El Problema del Conocimiento en Ortega y Gasset
En su obra ¿Qué es filosofía?, Ortega y Gasset define esta disciplina como “el estudio radical de la totalidad del Universo”, y presenta algunos de sus rasgos principales:
a. Principio de autonomía: el filósofo no debe dar por buenas las verdades conquistadas por otros saberes, debe admitir como verdadero sólo aquello que se le muestre a él mismo con evidencia. Este afán por la autonomía le llevará a la búsqueda de un dato que presente evidencia absoluta, de una realidad primera y radical (el vivir).
b. Principio de pantonomía o universalismo: las ciencias (biología, física, química…) se interesan por una parte de la realidad; la filosofía lo hace por el todo, por el Universo en general. El filósofo trata de descubrir el sentido de las cosas, el ser presente en todas ellas.
c. La filosofía es un conocimiento teórico: por ser conocimiento es un sistema de conceptos precisos, basados en la razón y la lógica, y por ser teórico es un saber ajeno a la preocupación por el dominio técnico del mundo. Sin embargo, a pesar de esta aparente “inutilidad”, Ortega presenta dos razones que convierten a la filosofía en un saber imprescindible: satisface una de las dimensiones más irrenunciables de la vida humana, el afán por el conocimiento, la búsqueda de la verdad.
d. Además, la filosofía tiene una “utilidad existencial”: el hombre es un náufrago perdido en la existencia y en este naufragio las teorías filosóficas le permiten orientarse en la realidad.
Cada época está inspirada y organizada en ciertos principios. En el caso de la Edad Moderna, el principio básico que Ortega encuentra es el de la subjetividad, y la filosofía que lo gesta, el racionalismo y el idealismo.
El racionalismo considera que la razón es la dimensión principal del hombre y que existen verdades abstractas, ajenas a cualquier elemento histórico y subjetivo. El idealismo presenta al mundo como una construcción del sujeto cognoscente, como un contenido de la conciencia que se lo representa. Frente a estos puntos de vista encontramos doctrinas opuestas: al idealismo se opone la tesis del realismo, típica del pensamiento antiguo y medieval, y al racionalismo se oponen el relativismo y el vitalismo irracionalista (el de Nietzsche, por ejemplo).
La Superación del Racionalismo y el Idealismo
Ortega considera que ninguna de estas dos oposiciones es correcta, que es preciso encontrar una solución a la disputa entre el racionalismo y el relativismo, entre el idealismo y el realismo. Y ello sólo es posible profundizando en el gran descubrimiento de la modernidad: la subjetividad.
Para la concepción realista, la realidad es independiente de la mente que se la representa, tiene una existencia propia, pues el sujeto cognoscente no construye la realidad que conoce. El idealismo defiende todo lo contrario: la realidad es una construcción de la subjetividad o mente que se la representa, es inseparable de la conciencia que conoce.
Según Ortega, ni la realidad es una mera construcción del sujeto ni algo independiente y anterior al sujeto. Los términos yo y mundo, sujeto y objeto pueden expresarse también con las palabras yo y circunstancias: el mundo no es algo independiente, existe más bien en su relación conmigo, con mi subjetividad (residuo del idealismo); pero el yo no puede darse sin las circunstancias (residuo del realismo).
El Perspectivismo de Ortega y Gasset
Ortega defiende el perspectivismo: la realidad es múltiple, no existe un mundo en sí mismo, existen tantos como perspectivas. La perspectiva queda determinada por el lugar que cada uno ocupa en el Universo, y sólo desde esa posición puede captarse la realidad. El conocimiento absoluto, objetivo e independiente del sujeto cognoscente no existe, es ficticio, irreal.
El Problema del Hombre: La Vida como Realidad Radical
La realidad radical es la realidad en la que descansan todas las demás. Para el realismo, la realidad radical era algo exterior a la subjetividad (Naturaleza, Dios…); para el idealismo, la subjetividad. Ortega, superador de ambas doctrinas, exigirá una nueva realidad radical: la correlación entre subjetividad y mundo, entre yo y circunstancias, es decir, la vida.
La vida es la realidad indubitable o primera verdad, pero también la primera realidad, el ámbito en el que se hacen presentes y cobran sentido el resto de los seres. Ortega se niega a identificar la vida con el cuerpo, el alma o la mente; todas estas realidades son posteriores al vivir, son construcciones que desde la propia vida nos hacemos para entender la realidad.
Y la vida tampoco es una categoría abstracta, es el término más concreto de todos, pues se refiere a la vida de cada cual, a nuestro experimentar la realidad, nuestro amar, pensar, recordar, desear, imaginar…: la vida es el conjunto de vivencias y el ámbito en el que se hace presente todo.
Ortega rechaza también la categoría filosófica de sustancia: la vida no es una cosa, no tiene naturaleza ni es una sustancia; su ser es hacerse, es devenir y proyecto, es construirse en el tiempo. Sin embargo, aunque no exista una esencia humana inmutable, sí existen ciertos rasgos presentes en toda vida. Ortega les da el nombre de categorías de la vida:
- Vivir es un saberse y comprenderse. Los objetos meramente físicos no tienen una noticia de sí mismos, no se sienten ni se saben a sí mismos, nosotros sí. Una de las principales consecuencias de esta categoría es la de motivar en nosotros el afán por el conocimiento.
- Vivir es encontrarse en el mundo. El mundo es un elemento fundamental de la vida, no algo exterior a ella, y junto con el yo forma los dos ingredientes inseparables de la vida (mundo o circunstancia y yo o subjetividad). El mundo nos es tan básico y fundamental que incluso nos damos cuenta antes de él que de nosotros mismos; además, el vivir es siempre ocuparse con las cosas del mundo (desearlas, pensarlas, percibirlas…), es convivir con una circunstancia. El mundo o circunstancia se compone de innumerables capas: el mundo físico, el mundo de la cultura, la realidad histórica y social e incluso el cuerpo y la propia mente. Cuando Ortega insiste en la circunstancia, termina hablando también de la perspectiva, puesto que el hombre está inscrito en la realidad espacio-temporal que le ha tocado vivir y no se puede entender el mundo sin el yo o subjetividad, puesto que lo que sea el mundo depende de las peculiaridades, creencias y sensibilidad de cada uno.
- La vida es fatalidad y libertad. El mundo que nos ha tocado vivir, nuestra circunstancia, no es algo que podamos elegir. Pero la fatalidad de nuestra vida no es completa, existe la libertad, pues la circunstancia nos permite un cierto margen de posibilidades y nos exige decidir. Por esta razón, la vida se presenta siempre como un problema, problema que nadie excepto nosotros puede resolver. La vida tiene un inevitable carácter dramático; estamos arrojados a la existencia y nos toca elegir y participar; en consecuencia, tenemos proyectos, y el proyecto, lo que debemos elegir, ha de ser fiel a lo más profundo de nuestro ser, a nuestro destino; de este modo, la vida es libertad, y debe ser responsabilidad.
- La vida es futurición. Frente a los seres del mundo que viven en el presente y son lo que son, Ortega considera al futuro como la dimensión temporal más importante para caracterizar al hombre: nuestra vida es siempre atender al futuro, apostar por un proyecto y actuar para realizarlo; incluso nuestro presente está condicionado por nuestro futuro, pues hacemos lo que hacemos para ser lo que queremos ser.