Contexto de Platón
Platón, filósofo griego y discípulo de Sócrates, comenzó su obra filosófica tras la muerte de Sócrates, a principios del siglo V a.C. La vida y obra de Platón están impregnadas de una clara vocación política, ya que en la Atenas de los siglos IV y V se tenía el convencimiento de que el destino de los individuos y de la polis era inseparable. Su vocación política se orientaba a la reflexión filosófica, principalmente; pero reflexión que quiso llevar a la práctica, a través del tirano de Siracusa, Dionisio I, y de su hijo, Dionisio II. Pero todo quedó en una frustración.
Platón fue influenciado por otros filósofos, como Heráclito (544-484 a.C.). Este, con su doctrina basada en el «panta rei (todo fluye, cambia)», influyó poderosamente en la teoría dualista de Platón acerca de las formas de conocimiento y la existencia de los dos mundos, aparente y verdadero. Para Heráclito, los cambios que se suceden en la naturaleza se producen conforme a una ley cósmica a la que denominó Logos. El acontecer del mundo es un flujo permanente, todo está en movimiento. De ahí deriva la estructura contradictoria de toda realidad con lo que -alude a la teoría de los opuestos, pero éstos se -encuentran en el interior de cada cosa. Platón acepta de -él la idea de que en el mundo físico y material todo -cambia y todo está en perpetuo devenir. Por ello, Platón -concluyó que es imposible alcanzar un conocimiento -verdadero y cierto de la realidad física, ya que de lo cambiante no puede haber conocimiento.
Además, Parménides influyó en la teoría del conocimiento de Platón así como en su teoría dualista. Parménides se refiere al ser como la realidad o el mundo, siendo éste imperecedero, inengendrado, excluyéndose la posibilidad de cambios y movimientos. Introduce la distinción entre razón y sensibilidad, entre verdad y apariencia u opinión. Así, se toma como antecedente de la posterior distinción platónica entre conocimiento científico y opinión, entre episteme y doxa. Las ideas de Platón poseen las mismas características del ser de Parménides: ingénitas, imperecederas, inmutables y eternas.
Ya desde los griegos se contraponía el orden frente al caos, la simplicidad frente a la complejidad; la filosofía dualista occidental. Sin embargo, en otras filosofías, la oriental, además es al contrario. Así, en el budismo mahāyāna según Ramana Maharshi, hay que evitar entretenerse con el dualismo ya que el detenerse entre lo correcto y erróneo tiene como consecuencia la confusión y así la mente te pierde. Sólo existe una realidad, atemporal, infinita, no dual, perfecta que recibe diferentes nombres: Mente, Talidad, Dharma-dhâtu, Vacuidad, Conciencia, Tao…etc. La naturaleza propia de todas las cosas es carente de dualidad. Así lo introduce la noción hinduista advaita (no dualidad). La intuición advaita no consiste en afirmar la unidad, ni en negar la dualidad, sino, con una visión que trasciende el intelecto, en reconocer la ausencia de dualidad en el trasfondo de una realidad que en sí misma carece de dualidad; a saber, que no e numérica puesto que no tiene dos. O sea que ni la dualidad ni la unidad corresponden a la estructura propia de la realidad.
Esta teoría contrasta además con la influencia pitagórica acerca de la unidad y multiplicidad griegas.
Contexto de Kant
Nace en Königsberg, Alemania, en 1724 en un ambiente familiar extremadamente religioso, al pertenecer a una rama luterana llamada los pietistas. En 1781 publica la «Crítica de la Razón Pura».
Ni el racionalismo ni el empirismo han llegado a establecer la razón de la validez lógica del conocimiento. Fue la crítica que Hume había hecho al principio de causalidad lo que le hizo despertar del «sueño dogmático» en el que estaba inmerso. Por un lado, está de acuerdo con el empirismo en cuanto no existe conocimiento posible si no existe percepción sensible del mundo (Kant rechazaba las ideas innatas tal y como se habían planteado) pero por otro, no está conforme con el empirismo en cuanto tal y como expresaba Hume, el conocimiento acaba siendo una cuestión de azar, creencia sin posibilidad de ser convertido en una ciencia con validez universal y necesario.
Para Kant, un conocimiento es verdadero cuando, partiendo de la experiencia es capaz de generar leyes universales y necesarias; es decir, cuando sabe establecer leyes que determinan la realidad y racionalidad de los fenómenos. La misión de la razón es expresar el cambio y devenir del mundo real en una serie de principios o leyes que permiten conocerlo y organizarlo. Así, la mente transforma las sensaciones y percepciones en conceptos y leyes universales. El sujeto cognoscente aporta una serie de condiciones que son ajenas a los objetos y experiencia, y a priori con relación a las cosas, sin las cuales no sería posible conocer cosa alguna.
Kant parte de la percepción en la que Hume se quedó, para éste el límite del conocimiento son las percepciones, lo que se manifiesta por medio de la experiencia. Para Kant, el error de Hume consistía en confundir la información que proporcionan los sentidos con el conocimiento.
Supone Kant la tesis llamada «giro copernicano» mediante la cual opone la forma de conocer hasta ese momento. Si con Hume la mente era «un papel en blanco», en Kant no es así. El sujeto es activo en la percepción de los objetos así como a la hora de pensar y así los objetos tal y como se presentan son una elaboración de las condiciones humanas del percibir.
Contexto de José Ortega y Gasset
José Ortega y Gasset, un destacado filósofo español del siglo XX, se distingue por su profundo análisis de la condición humana y su interacción con el mundo circundante. Su pensamiento comparte similitudes notables con el de Friedrich Nietzsche, especialmente en su enfoque sobre la individualidad y el papel del individuo en la sociedad. Ambos filósofos desafían las estructuras tradicionales de pensamiento y cuestionan las normas establecidas, promoviendo la idea de que el individuo debe buscar su propio camino y crear su propia realidad.
Uno de los aspectos más relevantes del pensamiento de Ortega y Gasset es su concepto de «yo soy yo y mi circunstancia y si no me salvó de ella no me salvó yo», que destaca la interdependencia entre el individuo y su entorno. Este enfoque tiene profundas implicaciones en el contexto histórico en el que vivió, marcado por convulsiones sociales y políticas como la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Ortega y Gasset abogaba por una comprensión más profunda de las circunstancias históricas y sociales para entender mejor la experiencia humana.
Su crítica a la masificación y la pérdida de la individualidad en la sociedad moderna sigue siendo relevante en el mundo contemporáneo, donde la tecnología y la globalización a menudo diluyen la identidad personal en una maraña de influencias externas. Ortega y Gasset nos instan a recuperar nuestra autonomía y responsabilidad individual en un mundo cada vez más homogéneo y despersonalizado. En resumen, su pensamiento sigue siendo una fuente de inspiración y reflexión para comprender tanto el pasado como el presente, y para forjar un futuro más auténtico y significativo.