El Punto de Vista en la Obra de Ortega y Gasset
El texto que trabajamos, “La doctrina del punto de vista”, corresponde al capítulo X de su obra “El tema de nuestro tiempo”, publicada en 1923, que es la lección de inauguración de su curso en la Universidad de Madrid, en el año académico 1921-1922.
El tema central de la obra podría quedar expuesto en dos temáticas:
- Es necesaria la superación del racionalismo, que busca un conjunto de verdades eternas e inmutables. Pero hay que tener cuidado con no caer en un relativismo, al afirmar que la función selectiva es propia del hombre que deforma la realidad que le llega.
- El perspectivismo, que afirma que no hay un solo punto de vista absoluto sobre la realidad, sino diversas perspectivas complementarias.
Comparación entre Ortega y Nietzsche
Debemos tener en cuenta que las posiciones filosóficas de Ortega y Nietzsche se encuentran muy cercanas cronológicamente, y que, aunque Ortega quiso desligarse del escepticismo y del relativismo irracionalista del vitalismo nietzscheano y no ser considerado un vitalista, el concepto de la realidad radical entendida como la vida individual y concreta en Ortega tiene su antecedente en el concepto de vida del propio Nietzsche.
Ortega consideró que la superación de la crisis de la modernidad debía abandonar los extremos del racionalismo y del vitalismo, debía ser un raciovitalismo, lo cual hace que la relación entre Ortega y Nietzsche presente tanto afinidades como discrepancias.
Si nos fijamos en la ontología
y partiendo los dos autores de la vida como realidad radical, observamos en los dos una concepción heracliteana de la realidad. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia. Pero los dos tienen una concepción distinta del tiempo: mientras que para Ortega el tiempo sólo puede ser entendido de un modo lineal, para Nietzsche el tiempo es cíclico. El eterno retorno nietzscheano tiene una lectura cósmica: el tiempo es infinito y la materia limitada, con lo cual, todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente.
Por otro lado, y centrándonos en las dimensiones de la vida como realidad radical, Nietzsche resalta su sentido biológico e irracional, y Ortega se decanta por su sentido biográfico en el que, además, la razón es una función vital tan importante como la digestión o la respiración.
El vitalismo de Nietzsche, a juicio de Ortega, derivaría en un relativismo irracionalista y en un escepticismo que acabaría con la propia cultura, esa “balsa” que construye el ser humano para salvarse del naufragio de la vida. Asimismo, según Ortega, la explicación de la vida como voluntad de poder en Nietzsche resulta una reducción, pues excluye gran parte de lo que es la vida del hombre.
Otro aspecto en el que guardan relación Ortega y Nietzsche es el perspectivismo
Para Nietzsche el perspectivismo supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo. Ortega, empero, no niega la existencia de verdades universales, fruto de la posibilidad de sumar perspectivas.
El perspectivismo de Ortega no es relativista porque la perspectiva no es que sea una característica de la visión de los individuos, sino de la misma realidad. La verdad es una pero se puede expresar de distintas maneras, por lo que hay un imperativo de integrar perspectivas por medio del diálogo y la argumentación, alejándose de la metáfora y del arte trágico nietzscheano. La filosofía es saber sistemático y conceptual, y los conceptos son esquemas que nos permiten ordenar la realidad, no cáscaras vacías de contenido real.
Siguiendo con la relación epistemológica
para Nietzsche la facultad racional no puede penetrar la esencia básica de la realidad, caracterizada por el cambio, el devenir, el desarrollo, la voluntad de poder. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los sentidos y los instintos, estamos depreciando a su vez, la vida. La razón para Nietzsche y su lenguaje conceptual es la causante del triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisiaco y de la decadencia de Occidente, del nihilismo como pérdida de valores vitales.
Para Ortega, aunque la razón no debe ser la razón del racionalismo y del idealismo, para no caer en el culturalismo en el imperativo de la razón sobre la vida, la razón vital e histórica es algo irrenunciable a la vida humana. El ser humano desea la verdad, no ya como mentira útil para la supervivencia o voluntad de autoengaño, sino como conquista vital de sentido. Ortega intenta así conciliar la razón con la vida, sin subordinar la una a la otra. La razón es una facultad humana indispensable para analizar las circunstancias. Actúa como los brazos de un náufrago para mantenerse a flote en el océano de la vida. Por esta conciliación de vida y razón, de vida y cultura, la filosofía de Ortega se llama raciovitalismo.