La Teoría de las Ideas

Como hemos desarrollado en el ejercicio 1, en el fragmento de Platón (comentario de texto), para entender adecuadamente el lugar que ocupa esta idea en el conjunto de su pensamiento, debemos señalar que el objetivo principal de toda su filosofía es proponer el Estado ideal. Platón pretende fundamentar este Estado en la propia realidad, dando lugar a su Teoría de las Ideas y a la epistemología platónica.

La Teoría de las Ideas se centra en la distinción entre el mundo sensible (cosas o acciones concretas) y el mundo inteligible (las Ideas). En el mundo sensible, las cosas concretas son múltiples, una imitación (mímesis) y la realidad aparente (la copia de la verdadera Idea). Mientras que en el mundo inteligible, las Ideas son universales, únicas y responden a un único modelo, donde la Idea principal (su jerarquía) es la Idea del Bien, la cual posibilita la existencia de las Ideas y que estas las podamos conocer. En resumidas cuentas, Platón explica que las Ideas son eternas y perfectas, a diferencia de las cosas, las cuales son cambiantes e imperfectas. Gracias a la Idea principal de las Ideas llegaremos a la máxima referencia moral y epistemológica: la Idea del Bien.

La Epistemología Platónica

Pasemos ahora a la epistemología platónica, es decir, a la forma de conocer los objetos. Platón sostenía que el conocimiento de las Ideas no es un aprendizaje, es algo que recordamos, es decir, es una reminiscencia. Recordar algo que nosotros ya sabíamos, gracias a la ayuda del maestro o de los datos sensoriales.

Para entenderlo mejor, Platón utiliza la metáfora de la línea dividida, una representación gráfica que organiza el conocimiento en cuatro niveles de realidad y de entendimiento:

• Imaginación (eikasia): El conocimiento se basa en sombras, reflejos que vemos de una copia de otra copia. Una versión falsa de lo realmente verdadero.
• Creencia (pistis): El conocimiento se obtiene a través de la experiencia sensible. Ya tenemos una «poquita» esencia de lo real (objetos físicos), pero aún así, no tenemos el conocimiento total. Está limitado, debido a que pertenece al mundo sensible, al mundo cambiante.
• Pensamiento discursivo (dianoia): Empezamos a entender el mundo inteligible mediante entes matemáticos. Empezamos a hacernos preguntas y a buscar el sentido de las cosas.
• Razón intuitiva (noésis): Contemplamos de forma directa la Idea de Bien. Este nivel de conocimiento ya es la verdad absoluta para los filósofos. Dejamos de ver sombras, de ver reflejos; solo vemos Ideas, formas puras.

Para Platón, alcanzar este grado de conocimiento es la meta epistemológica, la esencia de las cosas.

La Cosmología Platónica

Pasemos ahora a la cosmología platónica. La cosmología estudia el orden, el origen y la estructura del mundo sensible. Pero ¿por qué se preocupa Platón del mundo sensible si lo que busca es un fundamento para el Estado ideal? La respuesta está en que Platón defiende un isomorfismo entre el individuo, la polis y el cosmos, de tal forma que, si el Estado ideal y el cosmos tienen la misma forma, nos puede ayudar a conocer la estructura ideal de la polis.

El cosmos fue creado y organizado por un Demiurgo, una figura similar a un artesano divino que impone el orden en el caos, aquel que crea formas a partir de las Ideas. No es el creador de nada, pero sí el que moldea el mundo sensible tomando como modelo el mundo de las Ideas (mundo inteligible).

Al imponer el orden perfecto y racional, el Demiurgo permite que el cosmos sea un reflejo del orden eterno e inmutable de las Ideas.

Antropología y Ética Platónica

Con respecto a la antropología y ética platónica, también debemos hacernos la misma pregunta que nos hicimos en el caso de la cosmología: ¿Por qué se preocupa Platón del ser humano y de los actos buenos individuales si su objetivo es proponer un Estado ideal? La respuesta en este caso es la misma. Platón defiende la existencia de un isomorfismo entre el individuo y la polis, por lo que conocer la estructura del individuo puede ayudarnos a encontrar la organización ideal de la sociedad.

Se sostiene que el alma humana está dividida en tres partes:

• Racional: Dirige los actos según los valores nobles, ubicada en la cabeza, que busca el conocimiento.
• Irascible: La fortaleza o el honor, ubicada en el pecho, que tiene el valor de defendernos.
• Concupiscible: La parte que debemos tener controlada, ubicada en el vientre, que busca el placer.

El conjunto de todas estas almas creaba la armonía, y esta armonía a su vez creaba la virtud, para que esta misma virtud creara la ética.

Platón consideraba que el alma nunca moría, siempre permanecía. Se unía al cuerpo al nacer y al morir, se desprendía. Por ende, el alma recordaría sucesos o cosas ya vividas.

El objetivo final es que el alma no dependa tanto del cuerpo, que sea libre, logrando ser más sabia e inteligente.

La Política Platónica

Terminamos con la política platónica, el objetivo último de toda su filosofía. El conjunto entre el alma y el cuerpo, pero quien manda o es el «líder», es el alma. El cuerpo es solo la cárcel que la mantiene encerrada.

Esta política se basa en dos conceptos, el autogobierno y la educación, presentados en su obra La República, donde explicaba que la estructura ideal está basada en el concepto naturalista del ser humano.

Platón pensaba que el Estado ideal debía organizarse mediante tres clases de acciones, donde cada uno de ellos dirigía al otro:

• Racional: Quienes poseían la sabiduría y el conocimiento (gobernantes).
• Irascible: Aquellos que poseían el coraje y protegían la polis (guardianes).
• Concupiscible: Cuya función era satisfacer las necesidades de la sociedad (productores).

Cada clase representaba una virtud diferente y específica (sabiduría, valentía y templanza, respectivamente) y corresponde a una parte del alma humana. Con este modelo se asegura una organización justa y estable, una armonía, donde cada uno desempeña su propia función (alma) y nadie intervendrá en el trabajo de los demás. Se promoverá o se conseguirá un bienestar colectivo.