Los Tres Grandes Periodos de la Historia Universal
Ortega considera que existen tres periodos en la historia del pensamiento:
- Periodo Realista: Presidido por la postura de Aristóteles, quien considera que las cosas son sustancias y el hombre, que también lo es, conoce las cosas por medio de imágenes que las representan.
- Periodo Idealista: Se piensa que la conciencia es el fundamento último, y las “cosas” son producidas por ella en una especie de sueño. Las cosas son en realidad ideas que, en el caso del idealismo absoluto, son producidas por la propia conciencia.
- Periodo Raciovitalista: Se basa en la idea, acorde con el pensamiento de Ortega, de que no es concebible la conciencia sin cosas, sin mundo, ni cosas aisladas (sustancias) sin conciencia. Lo que hay es el mutuo existir del hombre y el mundo.
La Vida como Realidad Fundamental
El pensamiento de Ortega se suele insertar en el vitalismo, corriente filosófica surgida a finales del siglo XIX en la que se incluyen pensadores como Nietzsche. Tienen en común la consideración de la “vida” como hecho fundamental en el que cualquier otra realidad se sustenta, si bien la interpretan en sentidos muy distintos.
El concepto de la vida en Ortega trata de lo siguiente:
- La vida es lo absolutamente básico, la referencia última de todo cuanto somos en su sentido más radical; algo que es anterior a la conciencia misma: mi pensamiento es consecuencia de mi vida.
- Es lo que nadie puede hacer por mí: la vida es intransferible. No es un concepto abstracto, es mi ser individualísimo.
- Toda otra realidad necesariamente se tiene que referir a la vida: “las demás realidades, efectivas o presuntas, tienen, de uno u otro modo, que aparecer en ella”.
De la Razón Pura a la Razón Vital
La razón pura, separada del vivir real, ha sido la imperante en el pensamiento europeo durante siglos. Con ella Descartes matematizó el pensamiento, olvidando que este se sustenta en la vitalidad. Pero no se puede construir un mundo de espaldas a aquello de donde la propia razón procede: no existo porque pienso, sino al revés: pienso porque existo, dice Ortega frente a Descartes.
Lo primitivo no es el pensamiento. Si este se produce, es porque hay algo previo: la propia vida. Si no hay “mi vida”, no hay pensamiento. Por lo tanto, la vida es anterior al pensamiento.
A la razón pura opone Ortega la razón inmersa en la vitalidad y, consecuentemente, en la historia: la razón vital. Lo que somos es consecuencia de lo que hemos hecho, de nuestra historia. Pero el futuro depende de lo que somos, el pasado configura lo que va a venir. Por eso la ciencia del pasado es, a la vez, la única ciencia del futuro.
El Hombre: Un Ser en Construcción
El hombre no es algo ya hecho, sino un fluir continuo de una acción sobre un terreno siempre virgen. Todos nos damos a nosotros mismos nuestro propio ser en forma de biografía. Esta idea es un punto en común con el existencialismo.
El hombre vive en el mundo, en una “circunstancia” y en ella tiene que hacerse su vida, tiene que ser actor del drama de “su” vida. Para eso ha de hacerse un “proyecto”. Su propio “yo” se va haciendo al vivir, pues “el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia”.
Perspectivismo: La Realidad desde Múltiples Puntos de Vista
Al contemplar una puesta de sol sobre el mar veremos un reflejo en el agua que cambia si nosotros cambiamos de lugar. Lo mismo ocurre con nuestra mirada al universo: siempre lo veremos desde un punto de vista. Lo que existe ha de aprehenderse desde una perspectiva:
- Todo conocimiento exige un punto de vista.
- La perspectiva, implícita en la necesidad de conocer desde un punto de vista, permite acercarse a la realidad del mundo, a la verdad. El punto de vista individual es el único posible y el que resulta más real.
- La realidad cósmica solo puede ser vista desde un punto de vista, porque la perspectiva es uno de los componentes de la realidad.
- La perspectiva no es una deformación, es la organización de la realidad. Una realidad que, vista desde cualquier punto, resultase siempre idéntica es un concepto absurdo.
Con su perspectivismo Ortega rebate tanto el escepticismo como el dogmatismo, los cuales considera erróneos:
- El escéptico desprecia todo conocimiento, pues considera que, al ser este algo individual, nunca podrá atrapar la verdad en sí, que en caso de existir, sería algo absoluto. El escéptico, según Ortega, olvida que el conocimiento individual es el único posible y el único verdadero.
- El dogmático pretende alcanzar esa verdad absoluta y “en sí”. Pero, según Ortega, nadie puede decir que el punto de vista propio es el único verdadero.
Circunstancias: El Contexto Espacio-Temporal
Íntimamente relacionado con los conceptos de “vida” y “perspectiva” está el de “circunstancia”. Este concepto fundamental de Ortega tiene dos sentidos:
- Espacial: Vivimos en un mundo que nos limita y condiciona hasta construir una unidad indisoluble con mi ser más íntimo. Solo puedo hacer lo que me permiten el lugar donde estoy y sus condiciones.
- Temporal: Estamos ubicados en una época histórica concreta que nos condiciona de manera decisiva, ya sea en los aspectos materiales como en la estructura conceptual. Lo que pensamos lo hemos heredado, depende del lugar en el que hemos nacido.
Por todo ello Ortega puede afirmar que “yo soy yo y mi circunstancia”. Inmerso en mi mundo, sería una traición a mí mismo olvidarlo, tratando de situarme en la intemporalidad, más allá de lo que inevitablemente me rodea, conforma y condiciona.
El Yo y su Soledad: Individualidad y Existencia
El perspectivismo no es obstáculo para la existencia de un “yo”: el hecho de que esté integrado en mi circunstancia no implica que no exista como individualidad. El yo individual, enclavado en su soledad radical, constituye la realidad con respecto a él mismo, pues ese yo es quien vive su propia vida como la realidad más primaria. La vida humana, por ser intransferible, es soledad.
Esa soledad no se recluye en sí, en un solipsismo extremo, sino que se proyecta en el mundo. Es patente aquí la influencia de Husserl, aunque Ortega antepone al ego husserliano la vida como sustrato primigenio y radical en el que se ubica aquel: “el yo necesita salir de sí mismo, hallar un mundo en su derredor”.
Ideas y Creencias: El Camino hacia la Autenticidad
La vida de cada hombre, que cada uno decide cómo es, puede tomar rumbos distintos. Si se atiene a un proyecto propio, su vida será realizada en “modo pleno”; si, por el contrario, se deja guiar por lo común, su vida será realizada en “modo deficiente”.
En el segundo caso, la vida se desliza hacia lo inauténtico, al dejarse llevar, el hombre puede convertirse en masa y perderse a sí mismo.
El hombre ha de conocerse, regresar a lo auténtico, buscarse a sí mismo entre las realidades que lo circundan. Para eso necesita de las ideas y de las creencias. Mientras que las ideas se nos ocurren, en las creencias estamos, son ellas las que nos dominan. Lo que hacemos se basa en unas creencias fundamentales que marcan nuestra forma de ser: creer en la ciencia, en una religión.
Las creencias no son indestructibles, pues en ellas está instalada la duda. De hecho, a veces estamos en un “mar de dudas”, sobre todo en momentos de crisis. Por eso, para no naufragar en cuando la duda amenace nuestro vivir es preciso reemplazar las viejas creencias por “ideas nuevas”, con vocación ellas mismas de creencias.
Ese proceso de renovación parte de un pasado, y este pasado explica lo que cada individuo o pueblo es ahora. Lo que un hombre o un pueblo son ahora solo puede comprenderse por lo que hizo en el pasado, una memoria que lo orienta y condiciona. Esa es la razón histórica.