Praxis y Poiesis en la Ética Nicomaquea de Aristóteles: Una Comparación con la Filosofía Cartesiana

Praxis y Poiesis en la Ética Nicomaquea de Aristóteles

Diferencia entre Praxis y Poiesis

En el libro VI de la Ética Nicomáquea, Aristóteles diferencia dos tipos de actividades que ocupan la facultad deliberativa o racional práctica:

  • Praxis: Tipo de acción que tiene un fin interno a la propia acción, es decir, que tiene como fin a la propia acción. Corresponde con las acciones éticas.
  • Poiesis: Tipo de acción que tiene siempre un fin externo a la propia acción. Se corresponde con las acciones técnicas o productivas.

Asimismo, para cada uso de la razón deliberativa se distingue un tipo de virtud:

  • La que desarrolla la facultad de deliberar la praxis será la prudencia o saber práctico.
  • La que se ocupa de la poiesis será el saber técnico o productivo.

Producción y acción coinciden en que se ocupan de lo que puede ser de otra manera (lo contingente), frente a la ciencia que se ocupa de lo que es necesario. En la acción moral, quedaría justificada por sí misma, mientras que en la producción el fin es algo distinto a ella; el producto sería lo que justifica la acción.

Practicar un arte es considerar cómo puede producirse algo que es contingente (puede ser o no ser) y cuyo principio está en quien lo produce (el artesano o técnico, causa eficiente) y no en lo producido. Dentro de los seres contingentes encontramos el objeto producido y la acción que lo produce. El arte (techné) es el modo de ser productivo acompañado de razón verdadera, en el que el objeto producido es distinto del productor.

La praxis, acción, no es distinta al ser humano que actúa. Por lo que la prudencia consiste, más bien, en un saber hacerse a uno mismo, un saber lo que más nos conviene para alcanzar la felicidad. La prudencia es una virtud que permite deliberar correctamente sobre las acciones que dependen del ser humano consideradas como fin en sí mismas.

Diferencias entre Prudencia y Técnica

Otra diferencia entre ambas virtudes es que la técnica se centra en la producción de objetos particulares, en unas operaciones sobre las cosas o sobre sí mismo en cuanto cosa (ejemplo: el médico actúa sobre cuerpos humanos). Y la prudencia se ocupa de la totalidad de la vida y del bien del ser humano, del conjunto de acciones que realizamos a lo largo de nuestra vida y que recaen sobre uno mismo, porque le hacen comportarse de un modo u otro.

La Prudencia como Virtud Intelectual

La prudencia (phrónesis) es un saber deliberativo o práctico. Es una virtud intelectual que permite al ser humano deliberar correctamente sobre aquellas acciones que dependen de él. Tener la virtud de la prudencia permite considerar cómo puede realizarse una acción bien hecha; consiste en saber deliberar bien acerca de cómo actuar en cada situación.

Relación entre Ética, Política y Acción

Para Aristóteles, la ética y la política son saberes que tienen como fin la acción (praxis). A través de la acción nos hacemos virtuosos. Repitiendo acciones buenas es como logramos la virtud y, así, es como logramos la felicidad (objetivo último de la actividad humana). Por tanto, la acción buena es causa de la virtud, que nos lleva a realizar más acciones buenas y, así, ser felices. La acción éticamente buena es, así, causa eficiente y final.

La Acción Buena y el Término Medio

La acción buena o correcta es para Aristóteles un término medio óptimo (el mejor) entre dos extremos viciosos (el acto valiente, que se aleja de la cobardía y la temeridad). Para hallar este punto medio hay que hacer un cálculo de las consecuencias. La acción virtuosa será siempre relativa a las circunstancias y a la persona que la realiza.

Además, sólo se alcanzará la virtud cuando estos actos se convierten en hábito.

Prudencia, Necesidad y Felicidad

La prudencia no puede deliberar sobre lo imposible ni sobre lo necesario, por eso no es una ciencia, pues no delibera sobre lo necesario (si debe salir el sol o no), sino sobre lo que depende de nosotros y de las circunstancias de la acción. Se ocupa en saber cómo debo actuar para alcanzar la felicidad.

El hombre prudente es capaz de deliberar y juzgar de una manera conveniente sobre las cosas que pueden ser buenas para él y que deben contribuir a su felicidad. La prudencia es la virtud de la parte racional del alma encargada de formar opiniones sobre la mejor acción, pues tienen por objeto lo contingente.

Moderación y Prudencia

La moderación es la virtud de actuar siguiendo un término medio respecto de los placeres corporales. El hombre moderado es aquel que es guiado por la prudencia. Sus apetitos deben estar en armonía con la razón, porque el fin de ambos es lo bueno. Por tanto, la moderación para Aristóteles es muy importante, ya que salvaguarda la prudencia.

El Cogito Cartesiano y el Criterio de Verdad

La Duda Metódica y el Cogito

Una vez que Descartes ha establecido, en el Discurso del Método, que el método geométrico es el que debe usarse en la construcción de su sistema, puede pasar a la cuarta parte, aplicando el método, a buscar el fundamento inconcuso y primero respecto a toda verdad posterior. La consecuencia de su método es su duda universal y metódica. Mediante ella, va a descubrir su primera verdad, cierta y totalmente segura, inatacable por los escépticos: pienso, luego existo.

Tenemos, así, el principio de su filosofía: el cogito. Esta verdad es primera, porque es la primera temporalmente hallada, porque es el principio firme e inconmovible de todo su sistema científico, y es el prototipo de toda verdad y certeza; Descartes obtuvo su criterio de verdad o certeza, pensando sobre las características del cogito. En suma, Descartes ha obtenido el primer principio de su filosofía, que le permitirá establecer los criterios del conocimiento cierto y todos los demás conocimientos.

Además, respecto al cogito, aunque Descartes lo formuló en forma de deducción, aclaró que no se trata de tal cosa, sino de una intuición. Por eso, esta primera verdad se refiere a mi existencia real, que capto a través de mi acto de dudar. Se trata de una existencia real y, por eso, permite deducir otras existencias.

Originalidad del Cogito

El cogito cartesiano no es totalmente original. El conocimiento inmediato de la propia existencia ya había sido puesto de relieve con anterioridad, incluso en forma muy parecida. Sin embargo, este tema ha sido capital para toda la modernidad. En el pensamiento antiguo y medieval, la verdad dependía de los objetos o cosas conocidas (en definitiva, del mundo exterior), mientras que, en Descartes, ese fundamento ni siquiera es tenido en cuenta: todo se centra en el sujeto y en su interioridad.

Claridad y Distinción como Criterio de Verdad

El criterio de verdad en Descartes es la claridad y distinción que acompaña a la intuición de una idea. Dicho de otro modo: todo lo que conocemos de modo claro y distinto es verdadero.

Descartes obtuvo su primer criterio, a través del análisis de las características de la primera verdad; una vez que obtuvo una verdad indubitable, consideró sus características, para enunciar así su criterio de verdad o certeza.

Claridad y Distinción

Para Descartes, la evidencia consiste en la intuición intelectual de una idea clara y distinta, lo cual excluye la posibilidad de error. En sus Principios de Filosofía, Descartes dice que llama “claro a aquello que está presente y manifiesto a una mente atenta, del mismo modo como afirmamos que vemos claramente los objetos, cuando, estando presentes al ojo que los contempla, operan sobre éste con fuerza suficiente. Pero distinto es aquello que es tan preciso y diferente de todos los otros objetos, que no contiene en sí mismo nada que no está claro”.

Así pues, no es lo mismo claridad que distinción. Un intenso dolor interno es percibido claramente, pero no hay en él ninguna distinción, pues no sabemos ni de dónde procede, ni por qué, ni… Por eso, añade que “la percepción puede ser clara sin ser distinta, mientras que no puede ser distinta sin ser clara”.

Conclusión

Concluyamos, que la aplicación del método dio como primer rendimiento la obtención de un primer principio totalmente cierto, base de todos los desarrollos posteriores. Y la obtención de ese principio permitió a Descartes establecer su criterio de certeza como piedra de toque de todas las verdades que iría descubriendo.

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