Positivismo y Lenguaje: Evolución del Pensamiento de Wittgenstein y Límites del Conocimiento en Kant

La Teoría Positivista del Conocimiento en el *Tractatus* del «Primer Wittgenstein»

La obra del gran filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein se considera uno de los puntos de referencia básicos para la comprensión de la filosofía contemporánea en su conjunto y, en este marco concreto, del problema del conocimiento.

Pero su pensamiento tiene dos etapas bien delimitadas («primer» y «segundo» Wittgenstein), representadas por sus dos obras más importantes: el Tractatus Logico-Philosophicus y las Investigaciones Filosóficas.

La tesis básica del Tractatus Logico-Philosophicus es que solo las fórmulas de la matemática y de la lógica, y los enunciados o proposiciones de las ciencias empíricas pueden tener pleno sentido. Todos los demás enunciados, incluidos los de la filosofía, deben ser conceptuados de antemano como absurdos.

La razón de que solo los enunciados de la ciencia tengan sentido es que son los únicos enunciados que resultan verificables empíricamente, mientras que con respecto a las afirmaciones de la filosofía no hay modo de comprobar o de contrastar con la experiencia su contenido concreto.

Como supuesto básico de la labor analítica del lenguaje (que es el objeto de su filosofía) se establece, pues, la capacidad de verificación empírica como único criterio de todo sentido.

En esta primera etapa de su pensamiento, Wittgenstein no niega la existencia de todo lo que no puede ser expresado con sentido matemática o científicamente. No se rechaza, pues, lo metafísico. Lo que se niega es la posibilidad de constatarlo, relegándolo a una experiencia de tipo místico.

Las conclusiones para la filosofía son estas:

  • La filosofía debe renunciar a constituirse como una teoría o como un compendio de verdades sobre la realidad, sobre el mundo y sobre el ser humano.
  • El establecimiento de contenidos teóricos corresponde en exclusiva a la ciencia.
  • La filosofía solo debe quedar como una actividad de clarificación de los conocimientos mediante una labor de análisis de la estructura lógica del lenguaje.

Significado y Reglas de Uso del Lenguaje en el «Segundo Wittgenstein»

En sus Investigaciones Filosóficas, escritas entre los años 1935 y 1945, Wittgenstein se retracta de esta reducción de la diversidad del discurso a proposiciones categóricas, así como de la afirmación de una correlación entre estos enunciados y los datos de la observación.

Ahora, Wittgenstein cree que es necesario tener en cuenta la complejidad de los usos lingüísticos en las diferentes culturas y que hay que desconfiar de los procedimientos que supongan una conjunción no problemática entre los elementos del lenguaje y los elementos de la realidad.

En suma, Wittgenstein renuncia a su anterior concepción «pictórica» y positivista del lenguaje («primer Wittgenstein»).

El lenguaje no refleja el mundo ni tiene como único objetivo describir el mundo. El lenguaje es una forma de conducta entre otras, con pluralidad de funciones: ordenar, describir, informar, hacer conjeturas, contar historias, etc., cada una de las cuales puede describirse como un juego de lenguaje.

Las proposiciones son significativas no porque sean (solo) «figuras o representaciones» de la realidad, sino porque son expresiones de estos juegos de lenguaje: los diversos y variados usos a que sirve el lenguaje. Estos usos del lenguaje, al igual que sucede con los juegos, manifiestan como característica común un cierto aire de familia que los asemeja y se someten a reglas, pero cada cual a las suyas propias. Por esto, el significado hay que buscarlo no en la verificabilidad de lo que se dice, sino en el uso que se hace de las palabras; o sea, es el contexto lo que da sentido a las palabras.

La tesis principal que sostiene el «segundo Wittgenstein» en las Investigaciones Filosóficas es, pues, que todo el lenguaje consiste en multitud de juegos de lenguaje, y el lenguaje correcto es aquel que observa la correcta aplicación de las reglas en su uso; por tanto, toda palabra tiene sentido si es empleada en su contexto.

El sentido de las palabras lo dan las reglas de uso, tal como, en el ajedrez, el sentido de cada una de las piezas lo dan las reglas mediante las que se describen sus movimientos.

Los Límites del Conocimiento según Kant

Uno de los objetivos de la Crítica de la Razón Pura de Kant es el esclarecimiento de los límites dentro de los cuales tiene que producirse el conocimiento para que pueda ser considerado válido. Kant fija los dos siguientes límites principales:

  • La admisión del principio empirista de que el entendimiento no puede ir más allá de los límites de la experiencia (límite que afecta al origen y al desarrollo real de la actividad racional humana).
  • La estimación de la experiencia como único ámbito legítimo para el ejercicio del conocimiento científicamente válido (límite que afecta al valor de dicho conocimiento).

Kant afirma que el hecho de que el ejercicio humano de la razón reconozca límites y se los autoimponga, lejos de restar valor a su práctica y a sus resultados, refuerza y garantiza su seguridad y su validez.

El descubrimiento de la experiencia como límite legítimo de nuestro saber no tiene por qué conducir a un relativismo escéptico, como sí sucede en la filosofía de Hume.

Más bien al contrario, la experiencia debe valorarse como el modo de justificar el poder y la eficacia de la razón precisamente en virtud de sus límites y de su fundamento. Tal es la característica principal de la filosofía crítica de Kant, que él entendió y practicó como análisis trascendental.

Hume afirmaba que el saber humano es, como máximo, un saber probable. Según él, el ser humano no puede alcanzar, ni siquiera dentro de los límites de la experiencia, la estabilidad y la seguridad de un auténtico saber.

Kant responde que no es cierto que carezcamos en términos absolutos de un saber cierto y fiable. Lo tenemos en ciencias como las matemáticas o la física.

Según Kant, incluso cuando los seres humanos se aventuran por ámbitos de conocimiento alejados de la experiencia, como es el caso de la metafísica, por más que sus resultados no sean científicos, el esfuerzo constante desplegado en su ejercicio es real, y si es real, debe ser explicado de alguna manera.

Esta determinación de los límites de la razón humana solo se puede llevar a cabo por la razón misma. De ningún modo se le pueden imponer límites a la razón desde fuera (por la fe, por la tradición, por el mito, por la costumbre, etc.).

La actividad de la razón es autónoma, y eso significa que no está dispuesta a recibir de ninguna instancia exterior la dirección y la guía de su procedimiento.

Kant entiende que este reconocimiento autónomo de los límites legítimos no vale solo para el conocimiento racional, sino también para la vida moral o para la estética.

En estos ámbitos de la razón también debe aplicarse el principio de la filosofía trascendental de que toda facultad o disposición del ser humano puede encontrar la garantía de su valor, su fundamento, solo en el reconocimiento explícito de sus mismos límites.

Así pues, el reconocimiento y la aceptación del límite se convierten en todos los dominios en la norma que da validez y fundamento a las facultades humanas. Desde este punto de vista, Kant renuncia a salirse de los límites de las posibilidades de lo humano.

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