Pensamiento de Aristóteles
Conceptos Fundamentales
Sustancia: Es aquello que necesariamente es, es decir, lo que permanece inalterable a pesar de los cambios que puedan sobrevivir en sus atributos, características o propiedades. Así, la sustancia es el ser individual, concreto y único. La sustancia se diferencia de los accidentes, que serían todas las modificaciones del ser, esto es, sus características o atributos. Aun cambiando estos, el ser o la sustancia permanece inalterable. Aristóteles distingue entre sustancia primera (el individuo concreto, como «Rodrigo») y sustancia segunda (la especie o forma a la que pertenece dicho individuo, en este caso, la especie humana).
Alma: Aristóteles la define como «aquello por lo que primaria y radicalmente vivimos, sentimos y razonamos». En términos más sencillos, se trata del principio de vida; aquello que diferencia los seres vivos de la materia inanimada. En la distinción materia-forma, el alma se identifica con la forma. El cuerpo y el alma son inseparables, siendo esta última mortal: muere conjuntamente con el cuerpo. No obstante, Aristóteles también abre la puerta a la inmortalidad del alma al sostener que la especie (entendimiento agente) permanece más allá de la vida individual. Distingue tres funciones en el alma:
- Vegetativa: posibilita la reproducción, el crecimiento y la nutrición.
- Sensitiva: posibilita la percepción y los apetitos.
- Intelectiva: posibilita el razonamiento y las facultades intelectuales.
Felicidad: Es una «determinada actividad del alma desarrollada conforme a la virtud». La felicidad se alcanza con la realización de la función propia, o lo que es lo mismo, de la virtud, que consiste en el desarrollo de las capacidades intelectuales que conducen a una vida contemplativa y prudente (propia del sabio). Aunque no sea la única manera de conseguirla, sí que es la única manera de alcanzarla en su grado máximo. Sin embargo, Aristóteles se muestra realista recordando que para llegar a la felicidad debemos poseer, como meros medios y de manera moderada, bienes externos (un mínimo nivel económico), bienes del cuerpo (salud) y bienes del alma.
Naturaleza: Aristóteles la define como «la sustancia de las cosas que tienen el principio del movimiento en sí mismas». También la describe como principio y causa del movimiento y del reposo de los seres naturales. Es lo específico y característico de un ser en tanto que determina sus posibilidades de cambio (transformación) o de no cambio (reposo). Este término aúna las nociones de esencia (que sería igual que naturaleza pero sin la posibilidad de cambio) y de causa (que confiere esta potencialidad de cambio). Permite diferenciar lo natural de lo artificial (producto humano).
Potencia-Acto: Son dos términos que explican el movimiento. Acto es la propia existencia del objeto, lo que el objeto ya es. Potencia es lo que todavía no es, pero puede llegar a ser. Por tanto, potencia es la capacidad de llegar a ser aquello que algo es por naturaleza, y acto es la realización de esas potencialidades específicas de los seres. Cada ser, en un momento concreto, posee unas características y propiedades que constituyen su acto, y ese mismo ser, en ese mismo momento, posee unas posibilidades que puede desarrollar y que constituyen su potencia. El cambio se produce al convertirse en realidad lo que estaba en cada ser como posibilidad. Cuando lo que estaba como posibilidad se realiza, pasa al acto y cesa el movimiento.
Causa: Es todo elemento que interviene en la producción de un proceso o cambio cualquiera. Hay que recurrir a la explicación de cuatro causas —conjuntamente— para que un conocimiento pueda ser considerado científico:
- Causa material: la materia, aquello de lo que está constituido algo.
- Causa formal: la forma, aquello que constituye su esencia y naturaleza, lo que es.
- Causa eficiente o agente: aquello que hace ser lo que es, lo que produce el cambio.
- Causa final: aquello para lo que algo existe, su finalidad.
Relación de Aristóteles con otros filósofos
Aristóteles, a pesar de ser discípulo de Platón, difiere de él en muchos aspectos, aunque conserve algunas influencias innegables. En la ontología (teoría de la realidad), se desmarca de la concepción dualista de su maestro al considerar que solo hay un mundo: el sensible. Coinciden, sin embargo, en que la ciencia debe estudiar la esencia —forma o especie— de las cosas (versa sobre lo universal y general), aunque Aristóteles entiende que dicha esencia no puede estar separada de las cosas mismas, de las sustancias. Asimismo, comparten una visión teleológica de la naturaleza, aunque Platón le confiere un carácter trascendente con la idea de bien, mientras que Aristóteles le otorga un sentido inmanente.
En epistemología, Aristóteles argumenta que el conocimiento no puede ser fruto del recuerdo (reminiscencia) ni de la ascensión puramente racional (dialéctica). El conocimiento comienza con la experiencia sensible y, mediante la abstracción del entendimiento, se llega a la idea universal. Esta separación entre lo universal (la especie) y el individuo concreto es mental, puesto que en la realidad materia y forma son inseparables. Platón, en cambio, recurre al concepto de participación para explicar la conexión entre los objetos del mundo sensible y las ideas. Aristóteles opta por la experiencia, tomando como modelo la biología, mientras que Platón enfatiza la razón, siguiendo el modelo matemático.
En antropología, el dualismo platónico da paso al monismo aristotélico. El alma es inseparable del cuerpo, como la materia de la forma, y la muerte del cuerpo conlleva la del alma (aunque deja un resquicio con la inmortalidad del entendimiento agente). El alma no tiene características divinas ni trascendentes: es lo que insufla vida a la materia. La idea aristotélica de una unión natural contrasta con la visión platónica de una unión accidental entre alma y cuerpo, en la que este último es considerado peyorativamente (como cárcel del alma).
En ética, ambos concuerdan en la centralidad de la racionalidad. Para Platón, el alma racional permite alcanzar la verdad, el mundo de las ideas, y esa contemplación del bien lleva a la felicidad. Para Aristóteles, la felicidad máxima también consiste en el desempeño de las capacidades intelectuales, pero la manera de llegar a ella difiere. Aristóteles se aleja del intelectualismo moral socrático y postula la virtud como un ejercicio de la voluntad y un hábito permanente que se logra practicándola. Además, sugiere que el ser humano no es solo razón, sino que necesita otras cosas para lograr la felicidad: salud, alimentos, afectos, etc.
En política, Aristóteles se muestra más realista que Platón: parte de un análisis exhaustivo de las diferentes formas de gobierno existentes, mientras que Platón es utópico. Aristóteles considera que hay que estudiar las circunstancias concretas para decidir qué tipo de gobierno es más adecuado. Indica que los Estados que mejor funcionan son aquellos constituidos por una gran clase media, mientras que Platón propone la aristocracia como Estado ideal. Ambos reconocen que el ser humano es político (social) por naturaleza.
Tomás de Aquino intentó compatibilizar la filosofía aristotélica con el pensamiento cristiano, representando la gran síntesis de pensamiento cristiano y filosofía platónico-aristotélica. Los tratados aristotélicos de medicina, física y astronomía constituyeron el paradigma científico durante siglos, hasta principios de la Modernidad. Hume, en cambio, hizo una crítica rotunda a los conceptos metafísicos aristotélicos, especialmente a la causalidad y al concepto de sustancia.