Ortega y Gasset: Razón Vital y la Fusión entre Cultura y Existencia

Ortega y Gasset: La Trama Vital de Cultura y Razón

La Cultura como Función Vital

Ortega y Gasset, en su obra, nos presenta una tesis fundamental: someter o interpretar la cultura y la razón como funciones vitales al servicio de la vida. Con esto, Ortega se distancia del vitalismo que otorga primacía absoluta a la vida, pues afirma que la vida necesita de la cultura y esta, a su vez, debe estar conectada con la vida de la que emerge. Olvidar esta conexión, ya sea en los extremos de Nietzsche, negando y ridiculizando la razón, o en los del culturalismo, que apuesta por una cultura separada de la vida, nos lleva a un error.

La Inseparabilidad de Cultura y Existencia Humana

Al observar al ser humano, Ortega advierte que es incapaz de renunciar a la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza. Verdad, valores, belleza, técnica, conocimiento, normas, filosofía, literatura, etc., configuran el universo de la cultura, del cual el hombre no puede prescindir sin inutilizar su entendimiento y voluntad. El ser humano está obligado a producir cultura del mismo modo que necesita respirar o alimentarse, pero esto no implica elevar la necesidad de producir cultura a un rango supremo. La cultura es una necesidad vital más; olvidarla es deshumanizarse. Ortega propone una superación tanto del culturalismo racionalista como del vitalismo relativista, a través de su concepto de raciovitalismo, la fusión de ambos.

Sensibilidad Vital y el Desafío de la Modernidad

Ortega señala que la edad moderna tiene como tarea fundamental superarse a sí misma, así como superar todo relativismo que genere desesperanza y escepticismo. Tanto el relativismo como el racionalismo han interpretado la cultura y la vida como una contradicción insuperable. Sin embargo, al intentar resolverla haciendo prevalecer un polo sobre el otro, se cae en el error de no explicar ni la vida ni la cultura. La antinomia se supera al aceptar que la vida es cultura y la cultura es vital. Ortega introduce dos conceptos clave: generación y sensibilidad vital.

La Sensibilidad Vital como Clave Interpretativa

La sensibilidad vital se refiere a la manera en que las personas, en un contexto y circunstancia vital concreta, encaran la vida que les ha tocado vivir, interpretándola según sus intereses y valores. A través de la sensibilidad vital, se busca dar respuesta a los retos que vivir libre y responsablemente plantea en cada momento histórico. Esto marcará el estilo, la peculiaridad, el carácter, la toma de decisiones y la actitud ante la política de las diferentes generaciones. Ortega concluye que la cultura tiene una dimensión vital y obedece a criterios objetivos y normativos, pero también debe interpretarse en el contexto de las necesidades vitales a las que debe dar solución. Por ello, ni a Ortega ni a su generación les satisface por separado la solución del racionalismo culturalista, que se desentiende de la vida, ni la del relativismo vitalista, que niega la cultura.

Superando la Dicotomía: Razón y Vida en Armonía

Este fragmento expone lo absurdo de presentar al racionalismo o al relativismo, a la cultura y a la vida, como elementos enfrentados sin conexión ni interdependencia. Ortega señala que el racionalismo no ha comprendido la verdadera naturaleza de la razón y, por ello, no ha entendido su papel fundamental en la vida. El relativismo, por su parte, no ha logrado comprender la profundidad de la vida humana, que no puede rechazar los valores de la cultura. El vitalismo tampoco ha reconocido el valor esencial de la razón para la vida.

Ortega y su generación se niegan a renunciar tanto a los valores de la cultura como a los de la vida, que se dan soporte y se correlacionan mutuamente. Así, a la verdad le corresponde el valor vital de la sinceridad; al valor de la justicia, el de la impetuosidad; al de la belleza, el del deleite; al del bien, el del amor. Con esto, Ortega quiere decirnos que una verdad que no sea sentida sinceramente como verdadera, un acto justo que no vaya acompañado de ímpetu vital por hacerse cumplir, o algo bello que no produzca deleite, son cosas sin sentido que alejan al hombre de sí mismo. La cultura, en última instancia, se revela como el soporte de la vitalidad.

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