Plotino y el neoplatonismo alejandrino

El pueblo judío era para los romanos un pueblo oriental, exterior a su cultura, un pueblo sometido a su imperio. Ante esta rápida invasión de la nueva fe, que trajo preocupación religiosa, reaccionó el espíritu grecolatino, la cual dio lugar a un movimiento filosófico, que se llamó neoplatonismo. La sede de este nuevo movimiento filosófico fue la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno), donde, por su situación geográfica, se cruzaban culturas diversas y donde se formó un mundo cultural muy complejo. La verdadera sabiduría humana es la alcanzada por la filosofía, principalmente por el más alto y profundo de los filósofos, que fue Platón; las religiones positivas expresan verdades filosóficas, pero de un modo sencillo, concretado en mitos e imágenes, a fin de que puedan ser captadas por el pueblo. La religión, en una palabra, es una popularización de la filosofía, una filosofía para el pueblo.

Corrientes del neoplatonismo alejandrino

Tres fueron las corrientes capitales del neoplatonismo alejandrino: la pagana, la cristiana y la judía no cristiana. Existe, en segundo lugar, un neoplatonismo pseudocristiano, que se llamó gnosticismo, pretendían que existe un saber racional (gnosis) más alto que la fe (pistis), del que esta no representa más que una versión popular en símbolos y parábolas.

El pensamiento de Plotino

El neoplatonismo de Plotino pretende ser una reviviscencia del pensamiento de Platón, ampliado y completado en ciertos puntos que el maestro dejó inéditos o inacabados. Plotino es un pensador original que prolonga la línea de los grandes pensadores de la filosofía. Empieza por buscar la realidad originaria, que está en el fondo de todos los cambios. Esta había sido para Platón la idea de Bien, sol que ilumina a las demás ideas. Pero Plotino, concibe ese principio de un modo religioso. Será para él un algo divino, a lo que llama el Uno.

La realidad originaria según Plotino

Cuéntase de un faquir indio que solía permanecer a orillas del Ganges en actitud meditativa, haciendo constantemente con su mano el signo de negar. Alguien averiguó lo que estaba haciendo en tan extraña actitud: el faquir estaba pensando en Dios. Para el faquir, Dios no era materia, ni espíritu, ni sustancia, ni accidente, ni esencia, ni existencia, ni siquiera ser; de Dios nada se podía afirmar porque está por encima de todos nuestros conceptos; de aquí que nuestro pensamiento acerca de Dios no pueda ser más que una continua negación y un superar cuanto de él pueda pensarse. Esta es la idea que de la realidad originaria posee Plotino: del Uno no pueden darse más que conceptos negativos; su mismo nombre de Uno es también negativo, porque indica no más que negación de pluralidad y de partes. Solo una cosa cabe decir del Uno según Plotino: que es causación constante, principio activo y causa de cuanto existe.

Jerarquía del ser según Plotino

El Uno es causa de las cosas por emanación o extravasación de su propio ser. Como realidad plena, se expande por íntima necesidad, pero sin perder nada de su plenitud ni de su simplicidad. Como los rayos brotan del sol sin menoscabo de su realidad y producen una luz y un calor cada vez más débiles según se alejan de su origen, así el Uno produce las cosas reales de su propio ser en estratos cada vez más imperfectos a medida que de él se separan. Estos estratos de ser son los que Plotino llama las causaciones cósmicas, que son, por este orden, el espíritu, el alma, las cosas singulares y la materia.

El espíritu y el alma en la cosmogonía de Plotino

El espíritu es una especie de imagen o duplicación del Uno, que Plotino concibe como el conjunto de las ideas que Platón suponía en el cielo empíreo. Al emanar el Uno fuera de sí, su ser se descompone en irisaciones múltiples, como la luz del sol a través de la lluvia. La fuerza expansiva y creadora del Uno, descompuesta primero en la multiplicidad de las ideas, produce después las almas, que son la segunda de las causaciones cósmicas. El alma, como el Uno, es pura energía, actividad. Pero una especie de egoísmo, individualiza al alma y engendra las almas concretas, individuales, que son ya un estrato inferior en la cosmogonía o génesis del mundo.

Las cosas concretas y la materia en la filosofía de Plotino

Las almas por una de sus caras miran a las ideas y las poseen de cierta manera, pero por la otra están vueltas hacia la materia. Ello hace que imprima, por medio de los conceptos (imágenes de las ideas), una forma a la materia, dando lugar de este modo a las cosas concretas materiales, que poseen todavía un débil reflejo del espíritu. Las cosas concretas son así el tercer grado de las causaciones cósmicas. La materia, por fin, el último grado de esta jerarquía del ser, es lo ajeno al espíritu, algo informe, origen del mal y de la fealdad, principio ciego y opaco de negación, de limitación. Algo semejante al frío y silencioso vacío que rodea al ser y le sirve de fondo. Algo que origina, por el enfriamiento y la distancia, la imperfección y la debilidad de las cosas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *