Descartes: Problema del Conocimiento
Su conocimiento en el racionalismo, donde define la autosuficiencia de la razón como la fuente del conocimiento, el cual no puede ser coartado por la tradición, la fe o la autoridad, ya que la razón es el principio supremo. Este filósofo se opone al conocimiento sensitivo, pues afirma que los conocimientos validos son los procedentes de la razón, del entendimiento, sin necesitar la experiencia.
Descartes dedujo que en el mundo todo es racional porque tiene una justificación y por ellos trato de conseguir un método correcto para hacer de la filosofía una ciencia, buscando un saber universal a partir de la intuición (Búsqueda de verdades evidentes) y de la deducción (Conclusiones necesarias derivadas de cosas conocidas con certeza que además deben ser seguras, ciertas y eficaces). El método en Descartes tiene como punto de partida la duda, que sirve para distinguir lo verdadero de lo falso y tiene que ser universal (ya que hay que dudar de todo y de todas las certezas que se consideraban hasta entonces), metódica (pues dicha duda no es ni un fin en sí misma, sino un método para construir) y teorética (es una reflexión filosófica). Descartes determina que hay que dudar de los sentidos (pues pueden engañarnos e inducirnos al error), del mundo exterior (que nos impide distinguir la realidad del sueño), de los propios razonamientos (ya que la razón puede equivocarse al establecer conocimientos)
y de sí mismo (puede ser que el hombre tenga un espíritu interno que le induce a errar). Con todo esto pretende llegar a una verdad de la que no pueda dudarse y que a partir de ella se deduzca el resto de verdades. Las reglas del método son:
La evidencia, que determina que no hay que admitir nada que sea dudoso y que tiene que ser evidente para ser verdadero;
el análisis, pues hay que reducir las ideas compuestas en ideas simples y las percepciones confusas en percepciones claras;
la síntesis, ya que hay que formar una cadena de intuiciones parciales para llegar a una intuición evidente y libre de errores;
y la enumeración, que consta de una revisión del proceso. Descartes considera que hay una certeza de la que es imposible dudar: el hecho del propio pensamiento y de la propia existencia. De aquí viene el “pienso luego existo” de clara influencia agustiniana, que no se deduce de nada, sino que es una intuición mental y una idea evidente, clara, simple e inmutable, que determina que la verdad de la existencia es desde donde se debe partir. A partir de esta idea, este filosofo hace una clasificación de las ideas: donde las ideas adventicias provienen de nuestra experiencia externa y de los sentidos (árbol, hombre), las ideas facticias provienen de nuestra imaginación y voluntad (caballo alado) y las ideas innatas no provienen de la experiencia ni de la construcción mental, sino que se tienen por naturaleza (“pienso luego existo”) y son claras y distintas. Por otro lado está la realidad en Descartes que es la parte más débil de la teoría cartesiana, donde a partir del “pienso luego existo” va deduciendo la sustancia. Para hallar el origen de dicha sustancia describe tres tipos de sustancia a la que corresponde un atributo principal: El primer tipo de sustancia es la Res cogitans, que se define como la sustancia pensante que no necesita cuerpo para existir y deriva de un dualismo antropológico que tiene una clara influencia de San Agustín. En esta sustancia determina que de lo que duda (cuerpo) no puede ser lo mismo que de lo que no duda (pensamiento), por lo que el pensamiento existe aunque no exista el cuerpo. Entonces alma y cuerpo, al ser independientes, deben tener una forma de comunicarse y unirse, la cual se produce mediante la glándula pineal (que se encuentra situada en el cerebro (sede del alma))El segundo tipo es la Res Infinita, que consta de la sustancia finita procedente de Dios. Esta afirma que, al dudar, somos limitados, imperfectos y finitos, y como es imposible tener la idea de finito si no se relaciona con lo infinito, la idea finita entonces procede de dios (la perfección), luego Dios existe. Esto tiene que ver con el argumento antológico de San Agustín.
Ética
En la ética, descartes establece un comportamiento basado en la razón (al cual llega mediante el sometimiento de las pasiones) y en la libertad como idea innata (la voluntad libre que depende del sometimiento de lo corporal). Mediante estas dos ideas, este filósofo pretende llegar al conocimiento ético definitivo (ideal ético). Pero como sabe que esto no es posible, establece una moral provisional que será la que conduzca, con el tiempo, a la ética definitiva. Para llevar correctamente esta moral provisional debe tener en cuenta cuatro factores:
Moderación (evitar el exceso (amando te dejas llevar por las pasiones) y obedecer a las costumbres)
Firmeza (mostrar seguridad en el comportamiento)
Cambio interior (antes de cambiar la sociedad, debemos cambiar nosotros interiormente) y Cultivo de la razón y aprendizaje (influencia de Sócrates). Estos cuatro factores conseguirán llevar al hombre a la felicidad haciendo que se prepare para conseguir pasar de la moral provisional a la ética definitiva.
Hume: El Problema del Conocimiento
Entendemos por experiencia: percepción externa (sentidos) o percepción interna (emociones). Percepción es todo aquello que sucede en nuestra mente. Cualquier idea tiene como causa una impresión, y las impresiones, pueden ser simples o compuestas. De cada impresión tendrá una idea. Para Hume la experiencia es el origen de nuestros conocimientos pero también un límite infranqueable de manera que no podemos conocer lo que esta más allá de la experiencia y, al mismo tiempo, el conocimiento basado en la experiencia pasada nunca tiene seguridad absoluta. Hume distingue entre dos formas de conocimiento y ninguna de las dos ofrece seguridad y fiabilidad:
El que está basado en la experiencia, es el que podemos establecer a partir de nuestra experiencia sensorial, a partir de la observación mediante los sentidos de lo que ocurre a nuestro alrededor. Nuestros sentidos nos proporcionan unos datos, a los que Hume llama “impresiones”, y la mente, a partir de dichos datos y usando sus propios mecanismos, va elaborando ideas más o menos complejas. Hume considera que no son seguros, ni totalmente fiables ya que por muchos casos iguales que yo haya observado hasta ahora, el siguiente caso puede ser distinto y, por tanto, hacer invalida la generalización sacada de la experiencia pasada (Problema de la inducción). Según Hume, la confianza en la inducción es psicológica y se basa en la costumbre o el hábito: al ver que ciertos acontecimientos han sucedido siempre de una determinada manera, se produce en la mente humana la creencia de que sucederá siempre así. Lo mismo ocurre con el mecanismo causa-efecto, que parece garantizarnos que las relaciones causales observadas en el pasado tienen que conservarse en el futuro. La segunda forma de conocimiento criticada por Hume es la que pretende conocer lo que esta más allá de la experiencia.
Esto es lo que en filosofía se llama el conocimiento metafísico: el conocimiento de entidades como Dios o el alma humana para las que no poseemos experiencia sensorial directa. Aquí el argumento de Hume se limita a aplicar uno de los principios esenciales de su filosofía: no podemos conocer nada si nos faltan los datos sensoriales correspondientes. Y ese es el caso cuando pretendemos saber algo sobre Dios o sobre el yo personal. Dios no puede ser percibido y por tanto nada podemos asegurar racionalmente sobre su existencia o no. De la idea de un yo personal tampoco tenemos impresión directa, porque nunca logramos percibir el yo como algo diferente de todas nuestras percepciones. Hume, por tanto, declara sin valor el conocimiento de lo que esta mas allá de la experiencia.
El problema del hombre
El ser humano para Agustín de Hipona es un alma racional que tiene un cuerpo. Siendo el alma lo interior y el cuerpo lo exterior. Defiende una concepción dualista de influencia platónica y con adhesión a la teología cristiana. Para Agustín el alma es la mejor parte de el hombre porque mueve al cuerpo dándole vida, le da el poder de percibir las cosas por los sentidos (está presente en todo el cuerpo), porque realiza actos específicos como pensar y querer, y porque los pecados morales se atribuyen al alma no al cuerpo. Se diferencia con Platón en que el alma no preexiste al cuerpo, sino que es creada y en que la resurrección es de cuerpo y alma. Hay tres poderes que se pueden encontrar en el alma:
La memoria, identidad personal. Posibilita la vida interior y abre el camino a la introspección y a la búsqueda del interior (Conciencia). Prestar atención a nosotros mismos como interior es lo que posibilitara el ascenso a dios.
La razón o el intelecto, ayuda a clarificar la fe. La razón le permite alcanzar conocimiento teniendo ayuda de la iluminación divina, rechazando el escepticismo, en áreas como las verdades lógicas que no están sujetas a otras y no es sensato dudar de ellas (v. universales); tiene gran importancia la primera persona en el conocimiento de lo que sucede en el interior; De la experiencia tenemos conocimiento (conciencia); en conocimiento de su propia experiencia, “si me equivoco, soy”. El objetivo final es llegar a Dios, la felicidad y para ello necesitamos la iluminación divina. Le corresponde por naturaleza gobernar sobre los deseos o apetitos, entonces el alma está ordenada correctamente. La única causa de que la razón se haga cómplices de los deseos es por la voluntad.
La voluntad, es la causa del mal que hacemos y padecemos. El significado de hacer el mal tiene que ver con el deseo (terrenal) conectados con la lívido (desear con bienes terrenales, deseo conectado con la carne). Cuando se incumple la ley moral se infringe un castigo o sufrimiento. Hay dos voluntades dentro del alma.
La buena voluntad, es buena cuando quiere vivir honradamente y justamente, cuando ama la ley eterna. La consecuencia es un premio, la felicidad. Su merito depende de su motivación, no de sus resultados, y esa motivación es actuar por amor. Posee las virtudes cardinales y todas ellas están unificadas por amor. Agustín define la virtud como el amor ordenado correctamente;
La teoría ética, está centrada en la virtud del amor. Para Agustín la virtud es lo que nos hace buenos pero nunca perfectos porque necesitamos la gracia de dios. Es en la voluntad donde tenemos problema, no en el conocimiento.