1. Antecedentes de la Filosofía Griega
La filosofía griega no surgió en el vacío, sino que tuvo importantes antecedentes culturales y sociales:
- La Religión: La religión griega era antropomórfica y explicaba sus creencias mediante mitos. Carecía de una institución sacerdotal centralizada y de libros sagrados dogmáticos. Los poemas de Homero y Hesíodo, con sus narrativas sobre dioses y héroes, suponen un antecedente fundamental para los primeros filósofos. La filosofía representó un avance respecto a estas creencias al buscar explicaciones a través de la reflexión racional (el paso del mito al logos).
- Los Sabios: Los llamados «siete sabios» y los poetas líricos griegos respondieron a las necesidades éticas y políticas emergentes mediante reflexiones sobre el individuo y la sociedad, desarrollando una sabiduría práctica y máximas morales asimilables por el pueblo.
- La Ciencia Egipcia y Babilónica: Los propios filósofos griegos reconocieron la influencia del pensamiento oriental, especialmente en matemáticas y astronomía. Algunos de los primeros filósofos provenían de las colonias griegas en Asia Menor, facilitando este intercambio cultural.
2. Condiciones de Aparición de la Filosofía Griega
Diversos factores socio-políticos y culturales propiciaron el surgimiento de la filosofía en Grecia:
- La Ciudad-Estado (Polis) y la Democracia: La aparición de la ciudad y de formas de gobierno como la democracia (especialmente en Atenas) implicó el desarrollo de la ley escrita y el debate público. Esto fomentó un espacio para la argumentación y la reflexión racional sobre la convivencia y el orden social, elementos cruciales para el pensamiento filosófico.
- Libertad y Ocio: La relativa libertad del ciudadano (varón, propietario) en la polis y la existencia de tiempo de ocio (posibilitado en parte por la mano de obra esclava) permitieron a ciertos individuos dedicarse a la contemplación, el pensamiento y la reflexión desinteresada.
- Desarrollo Económico y Cultural: La introducción de la moneda creó un sistema abstracto de valoración y facilitó el comercio y el intercambio de ideas.
- Insuficiencia de los Mitos: Las explicaciones míticas tradicionales resultaban, para algunos, escasas y poco coherentes para abordar nuevas preguntas sobre la naturaleza y la realidad, lo que impulsó la búsqueda de explicaciones racionales.
- Carácter Abierto de la Cultura Griega: La ausencia de dogmas religiosos rígidos y el carácter abierto y viajero de la cultura griega permitieron la crítica, el debate y la reflexión sobre la propia cultura y las ajenas.
3. Características del Mito frente a la Explicación Racional (Logos)
El mito puede entenderse como un conjunto de narraciones y doctrinas tradicionales (transmitidas a menudo por poetas) acerca del mundo, los hombres y los dioses. Pero también representa una actitud intelectual o un esquema mental específico.
Características del Mito:
- Personificación de las Fuerzas Naturales: Los fenómenos naturales (lluvia, trueno, estaciones) son atribuidos a la acción de dioses o seres sobrenaturales con características humanas (ira, amor, voluntad).
- Arbitrariedad: Los sucesos naturales y humanos dependen de la voluntad caprichosa de los dioses. No se buscan leyes constantes, sino las intenciones divinas.
Aunque el mito busca explicar la realidad, su enfoque basado en la voluntad divina no encaja con la búsqueda científica de regularidades y leyes. No obstante, incluso en el pensamiento mítico, existe a menudo la idea de un destino (moira) como una fuerza superior e ineludible, incluso para los dioses.
La Explicación Racional (Logos):
La explicación racional, o logos, que inaugura la filosofía, sustituye la idea de arbitrariedad por la de necesidad. Se impone la convicción de que las cosas suceden como y cuando tienen que suceder, siguiendo un orden o ley intrínseca.
A la idea de necesidad se asocian otras ideas fundamentales:
- Constancia o Permanencia: Se busca identificar aquello que permanece a través de los cambios. Las cosas poseen propiedades fijas o permanentes. A esta realidad permanente se la denomina esencia (eidos, ousía), frente a la multiplicidad de apariencias o estados cambiantes.
- Dualidad Razón-Sentidos: Conocer la esencia o el ser verdadero de las cosas requiere un esfuerzo racional que vaya más allá de la mera apariencia captada por los sentidos. Se establece así una dualidad (y a menudo una jerarquía) en el campo del conocimiento: la razón frente a los sentidos.
- Búsqueda del Principio Último (Arché): La idea de un orden racional lleva a intentar reducir la diversidad del universo a uno o muy pocos elementos fundamentales. Esta búsqueda del principio último o arché (arjé) es característica de los primeros filósofos presocráticos.
- Clasificación: La identificación de esencias y propiedades permanentes impulsa la actividad de clasificar y ordenar la realidad.
En resumen, aunque el mito y la explicación racional pueden abordar los mismos grandes temas (origen del universo, naturaleza humana), difieren radicalmente en su enfoque: el mito recurre a la voluntad divina y la arbitrariedad, mientras que la explicación racional busca leyes necesarias y universales a partir del análisis de la propia realidad.
4. El Origen Psicológico de la Filosofía
Desde una perspectiva psicológica, el impulso hacia la filosofía surge cuando el asombro (thauma) y el entusiasmo ante el mundo y la existencia despiertan la conciencia humana. Este asombro lleva al ser humano a reconocer sus dudas y su propia ignorancia, lo que a su vez motiva la reflexión y la búsqueda del saber (sophia), dando así lugar a la filosofía.
El origen psicológico de la filosofía se encuentra, por tanto, en una actitud mental específica: la capacidad del ser humano para preguntarse de forma crítica y radical por las cuestiones fundamentales de nuestra existencia, aquellas que Karl Jaspers denominó situaciones límite (la muerte, el sufrimiento, la culpa, el azar). Aunque el ser humano suele eludir estas preguntas en la vida diaria, centrándose en manejar situaciones concretas y cotidianas, la filosofía emerge cuando se enfrenta a ellas utilizando sus capacidades racionales y mecanismos psicológicos como la memoria, la atención, el pensamiento y el lenguaje.
5. La Filosofía como Saber de Segundo Grado
La palabra filosofía proviene de dos términos griegos: «philo» (filos), que significa «amor» o «amistad», y «sophia» (sofía), que significa «sabiduría». Por tanto, etimológicamente, la filosofía es «amor a la sabiduría». Se atribuye a Pitágoras haber sido el primero en llamarse a sí mismo «filósofo» (amante de la sabiduría) en lugar de «sabio» (sophos), subrayando la búsqueda constante y humilde del conocimiento.
Se considera que el saber filosófico es un saber de segundo grado o segundo orden. Esto significa que, para que surja la filosofía, generalmente debe existir previamente un cierto desarrollo de la vida política y sociocultural, así como un desarrollo de otros saberes de primer grado (como los saberes técnicos, matemáticos, físicos, artísticos, etc.). La filosofía reflexiona sobre estos saberes, sobre la cultura y sobre la realidad en su conjunto, buscando fundamentos, sentido y conexiones. Como dijo Hegel, la filosofía a menudo «levanta el vuelo al atardecer», reflexionando sobre una realidad o una forma de vida que ya ha madurado o incluso envejecido, buscando comprender su esencia y, a veces, plantear cómo debería ser (lo ideal).
6. Momentos Clave en la Separación entre Ciencia y Filosofía
La filosofía es, históricamente, la madre de todas las ciencias; es el más antiguo de los saberes racionales sistemáticos del que, paulatinamente, proceden los demás. Lentamente, diversas ramas del saber se fueron diferenciando y especializando, separándose del tronco común de la filosofía para constituirse como ciencias particulares con objetos y métodos propios.
Hay dos momentos clave en este proceso histórico de separación:
- El Período Helenístico (aprox. siglos III-I a.C.): Durante la época helenística, tras las conquistas de Alejandro Magno, se produjo una notable especialización del saber. Surgieron importantes centros de investigación científica, destacando Alejandría con su famosa Biblioteca y el Museo, donde trabajaron científicos eminentes como Euclides (geometría) o Arquímedes (física). Mientras tanto, Atenas permaneció como el principal centro de las escuelas filosóficas (Academia platónica, Liceo aristotélico, Estoicismo, Epicureísmo). Aunque la separación no fue total, sí se observa una creciente diferenciación entre la investigación científica empírica y matemática, y la reflexión filosófica más centrada en la ética, la lógica y la metafísica.
- La Revolución Científica (siglos XVI-XVII) y la Edad Moderna: El momento decisivo de la separación se produce con la Revolución Científica al comienzo de la Edad Moderna. Figuras como Copérnico, Kepler, Galileo y Newton desarrollaron un nuevo método para estudiar la naturaleza (el método hipotético-deductivo o método científico), basado en la experimentación rigurosa y la formulación matemática de las leyes naturales. Esto condujo al espectacular avance de la física y la astronomía, que se independizaron definitivamente de la tutela filosófica. Desde entonces, la relación entre filosofía y ciencia ha sido compleja, con la filosofía a menudo reflexionando sobre los métodos, fundamentos y consecuencias de la ciencia, e incluso intentando, en ocasiones, investigar siguiendo algunos de sus métodos.
7. Características del Período Metafísico (siglo VI a.C. – siglo XVII d.C.)
El denominado periodo metafísico de la filosofía occidental se extiende aproximadamente desde sus inicios en Grecia (siglo VI a.C.) hasta la consolidación de la Revolución Científica (siglo XVII d.C.). Durante esta larga etapa, la filosofía, con diversas escuelas y matizaciones, mantuvo ciertas características centrales:
- Búsqueda de las Causas Últimas y la Esencia: Iniciada por los primeros filósofos griegos (presocráticos), insatisfechos con las explicaciones míticas, la filosofía se orientó hacia la investigación racional de la naturaleza (physis) y la realidad en su totalidad. El objetivo era conocer los principios o causas últimas que originan y explican todo lo existente, así como descubrir la esencia permanente de las cosas más allá de sus apariencias cambiantes.
- Confianza en la Razón: Existía una confianza fundamental (aunque no siempre acrítica) en la capacidad de la razón humana para conocer la estructura profunda de la realidad. Se presuponía una cierta correspondencia entre el pensamiento racional y el ser.
- La Metafísica como Disciplina Central: La Metafísica (término acuñado posteriormente a partir de la ordenación de las obras de Aristóteles) se consolidó como la rama principal de la filosofía. Para Aristóteles, era la «filosofía primera», encargada de estudiar «el ser en cuanto ser», es decir, los aspectos más fundamentales de la realidad, aquellos principios y causas que no son objeto de las ciencias particulares.
- Visión Jerárquica del Saber: La filosofía, y en particular la metafísica, era considerada a menudo como el saber supremo. Descartes, ya en el siglo XVII, utilizó la metáfora del árbol del conocimiento: las raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas son las demás ciencias y artes prácticas (medicina, mecánica, moral).
- El Filósofo como Sabio: El filósofo era visto como la persona capaz de acceder, mediante un gran esfuerzo intelectual, al conocimiento de las realidades más difíciles y fundamentales, y de explicar esa verdad alcanzada.
8. Respuestas del Siglo XVII-XVIII al Estancamiento de la Metafísica frente al Avance de la Ciencia
Con la llegada del siglo XVII y, sobre todo, del XVIII (la Ilustración), se hizo patente el contraste entre el rápido avance de las ciencias (especialmente la física matemática) y el aparente estancamiento de la filosofía, particularmente de la metafísica, que seguía inmersa en disputas interminables sin alcanzar acuerdos universales.
Ante esta situación, surgieron diversas respuestas y diagnósticos desde la propia filosofía:
- Racionalismo (ej. Descartes): Filósofos como Descartes, aunque situados aún dentro del periodo metafísico, ya percibían la necesidad de dotar a la filosofía de un método adecuado, riguroso y seguro, similar al de las matemáticas, para superar las incertidumbres y alcanzar certezas fundamentales. Su búsqueda de un método universal fue una respuesta a la falta de progreso percibida.
- Empirismo (ej. Locke, Hume): Los filósofos empiristas británicos argumentaron que el error de la metafísica tradicional residía en su excesiva confianza en el poder de la razón para conocer la realidad más allá de los límites de la experiencia sensible. Pensadores como Hume llevaron esta crítica al extremo, argumentando que muchas de las nociones centrales de la metafísica (como la causalidad necesaria o la sustancia) carecían de fundamento empírico y, por tanto, eran problemáticas o incluso carentes de sentido cognoscitivo.
- Idealismo Trascendental (Kant): Kant, en su obra cumbre «Crítica de la razón pura» (1781), abordó directamente la cuestión. Afirmó que, mientras las matemáticas y la física habían encontrado el «camino seguro de la ciencia» gracias a una revolución en su método (poner al sujeto cognoscente en el centro), la metafísica no lo había logrado y seguía siendo un campo de batalla de disputas insolubles. Kant concluyó que la razón humana tiene límites y no es posible un conocimiento metafísico de realidades que estén más allá de la experiencia posible (como Dios, el alma o el mundo como totalidad).
Como consecuencia de estas críticas, la filosofía experimentó una profunda transformación. Perdió su posición como «reina de las ciencias» y, en gran medida, reorientó su tarea hacia la crítica del conocimiento (epistemología), es decir, hacia el análisis de las condiciones, posibilidades y límites del saber humano. Además, se intensificó su papel como reflexión crítica sobre los fundamentos de la sociedad, la moral, la religión, la educación, el arte y la política.
9. Consecuencias de la Revolución Científica para la Filosofía
Tras el periodo metafísico, se inicia el periodo postmetafísico o contemporáneo, marcado decisivamente por la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII. Este acontecimiento no solo transformó la imagen del universo, sino que también tuvo profundas consecuencias para la filosofía:
- Cambio Cosmológico: El paso de la teoría geocéntrica (la Tierra en el centro), sostenida desde la antigüedad (Ptolomeo, Aristóteles), a la teoría heliocéntrica (el Sol en el centro), propuesta por Copérnico y confirmada por Galileo y Kepler, supuso una ruptura radical con la visión tradicional del cosmos y del lugar del ser humano en él.
- Separación Definitiva entre Filosofía y Ciencia: La Revolución Científica consolidó la independencia de las ciencias particulares (especialmente la física) respecto a la filosofía. La ciencia desarrolló su propio método (experimental y matemático) y objeto de estudio, diferenciándose claramente de la especulación filosófica. Además, la ciencia encontró sus fundamentos y lenguaje más sólidos en las matemáticas, no en la metafísica.
- Crisis de la Metafísica Clásica: El éxito y el prestigio del nuevo método científico pusieron en cuestión la validez del enfoque metafísico tradicional. Se perdió la confianza en la identificación ingenua entre realidad, razón y palabra que, según los críticos, caracterizaba a gran parte de la filosofía anterior. La capacidad de la razón especulativa para desvelar por sí sola la estructura última de la realidad fue severamente cuestionada.
- Reorientación de la Filosofía: Como se mencionó antes, la filosofía se vio obligada a redefinir su papel. Se volcó hacia la epistemología, la filosofía del lenguaje, la ética, la filosofía política y la reflexión sobre la propia ciencia (filosofía de la ciencia).
(Nota: Aunque el texto original sitúa la Revolución Científica en el siglo XVIII, históricamente se considera que sus momentos cumbre ocurrieron en los siglos XVI y XVII, con figuras como Copérnico, Kepler, Galileo y Newton. Sus consecuencias se hicieron sentir plenamente en la Ilustración del siglo XVIII, que es cuando se generaliza la percepción del avance científico y el estancamiento metafísico).
10. Críticas de Locke y Kant a la Metafísica y sus Consecuencias
En el periodo posmetafísico, que se inicia tras la crisis de la filosofía tradicional, las críticas a la metafísica se intensificaron. Dos figuras clave en esta crítica fueron John Locke e Immanuel Kant.
Crítica de John Locke (Empirismo):
- Locke, uno de los fundadores del empirismo moderno, atacó la base del racionalismo continental y de gran parte de la metafísica anterior. Sostenía que la filosofía había errado al suponer que la razón, por sí sola, podía conocer toda la realidad, asumiendo una coincidencia directa entre nuestras ideas y el mundo.
- Para Locke, todo conocimiento proviene en última instancia de la experiencia (externa o interna). No existen ideas innatas. La razón opera sobre los materiales que le proporciona la experiencia.
- Esta perspectiva limitaba considerablemente las pretensiones de la metafísica de conocer entidades supra-sensibles o la esencia íntima de las cosas.
- A partir de Locke y el empirismo, la filosofía se orientó cada vez más hacia la crítica del conocimiento: investigar el origen, alcance y límites del entendimiento humano antes de lanzarse a construir grandes sistemas metafísicos.
Crítica de Immanuel Kant (Idealismo Trascendental):
- Kant llevó la crítica a un nivel más profundo. Reconociendo los avances de la ciencia, se preguntó por qué la metafísica no lograba un progreso similar.
- Su respuesta fue que la razón humana no es un mero espejo de la realidad, sino que impone sus propias estructuras (las formas de la sensibilidad -espacio y tiempo- y las categorías del entendimiento) para poder conocer los objetos.
- Por lo tanto, solo podemos conocer los fenómenos (las cosas tal como se nos aparecen, configuradas por nuestras estructuras cognitivas), pero no las cosas en sí mismas o noúmenos (la realidad independiente de nuestro conocimiento).
- Esto implicaba que la metafísica tradicional, al intentar conocer realidades trascendentes (Dios, alma, mundo como totalidad) que están más allá de toda experiencia posible, excedía los límites legítimos de la razón humana y caía inevitablemente en contradicciones (antinomias).
- Kant no negó el valor de las ideas metafísicas como ideales reguladores de la razón o como postulados necesarios para la moral, pero les negó el estatus de conocimiento científico.
Consecuencias de estas Críticas:
Las críticas de empiristas como Locke y, sobre todo, la crítica demoledora de Kant, tuvieron consecuencias trascendentales:
- Se consolidó el giro hacia la epistemología como tarea central de la filosofía.
- Se dio primacía a la experiencia como fuente y límite del conocimiento teórico.
- La metafísica, entendida como conocimiento de lo suprasensible, entró en una profunda crisis de legitimidad.
- La filosofía se volcó aún más en la crítica: crítica de los modos de conocimiento, pero también crítica de los fundamentos de la sociedad, la moral, la religión, la educación, etc., buscando establecer bases racionales y legítimas para estas esferas.
11. Críticas de Comte (Positivismo) y el Neopositivismo a la Metafísica Clásica
En el siglo XIX, la distancia entre ciencia y filosofía se acentuó. Surgieron nuevas corrientes filosóficas que radicalizaron la crítica a la metafísica, destacando el Positivismo y, posteriormente, el Neopositivismo.
Crítica de Auguste Comte (Positivismo):
- Comte, fundador del Positivismo, propuso la «ley de los tres estadios» para explicar el progreso del espíritu humano: teológico (explicaciones mítico-religiosas), metafísico (explicaciones por causas abstractas y esencias) y positivo (científico).
- Para Comte, el estadio positivo o científico era el definitivo y superior. Afirmaba que la ciencia, basada en la observación de los hechos y la formulación de leyes, debía sustituir definitivamente a la filosofía especulativa y a la metafísica.
- Sostenía que la única manera válida de conocer la realidad era a través del método científico, aplicado al estudio de los hechos observables y sus relaciones.
- Por tanto, las cuestiones metafísicas (sobre el ser, Dios, el alma, las causas últimas) eran consideradas incognoscibles e inexplicables científicamente, meros vestigios de un estadio superado del pensamiento.
- Para los positivistas, la metafísica carecía de valor cognoscitivo; a lo sumo, podía servir para expresar una actitud emotiva ante la vida, pero no para describir relaciones reales en el mundo.
Crítica del Neopositivismo (Positivismo Lógico):
- En el siglo XX, el Neopositivismo o Positivismo Lógico (Círculo de Viena) llevó esta crítica aún más lejos mediante el análisis lógico del lenguaje.
- Propusieron el «principio de verificación»: un enunciado solo tiene significado cognoscitivo si es analítico (verdadero por definición, como en lógica o matemáticas) o si es empíricamente verificable (contrastable con la experiencia).
- Aplicando este criterio, concluyeron que los enunciados de la metafísica clásica no eran ni analíticos ni empíricamente verificables. Por lo tanto, no eran falsos, sino literalmente carentes de sentido desde el punto de vista cognoscitivo. Eran pseudoproposiciones.
Consecuencias y Valoración:
- Estas críticas contribuyeron a una fuerte corriente antimetafísica en la filosofía del siglo XX y reforzaron el prestigio del conocimiento científico.
- Sin embargo, la propia filosofía señaló las limitaciones de estas posturas: el principio de verificación neopositivista resultaba problemático (¿era él mismo verificable?), y la reducción de todo conocimiento válido al modelo de las ciencias naturales parecía excesiva.
- Además, como señala el texto original, resulta difícil aceptar que cuestiones filosóficas y metafísicas que han ocupado a la humanidad durante siglos carezcan por completo de sentido. La filosofía, incluida la reflexión sobre cuestiones últimas, ha tenido una influencia innegable en la cultura, la ética, la política y la propia ciencia, lo que sugiere que su función va más allá de lo meramente emotivo o de ser algo pasajero y superado.
12. Crítica de Nietzsche a la Metafísica y al Cristianismo
Friedrich Nietzsche, otro influyente pensador del siglo XIX, realizó una crítica radical y demoledora no solo de la metafísica, sino de toda la tradición filosófica y moral de Occidente, incluyendo el Cristianismo.
La Metafísica como Negación de la Vida:
- Para Nietzsche, la metafísica occidental, desde Platón en adelante, representa una negación del sentido del mundo terrenal y de la vida concreta.
- Platón postuló un «mundo verdadero» de Ideas perfectas e inmutables, devaluando el mundo sensible y cambiante que percibimos. El Cristianismo, según Nietzsche, heredó y popularizó esta estructura dualista, prometiendo un «más allá» (paraíso) como recompensa por el rechazo o el sufrimiento en esta vida.
- Esta tradición metafísico-religiosa desprecia el cuerpo (considerado «cárcel del alma»), los instintos, el devenir y la finitud, en favor de un supuesto mundo trascendente, eterno y espiritual.
- Nietzsche considera que esto es una auténtica mentira que envenena la existencia: el hombre vive en esta realidad pero la niega y la desprecia continuamente, esperando una vida mejor inexistente. A esta actitud de negación y resentimiento contra la vida la llama nihilismo pasivo: los valores supremos (Dios, la Verdad, el Bien absoluto) se sitúan fuera de este mundo, dejando a este mundo vacío de valor intrínseco.
La Propuesta de Nietzsche: Afirmación de la Vida y Superación del Nihilismo:
Frente a esta negación, Nietzsche propone una afirmación radical de la vida tal como es, con sus alegrías y dolores, su creación y destrucción.
- Dos Posturas ante la Vida:
- Renunciar a la vida: Huir de ella, como proponen el platonismo y el Cristianismo, refugiándose en un mundo ideal o divino.
- Aceptar la vida: Abrazarla plenamente, con todas sus contradicciones y dureza.
- Lo Apolíneo y lo Dionisíaco: Nietzsche encuentra un modelo de esta aceptación en la tragedia griega arcaica, donde veía un equilibrio entre dos fuerzas fundamentales: lo apolíneo (representado por el dios Apolo: orden, medida, razón, belleza formal, individuación) y lo dionisíaco (representado por el dios Dionisos: caos, embriaguez, instinto, fusión con la naturaleza, dolor y éxtasis primordial). La vida es esta tensión constante entre ambas fuerzas.
- Crítica a Sócrates y la Razón: Nietzsche considera que, a partir de Sócrates y Platón, se rompió este equilibrio trágico al imponerse el dominio absoluto de la razón (lo apolíneo) como único camino hacia la verdad y la felicidad, reprimiendo lo dionisíaco, lo instintivo, lo irracional.
- «Dios ha Muerto»: Para superar el nihilismo pasivo y la mentira de los trasmundos, es necesario asumir la «muerte de Dios», es decir, reconocer que los valores absolutos y trascendentes han perdido su vigencia y fundamento.
- Nihilismo Activo y Transvaloración: La «muerte de Dios» abre un vacío, pero también una oportunidad. El nihilismo activo consiste en destruir los viejos valores decadentes (propios de la moral de esclavos, según Nietzsche) y crear nuevos valores que afirmen la vida. Esto requiere una «transvaloración de todos los valores».
- Voluntad de Poder y Superhombre: Esta creación de nuevos valores es obra de la Voluntad de Poder, entendida no como deseo de dominar a otros, sino como la energía vital fundamental que impulsa a todo ser a crecer, superarse y afirmar su propia perspectiva. De esta superación del nihilismo y la creación de nuevos valores surge la figura del Superhombre (Übermensch), un nuevo tipo de ser humano que ha superado la moral tradicional, acepta el «eterno retorno» (la idea de vivir cada instante como si se fuera a repetir eternamente) y dice un rotundo «sí» a la vida.
Reflexión Final (Opinión del Texto Original):
El texto original concluye con una reflexión personal: «Está claro que la vida está llena de contradicciones y hay que luchar para ser feliz y conseguir lo que uno se propone. Nunca debemos huir de ella, aunque mucha gente se refugia en la religión para solucionar sus problemas o para esconderse de la triste realidad. Lo más importante es vivir la vida.» Esta opinión resuena con el énfasis nietzscheano en la aceptación y afirmación de la vida terrenal frente a la evasión o la búsqueda de consuelo en otros mundos.