Comenzaremos constatando las diferencias en cuanto a la concepción de la realidad.
Platón desprecia “este mundo” (Mundo Sensible), le parece caótico, dominado por el cambio, la multiplicidad, la finitud, etc. Considera que debe existir otro mundo (Mundo de las Ideas) en el que impere el orden. Un mundo eterno, estático, inmutable. Este “otro mundo” será el real, donde reside el ser y, por ende, la verdad. Frente a este, nuestro mundo tiene realidad solo en la medida en que copia al real. Nuestro mundo es sólo apariencia.
Precisamente las carácterísticas por las que “este mundo” es rechazado por Platón, son las que demuestran, según Nietzsche, su realidad. Lo real es el devenir, el cambio, la generación, la muerte… El Ser, tal y como lo conciben Parménides y Platón, y en esto cita Nietzsche a Heráclito (único filosofo que salva de la quema), es una ficción vacía. El dualismo platónico es una afrenta contra el mundo, un desprecio de lo único que tenemos: la vida.
En relación con el conocimiento Platón, y la tradición que le sigue, considera la razón, instrumento del alma, como la única instancia capaz de guiarnos al conocimiento, a la verdad.
Descartes coincide en esta apreciación. La sustancia pensante (yo, alma) posee la razón, que si está guiada por un método adecuado, la conducirá al conocimiento de todas las verdades que se proponga. También coinciden en despreciar los sentidos, y por tanto el cuerpo que los alberga, al considerarlos incapaces de llevarnos a la verdad. Platón afirma que sólo nos pueden aportar opinión (doxa), no verdadero conocimiento (episteme). Descartes los rechaza, por poco fiables, para construir la ciencia.
Nietzsche, al contrario, realiza una defensa de los sentidos. Estos no nos engañan nunca, mostrándonos la multiplicidad, el cambio, el movimiento, es decir, el devenir nos enseñan la realidad. Quien nos engaña con su prejuicio es la razón. Ella transforma el testimonio de los sentidos convirtiéndolo en conceptos que nos hacen concebir las cosas como dotadas de unidad, duración, esencia, etc.
La concepción del Hombre de Nietzsche es opuesta a la de la filosofía tradicional. Platón, también Descartes, identifica al hombre con el alma. El cuerpo no es más que su cárcel. El alma pertenece al mundo inteligible, su estancia en “este” mundo es accidental y transitoria. El cuerpo es además el centro de todos los males: nos confunde con sus sentidos, nos ata al mundo con sus pasiones complicando el ascenso al mundo de las ideas. El hombre debe liberarse, purificarse de su influjo negativo. El hombre alcanzará la virtud y la felicidad mediante el conocimiento (intelectualismo moral).
Nietzsche, muy al contrario, valora el cuerpo: sus sentidos y sus instintos naturales. Los sentidos nos mostrarán la realidad del devenir. Frente al intelectualismo de Platón afirma que los instintos deben guiar nuestros actos. El único comportamiento con sentido es la fidelidad a la tierra, al cuerpo, a los instintos. Lo demás son añadidos mentirosos.
En el plano antropológico, Nietzsche propone básicamente un hombre vitalista frente a la cultura y la sociedad. Este hombre debe ser creativo, un permanente esfuerzo y debe crear sus propios valores. Nietzsche no concibe la antropología como dualista, no piensa que el hombre esté compuesto de alma y cuerpo. Platón sí. La uníón alma-cuerpo es accidental y no substancial (cuerpo y alma no forman uno). El alma es preexistente, inmortal y volverá al mundo de las ideas tras la muerte del cuerpo, a la espera de reencarnarse en otro.
En el plano ontológico, Platón se caracteriza por su dualismo, contra el que Nietzschearremete ya que desprecia la vida terrenal. La realidad platónica se basa en la existencia de dos mundos, uno verdadero, que se conoce por la razón y que ofrece el conocimiento objetivo; y un mundo aparente, que se conoce por los sentidos, ofreciendo un conocimiento subjetivo, cambiante. Ahora bien, esta realidad, que Platón calificaba de aparente y engañosa, es para Nietzsche la única realidad existente. El mundo verdadero dePlatón no es para él más que una invención de la razón, fruto de la decadencia del hombre.Nietzsche critica la invención de otro mundo porque es una muestra de desprecio hacia este, colocando la finalidad en la otra vida.
En el plano epistemológico, Platón también distingue un dualismo. Hay dos formas de conocimiento que se corresponden con los dos mundos existentes. En Platón, razón y sentidos se enfrentan siempre con la victoria de la razón. Para él, sólo a través de la razón es posible conocer. Los sentidos solo nos muestran una realidad aparente, cambiante, sujeta a error. En Nietzsche, por el contrario, son los sentidos los que nos muestran la verdad, a la que llega cada uno desde su perspectiva correspondiente, es la voluntad de poder de cada sujeto. Por lo tanto, no hay ningún motivo para otorgar un papel más importante a la razón en el conocimiento.
En el plano de la moral, Nietzsche se opone totalmente a la moral platónica, que derivaría más tarde en la cristiana, por ser contranatural, es decir, contraria a la vida. Platóncontinúa la moral de Sócrates adoptando el intelectualismo moral como teoría clave para entender el Bien, la justicia, la verdad y la felicidad. Nietzsche, en cambio, considera que los valores morales son aquellos que favorecen a la vida, que la satisfacción de lo corporal es el único criterio de validez moral, y que cada uno debe crear los suyos propios.
De “nihil” nada. Actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia, o que hace girar la existencia alrededor de algo inexistente. La idea nietzscheana del Nihilismo es compleja:
Nihilismo comodecadencia vital
Toda la cultura occidental, es nihilista pues dirige toda su pasión y esperanzas a algo inexistente (el Dios cristiano, el Mundo Ideal y Racional de los filósofos), despreciando de modo indirecto la única realidad existente, la realidad del mundo que se ofrece a los sentidos, la realidad de la vida. En Así habló Zaratustra representa Nietzsche este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
Nihilismo activo:
es también nihilista la filosofía que intenta mostrar cómo los valores dominantes son una pura nada, una invención; la filosofía nietzscheana es nihilista en este sentido pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos (propone la «transmutación de todos los valores»). Este Nihilismo es una fase necesaria para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el «sentido de la tierra», la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre, el superhombre. En Así habló Zaratustra representa esta figura del espíritu con la metáfora del león (por su agresividad, su capacidad destructiva).
Nihilismo pasivo
El «nihilista pasivo» no cree en ningún valor, puesto que considera que todo valor es posible sólo si Dios existe, y Dios no existe; termina en la desesperación, la inacción, la renuncia al deseo, llega el por-venir. Llega el SuperHombre, el niño. En palabras de Zaratustra: aquél que dice que si Dios no existe todo está permitido. Aquél que desespera de la vida y se levanta en contra de ella por considerar que ésta solo puede tener su fundamento en algo ajeno de ella y que dicho fundamento no existe, es el “último hombre” de Así habló Zaratustra. Después de el el superhombre el que no valora porque no cree, sino que crea su vida. Es el niño feliz y enojado pero siempre libre de valoraciones. Solo quiere la descubrir la vida como una eterna novedad. Sin prejuicios…..
En opinión de Nietzsche, la filosofía tradicional ha sentido siempre rechazo al devenir, al carácter cambiante y fluyente de las cosas, persiguiendo ilusoriamente el ideal de una realidad superior que poseyera los caracteres contrarios a los de este mundo cambiante en el que habitamos. Para estos filósofos el carácter fluyente de la realidad, el cambio, el devenir, ha sido molesto por que no producía la tranquilidad que debía producir la verdad, para ellos, la verdadera realidad debía ser inmutable, eterna, universal, etc. Nietzsche afirma la única existencia del devenir, pero de un devenir sin regularidad alguna, la inocencia del devenir es la comprensión de la realidad y de nosotros mismos sin orden, sin permanencia, sin legalidad alguna que venga de fuera, el orden y la legalidad las pone el hombre en un mundo cambiante para negarlo. El devenir no tiene sentido, ni una interpretación verdadera y exclusiva, ni un modo único de ser valorado y apreciado. Es fluyente y cambiante, multiforme e inabarcable, supone aceptar que el mundo es tal y como se nos aparece y no como a la razón le gustaría que fuese. La inocencia del devenir es una conducta que está más allá del bien y del mal, de los conceptos cerrados y negadores de lo fluyente, supone la comprensión del cambio y de las apariencias fuera de la vanidad humana que pretende hallar verdades y valores absolutos.
Tanto los griegos como el cristianismo juzgaron la existencia como culpable.
La diferencia estriba en que para los griegos la responsabilidad es de los dioses mientras que para el cristianismo es de los hombres.
Recuérdese como Homero cuenta cómo los dioses toman sobre sí la responsabilidad de la locura que inspira a los hombres y recuérdese cómo el Nuevo Testamento hace responsable al hombre de la locura de un Dios que se pone en la cruz. Ambas soluciones son nihilistas pues suponen una condena de la vida pero la solución griega es incomparablemente más hermosa.
Realmente, el problema no está en quién sea el responsable del caos y el sin sentido de esta existencia sino en comprender si la existencia ¿es culpable o inocente?. En este caso Dionisos ha hallado su verdad múltiple: la inocencia de la pluralidad, la inocencia del devenir y de lo que es.