Perspectivismo en Ortega y Gasset y Nihilismo en Nietzsche: Conceptos Fundamentales

El Perspectivismo en la Filosofía de Ortega y Gasset

El perspectivismo constituye la segunda etapa en el desarrollo del pensamiento filosófico de José Ortega y Gasset. En esta fase, se plantea una crítica tanto al realismo como al idealismo, fundamentada en la premisa de que la vida es la realidad radical.

Crítica al Realismo y al Idealismo

Tanto el realismo como el idealismo, según Ortega, incurren en el mismo error al ignorar la vida como realidad fundamental. El realismo postula que la verdadera realidad reside en las cosas en sí mismas, independientemente del pensamiento o del yo. Sin embargo, Ortega considera esta postura una ilusión, ya que es el yo quien experimenta y vive las cosas.

La vida humana, argumenta, no es un objeto ni una cosa, y por lo tanto, no posee una naturaleza fija: «El hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia«.

El idealismo, por otro lado, comete un error similar. El racionalismo cartesiano, que da inicio al subjetivismo, disuelve el mundo exterior en favor del yo, de la sustancia pensante. Ortega refuta esta idea, afirmando que no puede existir un yo sin las cosas, sin un mundo. El idealismo, en su visión, se opone a la vida.

La única realidad existente es la de un yo que coexiste con el mundo, inseparable de las cosas y de «sus cosas». Este es el dato radical del Universo: la vida del yo en el mundo, en este mundo específico, aquí y ahora.

La Circunstancia

El concepto de circunstancialidad es crucial en la filosofía orteguiana. Ortega y Gasset realiza un descubrimiento filosófico trascendental al reconocer la importancia de la circunstancia en la vida humana. Esta doctrina explica el proceso vital e intelectual del propio Ortega: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo«.

La circunstancia abarca tanto las realidades físicas que nos rodean, incluyendo aquellas que están más allá de nuestro alcance inmediato, como el momento temporal (entendido como acumulación del pasado y proyecto de futuro) y la sociedad en la que estamos inmersos. La circunstancia es todo aquello que interviene en la vida del ser humano y que este utiliza para construirse a sí mismo.

La vida es un continuo intercambio entre el yo y la circunstancia, un intercambio mediado por la razón. Para Ortega, vivir es razonar.

La Perspectiva

La circunstancia, aquello que nos rodea, posibilita nuestra vida. Ortega rechaza tanto la postura del dogmático, para quien la verdad es única y coincide con la suya, como la del escéptico, que niega la posibilidad de alcanzar cualquier verdad. La posición correcta, según Ortega, reconoce que la verdad tiene múltiples facetas y que, dependiendo de la perspectiva desde la que se observe, se revelarán aspectos distintos. «La sola perspectiva falsa es la que pretende ser única«.

La realidad consiste en asimilar la perspectiva y las circunstancias a través de las cuales interpretamos el mundo, sin rechazar las perspectivas y visiones de los demás. La síntesis de las perspectivas puede resumirse en el término tolerancia. La tolerancia implica aceptar que las posiciones del otro tienen el mismo derecho a existir que las propias, ya que todas son parciales y complementarias.

Nietzsche: Crítica a la Metafísica Tradicional y a la Ciencia

Crítica a la Metafísica Tradicional

La crítica de Nietzsche a la metafísica tradicional está intrínsecamente ligada a su crítica a la moral. La moral tradicional se basa en la distinción platónica entre el mundo aparente y el mundo real. Nietzsche dirige su crítica a Sócrates, quien, según él, sometió a Dionisio (la vida) al dominio de Apolo (la razón, la lógica). Detrás del idealismo socrático-platónico, Nietzsche ve un odio y un recelo hacia la vida y el instinto, una manifestación de la decadencia.

La metafísica tradicional es dogmática: considera el ser como algo fijo, estático e inmutable. Sin embargo, Nietzsche sostiene que este ser no existe; solo existe el devenir, el mundo de las apariencias, los fenómenos. Son los sentidos los que nos conectan con el devenir, con el fenómeno, con las apariencias.

El error fundamental de la metafísica, según Nietzsche, radica en haber aceptado la división entre un mundo verdadero y un mundo aparente, y en haber hecho depender el segundo del primero, cuando en realidad solo existe el mundo que ellos denominan aparente.

En su concepción de la realidad, Nietzsche coloca la vida como el aspecto al que todo se subordina. Mientras que para la metafísica tradicional la realidad es estática, fija e inmutable, y solo puede ser conocida a través de una estructura fija, estática, absoluta y universal (el concepto), Nietzsche duda de que el concepto pueda captar la realidad del ser, que es devenir y cambio.

Otro obstáculo es la idea de «verdad«. Para Nietzsche, una verdad es verdadera por su valor para la vida. El valor para la vida es el criterio último que determina si algo es verdad o no.

Crítica a la Ciencia

Nietzsche critica una concepción específica de la ciencia, cuyo mecanicismo no se aleja mucho de la metafísica tradicional que trata el devenir del ser como una apariencia.

Además, la ciencia que investiga la naturaleza, lo físico, tiene poco o nada que decir sobre el ser humano. Lo humano la desborda; la pasión, el placer y el dolor escapan a sus redes de números y formulaciones.

Aunque la ciencia es en sí misma atea y se ocupa exclusivamente del mundo físico y del ser humano como ser de la naturaleza, ha derivado, según Nietzsche, en un nuevo nihilismo. La nueva imagen de la realidad, que puede denominarse materialismo mecanicista, ha sido experimentada como un gran desengaño que resulta insoportable para la conciencia.

Nietzsche combate tanto el antiguo nihilismo como este nuevo nihilismo. No hay que buscar un sentido a la vida; la vida tiene sentido en sí misma y no necesita justificación. Esto debe ser algo evidente y fundamental.

Nihilismo, Voluntad de Poder y Superhombre

Nihilismo

Nietzsche hace frecuentes referencias a lo que denomina nihilismo europeo. Este nihilismo se caracteriza por la «desvalorización» de los valores anteriores y es una consecuencia necesaria del cristianismo moral y del concepto de verdad en la filosofía. Según Nietzsche, en función de la voluntad de poder, se pueden distinguir dos tipos de nihilismo:

  • Nihilismo pasivo: Representa la voluntad de negar la vida. Nietzsche profetiza que este nihilismo será el destino de los pueblos de Occidente, ya que todos los valores creados por la tradición occidental son falsos. Los valores superiores pierden validez y, por lo tanto, toda la civilización occidental se queda sin sentido, sumida en un gran apagón y una desorientación total. Aunque este estado aún no ha llegado, los síntomas de decadencia que conducen a él son evidentes.
  • Nihilismo activo: Constituye la cara positiva del nihilismo, ya que implica una reflexión sobre el mismo, una toma de conciencia de cómo se han creado estos falsos valores y de cómo se ha producido la «inversión de valores». Los valores no se derrumban por sí mismos, debido a su carácter ilusorio, sino que la voluntad de poder los niega, y esta negación se convierte en la condición necesaria para la creación de nuevos valores que afirmen la vida y para la aparición de un nuevo ser humano: el superhombre.

Se pueden identificar tres momentos en el nihilismo:

  1. Destrucción de los valores vigentes hasta ahora y, como consecuencia, aparición de la duda, la desorientación, la falta de brújula y rumbo, sin ningún punto de referencia para orientarse.
  2. Afirmación del propio proceso nihilista, como una reflexión y un distanciamiento de los valores vigentes.
  3. El nihilismo como punto de partida hacia una nueva visión del ser y del ser humano. La voluntad de poder abre nuevos caminos y crea una nueva moral, una nueva ontología y una nueva antropología.

La Voluntad de Poder

El concepto de voluntad en Nietzsche busca expresar la idea de que el ser es una fuerza ciega, caótica, constructora y destructora, que se dirige en alguna dirección, como si quisiera lograr algo específico, pero que puede cambiar y, de hecho, cambia constantemente. Nietzsche añade a esta concepción del ser como una voluntad ciega y absurda, en continuo devenir, creando y destruyendo, la idea de que esta voluntad tiende al poder. La esencia del ser es un impulso que lo lleva a imponerse sobre lo que lo rodea, sobre el resto del ser.

Para Nietzsche, la voluntad de poder es voluntad de crear, de dar a luz nuevos valores, voluntad de dar, voluntad de afirmar la diferencia.

La voluntad de poder puede ser afirmativa o negativa, es decir, puede valorar o depreciar. Lo propio de la voluntad es afirmar o negar la vida. La voluntad de poder afirmativa quiere la vida. La afirmación es lo que define la voluntad como creación, alegría, donación, amor; la vida.

La voluntad de poder también puede ser negativa o perseguir la nada. Esto implica la depreciación de la vida, su odio. La vida es considerada culpable y responsable, y necesita justificación. Frente a la ontología tradicional y su visión estática, fija e inmutable de la realidad, la voluntad de poder manifiesta una realidad múltiple y en permanente movimiento. El ser es devenir, porque siempre se está haciendo, mejorándose. Mientras que Platón distingue dos mundos, el aparente y el inteligible, para Nietzsche, el aparente reivindica la multiplicidad del ser.

La capacidad más significativa de la voluntad de poder es la voluntad de juzgar, la capacidad que tiene el ser humano de crear valores. Juzgar es crear, y en esta creación de valores se simboliza la máxima actuación de la voluntad de poder.

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