La Influencia Decisiva de Sócrates en Platón
Sócrates fue un filósofo ateniense que vivió desde el 470 a.C. hasta el 399 a.C. Es considerado uno de los principales referentes para la filosofía de Platón, quien no solo lo veía como un amigo, sino también como su maestro. La influencia que ejerció Sócrates sobre su discípulo Platón fue decisiva, en especial sobre aspectos clave de su filosofía como:
- La defensa de una concepción absolutista de la verdad y los valores morales.
- La adopción de la educación y la dialéctica socrática como método.
- La búsqueda de las definiciones esenciales.
Platón acepta la manera socrática de entender la educación, y de ahí deriva su propia concepción de la dialéctica, aunque esta no coincide exactamente con la dialéctica socrática y, por lo tanto, no deben confundirse. De esta manera, lo que para Sócrates eran meras definiciones conceptuales, Platón las convertirá en realidades en sí mismas, dándoles el nombre de Ideas o Formas. Por último, Platón aceptará el intelectualismo moral de su maestro Sócrates, aplicándolo también en el terreno de la política. Todo esto dará como resultado la propuesta platónica de un gobierno de filósofos, donde la teoría ética es fundamental para comprender el pensamiento ético y político de Platón.
Desafíos Filosóficos y Políticos de Platón
Platón aborda en sus diálogos algunas de las cuestiones más polémicas que han conformado el desarrollo de la filosofía occidental, incluyendo la tensión con las concepciones tradicionales atenienses. Estas tensiones llevaron a Platón a replantearse su concepción de las Ideas, revisar sus optimistas previsiones políticas iniciales y reconocer a los adversarios (como los sofistas) que obstaculizaban la implantación de su proyecto educativo, político y filosófico.
La República: Estado Ideal, Alma y Ética
Con su teoría política, Platón argumentará que el encargado de guiar a la sociedad hacia la virtud y la justicia debe ser el Estado. Este Estado ideal debe ser gobernado por un filósofo, fruto de un riguroso proceso educativo, cuya misión es enseñar el camino hacia la virtud y defender las prioridades del Estado por encima de los intereses individuales.
La Naturaleza Tripartita del Alma
En su obra La República, Platón diferencia los elementos del cuerpo y el alma. Define el cuerpo como lo material, aquello que arrastra al hombre hacia lo sensible, considerándolo la «cárcel del alma». Por otro lado, define el alma como “el principio automotor” o la “fuente del movimiento”. En este libro, Platón expone su doctrina de la naturaleza tripartita del alma, dividiéndola en:
- Parte racional: Fuente del pensamiento inteligente y la sabiduría.
- Parte volitiva (o irascible): Fuente de las emociones nobles como la fuerza y el coraje.
- Parte apetitiva (o concupiscible): Fuente de las pasiones y los deseos materiales.
Como veremos, estas partes del alma se corresponden con distintas virtudes y funciones sociales dentro del Estado ideal platónico.
La Ética Eudemonista
Platón nos muestra en qué consiste su ética. La ética de Platón es eudemonista, es decir, está enfocada al logro del supremo bien del ser humano, que es la felicidad verdadera (eudaimonia).
Los Guardianes del Estado y su Educación
Los dirigentes del Estado ideal deberán pertenecer, por tanto, a una clase especial: los guardianes del Estado. Estos deben ser valerosos y filósofos (capaces de discernir quiénes son los verdaderos enemigos del Estado) para dirigir la defensa de la ciudad y proteger sus intereses. Con esto, Platón diferencia entre la clase productora (artesanos, campesinos) y la clase superior (guardianes), que a su vez se subdivide en auxiliares (guerreros) y guardianes perfectos (gobernantes-filósofos).
El Proceso Educativo
¿Pero quiénes deben pertenecer a esta clase superior? Para responder a esta pregunta, Platón parte de la idea de que los guardianes del Estado han de saber qué es lo verdadero y lo bueno; deben ser filósofos. Concluye que se deberá someter a la población a un estricto proceso educativo basado en el conocimiento y la ciencia. Este proceso incluirá tanto la formación intelectual como la formación física, abarcando disciplinas como la música y la gimnasia.
Platón defiende que no solo hay que educar a los hombres, sino también a las mujeres y los hijos con el mismo rigor, integrándolos en lo que Platón denomina el programa de la “comunidad” de bienes y familia para la clase guardiana.
Selección de los Gobernantes
A partir de este proceso educativo, se escogerá cuidadosamente a los mejores: los más inteligentes, fuertes, solícitos del bien del Estado y amantes de él. Se seleccionará a aquellos a quienes les preocupen los verdaderos intereses del Estado por encima de sus propias ventajas personales, es decir, aquellos que no persigan sus intereses particulares por encima de los del Estado. Con esto se busca evitar que el poder del Estado caiga presa de las pasiones individuales, el afán de lucro y la riqueza, cuya corrupción haría inviable alcanzar la justicia en la sociedad (un mal que Platón percibía en las democracias atenienses de su tiempo, considerándolas corruptas).
La Formación del Filósofo
Posteriormente, los escogidos (los potenciales gobernantes) serán instruidos no solo en armonía musical y gimnástica, sino también en disciplinas superiores como las matemáticas y la astronomía. Estas disciplinas los guiarán hacia la verdad y les ayudarán a adquirir el espíritu de la filosofía. Una vez completada dicha etapa, se someterán al estudio supremo de la dialéctica para descubrir el Ser absoluto mediante la razón y, finalmente, contemplar la Idea suprema: el Bien absoluto.
Conclusión: El Filósofo Gobernante y la Justicia
En conclusión, Platón sostiene que el poder del gobierno NUNCA debe estar en manos de quienes priorizan sus intereses individuales. Dicho poder deberá situarse en la figura del filósofo, quien es el fruto más exquisito de la educación impartida por el Estado, escogido de entre un grupo de individuos que reúnen las mejores virtudes personales e intelectuales.
Con este sistema, el Estado será capaz de cumplir la finalidad fundamental que Platón le atribuye: promover la virtud y la justicia, tanto individual como socialmente. La felicidad depende de la virtud, y esta, como hemos visto, se alcanza fundamentalmente a través de la educación. El gobernante tendrá, por tanto, una tarea esencialmente educativa, que consistirá en establecer leyes justas y, sobre todo, mostrar a los ciudadanos el camino hacia la virtud.