóteles, Hobbes entendió que el hombre no es un «animal político» sino un «lobo para el hombre».
- Cada hombre dispone de una razón natural que lo hace huir de la muerte violenta como el peor de los males.