Antropología
Rousseau desarrolla su pensamiento partiendo de la hipótesis del estado de naturaleza, una reconstrucción imaginaria de cómo habría sido el ser humano antes de la vida en sociedad. En este estado primitivo, el ser humano era un «buen salvaje», un ser pacífico, independiente y feliz, guiado únicamente por dos tendencias naturales: el instinto de supervivencia y la compasión.
La compasión es un sentimiento natural que evita el sufrimiento innecesario a los demás y permite la convivencia armoniosa en la naturaleza. En este estado, las personas no tienen maldad ni ambiciones desmedidas, pues no han sido corrompidas por la sociedad. La relación con la naturaleza es directa y pura, y el ser humano no busca dominar a los demás.
Sin embargo, con la aparición de la sociedad, la cultura y la propiedad privada, el ser humano sufre un cambio radical. La convivencia social genera desigualdades y despierta en las personas un egoísmo malsano, que las lleva a actuar por interés personal en detrimento de los demás. Rousseau sostiene que la sociedad no ha mejorado al ser humano, sino que lo ha corrompido, haciéndolo más infeliz, injusto y desigual. En este sentido, su visión difiere de la mayoría de los pensadores ilustrados, quienes veían el progreso como una fuente de bienestar y civilización.
Ética
En su obra Emilio o de la Educación, Rousseau desarrolla su teoría educativa basada en la creencia de que el ser humano es naturalmente bueno. Propone un sistema de educación que permita preservar esta bondad dentro de la sociedad, evitando la corrupción moral que surge en la vida social.
Para lograrlo, el niño debe ser educado en contacto con la naturaleza, alejado de la sociedad y los libros. La educación debe basarse en la experiencia directa, permitiendo que el niño aprenda a través de sus propios descubrimientos, siempre bajo la supervisión de un preceptor. Rousseau establece tres etapas en la educación:
- Formación física, en la primera infancia, basada en el desarrollo de los sentidos y el contacto con la naturaleza.
- Formación moral, que debe respetar el desarrollo natural del niño y fomentar la bondad sin imponer conocimientos abstractos.
- Formación política o civil, en la adolescencia, donde el joven aprende a convivir en sociedad y a comprender los principios de justicia y libertad.
Un concepto clave en su ética es la diferencia entre «amor a sí mismo» y «amor propio«. El amor a sí mismo es el instinto natural de autoconservación, que no implica dañar a los demás. En cambio, el amor propio surge en la sociedad y está basado en la competencia y la comparación con los demás, lo que genera rivalidad y egoísmo. Rousseau considera que este último sentimiento es el origen de la corrupción moral del ser humano.
Política
Uno de los aportes más importantes de Rousseau al pensamiento político es su teoría del Contrato Social, donde explica el origen de la sociedad y del Estado. Según él, la desigualdad y la injusticia surgieron con la propiedad privada, ya que esta permitió que algunos individuos acumularan riquezas y privilegios mientras otros quedaban en una situación de dependencia y miseria.
La propiedad privada generó un estado de enfrentamiento social, donde prima el egoísmo y el deseo de acumular más que los demás. Este tipo de sociedad impide la realización plena del ser humano, ya que lo convierte en un ser infeliz, injusto y menos libre. Sin embargo, Rousseau no propone volver a un estado primitivo, sino reformar la sociedad mediante un Contrato Social justo.
En este nuevo pacto, los individuos renuncian a sus intereses personales y se someten a la voluntad general, que representa el bien común. La voluntad general no es la simple suma de los deseos individuales, sino la expresión del interés colectivo. Para garantizar la justicia, el poder político debe basarse en este principio, y el pueblo debe ser el soberano.
Rousseau también establece la separación de poderes, distinguiendo entre el poder legislativo, que pertenece al pueblo y define las leyes, y el poder ejecutivo, que se encarga de aplicarlas. Para evitar la corrupción, el legislador no debe ejercer el poder ejecutivo. Además, el pueblo participa en el proceso político a través del voto, garantizando así una forma de gobierno legítima y basada en la igualdad.
Este contrato social permite que los seres humanos vivan en una sociedad donde no predomine el egoísmo ni la desigualdad, sino una convivencia racional y libre. En este modelo, el Estado no impone su autoridad de forma arbitraria, sino que surge del consentimiento libre de los ciudadanos.
Dios y Religión
En Emilio, Rousseau presenta su visión sobre la religión en la Profesión de fe del vicario saboyano. Sostiene que la existencia de Dios no se demuestra por la razón, sino que se percibe a través de un sentimiento interior. La conciencia humana nos lleva a reconocer la presencia de un Creador, aunque no podamos comprender su naturaleza.
Rechaza la idea de que la existencia del mal en el mundo sea prueba de la inexistencia de Dios. Para Rousseau, el mal es consecuencia de la libertad humana, no de la voluntad divina. También defiende la inmortalidad del alma, argumentando que, si la injusticia prevalece en la Tierra, debe haber una vida futura donde se restaure el equilibrio moral.
Rousseau critica las religiones reveladas por interponer sacerdotes, libros y ritos entre el ser humano y Dios. Según él, la única religión verdadera es la religión natural, basada en la relación directa entre el individuo y su Creador. No obstante, reconoce el valor social de las religiones organizadas, pues pueden contribuir a la cohesión de la comunidad.
En El Contrato Social, desarrolla el concepto de religión civil, una creencia que refuerza en los ciudadanos el compromiso con el Estado y sus deberes. Esta religión no debe imponer dogmas ni limitar la libertad de conciencia, sino promover la moral y la cohesión social. Rousseau rechaza tanto el materialismo ateo de los ilustrados como el fanatismo religioso, proponiendo una espiritualidad basada en el sentimiento y la ética.