Escuela Jónica o de Mileto
A dicha escuela pertenecen Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes. El pensamiento de cada uno de estos tres autores presenta una serie de rasgos comunes.
Los tres filósofos proponen como arjé una única realidad. A este arjé le dan una serie de características, diciendo que es lo indefinido, no es observable, experimentable, es inmortal, inengendrado e indestructible (características de los dioses). Todas estas características se denominan apeiron. Por ello sus doctrinas pertenecen al monismo dinámico. La realidad como arjé posee en sí misma el principio del movimiento, por lo que debe ser considerada como un ser vivo (los milesios son hilozoístas, es decir, que no distinguen entre materia y vida).
Tales de Mileto
Identificó el arjé con el elemento más importante para él, el agua. Porque era imprescindible para vivir, y para ello se apoyó en la observación directa y la importancia de las culturas fluviales. Por lo tanto, todo procedía y estaba hecho de agua, y al final todo volvía al agua.
El agua para Tales estaba dotada de vida y movimiento, es decir, atribuía la vida a algo material, es por eso que decimos que es un pensador hilozoísta (el agua, al estar dotada de vida, dio lugar a los seres vivos).
Anaximandro
Geocentrista y evolucionista, defendía que la Tierra era el centro del universo y que los seres vivos provenían de otros anteriores (los humanos habíamos evolucionado de especies perciformes). Dijo que el arjé debía de ser material, pero no identificable con ninguna materia concreta. Para él, el arjé es el apeiron (lo indefinido).
Pero el apeiron no es experimentable y no es empírico (no podemos acceder a él por los sentimientos, sino por la razón), solo somos…
Anaxímenes
Astrónomo, que explicó el arcoíris, los eclipses y habló de la Luna como satélite, que no brillaba por sí misma sino gracias al Sol. Dentro del mundo material busca lo más indefinido y dice que el arjé es el aire, como elemento físico del que todo viene y todo va. El aire, para originar la diversidad, sufre un doble proceso: condensación y rarefacción.
El aire es entendido como aliento vital, como alma, que es aquello que da vida al ser. Explicó que la diversidad provenía del arjé.
Pitágoras de Samos
Fue el creador de una secta místico-religiosa, se trataba de un grupo social con normas de vida y unos objetivos. Pitágoras bebió de una corriente oriental, el Orfismo (corriente filosófica, mística y religiosa que defendía la transmigración del alma, ya que ésta es inmortal y puede pasar de un cuerpo a otro). Pitágoras redactó esta teoría en la Metempsicosis, que es el planteamiento del alma por Pitágoras. El alma puede transmigrar a algo con lo que guarde parentesco (ya sea material o vivo) y es un proceso constante que tiene un objetivo: que es la liberación de la vida material. Para ellos se debe ascender en la jerarquía de reencarnación, y para ello se lleva a cabo un proceso de purificación del alma, que consiste en la formación intelectual.
Tiene una gran influencia en Platón, que será el que vuelva a hablar de ello. San Agustín retoma el tema, pero dice que el alma es de origen celestial e inmortal, mientras que el cuerpo se considera fuente de impureza o cárcel del alma. Por tanto, existe un dualismo antropológico que nos dice que el hombre posee dos partes: el cuerpo y el alma.
El objetivo del pitagorismo era la purificación, que se consigue mediante el sometimiento de la vida al estudio, la ética y la integración con el cosmos. Pitágoras dice: «Lo semejante es conocido por lo semejante», es decir, el hombre es capaz de comprender el cosmos porque él mismo forma parte del cosmos y de las reglas que lo rigen. El cosmos es entendido como proporcionado y ordenado, y por tanto bello y como consiguiente perfecto. Comprender el cosmos para los pitagóricos significa saber captar su armonía. El hombre lo comprende porque capta en él mismo la misma armonía. El pitagorismo desarrolló una serie de normas de vida para vivir conforme a esa armonía, las cuales eran: la abstinencia, las normas morales y la purificación por el conocimiento. Siguiendo esta serie de normas nos liberaríamos de la cadena de reencarnaciones. Otro de los objetivos del pitagorismo era responder a: ¿Cómo explicar racionalmente el cosmos? Partimos de la observación natural y se ve que todas las propiedades y comportamientos de los seres naturales pueden ser formulables matemáticamente. Para los pitagóricos, el arjé es el número. Según Aristóteles, Pitágoras tenía una visión espacial del número, es decir, ocupaba un espacio y como tal, es materia. Y existía una identificación entre los puntos geométricos y la unidad aritmética. El número es el elemento material de las cosas; y las cosas están compuestas de la agregación de unidades y puntos. Esto se convierte en un problema griego, debido a la dificultad para concebir la realidad sin extensión material (hasta Platón, quien soluciona dicho problema). Pitágoras decía que el número estaba constituido por dos elementos: el uno, que es limitado o indeterminado; y el determinante, que es limitado o determinante. A su vez, el número estaba constituido por una dualidad y tiende a la armonía, como resultado de un equilibrio entre opuestos. De tal forma que el número es considerado el arjé, el cual es lo primero de toda la realidad; también el resto de las cosas siguen una regularidad matemática, y expresa el orden de la racionalidad. El cosmos es, por consiguiente, armonía, y la música pone de manifiesto dicha armonía (todo esto es traducible matemáticamente).