HUME
CONOCIMIENTO:
Hume nace en el siglo XVIII y es el autor más importante de la escuela del Empirismo. Para el Empirismo todo nuestro conocimiento procede de la Experiencia.
Hume niega, pues, la existencia de las ideas innatas en la razón, con anterioridad a la experiencia, ya que nuestro entendimiento es como una página en blanco en la que nada hay escrito al nacer.La gnoseología de Hume comienza con la distinción entre las percepciones que nos llegan, por medio de los sentidos o por impulso de la pasión. Estas percepciones pueden ser de dos tipos por el grado de fuerza que poseen. En primer lugar, las impresiones, que son intensas, vivas, fuertes, y en las que hacemos a su vez otra dicotomía: impresiones originales, que responden a las sensaciones actuales (de los sentidos externos) y las secundarias o de reflexión, que son las pasiones. Por el otro lado, tenemos las ideas, débiles, pálidas, que son una copia de la impresión en los sentidos internos y el entendimiento. Las ideas se pueden representar por dos facultades:
memoria e imaginación. La primera conserva el orden de las impresiones originales mientras que la segunda conserva cierta independencia respecto de ellas.Tanto las ideas como las impresiones pueden ser simples o complejas.
Hablamos de ideas simples cuando provienen de una descomposición en la percepción y son indivisibles, y de complejas cuando se constituyen por asociación, que se lleva a cabo según semejanza y desemejanza, contigüidad espacio-temporal y relación causa-efecto.Por ello, Hume niega el conocimiento de las ideas universales por abstracción. Todo lo más que podemos aceptar es la función universal de las ideas, tal y como ha sido explicada hasta aquí. Aplicamos la misma idea a diferentes objetos y les damos un mismo nombre prescindiendo de sus diferencias, pero en realidad lo único en común entre dos cosas es el nombre que les damos. Esto se conoce como nominalismo.
Hume también niega que podamos conocer la realidad en sí, el noúmeno, sino sólo “lo que aparece”, los fenómenos. No podemos afirmar que conozcamos la realidad, sino nuestra percepción de la realidad, nuestro conocimiento. Esto aboca al escepticismo.
Hume igualmente criticará las tres sustancias cartesianas (el Yo, la Realidad Exterior y Dios) y asegurará que es imposible conocer su existencia defendiendo el escepticismo.
Negará la afirmación de la existencia del “yo” entendido como una identidad permanente y estable, una sustancia o esencia, pues es imposible tener una impresión (o intuición) permanente y estable del propio yo. Así, nuestro Yo no es más que la sucesión de las impresiones acaecidas en nuestra mente que nuestra memoria recuerda y que unificamos ilícitamente. El yo por tanto es un hecho psicológico producido por la memoria y no algo sustancial.Para asegurar que no podemos conocer la existencia de la realidad exterior se basará en su crítica a la idea de causa. Al no poder afirmar sin duda que nuestras impresiones procedan de algo exterior, no podremos asegurar que exista la realidad externa a mí. Por tanto no podremos saber con seguridad si existe la realidad extramental.Igualmente, señalará que no podemos asegurar la existencia de Dios pues es imposible tener experiencia de él y por tanto no es posible demostrar su existencia.Ante el problema de la ciencia, Hume postulará que los modos del conocimiento racional, los tipos de juicios, son dos:-El conocimiento de las relaciones de ideas, tautológicas (razonamiento a priori)
. Las proposiciones de este tipo son analíticas, el predicado está implícito en el sujeto y no nos dan nueva información, y para conocer su verdad no es necesario recurrir a la experiencia ya que es anterior a esta, no obstante, son necesarias. Son las matemáticas y la lógica.-El conocimiento de las cuestiones de hecho (razonamiento a posteriori)
Que trata sobre la realidad. En sus proposiciones, el predicado no está implícito en el sujeto, afirman algo nuevo sobre la realidad, son sintéticas, y su verdad o falsedad se descubre a posteriori, recurriendo a la experiencia. Todo nuestro conocimiento, exceptuando matemáticas y lógica, es contingente.Así, según Hume todo conocimiento sobre la realidad proviene, por lo tanto, de un razonamiento a posteriori y el criterio de verdad para saber si una idea es verdadera o falsa es recurrir a la impresión. Como las ciencias naturales se basan en cuestiones de hecho, que sólo se pueden basar en el pasado, no valen a la hora de establecer leyes universales para el futuro, y su valor únicamente alcanza la probabilidad, las generalizaciones realizadas mediante inducción son inválidas.Hume estudiará las afirmaciones científicas donde se emplea el principio de causalidad, según el cual una causa determinada produce siempre y necesariamente un efecto concreto. Según Hume, este principio de causalidad no es correcto pues no podemos tener impresión de dicha conexión (no podemos percibir que algo vaya a ocurrir siempre y necesariamente). Para Hume, la relación causa-efecto la afirmamos por la experiencia de haber percibido de forma habitual un acontecimiento detrás de otro y por ello afirmamos que lo que ha sucedido en el pasado se repetirá en el futuro y que objetos semejantes tendrán efectos semejantes. Así, Hume afirma que el principio de causalidad es sólo una suposición o creencia basada en el hábito y la costumbre de haber tenido impresión en el pasado de dos acontecimientos distintos unidos consecutivamente, carece de valor ontológico. La verdad de toda ley de la naturaleza es, por tanto, sólo probable.
Sin embargo, Hume acepta la utilidad de estas creencias para la vida y por ello la ciencia misma resulta útil para la humanidad.Así y como conclusión final, Hume, en su desarrollo radical del empirismo, terminará estableciendo el escepticismo (afirma imposible demostrar la existencia del mundo, del yo y de Dios), y el fenomenismo (sólo es posible conocer la impresiones como hechos mentales).ÉTICA:Hume nace en el siglo XIIX, etapa de transformaciones, y formulará su ética aplicando su gnoseología, creando una ética moderna, pero dándole un aspecto, una apariencia de ética clásica, sobre todo por la lexicología que emplea.Mantendrá la noción de corriente moral como ciencia de las reglas que hay que seguir para conseguir el bien y la felicidad mediante la práctica de la virtud. Pero, aplicando su gnoseología, excluirá como fundamento de la moral a Dios, las verdades eternas y las normas necesarias y universales.Según Hume, nuestros juicios morales no son producidos por la razón pues no se tratan ni de relaciones entre ideas, al no ser analíticos, ni de cuestiones de hechos, pues los juicios morales no describen solamente una realidad percibida sino que la juzgan como buena o mala. Efectivamente, el razonamiento puede ayudarnos a clarificar la utilidad de las acciones humanas pero no puede impulsarnos a realizarlas. Por tanto, al no ser la razón la clave de la moral afirmará que esta se fundamenta en el sentimiento moral del individuo.
Este sentimiento moral es una emoción o “gusto” interior que surge en el sujeto y que muestra agrado o desagrado ante las acciones siendo universal a todos los hombres. Hume defiende pues la teoría del “emotivismo moral”.En el sentimiento radica el fundamento de la moralidad:
algo es normalmente bueno si es placentero, y esta medida es eminentemente subjetiva, dependiente del sujeto, no hay cosas buenas de por sí. Hume afirma que las impresiones que distinguen bien y mal no consisten sino en dolor o placer. Siguiendo con esta línea, producen placer, y por tanto son buenas, las cualidades agradables y las útiles, tanto si lo son para nosotros como si lo son para otros. Las cualidades útiles producen placer en la medida en que se ordenan como medio a otro cosa, un fin, que es agradable. Por todo esto, se puede considerar que la moral es una mera cuestión de cálculo y adaptación social.El proceso que culmina en la acción comienza en la percepción del placer o el displacer, que son impresiones originales.
Su idea queda en la memoria. Al volver a presentarse surgen deseo, aversión, esperanza y temor, que son impresiones de reflexión.
A estas pasiones directas se suma la simpatía, que es sentir lo que otro siente -empatía-, que da lugar a las impresiones indirectas, que son el orgullo, la humildad, el amor, el odio… Estas pasiones se manifiestan en nuestra acción.
Este paso a la acción se debe a la tendencia a unirse al bien y evitar el mal, junto con otros instintos originarios, como el hambre, la voluptuosidad, amor a la vida, fraternidad… Consisten en tendencias mecánicas que operan de manera infalible. La obligación moral no es más, por consiguiente, que una obligación natural.
La naturaleza cuenta con ciertos mecanismos estabilizadores de la acción:
La costumbre y el hábito que corrigen la variabilidad de las pasiones por motivos a veces insignificantes; la creencia, que es equiparar una idea a una impresión, ponerlas al mismo nivel, lo que dota de estabilidad al pensamiento; la simpatía–
Empatía- que lleva a juzgar a otros desde puntos de vista generales y compartidos más bien desde el puro interés individual, moderando el egoísmo o el individualismo; la convención social, que nos lleva a satisfacer las pasiones de un modo más refinado.Somos capaces de compartir esta visión moral gracias a la simpatía: un estándar generado por convención que nos lleva a aprobar o desaprobar un carácter, aunque no compartamos totalmente el criterio o no nos guiemos por él de hecho.