Vida y Obra de Karl Marx
Karl Marx (1818-1883) fue un filósofo y economista alemán, creador junto a Engels del marxismo. Criticó el capitalismo y propuso una transformación revolucionaria de la sociedad. Su pensamiento une análisis científicos de la realidad y acción política. Se inspiró en Hegel, Feuerbach, la economía clásica y el socialismo utópico, a los que también criticó. Entre sus obras clave están El Manifiesto Comunista y El Capital.
La Esencia Humana y sus Determinaciones
Marx define al ser humano por sus rasgos esenciales poniéndolo en relación con Dios, la naturaleza y la historia, y lo concibe desde cuatro dimensiones esenciales:
Ser Supremo
Rechaza la idea de que el hombre sea creación de Dios o un predicado del Espíritu; es, en cambio, el verdadero sujeto autónomo y supremo. Siguiendo a Feuerbach, sostiene que no es Dios quien crea al ser humano, sino el ser humano quien crea a Dios a su imagen y semejanza. La esencia de la religión es la expresión mitificada de la esencia humana, y el secreto de la teología está en la antropología. El ser humano proyecta sus cualidades en un ente ficticio que genera una alienación religiosa: el hombre se somete a su propia creación. Superar esta alienación implica tomar conciencia de que el verdadero sujeto es el ser humano, no Dios.
Ser Natural Activo
Marx consideró al ser humano como una unidad junto a la naturaleza, de la cual depende para vivir. Así, su antropología es naturalista y materialista. La naturaleza que le interesa a Marx es una naturaleza transformada por el hombre y, por tanto, humanizada. Lo que lo distingue de los animales no es la espiritualidad, sino el trabajo; así demuestra su capacidad de transformar la naturaleza de forma consciente, libre y creativa. Mientras que el animal produce de modo unilateral y limitado, solamente lo que necesita inmediatamente para subsistir. Esta praxis productiva material es el eje de su humanidad, frente a la tradición filosófica que priorizaba la actividad intelectual.
Ser Comunitario
El trabajo no solo relaciona al ser humano con la naturaleza, sino que además implica una relación esencial con la sociedad. El hombre produce siempre para otros hombres y en relación con otros productores. La producción material implica necesariamente ciertas relaciones sociales. Por eso afirma, frente a Feuerbach, que la esencia humana es “un conjunto de relaciones sociales”.
Ser Histórico y Autocreado a Través de la Historia
El hombre no tiene una esencia fija, sino que se forma históricamente a través del trabajo. Cambia junto con las relaciones sociales y su entorno natural, y por tanto su esencia es dinámica e histórica. La antropología de Marx está profundamente vinculada a su concepción materialista de la historia.
La Alienación en el Pensamiento Marxista
Marx hereda el concepto de alienación de Hegel y Feuerbach, pero le da un giro materialista. Para él, alienación significa que los productos de la actividad humana (material o espiritual) se vuelven poderes ajenos y opresivos, dominando al propio ser humano. Es un proceso de pérdida de sí mismo, de deshumanización.
Distingue tres formas principales de alienación:
Alienación Religiosa
Acepta la tesis básica de Feuerbach: es el ser humano quien crea a Dios y a la religión, y no al contrario. Pero Marx va más allá afirmando que la alienación religiosa es solo un fenómeno derivado, reflejo de la miseria económica y social. Si la religión es la realización fantástica de la esencia humana en el mundo del más allá y pone flores imaginarias en las cadenas de la explotación del proletariado, es porque se busca un consuelo imaginario a las miserias y opresiones económicas del más acá. De ahí que Marx sostenga que “la religión es el opio del pueblo”.
Alienación Sociopolítica
En cuanto a la alienación sociopolítica, el hombre en la sociedad burguesa está alienado porque lleva una doble vida y sufre una división entre dos esferas: por un lado, la vida individual en la “sociedad civil” (mundo económico), como persona privada dominada por intereses egoístas; y por otro, la vida política, como persona pública y ciudadano abstracto miembro de un Estado. El Estado, en cuanto comunidad ilusoria que concilia los intereses antagónicos entre individuos, tiene aquí la misma función que la religión. Siendo creación humana, se convierte en un poder autónomo y enemigo del hombre.
Alienación Económica
Tanto la alienación religiosa como la sociopolítica tienen su raíz y fundamento en la alienación económica, que es la más importante. Esta alienación se produce en el proceso de trabajo dentro de la sociedad capitalista. El trabajo alienado comporta cuatro aspectos básicos:
- Con respecto al producto del trabajo: el producto del trabajo u objeto creado por el obrero se convierte para él en un objeto ajeno, porque es desposeído de él, pasando a ser propiedad de los capitalistas o propietarios de los medios de producción.
- Con respecto a la propia actividad productiva: el trabajo, que es la manifestación de la esencia humana, se convierte en la sociedad capitalista en trabajo forzado, en puro medio de subsistencia, que niega al ser humano en vez de afirmarlo. Por tanto, el trabajo, que es lo que define al ser humano y debería ser su medio de autorrealización, se convierte en algo extraño en lo que está a disgusto y solo está a gusto en aquello que pertenece a su naturaleza animal: comer, dormir, etc.
- Con respecto al “ser genérico”: en el trabajo asalariado capitalista, el obrero no produce de forma universal, libre y consciente. Su actividad queda reducida a actividad animal.
- Con respecto a los otros seres humanos: como consecuencia de los aspectos anteriores, las relaciones humanas están también alienadas. En la sociedad burguesa dominan las relaciones mercantiles y de competencia, haciendo de cada hombre un ser ajeno, extraño y enemigo de los demás. Pero esta forma de alienación se manifiesta de forma más directa en las relaciones antagónicas entre las dos clases sociales de capitalistas y obreros, que se enfrentan como propietarios y no propietarios, explotadores y explotados.
El concepto filosófico de alienación, que es central en el joven Marx para explicar los fenómenos económicos, sociopolíticos e ideológicos, en el Marx maduro se convierte en una categoría socioeconómica, cristalizando en los conceptos de fetichismo y reificación, que hacen referencia a dos fenómenos típicos del mundo capitalista. El fetichismo significa el dominio de las cosas sobre el ser humano. Así, la mercancía, el dinero, el capital son auténticos fetiches que esclavizan al hombre. La reificación denota que en la sociedad burguesa las relaciones entre los humanos revisten la falsa apariencia de relaciones entre cosas.
Crítica al Materialismo Precedente
En la Tesis I sobre Feuerbach, Marx hace una crítica de todos los materialismos anteriores, y contrapone el materialismo tradicional al idealismo en cuanto al modo de concebir el objeto y la relación cognoscitiva entre sujeto y objeto. Dicho materialismo concibe el objeto como una realidad en sí, exterior al sujeto y a su actividad, concibiendo al sujeto con una actitud pasiva ante él, de mera contemplación. Fue mérito del idealismo alemán desarrollar el lado activo de la relación sujeto-objeto, viendo en el objeto un producto de la actividad del sujeto. Pero la actividad del sujeto se reduce en el idealismo a mero pensamiento, actividad abstracta.
Para Marx, el objeto no es simplemente dado a través de la percepción, sino que es un objeto humanizado, mediatizado por la relación epistemológica activa del sujeto con el objeto, del ser humano con el mundo. Pero la verdadera actividad para Marx no es la abstracta, sino la revolucionaria, transformadora del mundo.
La categoría de Praxis significa en general una actividad transformadora propia del ser humano, y tiene una triple acepción:
- Praxis cognoscitiva, o actividad epistemológica del sujeto que transforma el mundo objetivo.
- Praxis productiva, trabajo o actividad productiva material, transformadora de la naturaleza.
- Praxis revolucionaria, o transformación de la sociedad y de la historia por medio de la revolución.
Infraestructura y Superestructura
La infraestructura está formada por dos elementos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las fuerzas productivas están constituidas por los elementos que se utilizan en la producción de bienes en una sociedad y comprenden igualmente los medios de producción (instrumentos, máquinas, materias primas, etc.) y los productores mismos.
Las relaciones de producción son las que se establecen en el proceso de producción entre los propietarios de los medios de producción y los productores directos, que no son propietarios de esos medios. Estas relaciones de producción dan origen a las clases sociales y son de explotadores y explotados en todas las sociedades clasistas. También la superestructura está formada por dos niveles:
- La estructura jurídico-política (Estado, Derecho).
- La estructura ideológica (arte, religión, filosofía, moral, etc.) en cuanto formas de conciencia, y está al servicio de la clase dominante.
La tesis básica del materialismo histórico es que en cada época la infraestructura económica determina o condiciona la superestructura ideológica. Es decir, la producción material condiciona la producción espiritual; el ser social determina la conciencia. Pero la superestructura tiene una autonomía relativa y puede influir sobre la base. Entre ambas hay una relación dialéctica de influjo mutuo, pero a pesar de todo, la economía es siempre la determinante en última instancia.
El factor determinante de la evolución o del cambio histórico es el choque entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Como las fuerzas productivas avanzan más, llega un momento en que las relaciones de producción se convierten en trabas al progreso de aquellas. Por tanto, debido al desigual desarrollo de ambas, se produce una revolución social, que dará paso a una nueva forma social. El proceso sería el siguiente:
- Se produce un cambio en las fuerzas productivas que puede deberse a muchas causas: nuevas fuentes de energía, nuevas tecnologías, etc.
- Las relaciones de producción establecidas hacen de freno al desarrollo de las fuerzas productivas, produciéndose un choque entre ambas, que se pone de manifiesto en forma de lucha de clases.
- Esta lucha de clases lleva a una revolución social, a la caída de la clase dominante y al ascenso al poder de la clase dominada.
- Una vez en el poder la nueva clase, se producen cambios en la superestructura, imponiéndose la ideología de la nueva clase en el poder.
La Dialéctica Marxista: Inversión de Hegel
El llamado método dialéctico fue heredado por Marx de Hegel, pero al mismo tiempo profundamente transformado. La dialéctica idealista de Hegel se convierte en la dialéctica materialista de Marx.
La novedad esencial de la dialéctica marxiana está en su orientación práctico-crítica de la transformación revolucionaria de la historia. Marx realiza una inversión de la dialéctica hegeliana, liberándola de su forma mística, especulativa, abstracta e idealista, dándole una forma racional. Pone sobre los pies lo que en Hegel estaba sobre la cabeza. La Idea absoluta que en Hegel era el Sujeto y Demiurgo de lo real se convierte en Marx en un mero predicado de la producción material.
Liberada la dialéctica hegeliana de su fundamento metafísico, se transforma en un método crítico de análisis de la realidad socio-histórica.
Lo mismo que en Hegel, la dialéctica es la expresión de un movimiento real en el que surgen contradicciones que son superadas para dar lugar a nuevas contradicciones. La negación o la negatividad sigue siendo el principio generador y motor de la realidad, pero las contradicciones que le interesan a Marx no son ya las lógicas u ontológicas, sino las de los antagonismos de la lucha de clases a través de la historia, y las contradicciones económicas del modo de producción capitalista.
La categoría de totalidad tiene una gran importancia en Marx, pues como en Hegel “lo verdadero es el todo”. La dialéctica del todo y la parte implica que cada elemento aislado no tiene sentido y ha de explicarse en función del todo. Pero el todo ya no es la totalidad espiritual, metafísica y abstracta de lo Absoluto hegeliano, sino la totalidad concreta de la historia humana, con totalidades más particulares como los modos de producción.
Otro aspecto importante es la dialéctica de la esencia y el fenómeno, imprescindible en el análisis científico. Para Marx es necesario trascender la inmediatez de los hechos (importancia de la categoría de mediación). No basta con la observación o comprobación empírica de los fenómenos, pues quedaríamos prisioneros de la ideología y la falsa conciencia. Para hacer ciencia hay que descubrir la verdadera esencia por debajo de los fenómenos y las leyes profundas que gobiernan la superficie de las apariencias.
Por último, tiene importancia la categoría de la superación o negación de la negación. Todas las contradicciones de la historia o del capitalismo son superadas por medio de la revolución.
- Contradicción entre tesis y antítesis (clase dominante y clase dominada), lo que genera una superación gracias a la revolución.
Análisis de la Mercancía y Teoría del Valor-Trabajo
Marx empieza con el análisis de la mercancía porque cree que contiene en forma nuclear todas las características de la economía burguesa.
Mercancía es todo producto intercambiable por otro en el mercado y transferido a otra persona, a quien sirve como valor de uso (para satisfacer una necesidad). En toda mercancía puede distinguirse un valor de uso y un valor de cambio. El valor de uso consiste en la utilidad específica que tiene el producto de satisfacer determinada necesidad a través del consumo (necesidad que cubre al que la adquiere; ej: me como el pan).
El valor de cambio de una mercancía X es la proporción concreta en que puede cambiarse por otra mercancía Y o por dinero. Así, expresa una mera relación cuantitativa de equivalencia entre dos mercancías cualitativamente diferentes (porcentaje por el que se cambia, tanto sea dinero como otros productos; ej: trueque pan por manzana).
La Teoría del Valor-Trabajo es el núcleo central de El Capital, y Marx la utiliza para desenmascarar la explotación capitalista, basada en la propiedad privada de los medios de producción. El trabajo, según Marx, es valor y crea valor, pero no tiene valor. Solo el trabajo humano es la base y la fuente del valor. El valor de una mercancía viene dado por la cantidad de trabajo incorporado en ella y se expresa cuantitativamente por el “tiempo de trabajo socialmente necesario” para producirla. No se trata, sin embargo, del trabajo concreto individual, sino de un trabajo abstracto e indiferenciado en cuanto simple gasto de energía humana que se toma como medida social en una determinada sociedad.
Trabajo medio necesario para producir una mercancía.
El trabajo concreto es lo que crea valor de uso, mientras que el trabajo general abstracto crea el valor. Marx distingue también entre valor y precio. Los dos se relacionan como esencia y fenómeno. No se funda el valor en el precio, sino a la inversa: es el precio el que se funda en el valor.
Formación de la Plusvalía y Explotación Capitalista
La fuerza de trabajo comprada por el capitalista y utilizada por él durante un tiempo determinado tiene la propiedad única no solo de crear valor, sino de crear un valor más grande que el suyo propio. Ese excedente de valor es el plusvalor o plusvalía.
Marx llama tiempo de trabajo necesario al tiempo en el que el obrero reproduce el valor de su fuerza de trabajo, y tiempo de plustrabajo al tiempo en el que crea plusvalía para el capitalista. La plusvalía es el origen de la ganancia capitalista y, al mismo tiempo, el secreto oculto y signo típico de la explotación del trabajo por el capital. La plusvalía no se origina en la esfera de la circulación, sino en la de la producción. El mercado revela la plusvalía, pero no la produce. Solo el trabajo puede generar plusvalía.
La plusvalía puede ser absoluta (cuando resulta de la prolongación de la jornada de trabajo y de la intensificación del trabajo) o relativa (debido a la reducción del tiempo de trabajo necesario por aumento del rendimiento del trabajo o progreso técnico).
Mientras que en la economía mercantil simple domina el valor de uso (su fórmula es M-D-M, o sea, mercancía-dinero-mercancía), en la economía capitalista domina el valor de cambio, siendo el dinero un fin en sí mismo y la mercancía un medio (su fórmula es D-M-D, o sea, dinero-mercancía-dinero). Pero como el fin último del capitalista es obtener beneficio a través de la plusvalía, la fórmula propia de la circulación del capital es D-M-D´ (siendo D´ el dinero original + el incremento de la ganancia).
El capital puede definirse como un valor que se revaloriza continuamente, que aumenta indefinidamente, a través de sucesivas metamorfosis: el dinero, medios de trabajo, fuerza de trabajo, mercancías. Por tanto, el capital es una relación social entre personas mediada por las cosas.
Los medios de producción (maquinaria y materias primas) en sí mismos no son capital, como pensaban los economistas clásicos. Solo bajo determinadas condiciones se convierten en capital.
El capital es trabajo muerto (el trabajo pasado del obrero, coagulado en las máquinas y en las materias primas, que son propiedad del capitalista) que se alimenta del trabajo vivo (el trabajo actual del obrero).
Los medios de producción (capital constante) son la condición para la creación de plusvalía. Solo la fuerza de trabajo (capital variable) puede crear plusvalía.
El gran descubrimiento de Marx consiste en desenmascarar las relaciones de explotación de una clase por otra, que se manifiesta en la teoría de la plusvalía y que hacen del capitalismo el más coactivo y sofisticado de todos los sistemas de producción.
La Revolución Proletaria y el Comunismo
El materialismo histórico como ciencia de la historia y el estudio económico del modo de producción burgués son el fundamento teórico de la necesidad de la revolución.
En cuanto al sujeto revolucionario, en la obra de Marx hay un dualismo:
- En la primera fase, más optimista, la revolución tiene un matiz voluntarista y subjetivo: es producto de la acción consciente del proletariado industrial, convertido en clase universal.
- En la segunda fase, la revolución tiene un cariz determinista y objetivista: es producto de las contradicciones económicas inherentes al modo de producción capitalista.
La revolución supone un cambio total en la estructura económica, política e ideológica. El comunismo es un nuevo modo de producción que lleva consigo la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, la socialización y la apropiación de los mismos por parte de los trabajadores. Supone además la supresión de los antagonismos de clase, la abolición del trabajo asalariado y la instauración de unas nuevas relaciones de producción basadas en la cooperación mutua y no en la explotación.
Marx esperaba que la revolución se produjese en los países capitalistas más avanzados y maduros, porque en ellos aflorarían con más intensidad las contradicciones económicas del sistema. Esto no sucedió y el capitalismo aprendió a superar las crisis y a sobrevivir.
El tránsito del capitalismo al comunismo supone una doble fase. La primera es una etapa de transición, que Marx denominó dictadura revolucionaria del proletariado. Esta primera etapa recibió luego el nombre de fase socialista. La palabra “dictadura” significa que, después de tomado el poder, el proletariado lleva a cabo una lucha incesante para destruir las estructuras y vestigios de la vieja sociedad burguesa.
La segunda y definitiva fase es la de la sociedad comunista, que Marx caracteriza como el paso del reino de la necesidad al reino de la libertad.