Platón: Metafísica y Gnoseología del Filósofo Racionalista

Platón

Platón (427 a.C. – 347 a.C.), fue un filósofo griego de mentalidad racionalista. Nació en Atenas y recibió la educación tradicional griega. Vivió la Guerra del Peloponeso, que duró 27 años, en la que luchaban griegos contra atenienses y viceversa, así como hombres contra su propio bando.

A los 18 años conoce a Sócrates y se convierte en su más fiel discípulo. Dedicó 50 años de su vida a reivindicar la filosofía socrática: elabora un diálogo (Apología) que dedica a la sociedad. Platón intenta cambiar el sistema democrático (aunque fracasa tres veces). Él asegura que cualquier régimen político lleva en sí el germen de su propia corrupción.

Metafísica

La metafísica de Platón sienta sus bases en afirmar que las ideas dan lugar a los objetos. Las ideas son previas a cualquier entidad, son eternas y perfectas; son realidades que existen independientemente de las cosas. Este mundo de las ideas es el que adopta el nombre de “suprasensible”, mientras que el universo de lo material se queda en un estrato más bajo, calificado como “sensible”. Ambos nombres nos dan a entender cómo los objetos del mundo sensible son perceptibles por los sentidos, son aparentes; mientras que las ideas refugiadas en el ámbito suprasensible pertenecen a una dimensión superior y abstracta a la que solo se puede acceder mediante el pensamiento. Sin embargo, es en esa dimensión donde se hallan las verdades y realidades que buscamos, donde se camufla el origen de lo material, lo cual no es más que un intento de copia imperfecta del mundo de las ideas.

Pongamos un ejemplo. Cuando nosotros vemos a una mujer y la calificamos como bella, es porque previamente teníamos en nuestra mente la idea de belleza, es decir, esta idea de belleza presenta una serie de propiedades que encajan con las características que muestra la pieza material a la que nos referimos. Será entonces cuando la califiquemos como bella. Sin la idea de la belleza, nunca hubiésemos sabido que esta mujer es bella, pues no tendríamos ninguna representación que nos revelase lo que realmente expresa el término “bello”.

Como vemos, el mundo sensible establece interacción con el suprasensible, así como este lo hace con el anterior. No obstante, el ser humano vive sumergido en lo material, en lo aparente y tangible del día a día, sin darse cuenta de que lo verdaderamente real está en una extensión que debe alcanzar. Este salto de lo material a lo ideal, de lo sensible a lo suprasensible recibe el nombre de Anábasis. Esta conlleva deshacerse de lo tangible y limitado -desprenderse de todo aquello que, de alguna forma, nos aferra a lo físico- para poder avanzar usando como transporte la razón, alcanzando entonces la realidad. Sin embargo, se trata de un recorrido difícil, pues el ser humano está constituido por una parte física que solo puede subsistir en el mundo sensible (el cuerpo) y una parte subjetiva que pertenece en sí misma al suprasensible (la inteligencia). Quizás porque el mundo material presenta una forma más simple que el mundo de las ideas, el hombre tiende a permanecer en él. No obstante, no tiene por qué, ya que está capacitado para acceder a lo ideal; solo tiene que estar dispuesto a afrontarlo.

Gnoseología

Las ideas conforman una dimensión a la que la ciencia humana trata de llegar, dejando a un lado, por supuesto, la confusión que pueda existir entre una imagen sensible y la idea que en ella deja huella. No obstante, se plantea el problema habitual de cómo hacerlo. Ante esta situación, Platón responde con tres teorías metafóricas basadas en el carácter intermediario del alma.

Metáfora de la visión

Con ella se afirma que el conocimiento se alcanza mediante la reflexión o contemplación del mundo de las ideas, es decir, dado que solo el mundo sensible es susceptible al cambio, será el mundo suprasensible el que nos permita conocer sin experimentar ningún cambio, siendo este, pues, eterno en el tiempo.

De este modo entendemos que el alma que ha estado en contacto con la verdad, posteriormente, cuando se reencuentra con ella, no puede no reconocerla como verdadera.

Metáfora de la preexistencia del alma

El alma es un ente libre, perteneciente, por naturaleza, al mundo de las ideas. Ha estado en él y lo ha contemplado. Sin embargo, al bajar al mundo sensible e introducirse en un cuerpo material, olvida.

Es aquí donde se genera lo que nosotros conocemos como dualismo metafísico radical, es decir, al estar las almas en el mundo de las formas, las ideas que allí contemplaron han dejado marca en ellas, se han quedado fijadas, inscritas. Todo ello se cubre con los estratos de la amnesia. Pero después del olvido siempre llega el recuerdo, la anamnesis.

Al observar las cosas las comenzará a relacionar con las ideas de las que en realidad proceden. Entendemos pues cómo conocer no es más que recordar lo que hasta ese momento estaba olvidado. Todo este proceso se conoce como metempsicosis, referente a la transmigración de las almas.

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