Platón y Aristóteles: Dos Visiones del Mundo y el Conocimiento

PLATÓN (428/347 a.C.) Y ARISTÓTELES (384-383/322-321 a.C.)

Platón y Aristóteles no son los primeros filósofos, pero sí son los primeros de los que disponemos de elementos suficientes de juicio como para hacernos una idea cabal de sus teorías y de sus implicaciones. Representan dos modelos distintos de hacer filosofía, de pensamiento, pero sobre todo, dos tipos de interpretación de la realidad y del propio ser humano que han estado presentes a lo largo de toda la Historia de la Filosofía en continua discusión, modelos que han ido enriqueciéndose con el paso del tiempo, pero remitiendo siempre a sus autores originales.

Época

Ambos pertenecen al mismo periodo histórico, que conocemos como la Grecia Clásica. Pese a sus grandes diferencias, comparten por ello ciertos ideales y presupuestos, si bien Aristóteles fue discípulo de Platón, lo cual le otorga la posibilidad de una perspectiva más compleja. Ambos identifican el saber como la primordial y más propia ocupación humana, poniendo énfasis en la teoría. Platón, con un interés prioritariamente político y utópico, permanecería fiel a Sócrates en lo esencial, mientras que Aristóteles busca otro tipo de explicación más apegada a la realidad inmediata.

Método y Escritos

Platón permanece enteramente fiel a Sócrates (quien parece que no escribió nada) y piensa que la Filosofía es un proceso dialógico. Por ello elige el diálogo como género literario (De hecho se decepcionó del tirano de Siracusa, Dionisio el Joven, pues éste pensaba escribir un tratado). Para Platón el diálogo es la forma natural del pensamiento. Aristóteles en cambio ya escribe tratados (esotéricos o acroamáticos, para su Liceo), aunque también escribió diálogos para un público externo, más general (escritos exotéricos).

ONTOLOGÍA, METAFÍSICA Y FÍSICA

Platón escinde la realidad en dos mundos completamente diferentes. Por una parte está el mundo de las ideas, superior en perfección, imperecedero, y que contiene en sí lo verdadero. Por otra parte está el mundo sensible, el mundo sensible, de las cosas que encontramos ante nosotros, que es una copia devaluada, imperfecta y perecedera de aquel otro mundo. El mundo de las ideas es causa del mundo sensible gracias a la intervención del Demiurgo, un semidiós que copia las ideas en la materia.

Aristóteles también establece la existencia de unos entes inmutables que son las formas, pero no les atribuye una existencia separada de la materia (salvo como conceptos cuando los conocemos). Las formas aristotélicas son una de las causas de la realidad pero deben ser entendidas como la especial configuración de algo que le hace ser lo que es, y no como un modelo extracorpóreo que puede ser imitado. Las formas son intrínsecas y no extrínsecas al mundo real.

Platón y Aristóteles coinciden en rechazar el atomismo (Leucipo, Demócrito), pero sus teorías físicas son muy distintas. Para Platón el movimiento es algo impropio de las ideas. Por ello, no se interesa demasiado por el cambio. Por el contrario, Aristóteles tiene como una de sus principales preocupaciones el devenir, el llegar a ser. Para ello elabora su teoría de la cuatro causas (formal material, eficiente y final) y desarrolla una explicación de la realidad y del movimiento enteramente finalista, teleológica, que de ninguna forma está en Platón. Para Aristóteles todo tiene un fin propio y específico (incluido el hombre), y todo el devenir natural no se produce sino por la tendencia de cada cosa a alcanzar ese fin. Los conceptos de “potencia” y “acto” aristotélicos cobran sentido como indicadores de esa dinámica interna finalista de las cosas.

EPISTEMOLOGÍA

A partir de sus respectivas ontologías, sus teorías epistemológicas han de ser necesariamente distintas. Platón desprecia la sensibilidad por no ser fiable y sobre todo por no ocuparse más que de copias imperfectas. Sólo la razón dialéctica podrá alcanzar la verdad para Platón. Por ello despreciará también las artes imitativas. En cambio Aristóteles, al reconocer las esencias intrínsecas en lo material, pone su confianza en la sensibilidad como acceso inicial al conocimiento, si bien no renuncia al conocimiento racional como forma superior de saber.

Platón, por lo dicho, tiene que recurrir a las ideas innatas (y a la anamnesis o recuerdo) para explicar cómo adquirimos el conocimiento, cuya gradación sucesiva termina en la dialéctica que alcanza las puras ideas. Aristóteles establecerá un proceso abstractivo que permitirá extraer las formas a partir de la materia sensiblemente conocida.

ANTROPOLOGÍA

El dualismo platónico, influido por el pitagorismo anterior, es paradigmático. Cuerpo y alma son dos realidades distintas por completo. El cuerpo es una cárcel o atadura temporal (y fastidiosa) de la que el alma inmortal aspira a liberarse (incluso en un proceso de metempsicosis o encarnaciones). El alma tiene para Platón tres partes (o tres tipos de almas), inteligible, irascible, concupiscible, lo que explicara por su predominio el carácter y temperamento del sujeto individual (y justificará así una ética). El cristianismo aprovecharía esta teoría con suma facilidad.

Aristóteles en cambio, en lo que al alma individual respecta, es más naturalista, y no la entiende ya como una sustancia separada sino como una propiedad (la propiedad de estar vivo y ser lo que se es: así, todos los seres vivos tienen, alma), intrínsecamente unida al cuerpo vivo, y que determinas sus funciones vegetativas, sensitivas o intelectivas. Es el Hilemorfismo: todo está compuesto de materia y forma, dónde la forma es en este caso el alma. No es un alma sustantiva inmortal. Pero Aristóteles habla también de un entendimiento agente, inmortal pero no individual. Cuando el cristianismo se acerque a Aristóteles, esto será problemático. Para Platón, pues el alma es el principio del conocimiento, mientras que para Aristóteles es más bien el principio de la vida.

ÉTICA

En función de los tres tipos de almas, Platón diseña una ética con tres tipos de virtudes individuales (templanza, valentía y prudencia) y una virtud colectiva (justicia). Es un ética enteramente al servicio o subordinada a su política, a su ideal de Estado tripartito (cada clase social una virtud) y que es heredera del intelectualismo socrático. Platón acaba indicando que el gobierno debe recaer en los prudentes filósofos, los más sabios a fin de cuentas.

En Aristóteles el esquema se invierte en alguna medida: su finalismo le lleva a concluir que el hombre busca la felicidad, y que la Polis debe crear una situación en la que esa felicidad sea posible. La política se subordina en ese sentido a la ética, aunque el fin de la polis es posibilitar la vida verdaderamente humana, basada en la palabra. Como buen griego de la época, Aristóteles valora sobre todo una virtud dianoética (la dedicación al conocimiento), pero además propone la teoría ética de la virtud como término medio, que guie la conducta humana en este mundo y permita alcanzar esa felicidad. No obstante, Aristóteles no deja de reconocer que el bien común de la polis exige la actitud ética de los ciudadanos.

POLÍTICA

Platón diseña una república utópica, en la que cada tipo de hombre pertenece por ello a una clase social, y ello define sus funciones y el contenido de su virtud. La justicia es el perfecto encaje entre todos los ciudadanos y este Estado. Platón se ocupa de las formas degeneradas de gobierno, bajo lo que subyace una gran desconfianza hacia la democracia y una gran valoración de las leyes.

Frente al utopismo platónico, Aristóteles realiza una “política comparada” donde lo que se pretende es encontrar la Constitución más adecuada tras comparar los diversos tipos de gobierno existentes. Se decanta por un sistema con predominio de la clase media, aunque el criterio para valor como adecuado o inadecuado un régimen es si contribuye o no al bien común de una ciudad autárquica y de un tamaño medio.

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