Platón y San Agustín: Ética, Política y Antropología

Virtud (Ética)

Otro modo de entender la virtud es como justicia: La ética de Platón es eudemonista (autorrealización como sosiego y tranquilidad del alma). Esto significa que la moral se dirige hacia la conquista del bien supremo, es decir, la felicidad. Platón dice que este bien supremo es un especial estado del alma, que sólo se consigue con un desarrollo armonioso de la personalidad humana. El hombre (ser racional), alcanza la perfección del alma con el ejercicio de la virtud. A las tres funciones del alma le corresponden tres virtudes:

  1. Al alma racional: La sabiduría o prudencia: capacidad de hacer lo conveniente (justo medio).
  2. Al alma irascible: La fortaleza: capacidad de sobreponerse a las circunstancias adversas.
  3. Al alma apetitiva: La templanza: sosiego del alma dominando las pasiones.

Junto a estas virtudes está la justicia que sintetiza las tres virtudes. El conjunto de todas las virtudes ejercidas excelentemente: el alma justa. Virtud: areté: excelencia, perfección del ejercicio propio del alma.

Vida social y política en la «República»

Para que “los mejores gobiernen”, Platón propone unas exigencias muy concretas:

  • Los ciudadanos desempeñarán los cargos y profesiones más adecuados con la tendencia predominante de su alma.
  • Hay tres clases sociales en las que predomina una parte del alma: gobernantes (inteligible), guardianes (irascible) y productores (concupiscible).
  • La justicia se refleja en el cumplimiento por cada clase social de la función que le corresponde.
  • Las leyes deben buscar el bien común basadas en principios universales. (Koinonia)
  • La educación va dirigida fundamentalmente al alma, para suscitar en ella el aprendizaje y el conocimiento.

Para Platón, el ideal de régimen de gobierno sería la monarquía aristocrática, en la que el mando corresponde al más sabio (Filósofo rey), más prudente y más honrado. A su vez, la democracia es buena si no degenera en anarquía. En el Político, una de sus últimas obras, propone que, ya que es difícil encontrar al rey ideal, el poder del monarca pueda sustituirse por la dictadura de la ley (ley básica o constitución).

El Problema del Hombre: La Antropología Platónica

La naturaleza compleja del alma

Según Platón, el hombre es un compuesto de dos realidades sustanciales distintas, el cuerpo y el alma, que temporal y accidentalmente se unen entre sí. El alma (inmaterial e inmortal) cae en un cuerpo (material y mortal) y busca purificarse. Platón explica esta teoría en el mito del carro alado. El alma tiene una composición triple con funciones diferenciadas: inteligible, irascible y concupiscible. Con esta división el alma racional queda al margen de las pasiones del cuerpo que las ejerce sobre almas corporales (irascible y concupiscible).

  • El alma es entendimiento. Su parte inteligible se ejerce como conocimiento, entendimiento y capacidad de razonar. Su virtud es la sabiduría o la filosofía. Situada en la cabeza.
  • El alma es sentimiento. Su parte irascible es producto de los sentimientos y afectos más nobles. Estimula las aspiraciones de poder, su virtud es la fortaleza. Situada en el pecho.
  • El alma es impulso pasional. De su parte concupiscible se originan las pasiones, deseos e impulsos corporales. Su virtud es la templanza y se sitúa en el vientre.

Las dos últimas quedan subordinadas a la primera, porque tiene el poder para gobernarlas. El alma racional es como una auriga, que sujeta dos caballos. Estos dos caballos son las pasiones (alma irascible) pasiones y sentimientos nobles, y los sentimientos y pasiones innobles o viciosos. (alma concupiscible).

La Antropología en San Agustín (s. IV-V)

La reflexión antropológica, si bien formulada desde presupuestos cristianos, está argumentada a partir de un profundo sentido psicológico y una coherencia racional:

El ser humano es imagen de Dios

Para Agustín, Dios es Eternidad, Verdad y Amor, y a su imagen, el ser humano está constituido por tres potencias: la memoria, por la que hace presente el pasado, pues Dios es eternidad que recordamos; la inteligencia, que busca la verdad y la conoce; y la voluntad, por la que tiende a la felicidad, porque al conocer a Dios no podemos dejar de amarlo. Como estructura antropológica, que es reflejo de la divina, al ejercitar el alma sus funciones o potencias nos aproximamos al propio Dios.

La dualidad cuerpo/alma

Sin oponerse claramente a la teoría hilemórfica aristotélica (la unión sustancial, indisoluble de cuerpo y alma), Agustín piensa que el alma es una sustancia autosuficiente unida accidentalmente al cuerpo. Con ello pretende mantener el valor superior de lo espiritual sobre lo material. Su concepción antropológica es, por tanto, dual, en cuanto que alma y cuerpo, aunque funcionalmente inseparables, son sustancias distintas. Pero eso no le impide decir que considera un misterio antropológico la forma en que dos sustancias tan distintas pueden formar una sola naturaleza: la humana: el alma espiritual, inmortal, simple y eterna; y el cuerpo mortal, perecedero, compuesto.

La herencia del pecado original

El género humano ha recibido de sus progenitores la totalidad de sus atributos. Por eso, de ellos ha heredado también la culpa del primer hombre, Adán, que, según el relato bíblico, desobedeció el mandato de Dios. Como causa del pecado sobrevinieron al mundo los males que padece, sobre todo los que se originan en el corazón humano, de donde nacen enemistades, egoísmos, injurias, sospechas e incluso el crimen de unos contra otros. Todos pueden tener algún motivo externo, pero su raíz es interna. Da importancia al bautismo que nos libera de esa culpa. Sin embargo, la naturaleza humana es receptiva para recibir la acción de Dios, que se manifiesta como impulso interior de su propia regeneración ya que por sus solas fuerzas, no la alcanzaría. De ahí, la importancia de la gracia de Dios, como auxilio a la conversión del hombre ante su pecado. El hombre debe darse la vuelta (conversión) ante los placeres y vicios, obrando, con el socorro o gracia de Dios, de acuerdo con el bien moral cristiano. San Agustín expuso ampliamente estas ideas en su polémica con el pelagianismo (doctrina teológica que defendía la capacidad del ser humano para regenerarse del pecado, sin ayuda divina, Fue declarada herética en el siglo V).

La conciencia como distensión en el tiempo

Para Agustín la conciencia o alma es la actividad que unifica el discurrir de la vida interior. El tiempo es la “distensión de la propia conciencia”, es decir, es la misma conciencia (subsiste en sus facultades), la que por la memoria, recupera el pasado, recordando la eternidad de Dios; por la atención presente conoce la Verdad: Dios, con su entendimiento; y en un futuro, espera mi voluntad, en la otra vida eterna, amarlo.

Actitud Filosófica

La actitud filosófica es un modo específicamente humano de relacionarse con el mundo. El resto de seres vivos habita en él sin plantearse ninguna cuestión en relación con su entorno. Los seres humanos, en cambio, no nos conformamos con lo dado; necesitamos una explicación de lo que nos rodea. Esa explicación no se presenta de forma inmediata sino que necesita ser buscada. La actitud filosófica consiste precisamente en buscar de modo permanente la explicación que se esconde detrás de lo que se nos ofrece a primera vista y que de ser hallada le daría sentido.

Aculturación

Es el proceso por el cual una cultura integra elementos de otra cultura y en base de esto surgen consecuencias como la reducción de diferencias interculturales y surge el multiculturalismo que es la convivencia en una sociedad de más de una cultura.

Mitología Griega

En la mitología griega, antes de la aparición de la filosofía, ya se observa el interés por comprender y describir aquello que caracteriza plenamente al ser humano. Pero el mito no trata de reflexionar y comprender la condición humana sino de ofrecer un modelo que pueda servir de referente. En la Ilíada y la Odisea, Homero nos presenta un ser humano concebido como un héroe capaz de afrontar todo tipo de riesgos y de liderar a los suyos con determinación. El objetivo al que aspira este hombre mitológico es alcanzar el éxito en aquello que emprende y como consecuencia provocar la admiración de los demás. El mérito y el reconocimiento son los valores supremos del modelo de ser humano propuesto por el pensamiento homérico.

El Ser Humano en la Filosofía

Cuando la filosofía empieza a interesarse por el ser humano no trata de ofrecer modelos para imitar, sino que se esfuerza en lograr una comprensión de aquello que caracteriza y define al ser humano: su esencia. Sócrates, Platón y Aristóteles fueron los primeros en abordar el estudio del ser humano desde esta perspectiva, pero ellos no intentan comprender al ser humano individual, aislado de los demás. Su interés se centra en el ciudadano, en el miembro de la polis que se pregunta por el papel que debe desempeñar en la sociedad a la que pertenece.

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