Mujeres en la Historia de la Filosofía
En la historia de la filosofía, al igual que en la historia del arte o de las ciencias, se ha relegado a un segundo plano a muchas mujeres filósofas cuyo pensamiento merece una mayor atención. Esto se debe a que muchas de ellas fueron marginadas y obviadas en su momento, pero no deberían ser silenciadas en nuestra época.
Edad Media
Hipatia de Alejandría
Hipatia nació alrededor del año 355 en Alejandría. Realizó aportaciones a las matemáticas, la astronomía y la filosofía. En su escuela, de orientación neoplatónica, el estudio de las matemáticas y la astronomía era una preparación para la filosofía, entendida como la ciencia sobre el conjunto del universo y como el arte de lograr una vida feliz mediante el conocimiento.
Durante la Edad Media, sobresale la figura de Hildegard von Bingen (1098-1179), quien fue abadesa y una erudita.
Filósofas en el Pensamiento Moderno y Contemporáneo
Mary Wollstonecraft (1759-1797) defendía una educación igualitaria para hombres y mujeres, basándose en la idea del reconocimiento de unos derechos universales y en que la sociedad establece diferencias artificiales que van contra la igualdad natural de todos los seres humanos.
Simone de Beauvoir (1908-1986) fue una de las principales referentes del pensamiento feminista y del existencialismo contemporáneos. Su obra más famosa es El segundo sexo.
Well (1909-1943) dedicó sus reflexiones a diversos temas, como la crítica de la opresión, la guerra o la religión. Su rechazo de la guerra parte de la idea de que cualquier conflicto bélico se convierte, aunque se haya iniciado con un fin revolucionario, en un mecanismo de dominio sobre la población.
Hannah Arendt (1900-1973) realizó aportaciones fundamentales sobre cuestiones de la filosofía política contemporánea, como la crítica de la violencia, un análisis de los conceptos de revolución y de desobediencia civil, y su defensa del vínculo entre ética y política, destacando especialmente su investigación sobre los orígenes de los regímenes totalitarios.
Antonio Machado (1875-1939), para quien la poesía es «el diálogo del ser humano con la realidad de su tiempo». Ángel Ganivet (1865-1898), que desarrolla un espiritualismo antropocéntrico cuyo objetivo es transformar al ser humano modificando sus ideas a través de la educación. Francisco Giner de los Ríos (1835-1915), fundador de la Institución Libre de Enseñanza, precursor del krausismo y pionero de la reforma educativa y científica en el siglo XX. Manuel García Morente (1886-1942), quien difundió la filosofía de Kant y de Bergson, contribuyendo de manera decisiva a configurar la Escuela de Madrid, grupo de intelectuales. María Zambrano (1904-1991), discípula de Ortega, que trabaja en aproximar la filosofía a la literatura y a la poesía, continuando la armonización que su maestro había promovido entre la razón y la vida. Francisco de Vitoria (1483-1546), basándose en el derecho natural conocido. Domingo de Soto (1494-1560) destaca por sus aportaciones como epistemólogo de la ciencia y como pensador social. Sus descubrimientos en física fueron la base para el estudio de la gravedad por Galileo y por Newton. Fray Luis de León (1528-1591) es una muestra de la tensión entre la teología escolástica medieval y el auge de los estudios bíblicos del humanismo renacentista.
El Pensamiento Gallego
En el siglo XVII, dentro del movimiento ilustrado español, Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) y Martín Sarmiento (1695-1772) muestran un compromiso con la realidad sociopolítica, económica y cultural de su tiempo.
¿Qué es la Racionalidad?
Tradicionalmente, se ha definido al ser humano como animal racional. Desde este punto de vista, la racionalidad constituiría el rasgo humano por excelencia.
Podemos diferenciar entre dos sentidos de racionalidad: la racionalidad teórica, que está vinculada a las ciencias y a la filosofía teórica, y la racionalidad práctica, que se orienta a la transformación social y a la mejora de las relaciones humanas, tanto en el ámbito individual (ética) como en el terreno social (política). Podemos afirmar que la racionalidad consiste en la capacidad de juzgar y de analizar críticamente.
Además, a lo largo del siglo XX, la filosofía de la ciencia ha centrado su atención en la evolución histórica de la ciencia, que no siempre ha sido progresiva y regular, y en las consecuencias sociales de los descubrimientos científicos. Los avances en política han puesto de manifiesto especialmente el trabajo político.
Los Límites de la Razón Teórica
Sin embargo, incluso si todos los interrogantes teóricos encontrasen respuesta, aún quedarían cuestiones que la racionalidad teórica no puede responder. A los seres humanos no solo nos importan las cuestiones que la ciencia puede aclarar. Además de establecer la verdad o la falsedad de los conocimientos, queremos decidir el «para qué» de estos, es decir, los fines que queremos lograr con el avance teórico.
Así pues, los fines y los valores son también objeto de nuestra reflexión racional. Se trata de la racionalidad práctica, que se desarrolla en los ámbitos de la ética, de la política y de la teoría de la sociedad. En este sentido, la razón práctica es la encargada de responder a la pregunta por el «para qué» del conocimiento teórico. Podemos definir la razón práctica como la aplicación del intelecto a la transformación, a la modificación y a la mejora de la realidad social y vital del ser humano. En este caso, el objetivo de la razón es utilizar a voluntad el entendimiento, etc., con el fin de conseguir un cambio en la vida particular de cada persona (ética) o en la realidad social.
La Filosofía de la Ciencia
En esta rama de la filosofía, que se apoya en la lógica y en la teoría del conocimiento, se analiza el fundamento de las ciencias; es decir, se revisan y se definen los conceptos básicos de las ciencias naturales y de las ciencias humanas y sociales (hipótesis, ley científica, teoría, método, criterios de verdad, etc.).
Otra de las ocupaciones de la filosofía de la ciencia es la demarcación entre lo que se puede considerar ciencia y las disciplinas que pretenden hacerse pasar por ella. La crítica de formas falsas de saber (o pseudociencias) es tarea de la filosofía de la ciencia. Esta aplicación implica una profunda reflexión acerca del método científico, sobre sus etapas y sobre si es aplicable a disciplinas distintas entre sí.
La Moral
Es el conjunto de costumbres, de hábitos, de valores y de principios que guían nuestra conducta y que forman nuestro carácter y nuestra conciencia. Depende de cada sociedad y de cada época, y recibimos la educación en un código moral por nuestra familia y por el grupo social. Pero hay que diferenciar entre una acción o un individuo inmoral o amoral:
- Inmoral: es aquel acto que se opone al código moral establecido en la sociedad, por ejemplo, un crimen.
- Amoral: una conducta que no se puede juzgar según los criterios morales, por ejemplo, una acción realizada durante la infancia.
La Ética
Consiste en la reflexión filosófica sobre los valores, sobre las actitudes y sobre los principios que conforman la moral de un grupo social. En este sentido, analiza los fundamentos de la conducta individual y se distinguen, al menos, dos tipos de teorías éticas, según su finalidad:
- Éticas descriptivas: tratan de analizar los valores y los principios morales; por ejemplo, esclarecer nociones como el bien, la justicia, etc.
- Éticas prescriptivas: su objetivo es proponer criterios y principios morales, es decir, establecer en qué consiste la moralidad.
La Política
La Tarea de la Filosofía Política
Es analizar y reflexionar críticamente sobre las instituciones sociales, las formas de organización política, la naturaleza del poder y del Estado, y, entre otras muchas cosas, las diferentes corrientes políticas.
La filosofía política implica no solo una descripción o una valoración neutra de todas estas cuestiones, sino que también invita a establecer las orientaciones para mejorar la organización de la sociedad.
En definitiva, la filosofía política consiste tanto en una teoría acerca del poder y sobre el Estado (su origen, su naturaleza y sus límites) como un arte de gobernar (con recomendaciones y consejos para organizar la sociedad y para mantener el orden y la estabilidad sociales).
Relativismo Cultural y Racionalismo
El racionalismo es la doctrina filosófica según la cual la razón es la principal facultad de los seres humanos. La razón es la capacidad que nos permite distinguir lo verdadero de lo falso, así como discernir entre lo justo y lo injusto. Además, es una facultad universal; es decir, todos los seres humanos disponemos de ella.
No obstante, ya desde los inicios de la época moderna (siglo XVI), el contacto con sociedades radicalmente diferentes de las europeas propició la idea de que quizá no hubiera una racionalidad universal. Marx denuncia que el supuesto progreso social y económico debido al desarrollo del sistema económico capitalista conlleva un proceso de alienación de la clase trabajadora. La alienación consiste en la pérdida de lo más propio e íntimo de cada individuo, en la enajenación de su personalidad por la explotación laboral. El proletariado dedica su fuerza de trabajo y su tiempo a producir mercancías que no le pertenecen. Nietzsche, en su crítica de la moral racionalista que imperaba en la cultura occidental, afirma que los valores morales de la tradición cristiana y racionalista representan los intereses de «los débiles y resentidos». La humildad, el perdón y la compasión son ejemplos de valores de esta moralidad. Estos valores representan un ideal negativo de la vida humana. Las pasiones y los instintos son negados y reprimidos en nombre de la razón. A finales del siglo XIX y a principios del siglo XX.
Freud investigó sobre las causas de algunas enfermedades nerviosas y mentales. Concluyó que muchas de ellas se debían a las tensiones psíquicas que producían los impulsos y los deseos que eran reprimidos por la conciencia del individuo, sometida a la presión social.